12-10-2019
Pavones: el secreto mas difundido de Costa Rica
Arturo Silva Lucas | Alba SudEl libro de Jeremy Evans, «The Battle for Paradise» (2015), reconstruye la fascinante historia de una comunidad costera en la que el surf acabó jugando un papel destacado. ¿Pero qué balance puede hacerse de qué ha aportado a la comunidad esta actividad?
Crédito Fotografía: Pavones. Imagen de guillermo.d, bajo licencia creative commons.
Paraíso encontrado, paraíso perdido. Esa frase resume innumerables destinos que, por su valor y atractivo natural, nunca estarán libres de la amenaza que supone la masificación y comercialización de la industria turística globalizada. Sin embargo, hay destinos que a pesar del transcurso del tiempo se mantienen en un relativo estado de aislamiento. Tal es el caso de Playa Pavones, en el Golfo Dulce pacifico sur de Costa Rica. Ubicada a 377 kilómetros de la capital San José y a solo 34 de la frontera natural con Panamá, Pavones ha estado históricamente olvidada por el Estado costarricense y mencionada en medios de comunicación cuando se habla como ruta del narcotráfico o la práctica del surf.
Existen algunos estudios académicos sobre luchas campesinas por acceso a tierra en Pavones y sus alrededores, aunque no tantos como en otras comunidades campesinas costarricenses. Recientemente, en febrero del 2019, a propósito de la apertura del nuevo recinto universitario en el distrito central de Golfito, Pavones recibió la visita de una delegación de la Universidad de Costa Rica con la intención de fortalecer capacidades comunales para la actividad turística. A pesar de esa visita es poco lo trabajado en cuanto a su historia turística. Uno de los pocos textos que recoge esa historia de Pavones es el escrito por el periodista estadounidense Jeremy Evans en el libro titulado The Battle for Paradise. Surfing, Tuna, and One Town's Quest to Save a Wave (University of Nebraska Press, 2015).
Escrito en el año 2015, Evans recorre los últimos 60 años desde que fuese descubierto como destino idílico para el surf por Daniel James Fowlie. Pasando por las guerras por la tierra entre costarricenses y estadounidenses hasta el estallido del conflicto en contra de la instalación de granjas atuneras a inicios del siglo XXI. Para finalmente llegar al momento actual, en el cual Pavones ha logrado asentar un modelo turístico de pequeña escala enfocado en surfistas estacionales. Evans construye una línea argumental desde la prominencia del surf como producto turístico local que procura la preservación de un entorno ecológicamente sano. No es sorpresa que su condición de estadounidense le permitió entrevistar a actores claves. Esto provee al texto de una riqueza testimonial que de otra forma hubiera sido difícil obtener.
Este articulo reconstruye esa historia de Pavones tomando como primera fuente el libro de Evans y revisión de fuentes periodísticas e institucionales que sirvieran como respaldo a lo escrito por el autor.
El Rey de Pavones
Poblado históricamente por la comunidad indígena gnöbe en las tierras altas, la Bahía Pavones cambia su composición social en la década de los sesenta y setenta. La poca, pero constante migración de mano de obra excedente de las haciendas ganaderas y fincas proveniente de la provincia de Guanacaste, convierte a Pavones en un pequeño pueblo pesquero.
En 1974 llegó en vuelo chárter el estadounidense Daniel James Fowlie, hoy conocido popularmente como El rey de Pavones, y también como Danny. De origen californiano Fowlie descubre por relatos de amigos la existencia de una costa centroamericana en la cual existe una ola de cualidades excepcionales. Según medios especializados, el lecho marino de Pavones provee una de las mejores olas del mundo, gracias a su geografía y a la marea que va desde el sur de Chile hasta el Golfo Dulce. Con un quiebre de ola izquierdo que llega a alcanzar hasta un kilómetro y medio, permite recorrer la ola hasta por 7 minutos. Toda una excepción si se toma en cuenta que el recorrido normal de una ola no pasa de 1 o 2 minutos.
En declaraciones a la prensa Fowlie afirma que llegó a invertir 6 millones de dólares en los 11 años que vivió en Pavones hasta 1985. Como si se tratara de una novela histórica latinoamericana, Fowlie financió la construcción de la primera escuela, clínica, la iglesia, la cancha de fútbol y la primera cantina. Construyó instalaciones especiales en las cuales recibía a fotorreporteros de deportes y surfistas profesionales de los Estados Unidos en las temporadas de mejor oleaje. Era un espacio donde tanto locales como los invitados extranjeros podían compartir, aunque estos últimos con la condición que no divulgaran a medios masivos el nombre de la playa. También construyó los caminos que hoy comunican Pavones con Golfito y contrató profesionales en agronomía para que compraran tallos, semillas endémicas y madera fuera de Pavones para no alterar el ecosistema costero.
Las acciones de Fowlie parecían ir hacia la concreción de un feudo moderno. Adquirió 14 títulos de propiedad, que sumados abarcaban el ochenta por ciento de la Bahía de Pavones, incluyendo 25 kilómetros de línea costera. En la década de los setenta los controles al ingreso de capitales eran bastante laxo [2]. Bastaba tener algún contacto local y titular tierras sin reclamar para apropiarse de grandes terrenos, algunas veces en contubernio con el gobierno local.
Así lo afirmaba Fowlie en declaraciones al medio Tico Times el 17 de febrero del 2016: “Desde el primer momento me di cuenta de lo hermoso del lugar. En el ’74 busque a Cullo López, el dueño de una cantina frente al mar. Le compre 100 hectáreas de terreno a 30,000 dólares, 10,000 en efectivo como adelanto. Después creo que gasté 500,000 dólares solo en terrenos.” Como si se tratara de un dictador benevolente se aseguró de no desplazar a los habitantes. Sino que construyó relaciones de cercanía basada en inversiones y construcciones de uso comunales. Los relatos de cómo Fowlie pagó deudas, viajes por mar al hospital provincial de enfermos graves abundan.
Luego de dos años evadiendo la justicia de su país, en 1987 Fowlie es apresado en Puerto Escondido, México, acusado de traficar marihuana a los Estados Unidos en el marco de una investigación mayor que incluía al Cartel de Guadalajara. Su nombre entra en el radar de las autoridades estadounidenses luego de que se vinculara con Robert Vesco en actividades de lavado de dinero en centro américa [3]. Fue sentenciado a 30 años de cárcel en California de los cuales solo cumplió 18 por buena conducta. Al momento de su aprensión poseía 1,500 hectáreas de terrenos en Pavones. Después de su arresto los terrenos de Fowlie pasaron por diversos procesos especulativos. Ante la incertidumbre del regreso de Fowlie amigos estadounidenses residentes vendieron parcelas con títulos falsos a conciudadanos, otros simplemente desertaron dejando tierra sin dueño que la reclamara.
Al mismo momento que se produjo la huida de Fowlie en 1985 se dio también el cese de operaciones de la compañía bananera United Fruit Company. Esta era el principal empleador de la zona sur de Costa Rica para la época. En ese contexto, una gran cantidad de obreros sin trabajo de la zona llevaron a cabo acciones de tomas tierra en la Bahía de Pavones.
Los conflictos por derechos de uso y propiedad de tierra en Pavones se extienden hasta 1997. Durante diez años los enfrentamientos entre costarricenses y estadounidenses fueron resueltos con armas de fuego y arma blanca. Hasta que la intervención de las autoridades costarricenses se hizo necesaria ante la muerte de dos personas, un costarricense y un estadounidense, en disputa por los derechos sobre una parcela. En gran medida la intervención del Estado de Costa Rica fue motivada por la presión de la Embajada de los Estados Unidos.
En declaraciones a la prensa el 15 de diciembre de 1997, uno de los campesinos de la zona afirmó: “Yo me voy de aquí el día que Danny venga y me saque. Yo sé que esta tierra es de él, no estos gringos que se presentan como dueños y no lo son.” Por el otro lado, uno de los estadounidenses radicado en Pavones y que fungió como testaferro de Fowlie durante los conflictos concluía: “Por mucho que se le atribuya la construcción de todo aquí y lo bueno que hizo Danny, también se le debe culpar por las cosas malas que sucedieron después de que se fue” (Evans, 2015: 159).
Granjas Atuneras
El vacío que dejan estructuras de poder es visto como una oportunidad de negocios por otros. El nuevo siglo recibe a Pavones con la promesa de empleo y desarrollo para la zona de la mano de otros extranjeros. La empresa Granjas Atuneras de Golfito S.A., de capital español y venezolano, inicia en la 2006 reuniones comunales y estudios ambientales para implementar la primera granja atunera de Costa Rica.
El atún es el producto marino más consumido del mundo. Como consecuencia de la sobreexplotación del atún aleta azul, el mercado del atún aleta amarilla ha explotado en los últimos 30 años. Mediante la colocación de jaulas a 50 metros de profundidad en las cuales se reproducen los peces, la empresa pretendía alcanzar ganancias de 25 millones de dólares al año y dar 180 empleos directos. El proyecto, a pesar de contar con todos los permisos por parte de las autoridades ambientales y pesqueras del país, encuentró la oposición de Organizaciones No Gubernamentales de corte ambientalista que más tarde encuentran eco en residentes de Pavones con dos argumentos fundamentales, que posteriormente son utilizados por el fiscal contratado en contra del proyecto. En el plano ambiental, PRETOMA y Vida Marina argumentaban que colocar un número indefinido de jaulas marinas iba a producir una cantidad importante de materia fecal que mas temprano que tarde iba a afectar el balance ecológico de la zona. Las jaulas por su tamaño al concentrar hasta media tonelada de peces iban a atraer otras especies marinas sensibles a la caza como tortugas. Por su parte, en el plano social, varios residentes de Pavones cuestionaron la veracidad de la consulta comunal realizada por la empresa. Se afirmó que la muestra tomada no era representativa de la comunidad y algunos de las firmas recolectadas fueron recogidas con falsas premisas. Además, argumentaban que la colocación de las jaulas y planta procesadora iba a afectar el paisaje y economía local basada en visitantes que apreciaban el entorno natural y cualidades de la ola.
Pavones. Imagen de Colorado_Chris, bajo licencia creative commons.
El fiscal a cargo del caso, Álvaro Sagot, elaboró una estrategia basada en la nulidad de los estudios ambientales y de consulta comunal. Sagot afirmó que los estudios faltaron al debido proceso obligatorio en la Secretaria Técnica Ambiental (SETENA). Los estudios de impacto ambiental se realizaron en 3 días sin tomar en cuenta las variaciones y cambios en las mareas a lo largo de un año. Al mismo tiempo, se recolectaron casi diez mil firmas en contra del proyecto no solo en la población costera sino también a otros poblados circundantes como los asentamientos gnöbe que afirmaban que nunca fueron consultados.
El conflicto contra la instalación de las granjas atuneras permitió que los dos bandos enfrentados durante las décadas de los ochenta y noventa tuvieran ahora un adversario en común. Testimonios recogidos en el libro de Evans dan cuenta de una tregua entre nacionales y estadounidenses por la tierra. Uno de los testimonios dice: “Nos dimos cuenta de que el proyecto no iba a hacer mas rico a nadie, pero la perdida de la ola nos iba a hacer mas pobres a todos acá”. (Evans, 2015: 189)
Luego de dos años de litigio, la Sala Constitucional sentenció en 2009 que el proyecto atunero no había realizado estudios exhaustivos que dieran viabilidad y sostenibilidad ambiental. En una sentencia similar a las vistas en otros conflictos socioambientales, la Sala condicionó la continuidad del proyecto a que se realizaran los debidos estudios dando un año como período de gracia. La sentencia también ignoraba la oposición popular al proyecto visible en la recolecta de firmas. Así como los testimonios durante el juicio que afirmaban haber sido engañados para asistir a talleres informativos, que posteriormente fueron utilizados para aducir un supuesto agrado de la comunidad con el proyecto.
Al día de hoy el proyecto de granjas atuneras no se ha llevado a cabo. Los empresarios a cargo retiraron el financiamiento aduciendo que el rechazo de la comunidad, sumado a la historia de violencia en las décadas de los ochenta y noventa, no garantizaban las condiciones para invertir en proyectos de gran envergadura.
Tercera alternativa en el surf
El entonces ministro de ambiente, Carlos Manuel Rodríguez, afirmó que: “Realmente el proyecto no se detiene por los argumentos legales presentados por la oposición comunal. Sino por la difusión que tuvo el conflicto, principalmente a nivel internacional” (Evans, 2015: 183) Rodríguez sostenía que la sentencia de la Sala lo único que hizo fue retrasar el proyecto. Pero lo que finalmente retiró a los empresarios es la red de apoyo que se construyó alrededor de la comunidad. Organizaciones internacionales abocadas a la práctica del surf en ambientes ecológicamente sanos proveyeron a la comunidad de un músculo discursivo y político importante.
En el transcurso del juicio, Pavones fue visitado por Andy Bystrom, activista estadounidense en defensa de destinos costeros. Bystrom afirmó: “Nos dimos cuenta de que los canales legales no estaban funcionando. Necesitábamos influencia externa que señalara al gobierno el impacto económico que traería esta actividad. Costa Rica se presenta al mundo como un país que cuida su naturaleza, afectar eso tendría un impacto negativo en el turismo…esa fue nuestra estrategia” (Evans: 2015:182. Para ello empleó un cuestionario que revelara los principales atributos de la comunidad. En orden descendiente fueron mis vecinos, mi gente y respeto por la naturaleza. A continuación llevó a cabo una serie de talleres sobre surf ambiental como actividad económicamente viable. Con el slogan “Save Pavones” activistas ambientales y surfistas profesionales de los Estados Unidos crearon una red de apoyo que alcanzó artículos en revistas especializadas internacionales. El propio Fowlie, que ya vivía en libertad en los Estados Unidos, facilitó fondos y contactos para que el movimiento comunal se fortaleciera.
El argumento de estos nuevos actores se basó en experiencias en otros países donde ya habían tenido granjas atuneras. Argumentaban que las bacterias por la materia fecal de los peces iban a matar la vida marina de la costa. Esto provocaría no solo contaminación sino la visita de tiburones y otros depredadores que imposibilitaría continuar la practica del surf, principal producto turístico de Pavones.
Conclusiones
Con una demanda turística que se condensa en los meses en que las condiciones del oleaje son óptimas, Pavones escapa del interés de la gran masa de turistas nacionales y extranjeros. Hoy, sin embargo, la aparición de aplicaciones que pronostican el día y hora exacta de la llegada de oleaje ha afectado la economía local. Si antes los surfistas visitaban Pavones por días a la espera del oleaje, ahora saben a qué día y hora deben llegar. Esto reduce el tiempo de estadía del visitante significativamente afectando la economía local. Como en otros destinos costeros la actividad turística convive con otras actividades económicas tradicionales. Así, la pesca artesanal es también un ingreso importante para Pavones.
Con respecto a Fowlie, éste aún vive. Reside en Cabo San Lucas, México y de tanto en tanto amenaza con volver a Costa Rica a recuperar lo que en algún momento fueron sus tierras. Tarea difícil puesto que los ocupantes actuales se amparan en la legislación agraria al momento de las tomas, que otorga títulos de propiedad luego de un año de vivir en tierras probadas como ociosas. Pero resulta evidente que la mayor herencia de Fowlie a Pavones fue el surf. A través de él el destino toma relevancia, primero como secreto y luego como parte de un discurso que apela a la protección ambiental y cuido de un destino con condiciones especiales para la practica del surf.
Distintas organizaciones internacionales que promueven el surfismo ambiental recogen esta herencia e incluyen a Pavones en su agenda. Aunque no se puede evadir el hecho de que esto responde en alguna medida al agotamiento por contaminación o masificación de los destinos históricos como California o Hawaii.
Deja también una serie de interrogantes que pueden ser abordadas en futuros estudios en Costa Rica. ¿El surf trae consigo la masificación, contaminación, y otros males asociados al turismo o puede ser también una herramienta para el cuido y resguardo de comunidades costeras? En la experiencia de Pavones parecería que sí, pero otras experiencias en Costa Rica parecen indicar lo contrario. También valdría la pena conocer de qué manera operan estas redes de apoyo y coordinación en defensa de destinos propicios para la practica del surf.
El Instituto Costarricense de Turismo valora la importancia del surf como producto turístico. Pero esta práctica forma parte de un menú más amplio de actividades. Según sus propias encuestas son pocos los turistas que vienen únicamente a surfear. Esto condiciona la importancia que le dan grupos con agendas específicas.
Hoy Pavones está a las puertas de lo que podría ser un nuevo capítulo. El trabajo que inició la Universidad de Costa Rica en febrero de 2019 podría ser un gran apoyo para la construcción de una oferta turística de fuerte contenido local.
TURISMOS DESDE LA PERIFERIA
El blog de Arturo Silva Lucas
Consecuencias locales de procesos globales: entender el turismo como eje de acumulación
Costarricense, sociólogo por la Universidad de Costa Rica (UCR). Parte de la generación 2017 de Nuevas Voces del Instituto de Investigaciones sociales de la UCR. Miembro de la Red Waterlat, y actualmente colaboro con la Universidad Estatal a Distancia. Al residir en un país en el cual el turismo y la conservación natural forman parte del discurso oficial surge en mí el interés por profundizar en los impactos que genera la actividad turística. Me interesa especialmente estudiar los procesos que implica la reconfiguración territorial que trae consigo la industria turística globalizada. En este blog se abordan los impactos y las respuestas locales a procesos de acumulación globales, entendiéndolos como una relación desigual que confronta intereses opuestos. Se tratan los impactos sociales e ambientales que trae la actividad turística globalizada en territorios rurales a través de las experiencias locales.