21-05-2019
Turismo en Bocas del Toro, caminos contradictorios
Arturo Silva Lucas | Alba SudEn las últimas décadas, en Bocas del Toro, Panamá, han entrado en juego múltiples intereses económicos, políticas públicas y migraciones, que se entremezclan con dinámicas locales. El destino acumula experiencias de aprendizaje y problemas aún por resolver.
Crédito Fotografía: Oenvoyage, bajo licencia creative commons.
El archipiélago de Bocas del Toro es uno de los destinos turísticos más apreciados de Panamá debido a sus múltiples atractivos naturales y culturales. Según el Plan Maestro de Turismo Sostenible 2007-2020 del Instituto Panameño de Turismo, Bocas del Toro forma parte de Región Turística 1, y es catalogado como un destino de playa, naturaleza, aventura e historia. El archipiélago está conformado por un gran número de islas, que en orden de importancia por tamaño son: Isla Colón, Popa, Bastimentos, San Cristóbal, Cayo Agua, Solarte y Carenero. En total albergan un territorio de 250 km² y 13.000 habitantes según el último censo realizado.
Todas estas islas reúnen una serie de atractivos propios del Caribe, entre ellos una abundante riqueza natural como el Parque Marino Isla Bastimentos y la Reserva Municipal Playa Bluff en Isla Colón, con áreas de playas, arrecifes, manglares, así como una gran diversidad cultural producto de los continuos flujos migratorios que se han producido a lo largo de los últimos ciento cincuenta años. Inicialmente pobladas por la etnia Ngäbe-Buglé, estas migraciones fueron de población afroantillana, posteriormente procedentes de Estados Unidos, producto del establecimiento de la compañía bananera y la construcción del Canal de Panamá, y finalmente turistas migrantes venidos principalmente de Europa y Sudamérica.
Como parte de una gira de campo que incluyó el Caribe Sur costarricense, Alba Sud tuvo la oportunidad de visitar la Isla Colón, centro administrativo y de mayor concentración poblacional, con el fin de conversar con algunos residentes locales que tienen conocimiento y experiencia en el devenir turístico del archipiélago y poder identificar los principales desafíos que afronta Bocas del Toro. En este artículo, se aborda el origen del archipiélago como destino turístico y los pasos iniciales dados desde la década de los sesenta para construir una industria turística local. Se abordará la actualidad del destino, ya en los albores de siglo XXI. Conflictos con proyectos residenciales, la percepción local de la prominencia del modelo de hospedaje basado en hostales y jóvenes mochileros y, finalmente, la aparición de alternativas basadas en turismo rural comunitario (TRC).
Bocas del Toro: orígenes bananeros
Como el resto de Panamá, la historia del archipiélago está íntimamente ligada a la presencia estadounidense. En 1899 la Snyders Brothers Banana Company se fusiona con la United Fruit Company y crean la subsidiaria Chiriquí Land Company, que elige como puerto de contacto con tierra firme Boca del Drago en el extremo oeste de Isla Colón [1].
Bocas del Toro. Imagen de Arturo Silva Lucas.
Isla Colónera el centro operativo de la bananera desde finales del siglo XX e inicios del XX. Posteriormente, hacia la década de los cuarenta, se fue replegando hacia tierra firme, a los distritos de Almirante y Changuinola. Así nos lo contó José “Tito” Thomas, hijo del fundador y actual administrador del primer hotel en la zona El Gran Hotel Bahía, que fue sede de la bananera y que aún preserva la arquitectura propia del enclave bananero. El Hotel actualmente cuenta con 18 habitaciones. Todos los años cierra durante un mes para poder realizar obras de mantenimiento.
Mi abuelo y mi papá fueron los que fundaron este hotel, en 1968. Mi papá trabajaba en la zona del Canal de Panamá, así que él traía gente de allá en pequeños chárter, mucho americano, y se hacía algo de turismo de ese tiempo. Aquí, a pesar de que vivían de la pesca y la siembra, era el centro administrativo de la provincia…porque como los americanos escogieron Isla Colón para su centro ya había escuelas, comercio, etc. Y este hotel fue tomando nombre, aquí se quedaron muchos jefes de estado, Torrijos se quedaba acá, Noriega se quedaba acá, mucho pesos pesados, tu sabés. Te hablo de las décadas de los setenta y ochenta. (José “Tito” Thomas, comunicación personal)
Durante la década de los setenta y ochenta, el archipiélago de Bocas del Toro no tuvo mayor eco turístico fuera de sus fronteras. Thomas recuerda que, mas allá de ser visitado por algunos jefes de estado, la única visita de extranjeros eran unos pocos estadounidenses y costarricenses provenientes del Caribe Sur. Y su dinámica de desarrollo era similar a la de zonas como la provincia de Limón en Costa Rica.
Bocas y Limón tienen muchísimo en común, yo te diría que han tenido un desarrollo turístico similar. Tienen un atractivo que parte de lo local, todo el tema de las bananeras, las comunidades negras y mucho parque nacional natural por los dos lados. Tú le preguntas a la gente de allá y te van a decir que tiene familia acá y igual la gente de Bocas. (José “Tito” Thomas, comunicación personal)
En la década de los noventa el destino tomó relevancia, como resultado de un terremoto de 7,7 escala Richter en 1991, que afectó la vertiente atlántica de Panamá y Costa Rica.
Fíjate que el terremoto de Limón, curiosamente, ayuda a visibilizar a Bocas. Porque bueno, Costa Rica nos lleva años luz en turismo y como los boteros y comerciantes del Caribe tico vendían tours a Bocas como si fuera parte de Costa Rica mucha gente empieza a viajar aquí. (José “Tito” Thomas, comunicación personal)
De la explosión inmobiliaria a la crisis turístico-residencial
Durante la década de los noventa el destino empezó a recibir el apoyo del antiguo Instituto Panameño de Turismo (IPAT) con el fin de aumentar su proyección internacional. Thomas señala que la medida que tuvo mayor impacto fue la creación de una ley que derogaba el pago de impuestos sobre la propiedad por veinte años como estrategia para atraer inversiones.
Ya para ese momento (la década de los noventa) el destino se visibiliza, la ley atrae gente a invertir en restaurantes y hotelitos pequeños al punto que hoy te podría decir que la mayor parte del comercio turístico está en manos de extranjeros. Pero es un perfil de gente que llegó con la “onda de la naturaleza”. Yo estuve en el IPAT por algunos años y tuvimos mucha relación con extranjeros que venían por el rollo de la naturaleza y querían hacer algo pequeño para vivir y bueno tener un ingreso. (José “Tito” Thomas, comunicación personal)
La explosión inmobiliaria de la década de los noventa comportó dos consecuencias, por un lado, un alza en los precios de propiedades y, por otro, la visibilización de la deficiente red de servicios básicos, de los cuales el agua es el más importante. Ángel González, uno de los fundadores de la Cámara de Turismo de Bocas, y ciudadano argentino-español residente desde hace más de 40 años en Isla Colon, recuerda cómo fueron los años de boom inicial:
Yo te puedo decir que en un mes el metro cuadrado pasó de 50 a 500 dólares, una locura. Gente que tenía generaciones de vivir acá empezó a pensar que vivían en una mina de oro. Algunos vendieron y se fueron a tierra firme, sobre todo los que vivían más cerca del mar, que son la mayoría de comercios. Algunos se quedaron, los que viven tierra adentro, y bueno, también hay un tema cultural que hace que el isleño no se va a menos que sienta que tenga una muy buena oferta. (Ángel González, comunicación personal)
Por nuestra parte, después de una revisión de algunas agencias de bienes raíces pudimos constatar que el metro cuadrado actualmente ronda entre los 2000 y 3000 dólares en Isla Colon, es decir que el valor de la tierra ha ido en escalada desde la apertura a inversiones en los noventa.
Por el otro lado, Bocas del Toro, y la Isla Colón en particular, tiene una deficiente infraestructura hídrica. Depende del almacenamiento de agua de lluvia y de un reservorio natural. La distribución corre en gran medida en un antiguo sistema tuberías que no ha recibido la atención suficiente. Es por eso que es usual ver camiones cisternas que, sumado a un continuo crecimiento urbano, ha provocado contratiempos en la satisfacción de necesidades tanto a la población local como a los nuevos residentes.
Bocas del Toro. Imagen de Arturo Silva Lucas.
Avanzada la fiebre inmobiliaria de los noventa, la primera década de los años dos mil tiene como protagonista el Red Frog Beach Club, un proyecto urbanístico que en 2006 contemplaba la construcción de 763 residencias, piscinas, marinas y aéreas verdes en la Isla Bastimentos. Pero la isla alberga el Parque Marino Isla Bastimentos, reconocido por albergar una abundante riqueza en manglares, pantanos y arrecifes de corales, y el proyecto suponía una amenaza para su sostenibilidad ambiental.
La legislación panameña obliga que todo proyecto de infraestructura pase no solo por estudios de impacto ambiental sino también por consulta ciudadana local. En ese escenario, el complejo residencial decidió realizar la primera reunión con la población local en Isla Bastimentos, donde no residen más de 50 personas. Finalmente, por la presión de locales a los que no les convencía la iniciativa se logró trasladar las posteriores reuniones a Isla Colón, lo cual propició que el proyecto no entrara a día de hoy en funcionamiento.
Cuando nos traemos las siguientes reuniones a Colón, nos traemos gente de muchas partes del país y nos ponemos de acuerdo en puntos muy básicos, por ejemplo: sentarnos en lugares separados para que así las preguntas y reclamos vinieran de varios lugares y segundo no firmar la hoja de asistencia porque sabemos que estos proyectos usan esas hojas para justificar procesos participativos. (Ángel González, comunicación personal)
Nueva etapa con procesos contradictorios
De la respuesta local, y con el apoyo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) se conforma Alianza Bocas, organización que reúne agrupaciones provinciales que tienen como objetivo un uso responsable de los recursos naturales en el marco del mejor desarrollo social provincial. Alianza Bocas es conformada por redes de trabajo definidas con grupos de mujeres, jóvenes, pueblos originarios y TRC.
Uno de los aspectos que más nos llamó la atención fue el trabajo de la Red de Turismo Comunitario. De hecho, el TRC surgió como alternativa a la explosión inmobiliaria de los noventa. Ángel González, uno de sus coordinadores, afirma que la red trabaja en su totalidad en las comunidades de Bahía Honda en Isla Bastimentos y Popa Dos, en la isla de mismo nombre mayoritariamente con pueblos originarios, de la etnia Ngäbe-Buglé.
Yo te diría que tuvo que ver con dos elementos; por un lado ya para los noventa estábamos viendo que el destino se estaba popularizando, con la explosión inmobiliaria y también el tema de las comunidades indígenas allí. Porque en Bastimentos existía un plan de manejo del Parque Marino que nunca contempló a la gente que vivía allí. (Ángel González, comunicación personal)
Sin embargo, la puesta en marcha de las nuevas iniciativas no ha sido sencilla, como remarca el mismo Ángel González.
Pero como todo proyecto de TRC, tenemos que poner dinero de nuestro propio bolsillo y aprender a llevar la contabilidad, aunque sea de una manera muy básica y eso por momentos hace que haya contratiempos. Si te puedo decir que a pesar de los contratiempos hemos podido mantenernos a flote. (Ángel González, comunicación personal)
Además de este tipo de iniciativas de carácter local, después de la crisis de los proyectos residenciales, en Bocas del Toro ha tomado mayor protagonismo un turismo basado en hostales y hospedajes irregulares orientados hacia el turista mochilero. Nuevamente, como durante la expansión inmobiliaria, se pone en evidencia la poca o nula planificación en materia de ordenamiento territorial y proyecto de desarrollo turístico concreto que defina que tipo de turismo se quiere para el archipiélago.
Bocas del Toro. Imagen de Arturo Silva Lucas.
Este tipo de turismo es analizado de una manera recelosa por representantes locales porque es un turista que gasta lo menos posible, orientando sus prioridades a las actividades de fiesta y licor. Además también han entrado en conflictos con dueños de hostales; en su mayoría extranjeros; que abiertamente ofertan contrataciones temporales de mochileros en sus locales, en detrimento de dar trabajo a jóvenes locales muchas veces evadiendo los costos sociales.
Yo no tengo problemas personales con los mochileros, entiendo que son chicos jóvenes con el dinero contado que vienen bajando y tienen en Bocas la última frontera antes de volver a sus países. (Ángel González, comunicación personal)
Yo les digo palomares (a los hostales), tenés 15 camarotes en un cuarto, siento que hemos ido para atrás en temas de turismo porque no promocionan nada más que fiesta, se mueven en sus propios círculos y bares y poco con el resto de la comunidad. (Ángel González, comunicación personal)
Por el otro lado, José “Tito” Thomas lo analiza a través de su experiencia como dueño de un hotel:
Hemos tenido problemas con esta forma de dar hospedaje, gente local que tenía una habitación de sobra, ahora mete un montón de gente sin ningún tipo de cuidado por los estándares mínimos. Además que no se registran como lugar de hospedaje, por ende no pagan todo lo que nosotros tenemos que pagar. Eso lo extiendo al AirBnB, que están como en una situación jurídica difusa…son y no son. (José “Tito” Thomas, comunicación personal)
Así, Bocas como destino turístico ha pasado por una serie de cambios, particularmente en los últimos 30 años desde que fuera descubierto por el capital inmobiliario. Allí se han materializado distintas visiones que van desde la hotelería tradicional, turismo residencial, hostales y turistas de bajo ingreso y opciones de TRC.
Conclusión
En el archipiélago de Bocas del Toro coexisten distintas formas de convivencia turística en una extensión tierra relativamente pequeña. De la amenaza que supuso la explosión inmobiliaria el destino evolucionó hacia uno de turismo de bajos ingresos, rodeado de iniciativas con mayor proyección en sostenibilidad social y ambiental. Mientras que Isla Colón ostenta la mayor aglomeración de comercio turístico y visitantes, el resto de las islas ofertan opciones basadas en turismo de naturaleza y convivencia con pobladores autóctonos y pueblos originarios.
En los últimos 20 años Alianza Bocas ha llevado tres propuestas de ordenamiento territorial y turístico al Consejo Municipal pero por desacuerdos políticos no han sido votados, el último plan data del año 2010 [2]. En él ya se hacen patentes deficiencias en la división del uso del suelo que ha desembocado en conflictos y por momentos un desordenado plan de desarrollo turístico.
La historia reciente del turismo en Bocas tiene mucho que ver con la relación que se establece entre fenómenos ajenos y la respuesta interna del archipiélago. Primero el terremoto de 1991 visibiliza el destino al capital inmobiliario que posteriormente se ve disminuido por la crisis del 2007-2009, lo que a su vez propicia la aparición de alternativas como el TRC y turismo de mochileros y hospedajes irregulares.
Como parte del proceso interno también se identifica que mientras el turismo residencial y los hostales y hospedajes irregulares se facilitan por la ausencia de un plan de ordenamiento territorial y planificación turística definido, el TRC y el hospedaje tradicional si se orientan hacia una mayor planificación con mayor apego a las características naturales en coordinación con poblaciones locales.
Luego de realizar la gira de campo constatamos que el Caribe costarricense y panameño son destinos complejos por ser un hervidero de culturas y riqueza natural con lazos y similitudes más fuertes entre los dos destinos que con el resto de sus respectivos países, romantizado por el turista y anhelado por el inversionista.
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