15-04-2014
Y flotó por el aire cual si fuese un pájaro
Daniel Gatti | Rel-UITASe acumulan los muertos en la construcción de estadios en Brasil que se están preparando para el próximo Mundial de Futbol que tendrá lugar entre junio y julio de 2014.
Crédito Fotografía: Obras da Arena do Itaquera. Foto de Juvenal Pereira (bajo licencia creative commons).
“Subió a la construcción como si fuese máquina
alzó en el balcón cuatro paredes sólidas
ladrillo con ladrillo en un diseño mágico
sus ojos embotados de cemento y lágrimas”
Chico Buarque de Holanda
En apenas unos meses nueve personas que trabajaban en la construcción de estadios para el próximo campeonato mundial de fútbol murieron como consecuencia de la escasa seguridad existente en las obras y jornadas laborales de más de 15 horas.
El último obrero fallecido en Brasil en la construcción de un estadio se llamaba Fábio Hamilton da Cruz. Tenía 23 años y murió el 29 de marzo en São Paulo, cuando cayó desde ocho metros de altura mientras intentaba terminar unas tribunas del proyectado Arena Corinthians.
Antes que Fábio fueron ocho los trabajadores muertos: seis en condiciones más o menos similares al joven paulista, en un accidente, y dos por infartos.
Los trabajadores son presionados por las empresas a cargo de las obras, presionadas a su vez por las autoridades locales y federales, a las que presionan de su lado los burócratas de la FIFA, la Federación Internacional de Fútbol.
“La actitud irresponsable de las autoridades nacionales y locales y del fútbol brasileño hizo que las obras empezaran muy tarde y que sean los obreros los que deban pagar, con su vida o con accidentes y lesiones que probablemente les dejen secuelas permanentes, atrasos en los que nada tienen que ver”, denunció Antonio de Souza Ramalho, presidente del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Construcción Civil de São Paulo (Sintracon- SP).
Son malas las condiciones de trabajo y es pésima la seguridad, señaló.
También en el Arena Corinthians, pero meses antes, una grúa se desplomó, matando a dos peones. Para ahorrar tiempo y dinero no se le había hecho una base adecuada para sostenerla.
Los trabajadores y los ingenieros de seguridad lo habían advertido, pero los empresarios prefirieron seguir adelante, dijo De Souza Ramalho a la agencia de prensa IPS.
Jornadas de 18 horas, convenios que no se cumplen
La compañía responsable, Odebrecht, una gran transnacional brasileña, debía hacer una pericia técnica que todavía no presentó.
Desde ese accidente, Odebrecht firmó con el Ministerio de Trabajo un convenio que impide a los operarios de las grúas hacer horas extra o trabajar por las noches. Ergo: antes de que se adoptara ese texto, trabajaban por las noches y hacían horas extra. “Algo criminal”, según otro sindicalista del Sintracon-SP.
El nuevo convenio estipula que las jornadas laborales no deben superar las 7,5 horas, más una hora para el almuerzo, y las horas extra diarias deben ser como máximo dos.
Sin embargo no se cumple. “Se trabaja a veces hasta 18 horas. Presenté una denuncia para que la policía investigue. Estamos viviendo una enorme inseguridad jurídica”, declaró De Souza Ramalho a IPS.
El sector de la construcción es el que más crea empleo actualmente en Brasil (3.120.000 nuevos puestos en 2013) pero también uno de los más propensos a los accidentes: 62.000 en 2013, 12 por ciento más que el año anterior.
Además de a la muerte lisa y llana los trabajadores están expuestos a Lesiones por Esfuerzo Repetitivo (LER) y también a problemas mentales y psicosociales originados por la presión a la que se ven sometidos, de acuerdo al ingeniero de seguridad Jacques Sherique, del Consejo de Ingeniería de Río de Janeiro.
“La mayoría de las veces estas enfermedades ni siquiera son notificadas”, apuntó.
Más de 400 muertos en Qatar
Ante todos estos accidentes, la FIFA se ha lavado simplemente las manos. Son lamentables, pero al fin y al cabo no pasan de ser problemas locales, dijo uno de sus directivos en la ciudad suiza de Zurich.
Semanas atrás se denunció que en Qatar, donde se prevé que tenga lugar el campeonato de 2022, más de 400 personas habrían muerto construyendo los ultramodernos estadios que esa petromonarquía exhibirá a tambor batiente.
En este caso ni siquiera juega la excusa del apuro: faltan más de ocho años –y otro Mundial en el medio- para que las 32 selecciones clasificadas se encuentren en el pequeño país asiático.
Casi todos los muertos en Qatar fueron inmigrantes originarios de Nepal.
Los nepaleses constituyen el 20 por ciento de la mano de obra activa del país, y viven por lo general en condiciones infrahumanas, en barracones insalubres que no cuentan con luz ni agua corriente, según denunció Amnistía Internacional.
Para trabajar en los estadios llegan contratados por empresas que ni siquiera les entregan los equipamientos mínimos, como cascos o arneses.
El diario inglés The Guardian dijo que si el ritmo de accidentes no baja, para 2022 habrán muerto más de 4.000 trabajadores y muchos miles más habrán padecido accidentes perfectamente evitables que les habrán dejado mayor o menor grado de invalidez.
Entre 2011 y 2013, los ingresados a los hospitales qataríes por caídas de diversa gravedad en los estadios superaron el millar.
“Es simplemente inaceptable que uno de los países más ricos del mundo tenga a tantos trabajadores inmigrantes que están siendo explotados sin piedad, a los que se les roba su paga y que se quedan sin medios para sobrevivir”, dijo el secretario general de Amnistía Internacional, Salil Shetty.
La FIFA y su mascarón de proa: "El Rey Pelé"
¿Y la FIFA a todo esto? Bien, gracias. Tanto en Qatar como en Brasil, hace la vista gorda.
“No deja de ser normal que mueran obreros en la construcción”, dijo el ex futbolista brasileño Pelé, convertido a esta altura en un funcionario más de la Federación, siempre listo para hacer los deberes de sus patrones.
“Me preocupan sobre todo las infraestructuras, los aeropuertos”, comentó.
Pelé acababa de regresar a Río de Janeiro de una gira internacional a cuenta de la Coca Cola y venía de presentar –chispeante– una colección de 1.283 diamantes –uno por cada uno de los goles que convirtió- hecha a partir de mechas de su pelo.
Cada diamante se entregará en una caja bañada en oro y costará 7.500 dólares, el equivalente a lo recibido más o menos en un año por los obreros de la construcción de su país. Y qué decir de los nepalíes.
Artículo publicado originalmente en la Rel-UITA el 14 de abril de 2014.
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