29-11-2009
Seattle + 10? un clima para una sola humanidad
Joan Buades | Alba SudCuarto artículo de la serie COPENHAGUE, CUENTA ATRÁS en el que se analizan los últimos movimientos previos a la Cumbre de Copenhague poniendo en evidencia lo mucho que nos jugamos. Un llamado a la desobediencia en la defensa de una justicia climática global.
La última semana ya. Tras años de negociaciones previas en una jerga para iniciados, llegó la hora de la verdad para el clima común. Como sospechábamos en nuestra crónica anterior, los asesores están haciendo bien su trabajo y ha vuelto el optimismo oficial sobre el clima de la megacumbre climática. Obama vendrá aunque sea sólo un día y prometerá reducciones norteamericanas por primera vez. Hu Jin Tao (China), Manmohan Singh (India), Lula da Silva (Brasil) estarán ahí también, simbolizando el compromiso de los países del Sur emergentes con objetivos más o menos relevantes de reducción de emisiones. Incluso parece posible lo impensable hace poco: un nuevo tratado político capaz de detallar niveles globales y regionales de emisiones para 2020 y 2050. Los detalles normativos quedarían para una futura cumbre, posiblemente en México dentro de un año.
No nos dejemos engañar por las apariencias. Lo más relevante es fijarse en el cambio de prioridades por parte de los grandes del mundo. Para Hervé Kempf, hay que mirar atrás, al paisaje de la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) de Seattle en 1999. Eran tiempos donde la agenda neoliberal era hegemónica y amenazaba con arruinar aún más el expolio del Sur a través de la ampliación de la “libertad” de comercio. Inesperadamente, Seattle fue un sonoro fracaso gracias al efecto combinado de una coalición informal de la protesta de miles de activistas de todo el mundo junto con el bloqueo de un amplio bloque de estados de Sur ante el temor de la ruina definitiva de su agricultura y comercio ante las nuevas armas de penetración comercial sin fronteras que pretendía otorgar la OMC a las grandes corporaciones industriales.
Ahora, los tiempos han cambiado: la urgencia del clima en muchas regiones del Planeta está desplazando a un segundo plano la agenda neoliberal que ha servido de hoja de ruta para manejar la última crisis financiera. Ni siquiera un liderazgo soft como el de Obama o el hermético industrialismo comunista chino pueden sustraerse, como pretendían hasta hace poco pretextando prioridades internas (la reforma sanitaria, el “desarrollo” económico), a pasar por Copenhague y comercializar una nueva imagen proclima ante el mundo. El fantasma de un Seattle climático les ha obligado a mover ficha. El gobierno danés intuye también que Copenhague corre el riesgo de ser escenario de una nueva revuelta global como la de 1999 y no ha dudado en militarizar la Cumbre en una suerte de defensa preventiva contra las protestas ciudadanas por un Planeta respirable y justo.
No van equivocados. Se está viviendo un despertar inaudito de las voces oficiales en el Sur que reclaman justicia climática ahora (cobrar la deuda histórica por no haber contaminado como nosotros en el Norte, obtener transferencia tecnológica urgente y barata para cambiar de modelo de “progreso”). Por ejemplo, África (que, con casi 1.000 millones de personas genera las mismas emisiones que Texas, con apenas 30 millones) va a estar representada por una sola voz por primera vez en la historia. Paralelamente, el bien climático común de la Humanidad va a estar fuertemente defendido también por los miles de participantes en la Cumbre alternativa, el Klimaforum09, la llamada cumbre climática popular. Desde una de les redes ciudadanas más sugerentes, Climate Justice Action, se ha hecho un llamamiento a la desobediencia democrática en las calles de Copenhague el día clave, el 16, y a conseguir que la voz de la mayoría se pueda oír dentro de la Cumbre oficial. Significativamente, ante las transnacionales que asesinan el clima y los gobiernos cómplices, apelan a “exigir poder” y “justicia climática”.
Y es que el cáncer neoliberal no duerme. Consciente de que en Copenhague van a expedirse muchos cheques para comprar paz y docilidad en el Sur, el mismo Banco Mundial que ha contribuido a colonizar y empobrecer las expectativas de bienestar del Sur, se mueve sigilosamente para convertirse en el gestor de los nuevos Fondos de Inversión Climática. En el fondo, como nos recuerda inspiradoramente Naomi Klein, crece la “rabia climática” de casi el 80% pobre de la Humanidad respecto a la minoría rica que ha puesto el aire respirable en juego y la conciencia de que, esta vez, un exceso de obediencia podría provocar el fin de la vida humana sobre el Planeta. Es hora de desobedecer antes de que sea demasiado tarde.
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