14-04-2020
Vulnerabilidad social y el modelo turístico-residencial español: escenarios frente a la crisis de la COVID-19
Antonio Aledo, Guadalupe Ortiz, Pablo Aznar-Crespo, José Javier Mañas, Iker Jimeno, Emilio Climent-Gil | Univ. Alicante¿Cómo afectará la pandemia a gran parte de municipios de costa y de segunda línea del Mediterráneo español cuya principal opción de desarrollo fue el turismo residencial? ¿Qué posibilidades de reconversión existen?
Crédito Fotografía: Torrevieja. Imagen de Antonio Aledo.
Tras la crisis socioeconómica iniciada en 2007, se produjo un cierto boom de los estudios e investigaciones sobre vulnerabilidad social. Sin embargo, una revisión de la bibliografía publicada en España permite observar que las investigaciones sobre las consecuencias sociales de dicha crisis en destinos turísticos han sido bastante escasas. Esta carencia contrasta con los datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística en 2013. Torrevieja, paradigma del turismo residencial español, ocupaba el último lugar en la Lista de ciudades según renta neta media de los hogares. A partir de este dato demoledor, que cuestiona radicalmente las características del modelo turístico-residencial español, y en medio del momento excepcional que ha generado la crisis de la COVID-19 en el año 2020, surgen tres preguntas que entendemos relevantes para las investigaciones aplicadas en el área del turismo residencial: primera, ¿qué consecuencias tiene la escasa presencia del enfoque crítico en los estudios turísticos?; segunda, ¿qué nuevas vulnerabilidades sociales generará la crisis socioeconómica que sucederá a la COVID-19?; tercera, ¿qué podemos aprender de la anterior crisis socioeconómica para mejorar/paliar los efectos de la que ya comenzamos a padecer? No olvidemos otro dato importante, el turismo residencial ha sido la opción de desarrollo hegemónica en gran parte de los municipios de costa y de segunda línea del territorio español.
Atendiendo a los consejos de los promotores de esta iniciativa de reflexionar sobre el turismo en tiempos de crisis, hemos reprimido la tentación de caer en la peligrosa tarea de predecir futuros distópicos y, en su lugar, hemos intentado responder con cierta racionalidad a su propuesta.
Si el futuro es siempre incierto, nunca la incertidumbre ha sido mayor que en estos momentos. Sin embargo, pensar sobre el futuro no es intentar adivinarlo. Todo lo contrario, construir escenarios es apuntalar las decisiones a tomar a partir de una reflexión sobre el presente y el pasado. Formular escenarios es generar información para incidir sobre: 1) la dirección de la evolución social que se va construyendo a partir de las dinámicas macro a las que estamos sometidos; y 2) la capacidad de la acción micro que nos permite influir en nuestros espacios vitales. El ejercicio prospectivo de imaginar interrelaciones entre variables macro y micro, la revisión de crisis pretéritas, y de comportamientos previos del sector, así como de los efectos que ha provocado sobre las poblaciones locales y de las opciones de respuesta que se escogieron, también ayuda a fundamentar las decisiones que haya que tomar de aquí en adelante.
¿Cuál es el papel de los estudios turísticos frente a crisis y desastres?
Una fuente de información que ayuda a dibujar escenarios de futuro se halla en los estudios y publicaciones científicas. Las investigaciones sobre crisis, desastres y turismo han cubierto un amplio rango de eventos, tales como terremotos, inundaciones, crisis económicas o actos terroristas. Sería de esperar, por tanto, que en el corpus académico producido por los estudios turísticos sobre crisis y desastres socioambientales podamos encontrar conocimiento que ayude a tomar decisiones de futuro.
En este ejercicio de revisión de la producción académica, nos topamos con un problema central en los estudios turísticos sobre crisis y desastres –y que sin duda es mucho más extenso ya que afecta a múltiples áreas de investigación turística. Cuando se revisa la abundante bibliografía existente sobre crisis-desastres en destinos turísticos, el tema central de los análisis gira en torno al efecto económico de estos eventos estresantes sobre la industria turística (Ritchie, 2008; Nguyen et al., 2016; Becken & Hughey, 2013). Los impactos que ocasionan las crisis y desastres sobre las poblaciones de acogida están escasamente tratados en la bibliografía (Aznar-Crespo & Aledo, 2018; Aznar-Crespo, Aledo & Melgarejo, 2020; De Freitas Silva, 2019). Resulta conveniente tratar este déficit con algo más de detalle, ya que sus consecuencias son relevantes y reflejan el espíritu acrítico de la producción turismológica, así como su sometimiento a los intereses del mercado.
Es altamente significativo que en la revisión de la literatura sobre turismo, crisis y desastres aparezcan riesgo, miedo y desconfianza como las tres principales y más recurrentes palabras clave. En los artículos orientados a las propuestas y medidas para la recuperación del sector en periodos post-crisis, los conceptos de producción de seguridad y confianza dominan el discurso científico (Ritchie, 2004; Calgaro et al., 2014; Mair et al., 2016). Estas palabras clave emergen en los trabajos que investigan cómo los desastres afectan al proceso de toma de decisiones del turista (factores pull and push) (Kozak et al., 2007; Park & Reisinger, 2010), al impacto sobre los servicios turísticos (Wang, 2009; Tsai & Chen, 2011) y a las estrategias más adecuadas de recuperación infraestructural y reputacional del destino (Wang & Ritchie, 2012).
Torrevieja. Imagen de Antonio Aledo.
Foucault nos enseñó que en la praxis del análisis de discurso tan importante es lo que se dice como lo que no se dice. En este sentido, resulta extraordinariamente reveladora la escasez de referencias a los efectos que las crisis y desastres ocasionan sobre la población local y sobre la producción de diferentes vulnerabilidades sociales. Mucho nos tememos que este déficit, en el corpus científico sobre turismo y crisis, vuelva a reproducirse con la misma intensidad en el análisis de la actual crisis sanitaria y la posterior crisis socioeconómica que se avecina. Aunque en realidad no deberíamos sorprendernos. Raoul Bianchi (2009) entre otros, ha advertido acerca de la división existente en los estudios turísticos entre el grupo hegemónico denominado tourism for business y aquéllos que se identifican con un enfoque crítico (critical tourism studies) (Ateljevic, Morga & Pritchard, 2013) del que participa Alba Sud. Para no alargarnos más en esta crítica, solo queda finalizar señalando que la primacía de los estudios turísticos pro-sector también tiene lugar en las enseñanzas universitarias de turismo. El enfoque crítico es minoritario en las escuelas y grados de turismo, lo que se traduce en el espíritu acrítico tanto de las futuras investigaciones como del ejercicio profesional del turismo (Fullagar & Wilson, 2012; Wilson, Small & Harris; 2012). Esta ausencia de estudios que aborden de forma directa los impactos de crisis y desastres en la población local tendrá sus consecuencias negativas en la orientación de las medidas que los tomadores de decisiones llevarán a cabo ante un escenario a corto plazo de colapso del sector turístico internacional.
Vulnerabilidad, crisis y municipios turístico-residenciales
El concepto de vulnerabilidad social se ha definido como las características y circunstancias que presenta una población, sistema o activo y que lo hacen susceptible a los efectos perjudiciales de una posible amenaza (UNISDR, 2009). Rastreando el origen y empleo del concepto, encontramos dos fuentes. Primero, desde la ciencias de los desastres se ha trabajado el concepto de producción de vulnerabilidad social, fundamentalmente a partir de la obra At Risk de Blaikie et al. (1994). Este enfoque distingue tres componentes en el proceso generativo de vulnerabilidad social: causas profundas, presiones dinámicas y condiciones inseguras. Este enfoque incide en las causas macroestructurales que condicionan la situación de los individuos, trasladándose a ámbitos políticos y económicos intermedios para llegar a las expresiones locales de vulnerabilidad. Segundo, desde las ciencias del desarrollo se ha propuesto el concepto de vulnerabilidad social como un avance al concepto de pobreza por la naturaleza estática y excesivamente cuantitativista de este último. En un primer momento, el enfoque dominante priorizaba la agencia sobre la estructura, culpabilizando a los pobres de su propia situación (Moser, 1998). Posteriormente, los desarrollos teóricos de Amartya Sen (2003, 2005) y el enfoque AVEO (activos, vulnerabilidad y estructura de oportunidades) de la CEPAL (Kaztman, 1999) para el contexto latinoamericano han reconducido ese déficit (Climent-Gil, Aledo & Vallejos-Romero, 2018). Los estudios más actuales sobre vulnerabilidad destacan las condiciones estructurales que limitan la capacidad de los individuos y familias de enfrentarse a las crisis socioeconómicas ligadas al modelo de capitalismo global y a la expansión del neoliberalismo como doctrina política y económica incuestionable.
En el marco de este enfoque, es importante distinguir entre la vulnerabilidad estructural y la vulnerabilidad adquirida. La vulnerabilidad estructural hace referencia a las condiciones adaptativas previas a la amenaza que sitúan a la población en una posición de debilidad para enfrentarse al evento. La vulnerabilidad adquirida se refiere a las nuevas situaciones de vulnerabilidad ocasionadas por el impacto de la amenaza sobre la población. Cuando esas debilidades adquiridas quedan fijadas en el territorio y en el tejido social, se transforman en nuevas vulnerabilidades estructurales frente a nuevas amenazas.
Para entender mejor el concepto de vulnerabilidad, cabe señalar dos ideas interrelacionadas y necesarias para evitar errores de interpretación analítica. Primero, no hay vulnerabilidad o riesgo sin amenaza. Segundo, las personas no son vulnerables per se, sino que lo son ante una amenaza específica. El primer paso para analizar la relación entre turismo residencial y vulnerabilidad consiste en identificar cuál es la amenaza a la que se encuentran sometidas las poblaciones locales en entornos turísticos. Este desafío es difícil de resolver debido a la complejidad del sistema turístico y su relación con procesos más amplios de cambio social y desarrollo. Igualmente, las amenazas son difusas y su identificación es antes un problema ideológico que metodológico. En este sentido, podemos hablar de amenazas exógenas al sector turístico y amenazas endógenas del sector turístico. En un primer momento, podríamos identificar fácilmente la COVID-19 y la posterior crisis socioeconómica que devendrá como la amenaza exógena que se cierne sobre los municipios turístico-residenciales. Esta crisis ocasionará un descenso radical de la demanda turística, la clausura de los flujos aéreos de acceso a los destinos, el cierre de empresas y negocios locales y sus impactos socioeconómicos derivados, que al afectar a individuos y familias se convertirán a medio plazo en elementos de vulnerabilidad adquirida.
Sin embargo, los municipios que han optado por la hegemonía del modelo turístico-residencial se enfrentan a la crisis de la COVID-19 en situaciones de vulnerabilidad estructural. Esta vulnerabilidad deriva de los impactos exógenos relacionados con la anterior crisis socioeconómica iniciada en 2007, pero también tiene causas endógenas al ser producidas por el propio modelo. En otros trabajos (ej. Aledo, 2016), hemos identificado las vulnerabilidades de carácter ambiental, económico, social y político generadas por esta tipología de desarrollo urbanístico. La degradación del paisaje o el consumo de suelo y de recursos naturales se convierten en elementos de vulnerabilidad estructural, al igual que la hiperespecialización de las economías locales en la actividad inmobiliaria. La descualificación educativa de la población y la corrupción política que han arrasado las democracias locales se suman como debilidades estructurales que afectan a la capacidad de la comunidad local de enfrentarse a la crisis socioeconómica post-COVID-19. Esta situación de alta vulnerabilidad estructural de origen endógeno y exógeno sitúa a los municipios turístico-residenciales españoles en una posición de alto riesgo.
Escenarios de vulnerabilidad tras la COVID-19
El escenario más probable e inmediato tras la crisis de la COVID-19 es la pérdida del mercado internacional para la próxima temporada alta. Los efectos de la crisis sanitaria sobre el transporte aéreo, junto con la desconfianza entre anfitriones e invitados, serán factores centrales de la recesión turística que está por venir. En contrapartida, como ya ocurrió en la anterior crisis, el turismo nacional, con una importante cantidad de viviendas en propiedad y el veraneo, como un valor fuertemente arraigado en la sociedad española, pueden ser factores clave para la supervivencia de estos municipios turístico-residenciales. No obstante, el miedo y la desconfianza ante la llegada de propietarios de segundas residencias, fundamentalmente procedentes del centro del país, ya han aparecido en las comunidades receptoras, generando una demanda social que exige un mayor control de este tipo de desplazamientos. Las soluciones sanitarias a esta pandemia determinarán la fuerza de este rechazo, pero, previsiblemente, este próximo verano aumentarán las tensiones si una parte de la población opta por actuar de forma insolidaria.
En cuanto al mercado inmobiliario, es predecible un fuerte retroceso de las ventas. En el marco de la incertidumbre sanitaria y económica, la inversión familiar en una segunda residencia parece poco probable. Puede darse el caso de procesos de especulación inmobiliaria en los sectores más altos de la oferta si se produce un importante descenso del precio de la segunda vivienda. No obstante, este segmento no es el mayoritario en el modelo turístico-residencial español.
Este rápido bosquejo del escenario turístico-residencial nos permite, a sabiendas del alto grado de incertidumbre, vislumbrar algunas vulnerabilidades según grupos socio-demográficos en entornos turísticos residenciales.
Los residentes internacionales, en su mayoría migrantes retirados, son un grupo de alto riesgo. Su respuesta se verá condicionada fundamentalmente por las respuestas que ofrezcan los sistemas de protección social de sus países de origen. Especialmente, se verán afectados los procedentes del Reino Unido, donde los procesos de privatización de la sanidad han sido intensos. Podría ser éste un factor a tener en cuenta para el regreso a sus hogares en España.
Los migrantes laborales se encuentran en una situación altamente vulnerable. Por un lado, la debilidad de su posición estructural y la de sus activos (capital social, político y educacional) les ofrece escasos recursos para enfrentarse a la crisis post-COVID-19. Y, por otro lado, el regreso a sus países de destino –que para algunos fue una opción en la anterior crisis socio-económica– se torna casi imposible al ser ésta una pandemia global y al cerrarse los flujos migratorios inter e intracontinentales.
Los residentes autóctonos –con carácter general, aunque considerando la heterogeneidad interna propia de este grupo– se enfrentan a esta nueva crisis también desde una situación de elevada vulnerabilidad estructural, pues no se habían recuperado de la crisis anterior. Por ejemplo, en el mencionado caso de Torrevieja el desempleo en febrero de este año 2020 rozaba el 22%, mientras que la media española se situaba en el 13,6%. A pesar de los intentos del municipio de modificar la centralidad del turismo residencial, el peso estructural del sector y sus efectos estructurantes sobre el territorio y sociedad local dificultan enormemente la imprescindible diversificación socioeconómica. Su modelo urbanístico y la inercia de una cultura inmobiliaria que ha permeado todo el tejido social son también elementos de vulnerabilidad colectiva ante la crisis. En este sentido, hay que hacer notar que, excepto algunas grandes empresas que han ensayado (con dispar fortuna) nuevos mecanismos de distribución y marketing, el sector de la construcción es muy poco innovador. Además, una gran parte de la mano de obra posee escasa cualificación, por lo que los trabajadores de la construcción están escasamente preparados para su reconversión laboral.
Conclusión
Las vulnerabilidades adquiridas son las expresiones de los impactos de las crisis fijadas en el territorio y en los tejidos sociales. En el caso de los municipios turístico-residenciales, se suman las vulnerabilidades estructurales que le son propias al modelo turístico-residencial español. Por tanto, difícilmente el sector turístico-residencial puede ser un vehículo de salida a la crisis a que dará lugar la pandemia de la COVID-19. La reconversión de economías inmobiliarias a economías de residencialidad parece ser, a medio plazo, la única opción viable para estos destinos. Afortunadamente, éstos tienen recursos suficientes para iniciar esta transición. El caso paradigmático de Torrevieja demuestra esas posibilidades de reconversión. El binomio sol y playa, el estilo de vida de una ciudad media, las infraestructuras y servicios de los que se ha dotado y el enorme stock inmobiliario que posee son algunos de los recursos sobre los que reorganizar un modelo de ciudad innovador y diversificado. Pero estos recursos no podrán ponerse en valor si el esfuerzo no es común y solidario. Si las decisiones que se tomen frente a la crisis refuerzan la desigualdad y las vulnerabilidades sociales, se fortalecerán, en contrapartida, los procesos de segregación socioespacial y de degradación de los espacios públicos, la emigración de colectivos sociales valiosos y la pérdida general de atractivo del destino.
Esa transformación de economías inmobiliarias a economías de la residencialidad implicaría cambios culturales, económicos, urbanísticos e infraestructurales. El primer paso exige una redefinición del turista residencial, que recoja y enfatice su condición de residente. El objetivo de las políticas locales debe orientarse al beneficio de la amplia comunidad de residentes, así como a la cobertura de sus heterogéneas necesidades. Los municipios deben apostar por la innovación, la diversificación económica y la economía circular. Es necesaria una redefinición de las áreas periurbanas y rurales adyacentes, a fin de que se consideren espacios vivos y no suelos vacíos e improductivos. El modelo urbanístico debe adaptarse a las necesidades de los residentes y no del sector inmobiliario. El perfil sociodemográfico exige una ciudad habitable para los mayores, la cual requiere del fomento de un modelo de transporte público y alternativo y de la recuperación del espacio público. Asimismo, el producto inmobiliario debe ensayar nuevas fórmulas adaptadas al ensanchamiento de la cúspide de la pirámide demográfica. Igualmente, la atracción de población joven se verá favorecida por el desarrollo de infraestructuras de alta conectividad digital y terrestre.
Por último, hemos de dirigir de nuevo nuestra mirada a los estudios turísticos y a la responsabilidad de la Academia en el abordaje de las causas profundas de producción de la vulnerabilidad social. Cabe preguntarse si la corriente dominante continuará centrando sus investigaciones en la búsqueda de fórmulas del tipo business as usual para mejorar los rendimientos del sector y asegurar la protección de sus procesos de acumulación o si, por el contrario, será capaz de retomar los principios ilustrados de una ciencia para el bien común, con especial atención a los más vulnerables. Y en la formación de nuestro alumnado, ¿seguirá predominando el enfoque empresarial o extenderemos la responsabilidad docente más allá del paradigma mercantilista e incluiremos los costes sociales del desarrollo turístico? No olvidemos que formamos no solo cuando lo hacemos bien, sino también cuando lo hacemos mal.
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