26-12-2013
Represión antisindical en el Hotel Decameron
Ernest Cañada | Alba Sud / Rel-UITATras el despido de una trabajadora por haber participado en la fundación del sindicato de rama, SITIGHRA, la empresa ha cancelado el contrato a 144 trabajadores más. El sindicato acusa a la empresa de estar haciendo “limpieza” para evitar la organización sindical.
Crédito Fotografía: CEAL / Rel-UITA
El Hotel Royal Decameron Salinitas, ubicado en la zona de Los Cóbanos, en municipio costero de Acajutla, abrió sus puertas el año 2005. Pertenece al grupo empresarial colombiano Decameron All Inclusive Hotels & Resorts. Con 552 habitaciones y una capacidad de alojamiento aproximada de 2.000 personas es hoy por hoy el principal hotel de playa en El Salvador. Tiene una gran afluencia de huéspedes de Canadá, Alemania o Francia, que en su mayoría llegan a través de agencias que les organizan un tour en el que combinan unos días en Guatemala y otros en El Salvador, además de salvadoreños,.
Las perspectivas de la compañía colombiana en El Salvador parecen prometedoras y las proyecciones apuntan a que en pocos años podría triplicar su capacidad de alojamiento. En este sentido, recientemente anunciaron la instalación de un hotel en el capital de la franquicia Hard Rock y se muestran interesados en la construcción de otro hotel de playa en el Icacal, en el Departamento de La Unión. En este enclave, la construcción de una gran carretera por todo el litoral con fondos del proyecto norteamericano Fomilenio II facilitará la llegada de grandes inversiones.
Sin embargo, la imagen de Decameron en El Salvador se puede ver empañada por su política anti-sindical, que saltó a la luz pública tras el despido el pasado 6 de septiembre dePatricia Monterrosa, fundadora del Sindicato de Trabajadores de Industria Gastronómica, Restaurantes, Hoteles, y Afines al Turismo (SITIGHRA) [1].
Antecedentes
Llegamos a la zona de Los Cóbanos acompañados por Gilberto García y Andrea García, miembros del Centro de Estudios y Apoyo Laboral (CEAL). Cuando pasamos frente a Decameron, Andrea nos cuenta que antes del año 2005 el hotel ya existía con el nombre de Club de Playa Salinitas. En ese hotel, continúa Andrea, “los trabajadores tenían un sindicato y mantenían relaciones estables con la patronal, a través de un contrato colectivo de trabajo. Pero cuando Decameron quiso comprarlo, lo hizo bajo la condición de que fuera sin el sindicato y sin el contrato colectivo que tenían los trabajadores. Entonces Club de Playa Salinitas negoció con los trabajadores sus liquidaciones de acuerdo al contrato colectivo, bajo la promesa que Decameron los recontratarían después de 6 meses, el tiempo que necesitaba para remodelar el hotel. Pero tras ese período, los trabajadores, alrededor de 150, vecinos de esa zona de Los Cóbanos, nunca fueron vueltos a contratar, ninguno de ellos”.
Posteriormente, Decameron contrató nuevo personal, pero fueron a buscarlos a otra área, a Sonsonate, a unos 30 minutos de donde está el hotel, “para asegurarse de que dentro de los nuevos trabajadores no fuera ningún sindicalista”, apunta Andrea.
Tres razones sociales y una política de segmentación laboral
Cuando el grupo colombiano llegó al país estableció una razón social, Decameron de El Salvador SA, pero conservó también la razón social Club de Playa Salinitas SA. Según explica Gilberto García el motivo fue que “ésta ya tenía los permisos ambientales desde antes que Los Cóbanos fuera declarada Área Natural Protegida, y si formaban una nueva sociedad tendrían que volver a empezar con los trámites, por lo que mejor les convenía mantener aquella razón social”. Y finalmente crearon una tercera razón social: Servilaborales SA.
Para Andrea García operar con estas tres razones sociales ha permitido a la empresa segmentar a la plantilla de trabajadores: “Al principio en Servilaborales hacían todas las contrataciones del personal del hotel. Pero con el paso del tiempo dividieron las contrataciones en dos. Bajo Servilaborales mantuvieron a todo el personal de la división Multivacaciones, que se encarga de vender membresías para los huéspedes que quieren viajar y hospedarse en diferentes hoteles Decameron del mundo. Y también contrataron a personal que tenía una cara más al público, como recepción, atención al cliente, y todo esto. Y bajo la razón social Club de Playa Salinitas contrataron a todo el personal más operativo, la gente de mantenimiento, los que arreglan las habitaciones, los que están en cocina,…”.
Posteriormente, desde hace dos o tres años, continúa Andrea, “la empresa empezó a hacer contratos mercantiles con personas específicas a las que contrataba algún servicio, por ejemplo el mantenimiento del aire acondicionado, del servicio de cable de las televisiones, la limpieza de las piscinas o jardinería. Estos ya no son contratos laborales, si no que la persona que vende el servicio a Decameron se encarga a su vez de subcontratar a otras personas que generalmente son pequeñas cuadrillas de hasta casi 10 personas, y la persona que vende el servicio normalmente tiene contratos verbales, ni siquiera por escrito”.
Esta multiplicidad de razones sociales y contratadores segmenta a los trabajadores y dificulta su unidad y capacidad de organización sindical.
Dificultades para la sindicalización
Para Gilberto García tanto las subcontrataciones a terceros que tienen a su cargo a otros trabajadores como los contratos a destajo (por días, por horas o por una labor específica) tiene como efecto “ir rompiendo la relación laboral”, lo que a su vez dificulta que los trabajadores se organicen sindicalmente.
Por otra parte, la temporalidad a la que obligan a sus trabajadores también incide, asegura Gilberto: “El Código del Trabajo establece que todos los trabajadores que tienen una labor permanente su contrato tiene que ser permanente, y sin embargo las empresas hacen uso de contratos parciales, temporales. En Decameron usan contratos de 3 meses y después los "despiden" por una semana y luego los vuelven a contratar. Esas son modalidades que pretenden que el trabajador no acumule antigüedad y, por otra parte, buscan atemorizar permanente al trabajador, porque se siente siempre en el aire, inestable, como que no tiene seguro su puesto de trabajo. Y esto obviamente repercute en la decisión de sindicalizarse. Eso es lo que se conoce como un fraude de ley, una ilegalidad disfrazada de legalidad”.
La tercera gran dificultad para que los trabajadores puedan organizarse sindicalmente tiene que ver con la propia actitud anti-sindical de los empleadores. El despido de Patricia Monterrosa, siendo fundadora delsindicato SITIGHRA, y amparada por la ley, es una evidencia de esta voluntad de atemorizar y reprimir cualquier intento de establecer un sindicato en la empresa que pudiera actuar en el marco de las vigentes leyes laborales.
Un malestar creciente
Pero a pesar de las dificultades para organizarse y expresar sus quejas,el descontento entre los trabajadores se fue extendiendo, tal como deja testimonio Patricia Monterrosa: “Muchos jefes operativos y supervisores nos maltrataban demasiado y por eso se tomó la decisión de organizarse sindicalmente”.
En ese momento, explica Gilberto, “no había una organización sindical de los trabajadores del sector hotelero. Había alguna, pero estaban bajo el control patronal o era solo cascarón, como decimos, no era real”. Y por eso se aconsejó a los trabajadores del sector que para sumar fuerzas era mejor fundar un sindicato de rama de industria, que según la legislación salvadoreña tiene que formarse con un mínimo de 35 trabajadores en más de dos hoteles.
De este modo se conformó el Sindicato de Trabajadores de Industria Gastronómica, Restaurantes, Hoteles, y Afines al Turismo (SITIGHRA), con trabajadores de dos hoteles de la zona costera de Los Cóbanos, el Hotel Decameron, de capital colombiano, y el Hotel Las Veraneras, de origen salvadoreño, y un tercero de San Salvador, el Hotel Siesta.
Reacción patronal
El primer paso fue constituir el sindicato de ramo e introducir toda la documentación correspondiente al Ministerio del Trabajo. El sindicato se formó con 42 trabajadores, entre fundadores y afiliados. La reacción de las patronales de Decameron y Las Veraneras no se hizo esperar y a los pocos días, a primeros de septiembre, despidieron a aquellos trabajadores que constaban como fundadores del Sindicato, 15 en Las Veraneras y 1 en el Decameron.
Este menor número de despedidos en el Hotel Decameron se explica porque en la documentación del Sindicato solo constaba una fundadora, mientras que el resto de afiliados no eran públicos, lo que protegió.
Sin embargo, Patricia Monterrosa, la trabajadora despedida por ser una de las fundadoras del sindicato, denuncia que desde que a ella la despidieron, el 6 de septiembre, hasta ahora, “han sacado a otras 144 personas, según los datos del Seguro Social”. Por su parte, Gilberto García corrobora esta información y explica que “la semana que despidieron a Pati, echaron también a 80 personas, de un solo, en un período de 3 días. Empezaron a despedir y despedir. Y de ahí para acá, prácticamente en un mes y medio han ido despidiendo a unos 60 más”.
Patricia explica que tras la notificación de la creación del sindicatos, a finales de agosto la empresa mandó a El Salvador por dos semanas a “Walter Forero, el director de recursos humanos allá en Colombia. Ahí estuvo reuniendo a los trabajadores por sectores, (alimentos y bebidas, mantenimiento, recepción,…). A mi no me dejaron entrar en las reuniones. Dijeron que era una orden de gerencia que yo no podía entrar. Unas compañeras me contaron que lo primero que les preguntaban era que si había algún sindicato organizado en el hotel, y que eso no era permitido. Pero también les preguntó si había maltratos de jefes. Muchas personas por miedo no quisieron decir nada, pero otras sí hablaron y fue a las que despidieron”. Para Gilberto García “hicieron esas reuniones para identificar a los trabajadores descontentos. El señor no vino a resolver los problemas si no a identificar los grupos descontentos para deshacerse de ellos”.
Por lo que parece, la empresa de momento no estaría sustituyendo esos puestos de trabajo, si no que están sobrecargando de trabajo al resto de la plantilla. Según Patricia “han quitado todas las plazas del área de recepción y las mismas meseras cubren su trabajo. Pero el servicio va bajando y ya hay muchas personas que se quejan. Hay muchos comentarios en Facebook, diciendo que hay mal servicio. Pero es por lo mismo, porque todas las personas antiguas las van quitando y no las sustituyen así por personas con experiencia”. Todo parece apuntar, reafirma Gilberto, que “se están tomando su tiempo para contratar a más personas, porque tienen temor que sea gente que pueda simpatizar con el sindicato”.
Miedo al contacto con el sindicato
Este temor a que en la plantilla puedan haber miembros del sindicato o que simpaticen con ellos ha llegado a tal punto que la empresa ha intentando controlar con personal armado que en los buses que trasladan a los trabajadores fuera del hotel no puedan comunicarse con ningún sindicalista. Andrea García, investigadora de CEAL, explica que todo empezó durante la protesta que el sindicato, acompañado por otras organizaciones sindicales, organizó el día 7 de septiembre, cuando cortaron durante varias horas la carretera que llevaba al Hotel Decameron y al Hotel Las Veraneras: “Ese día pasó algo muy particular y desde ahí empezamos a ver un patrón muy violento de la empresa. Ellos enviaron a su jefe de seguridad, un tipo que venía armado, y que estuvo presente durante toda la protesta”.
Pero al final de esa protesta, cuando hubo cambio de turno, salieron buses del hotel que llevaban a los trabajadores y entonces la gente del sindicato y los que estaban protestando se acercaron a los buses a repartir una información mediante un volante que explicaba cuáles habían sido las motivaciones de haber formado el sindicato y haciendo una invitación a los trabajadores a afiliarse a la organización. Entonces, continúa Andrea, “la empresa se molestó demasiado, porque se dio cuenta de que fuera del hotel ya no tenían control de los trabajadores. Entonces empezaron a enviar a esta persona armada y vestida de militar en los buses para controlar quien tiene acceso a los trabajadores, quien se acerca a ellos, quien les da alguna información”.
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