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Entrevistas | Turismo Responsable | España

28-07-2015

Mireia: “Hay mucho miedo, muchísimo. Del pánico que hay perdemos hasta el amor propio.”

Ernest Cañada | Alba Sud

La experiencia de una camarera de piso que ha trabajado en diferentes hoteles de la costa de Cádiz, primero como eventual y ahora como fija discontinua en un hotel de playa de una gran cadena hotelera española.


Crédito Fotografía: Fotografía de Ana Núñez.

Mireia tiene 42 años. Prefiere hablar bajo pseudónimo para evitar cualquier riesgo. Lleva trabajando como camarera de piso en diferentes hoteles de Cádiz desde hace quince años. Durante mucho tiempo estuvo contratada como eventual, “porque cuando llevaba un tiempo me echaban para no hacerme fija”, asegura. En los últimos seis años ha logrado cierta estabilidad, contratada como fija discontinua en un hotel de playa de una gran cadena española en la costa gaditana. Ahora trabaja siete meses al año y los otros cobra el desempleo.

 

¿Cuéntanos cómo es tu trabajo cotidiano?

Llegamos al hotel a las 7 menos cuarto, y empezamos a las 7. Hacemos una hora de zonas nobles (recepción, restaurantes, cuartos de baño, comedores, vamos, un sinfín), y luego bajamos a desayunar. Al regresar vamos a la oficina de la gobernanta, nos dan las normas que tenemos que cumplir, recogemos el estadillo y ya subimos a hacer nuestro trabajo. Hay chicas que llevan 20 habitaciones y otras 17 ó 18. El rango de habitaciones siempre es en el mismo piso, a no ser que ese día no esté completo y tienes que hacer habitaciones de otra zona.

¿Cuántas camareras estáis en el hotel?

El hotel es de 4 estrellas y tiene más de 500 habitaciones, y normalmente hay 29 camareras de pisos. Pero cuando la ocupación aumenta podemos llegar a ser 32. Fijas discontinuas hay 22 ó 23 y el resto son eventuales. Todas son españolas. Y a veces contratan a otras por medio de ETT.

Incremento de la carga laboral: pérdida de calidad

En temporada alta imagino que también aumenta la carga de trabajo al haber una mayor ocupación en el hotel.

En verano se ponen camas supletorias, dos y hasta tres camas por habitación. Y el cambio de sábanas es brutal, porque no es lo mismo hacer un cambio de sábanas con dos personas que cuando son cuatro o cinco. Luego la cantidad de niños que hay repercute muchísimo a la hora de limpiar los cristales, refregar las paredes (porque te las pintan), o por el roce de las maletas, que es horroroso. Para dejarla en condiciones una habitación requiere mucho tiempo. Y yo, como responsable de mi trabajo, quiero que el cliente se sienta satisfecho. ¿Pero qué pasa? Que si yo echo más tiempo en una habitación entonces llego justo para hacer todo mi trabajo.

¿Eso quiere decir que si se acumula el trabajo porque ese día las habitaciones estaban peor no lo retoma otra compañera cuando termina tu hora? ¿Y en ese caso no haces horas extra?

Las habitaciones hay que terminarlas, bien o mal, pero hay que hacerlo, aunque el cliente se queje, pero yo otra cosa no puedo hacer. Y yo horas extras no hago, porque no me las pagan. Vamos, es que me lo exijo a mi misma. Si mi hora es de 7 de la mañana hasta las 3 y media, tengo que terminar dentro de ese tiempo, haga una cosa perfecta, y otra imperfecta. ¡Y ojo! Que me están obligando a ser un poco guarra para poder terminar el trabajo. Porque para mi, como profesional que soy, no está como yo quiero dejarlo.

Todas las mujeres sabemos trabajar, el problema es que no nos dejan hacerlo bien. Donde hay niños pequeñitos, hay que desinfectar todo, el suelo, el baño, los cristales, pero es que ni eso te permiten hacer. Entonces sientes que no te valoran en nada. Nunca tienen en cuenta cómo se hacen esas habitaciones.

En fin, es una lástima, porque éste trabajo es guapísimo. El contacto con la gente, que te venga un cliente súper contento, eso te motiva. Pero cuando ves un cliente que está molesto, que no tiene la habitación en condiciones, yo me siento mal. Pero yo ahí, amigo, ya poco puedo hacer.

¿Se ha incrementado mucho la carga laboral en los últimos tiempos?

El trabajo en los últimos años ha cambiado pero para muchísimo peor. Antes si ibas un poco cargada te mandaban una chica de apoyo, o te quitaban una habitación, pero ahora no, ahora el trabajo que llevas, te parezca mucho o poco, tienes que hacerlo. Y quejarte ya no tiene ningún sentido, porque lo jefes lo primero que te dicen es que eso es lo que hay, que si os gusta bien y que si no ahí tenéis la puerta.

¿Pero si no os da tiempo a hacer el trabajo bien el cliente imagino que acabará protestando?

Ellos no tienen en cuenta lo que está pagando el cliente y si alguno se queja, bueno, da igual. Si el cliente viene para un par de días, no importa que se queje, le dicen que ha sido un fallo de la camarera, y si se puede solucionar con un regalillo, pues así vamos, a trancas y barrancas.

¿Además del número de habitaciones, hay otras tareas que incrementen vuestra carga de trabajo?

El carro es un tanque, y a parte llevamos otro, un carrito auxiliar donde se va echando la ropa sucia. Hay un jaula y ahí vamos echando la ropa, aunque la mayor parte del tiempo tenemos que bajar la ropa a la lavandería. Eso supuestamente lo hacen los valets, pero en nuestro hotel no se encargan de eso. Limpian cristales o reparan averías, según les diga la jefa. Pero primero tienen su trabajo y luego, cuando lo terminan, si nos pueden echar una mano pues nos la echan.

¿Y con esta carga de trabajo y esto ritmos será muy difícil poder atender al cliente de una forma personalizada?

Yo veo el estadillo y ya voy por inercia, porque vamos como robots. Es que no nos da tiempo ni de hablar con el cliente. Vamos todo el día corriendo. Si hasta los clientes nos dicen que da pena de vernos cómo vamos. Diós mío de mi alma, hay que ver cómo sudáis y cómo vais», nos dicen. Y a mi me da vergüenza que el cliente te diga eso.

A veces, si un cliente te pregunta algo, nosotras, empapadas en sudor que estamos, lo primero que pensamos es que a ver qué quiere ese pesado, porque me está quitando tiempo. Nos da de todo no poder tratar a ese cliente como se merece.

¿Y en estas condiciones os da tiempo para hacer los descansos y comer cuando os toca?

El desayuno lo hacemos todas, pero lo que muchas se saltan es el tiempo del almuerzo, que no baja ni una a comer, porque sino no da tiempo a terminar el estadillo. Eso te lo puedo garantizar yo. Solo dos o tres bajamos a comer. Yo esa media hora no se la regalo ni a Dios que baje de los cielos. ¿Usted sabe cuántas horas se le regalan al hotel? Porque en verano somos 32 mujeres y media hora cada, eche cuentas.

Diferentes condiciones laborales: una plantilla segmentada

¿Cómo influye que unas seáis fijas, o fijas discontinuas, y otras eventuales?

A las eventuales las tratan mucho peor que a las fijas discontinuas, porque ellas lo que trabajan son dos meses, o como mucho tres. Las pobres están súper explotadas porque si se quejan al próximo contrato ya no las llaman, vamos, eso garantizado. Ahí la persona que dé guerra, o sea una calienta bocas, al próximo contrato se acabó, y si me apuras es que no le dejan terminar ni el contrato, se va directamente a la calle.

¿Tratan de alguna manera que vosotras asumáis esa diferencia?

Por ejemplo, tenemos terminantemente prohibido ver los estadillos de otra compañera. Pero, claro, nosotras en cuanto llegamos arriba, nos lo comentamos. Pero la relación con algunas compañeras es explosiva. Siempre ha existido el peloteo, que si tu te quejas de esto la otra va corriendo a contárselo a la jefa. Y entonces mal, compañerismo cero. 

¿Y cómo es habitualmente la relación con las gobernantas?

Con las gobernantas la relación es fatal, porque no te respetan como persona. Ellas te ven como un número. No les puedes sugerir nada porque lo primero que te dicen es que tú no les tienes que decir lo que tienen que hacer. Nosotras hacemos la habitación y la vemos perfecta, pero claro esta señora tiene un gusto diferente, y entonces tienes que volver y repasar lo que no le ha gustado. Jamás te va a dar una habitación perfecta, ella siempre tiene que ir tiene que ir por encima tuyo, y a lo mejor son chuminadas, tonterías que el cliente ni lo nota.

Pero además de las gobernantas nosotras tenemos a mucha gente detrás, también tenemos a tres supervisoras. Nos martiriza más tener a tanta gente detrás que hacer el mismo trabajo. Es que son inhumanas, vamos, que no existe calificativo. Y es un lástima porque ellas también han sido camareras de piso y han estado en nuestra piel. Oye, pues se les ha subido a la cabeza el cargo y, no veas las niñas, parece que tengan carrera universitaria.

¿El ambiente se hace insoportable?

La situación que tenemos es deprimente. Tenemos demasiadas exigencias. Aquí no se respeta. Si te tienen que hacer llorar, te hacen llorar, porque saben que vas a estar al pie del cañón todo el tiempo. Y si te tienen que insultar te insultan. Yo he visto mujeres llorando como niñas chicas. Tienen pánico. Es que si una habla luego la jefa te da más trabajo extra como represalia o se van a la calle. Eso es lo que hay, y si no te gusta pues puerta, esa es la opción que nos dan. Hay mucho miedo, muchísimo. Y yo creo que del pánico que hay perdemos hasta el amor propio. Es que es impresionante el trato que se nos da.

Incluso nos están cambiando la forma de ser, el estado de ánimo. Cuando llego a casa mi marido me dice: «Oye, que el problema que hayas tenido en el trabajo lo dejas ahí y en casa tranquilita». Es que repercute en casa, con los amigos, en todo.

¿Cómo te afecta cuando regresas a tu casa?

Es que llegamos a casa y ya no queremos hacer nada, caemos desplomadas. Y las cosas en la casa las haces a trancas y barrancas. Mi marido me recoge las camas, me ayuda un poquito, pero claro lo que es la comida la tengo que hacer yo el día anterior para que mis niños puedan comer, es que no me queda otra, que el padre, pobrecillo, no sabe guisar.

Y la verdad es que vida propia no tenemos. A veces estás en casa y te llaman: «Oye, que te tienes que venir, que nos falta una mujer”. No te respetan nada. Hay veces que trabajamos hasta siete días seguidos, sin descanso.

Impactos en la salud: condiciones de riesgo

Los dolores en la espalda, hombros, brazos, cervicales, en la zona lumbar o el estrés permanente es algo que muchas camareras de piso contáis, pero me interesaría que abordáramos otros aspectos de los que se habla menos y que también tienen impacto en vuestra salud. Por ejemplo, vuestro hotel es enorme y vosotras trabajáis solas durante todo el día, ¿qué implicación tienen estas dimensiones en cuanto a riesgos laborales?

El hotel es súper grande y nosotras vamos solas trabajando, y hay días que no vemos ni a las compañeras. Entonces si tenemos un accidente, por ejemplo que nos torcemos un pie, o nos hacemos un daño en la habitación, luego el hotel nos exige que tengamos testigos, para demostrar que nos lo hemos hecho en el lugar de trabajo, que les demostremos cómo ha sido. ¿Y cómo vamos a hacerlo si es que vamos solas? Vamos, a no ser que hable la aspiradora.

¿Y qué es lo que hacéis?

Por el pánico que hay muchas veces no decimos nada. Hay chicas que ante el miedo que las puedan despedir pues se aguantan con el dolor. Hay alguna que ha venido con un pie vendado y han estado con tratamiento porque no podían con el dolor, y cuando han visto que así no podían trabajar, porque necesitaban reposo han ido y han dicho: “Mire, es que ayer o antes de ayer me torcí el tobillo”. Pero entonces les dicen que eso no es un accidente laboral, que lo hubieran dicho en su tiempo, y que tenían que demostrar cómo había sido.

Aquí en verano hace mucho calor, y antes me contabas que era habitual que acabarais empañadas en sudor. ¿Cómo os afecta entonces los contrastes de temperatura al entrar en zonas con aire acondicionado, lo que llaman el “estrés térmico”?

Aire acondicionado en los pasillos hay, lo que pasa es que no nos lo ponen. Entonces si vienes de una habitación que tiene el aire acondicionado y luego pasas al pasillo con el calor que hace, muchas veces nos ataca la garganta, y nos ponemos malas con catarros en pleno verano. Entonces lo que hacemos directamente cuando entramos en la habitación es apagar el aire y abrir el balcón para que se ventile y entre algo de calor para compensar un poco.

¿Y no hay inspecciones de trabajo que de alguna manera pudiera ayudar un poco a mejorar las condiciones laborales?

Yo creo que inspecciones del trabajo han venido una o dos, pero si tú avisas que vas a venir no valen para nada. Y claro, nosotras nos reímos, porque siempre dicen que está todo bien, todo en orden.