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Article d'Opinió | Turisme Responsable

22-01-2018

Què és el turisme inclusiu?

Ernest Cañada | Alba Sud

La recent publicació d'un article a la revista acadèmica Tourism Geographies sobre aquest concepte, elaborat per Regina Scheyvens i Robin Biddulph ha obert un interessant debat sobre les potencialitats, límits i obstacles que enfronta aquesta visió de transformació del turisme.


Crèdit Fotografia: Fotografia de Julio Martinich sota llicència creative commons.

(article disponible només en castellà)

Tomemos cuatro experiencias turísticas como punto de partida para una discusión sobre el concepto de turismo inclusivo. Empecemos por la empresa pública Ferrocarriles del Ecuador y su Tren Crucero. Con más de 500 kilómetros de vía férrea repartidos en distintos itinerarios, que pueden recorrerse en unas pocas horas o durar hasta cuatro días, se ha puesto en marcha un atractivo turístico singular para conocer el país. En las diferentes paradas, los viajeros se encuentran con puestos de venta de comida o artesanía de grupos comunitarios o particulares, que también les ofrecen presentaciones artísticas. La iniciativa recibió el premio Responsible Travel 2016 a la mejor iniciativa en reducción de la pobreza e inclusión.

En Europa, la empresa Good Hospitality Group, fundada en 2012, ha puesto en marcha dos hoteles, uno en Ámsterdam y otro Londres, cuyo fin es brindar oportunidades de inserción sociolaboral a personas en situación vulnerable. Estos hoteles, que operan bajo la marca Good Hotel, dan trabajo y sirven como escuela de formación profesional a personas desempleadas en situaciones especialmente difíciles, parados de larga duración, jóvenes sin estudios, personas con antecedentes penales o refugiados. Al terminar su contrato, que en Ámsterdam es de 10 meses y en Londres de 3, se les apoya para encontrar otro empleo, mientras otras personas en situación similar ocupan su puesto.

En verano de 2016, un pequeño grupo de jóvenes activistas alemanes recorrió diferentes ciudades europeas con un contenedor, en el que habían construido una cocina. Varios días por semana invitaban a unas 25-35 personas, tanto refugiados como gente del lugar, para cocinar y comer juntos. El proyecto Kitchen on the run trataba de crear espacios de encuentro íntimos para promover el diálogo y el conocimiento mutuo entre esos dos colectivos.

En Chipre, el histórico Hotel Dome, construido en 1937, de propiedad estatal y en proceso de privatización fue cedido a sus 40 empleados y al Sindicato de Trabajadores de Turismo. Actualmente el hotel es gestionado a través de la Solidarity Tourism Company. Por este medio, todos los empleados a tiempo completo pueden votar las decisiones relativas a los salarios, la distribución de beneficios o inversiones que se realizan. El hotel ha adoptado una política de proximidad, tanto en lo que respecta a sus compras como en las facilidades de acceso a la población local. Los resultados han sido positivos no solo en lo económico, sino que además está generando empleo estable, ha consolidado una clientela fiel y se ha podido preservar un hotel icónico para el turismo chipriota.

¿Qué tienen en común estas cuatro experiencias? Además del evidente atractivo turístico de cada una de ellas, están unidas por el hecho de haber sido destacadas como ejemplos de una propuesta de conceptualización del turismo inclusivo realizada recientemente por Regina Scheyvens, profesora de estudios sobre desarrollo en la Universidad de Massey, Nueva Zelanda, y Robin Biddulph, profesor de geografía humana en la Universidad de Gotemburgo, Suecia, en la revista académica Tourism Geographies.

¿Qué es el turismo inclusivo?

Según la propuesta de Scheyvens y Biddulph, el turismo inclusivo implica que los sectores empobrecidos o marginados de la economía dominante vean ampliadas sus posibilidades de acceso al turismo, como consumidores y como productores. Además, se considera que tienen una mayor participación en la toma de decisiones sobre las actividades turísticas y en la distribución de los beneficios. Más que una marca o un producto que pueda ser certificado, el turismo inclusivo, según esta formulación, pretende movilizar el pensamiento crítico en relación al turismo, planteando dos preguntas clave: ¿cuán inclusivo es un determinado desarrollo turístico? ¿Cómo podría ser una empresa turística más inclusiva?

Para ello proponen 7 aspectos que se deben tener en cuenta en la valoración del nivel de inclusión social de una determinada iniciativa o destino:

Primero: potenciar el acceso de personas marginadas como productoras de turismo. Esto implica reconocer la tradición de iniciativas turísticas gestionadas por los propios sectores populares, en sus múltiples y diversas formas. Pero también el reto de alentar que las empresas turísticas existentes sean más inclusivas. Las posibilidades de avanzar en esta dirección son múltiples: mejorar las condiciones de empleo, incrementar la remuneración o ampliar la capacidad de toma de decisiones de los mismos trabajadores y trabajadoras.

Segundo: mejorar el acceso de personas marginadas como consumidores de turismo. Se destaca la importante contribución de formas de turismo social (preocupado en los sectores de las clases trabajadoras y de menores recursos) o del turismo accesible (pensado para personas con algún tipo de discapacidad) para ampliar las posibilidades de que determinados segmentos de la población puedan disfrutar del turismo. Además, se señala la importancia de promover el turismo interno, como forma de generar actividad económica, especialmente en áreas no frecuentadas por el turismo internacional, pero también como una posibilidad de promover otros beneficios de índole social.

Tercero: ampliar los lugares en los que tiene lugar el turismo. Espacios no frecuentados habitualmente por los turistas, como pueden ser barrios con escasos recursos, pueden ser imaginados desde la perspectiva del turismo inclusivo como nuevos atractivos. Esto puede facilitar la posibilidad de conocer nuevas realidades de forma más matizada y compleja, pero también proporcionar nuevas posibilidades de inserción socioeconómica para algunas personas. Esta apuesta no está exenta de riesgos, de los que los mismos autores alertan, desde el vouyerismo a la estigmatización de los pobres, o la explotación y comercialización de la pobreza, como en ocasiones ha supuesto el slum tourism. Por ello, los autores, defienden, que es clave cómo se gestione esta ampliación del espacio turístico, bajo qué criterios y en beneficio de quién.

Cuarto: ampliar la participación en la toma de decisiones turísticas. Hay que enfrentar un problema en ascenso: las grandes corporaciones tienen cada vez más poder sobre el desarrollo turístico. Guiadas por la lógica de maximizar beneficios, es difícil confiar que las propuestas de autoregulación y Responsabilidad Social Empresarial de estas corporaciones puedan responder a intereses sociales más amplios, cuando ellas son además responsables del incremento de la desigualdad y de la pobreza. Es por ello por lo que los autores proponen que más que medidas de carácter voluntario lo que hay que ampliar es la capacidad de regulación pública de sus actividades. Solo de este modo se podrá garantizar una mayor participación social en la toma de decisiones sobre el turismo.

Quinto: promover la comprensión y el respeto mutuo entre población anfitriona y turistas. Se propone valorar la potencialidad del turismo también como generador de beneficios sociales, como una mayor integración entre territorios, reconocimiento social de ciertos colectivos, integración de sectores marginados o fortalecer lazos sociales entre miembros de comunidades o familias extensas. El problema se plantea bajo qué condiciones se puede producir estas dinámicas en los términos esperados.

Sexto: garantizar una representación digna y apropiada de los colectivos turísticos involucrados. Una de las críticas recurrentes al turismo es su tendencia a mostrar una imagen exótica del “otro”, tratado como objeto. La búsqueda de interacciones “auténticas” se vuelven, como explicó Dean MacCannell en varios de sus trabajos, susceptibles a la comercialización y mercantilización. De este modo, uno de los objetivos del turismo inclusivo es encontrar formas de desarrollo con las que las comunidades de acogida puedan representarse a sí mismas de la manera que consideren apropiada y digna.

Séptimo: desafiar las relaciones de poder dominantes. Las transformaciones que pueden promover las dinámicas que acabamos de mencionar pueden contribuir potencialmente a una transformación de las relaciones de poder dentro del turismo. A pesar de las resistencias corporativas, existen ejemplos de transformación en la vida social y económica a través de los cuales personas empobrecidas o marginadas han podido acceder al turismo en términos equitativos.

Potencialidades, obstáculos y límites de la propuesta

Una de las principales virtudes de esta propuesta de turismo inclusivo, tal como ha sido formulada por Scheyvens y Biddulph,es su capacidad para operar como marco de análisis en distintos contextos, tanto en el Norte como en el Sur Global. Puede también integrar, a pesar de sus diferencias, otras propuestas conceptuales, como el turismo social, accesible o comunitario. Sin embargo, sus mismos autores son conscientes de la dificultad de avanzar en esta dirección. Los obstáculos para su extensión y consolidación son de diversa índole. Por una parte, las políticas neoliberales, que refuerzan el poder corporativo, están consolidando una dinámica turística que funciona cada vez más en términos de enclave excluyentes, es decir, haciéndolos más inaccesibles para la población local, a no ser que sea como mano de obra barata. Por otro lado, muchos productos turísticos se basan en explotar las diferencias (entre ricos y pobres, entre culturas), en lugar de romperlas y contribuir a crear procesos de entendimiento y comprensión mutua. Esta lógica clasista y racista refuerza un mercado turístico que va en contra de lo que pretende el turismo inclusivo. Finalmente, cuando los sectores populares son capaces de poner en marcha iniciativas propias, se encuentran con enormes dificultades derivadas de la carencia del lenguaje, las habilidades, redes o capital para consolidarlas. Los fracasos de numerosas experiencias de turismo comunitario en diferentes países del Sur Global muestran el peso de estos obstáculos. Por otra parte, aun si logran funcionar comercialmente, no es siempre garantía de que no se acentúen las desigualdades internas, los conflictos o los procesos de desempoderamiento.

A pesar del interés de la propuesta, y del avance que supone con respecto a otras formulaciones, como el pro-poor tourism o el turismo responsable como conjunto de buenas prácticas empresariales de carácter voluntario, tal como ha sido formulada muestra también algunas limitaciones. A mi modo de ver, las críticas que podrían formularse son de diverso tipo, desde una concreción insuficiente en ciertos aspectos clave hasta la desatención de dinámicas centrales que condicionan el funcionamiento del turismo y su encaje en la sociedad en el que tiene lugar.

En primer lugar, no se presta suficiente atención a los términos en los que se espera que en el grueso de la industria se genere mayor inclusividad en el trabajo. La idea de que los sectores populares sean productores de turismo está demasiado focalizada en las posibilidades de generación de sus propias empresas. Sin menospreciar la importancia que tiene, corremos el riesgo de desatender el grueso de la producción turística, que hoy por hoy se produce bajo estructuras corporativas cada vez de mayor tamaño y capacidad de dominio estratégico. Es en las condiciones y relaciones de trabajo en la industria turística donde nos jugamos la posibilidad de transformar estas actividades en términos más inclusivos. Partiendo de este esquema sería posible profundizar en los términos que podría entenderse este sentido de inclusividad.

En segundo lugar, y a pesar de las intenciones de los autores, la potencia comunicativa del concepto facilita que pueda ser especialmente atractiva en términos de limpieza de imagen corporativa. Incidiendo de forma voluntaria en alguno de los aspectos con los que se ha caracterizado la idea del turismo inclusivo, es relativamente sencillo mostrar avances en términos de inclusión. En un contexto en el que las críticas de los movimientos sociales a los impactos del turismo son cada vez mayores, desde una perspectiva corporativa identificarse con conceptos que les aporten legitimidad, y que aplicados de forma parcial no alteren las relaciones de poder establecidas, resultan especialmente atractivas. Por tanto, el concepto de turismo inclusivo requeriría un desarrollo más articulado e integrador entre sus diferentes partes.

En tercer lugar, y a mi modo de ver, el principal problema de la propuesta, es que no toma suficientemente en cuenta las externalidades generadas por el desarrollo turístico. Hay un problema en la caracterización de la “naturaleza excluyente” del turismo que formulan los autores a partir de la literatura crítica que se ha elaborado desde los años 70. Así, según esta corriente de pensamiento, se ha denunciado que solo las clases medias y altas pueden viajar y disfrutar de actividades de ocio en otros lugares distintos a los de su residencia, y que los beneficios de este turismo se concentran en grandes empresas, mientras que los sectores “pobres” y “marginados” no logran aprovechar las oportunidades de desarrollo asociadas al turismo. En esta interpretación de la literatura crítica con el desarrollo turístico hay una lectura sesgada.

El problema no es que los sectores populares no logren aprovechar las oportunidades generadas por el turismo, sino que en economías rurales este desarrollo turístico les puede despojar de sus medios de vida, desestructurar sus territorios y desplazarles hacia otras áreas, o subordinarles en la economía del turismo como mano de obra barata. Si pensamos en destinos urbanos, el desarrollo turístico puede tener impactos igualmente graves, como el encarecimiento de la vivienda y el incremento del costo de la vida, la destrucción del tejido comercial de proximidad o la generación de un entorno hostil para la vida cotidiana. Es decir, que el problema con el turismo no es únicamente que excluye a ciertos sectores de sus beneficios, sino que sus impactos generan dinámicas contrarias a los intereses y derechos de estos sectores populares, que no se resuelven añadiendo más turismo, aunque más controlado o beneficioso para ellos mismos. Hemos desarrollado este argumento con más detalle en un texto conjunto con Jordi Gascón. Cómo se integra el turismo en el territorio en el que tiene lugar es actualmente uno de los elementos claves del debate turístico, y una propuesta de turismo inclusivo debería poder incorporar esta dimensión.

 

Nota: Publicado originalmente en el blog Alterconsumismo que edita el diario El País el día 11 de enero de 2018.

 

TURISMES EN DISPUTA

El bloc d'Ernest Cañada

Sobre perspectives crítiques en el turisme i alternatives postcapitalistes

Investigo en turisme des de perspectives crítiques. Treballo actualment com a investigador postdoctoral en la Universitat de les illes Balears (UIB). Soc membre fundador d'Alba Sud i des d'aleshores sóc el seu coordinador. Entre els anys 2004 i 2015 vaig residir a Centreamèrica. En aquest blog parlem de turisme en plural, del seu impacte en el treball i també en el món rural, dels processos de despulla que comporta, de les condicions laborals dels seus treballadors i treballadores. Però també dels esforços comunitaris i d'amplis sectors socials per controlar territoris, recursos i maneres d'organitzar aquesta activitat per construir alternatives emancipatòries postcapitalistes.

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