(notícia disponible només en castellà)
“Bertha ha sido una madre y una inspiración no solamente para el pueblo Lenca, sino para muchos pueblos en el mundo. Lo menos que podemos hacer es multiplicar los esfuerzos e intensificar la lucha. Si piensan que asesinando a Bertha van a acabar con la lucha social y popular están muy equivocados. Esta tragedia va a multiplicar el compromiso y el espíritu de lucha en miles de personas”
(Miriam Miranda, a los 4 días de la siembra de Bertha Cáceres).
Miriam Miranda, dirigente garífuna y coordinadora de la Organización Fraternal Negra Hondureña (Ofraneh), fue la primera en avisarme con un mensaje a las 3 de la mañana: “Nos mataron a Bertita, Giorgio”. Por un instante la Tierra se tomó un descanso y dejó de girar sobre su propio eje.
“Para mí han sido días muy difíciles y siguen siéndolos. Fui una de las primeras personas en enterarme de lo que le había pasado a mi hermana Bertha. No podía creerlo. No podía entender cómo era posible que alguien cometiera esta atrocidad”, dijo la dirigente garífuna a La Rel.
A Bertha Cáceres la unía una relación muy profunda. Compartían visiones, trabajo, cultura ancestral, horizontes. Condenaban al unísono un modelo económico, político y cultural que explota a la inmensa mayoría de la población hondureña, vende el país al capital transnacional, asesina en total impunidad a sus mejores hijos e hijas.
Durante años habían venido tejiendo un proceso muy profundo de articulación de movimientos. Un trabajo que llevó a la aprobación y ratificación del Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales, y permitió visibilizar las demandas y propuestas de los pueblos originarios.
En 2011, la Ofraneh y el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), del cual Bertha Cáceres era coordinadora, promovieron una Asamblea Constituyente de Pueblos Indígenas y Negros.
A lo largo de varios días, unas 1.800 personas se autoconvocaron en la comunidad de San Juan Durugubuty, en el Caribe hondureño, con el sueño de refundar Honduras desde abajo, desde una visión anticapitalista, antiracista y antipatriarcal.
Recientemente, Miriam y Bertha habían asumido la coordinación de la Plataforma de Movimientos Sociales y Populares de Honduras.
Bertha Cáceres constructora de vida
“Bertha ha sido un símbolo de propuesta y construcción ante un modelo de desarrollo que destruye vidas, recursos y bienes comunes. Este asesinato representa una escalada de la violencia y un intento de acallar a una resistencia activa y propositiva desde los pueblos originarios”, señaló Miriam Miranda.
La dirigente garífuna recordó que en Honduras se ha desatado una verdadera cacería contra todos aquellos que se oponen a ese modelo explotador. Sin embargo, advierte que no es el momento de claudicar.
“A Bertha no la vamos solamente a llorar. Vamos a seguir construyendo lazos de solidaridad y articulación, convirtiendo el dolor en fuerza y esperanza de cara al futuro”, dijo.
“Vamos a arreciar en la lucha por la defensa de los territorios, de la vida, para que los pueblos sean escuchados y consultados. Eso es el mejor homenaje que podemos hacerle a nuestra Bertha”, agregó la coordinadora de la Ofraneh.
Miranda dijo ser consciente que el asesinato de Bertha Cáceres la convierte a ella en un posible blanco.
“Estoy aquí con mucha fortaleza cultural y espiritual. No voy a dejar de defender los bienes comunes, los recursos naturales, que son el sustento de la humanidad.
En nombre de Bertha Cáceres tenemos que fortalecer la lucha colectiva y comunitaria, reforzar esta esperanza colectiva, porque creemos firmemente que otra Honduras y otro mundo es posible”, concluyó.
Publicado originalmente en la Rel-UITA el 9 de marzo de 2016.