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Reportatge | Turisme Responsable | Nicaragua

08-04-2016

Nicaragua: El sector hoteler i la pèrdua de drets

Giorgio Trucchi | Alba Sud / Rel-UITA

Dirigents de l'històric Sindicat "Gutiérrez y Martínez" de l'Hotel Crowne Plaza Managua analitzen com s’han anat modificant les condicions laborals dels treballadors i treballadores en el sector hoteler. Històries d’injustícies quotidianes.


Crèdit Fotografia: Giorgio Trucchi | Alba Sud

(notícia disponible només en castellà)

Alejandro Cubillo Aguilar, bartender, y Martha Mercado, operadora telefónica, son directivos del histórico Sindicato “Gutiérrez y Martínez” y llevan casi dos décadas trabajando en lo que hoy se conoce comercialmente como Hotel Crowne Plaza Managua, propiedad de la empresa taiwanesa Compañía Hotelera de Nicaragua S.A. y actualmente operado por el consorcio hotelero InterContinental Hotels Group (IHG).

«Comencé a trabajar en 1999 como ‘eventual’. El hotel estaba buscando a personal tercerizado para los eventos privados. Yo llegaba a revisar la lista de eventos y me dirigía hacia el lugar donde me habían destinado. Me pagaban por hora. Además de eso percibía propinas. Todo eso cambió cuando, seis meses después, me contrataron por tiempo indefinido en el restaurante del hotel», recuerda Alejandro.

Una vez firmado el nuevo contrato, Cubillo entró en contacto con el Sindicato “Gutiérrez y Martínez”. «Un directivo sindical me abordó y me pidió si estaba interesado en afiliarme. Pensé que estar organizado era la mejor forma para hacer valer mis derechos y, sin dudarlo, me afilié. Esa fue una de las decisiones más importantes de mi vida», asegura el actual secretario general del Sindicato “Gutiérrez y Martínez”.

Martha Mercado es secretaria de Organización del sindicato. Comenzó a trabajar en el año 2000 en el área de lavandería. En el 2001 quedó embarazada y decidió renunciar. Un año después volvieron a contratarla como ‘eventual’ y en el 2003 le propusieron un contrato por tiempo indeterminado. «Me contrataron como operadora de máquinas en el departamento de lavandería. Tiempo después me ascendieron y fui a ocupar el cargo de Valet, es decir la persona que se encarga directamente de la lavandería del huésped, facturando e interactuando directamente con él», explica Martha.

A partir de 2005 entró en contacto con el sindicato y le propusieron hacerse cargo de la secretaría de la Mujer. Años después llegó a ocupar la secretaría de Organización.

Más competencia, menos derechos

El auge que vive Nicaragua en el sector turismo ha obligado a los hoteles más antiguos a renovarse, para enfrentar la fuerte competencia que existe hoy en el sector hotelero-gastronómico. Muchas veces, la ‘renovación’ implica un desmejoramiento de las condiciones de trabajo.

«La compactación de puestos de trabajo ha sido uno de los principales problemas que hemos enfrentado las y los trabajadores del sector. Prácticamente te ascienden a un nuevo puesto, no te reemplazan en tu antiguo trabajo y te dejan desempeñando más cargos y funciones, pero devengando el mismo salario», explica Alejandro.

Alejandro Cubillo. Fotografía de Giorgio Trucchi.

El directivo sindical recuerda cómo, con los años, ha tenido que multiplicar sus tareas laborales. Ahora -dice- se desempeña como bartender, mesero y cajero, y lo mismo pasa en las demás áreas del hotel. También hay una compactación de salarios. «El salario mínimo nacional ha venido creciendo año con año y está alcanzando los demás salarios, no importa el cargo que uno desempeña. Esto nos está afectando mucho y es un problema que golpea todo el sector», asegura.

A Martha le preocupa sobremanera que el aumento del turismo en Nicaragua y la llegada de grandes cadenas hoteleras, no necesariamente se traduce en mejores condiciones laborales y salariales. En muchos casos se convierte en drama. «Hoy en día los hospitales están llenos de mujeres que presentan graves patologías osteomusculares. Estamos de acuerdo con que el país se abra al turismo, que las grandes cadenas hoteleras lleguen a Nicaragua, que se creen nuevos puestos de trabajo, pero no a costa de nuestra salud, de nuestra vida, de nuestro futuro», aseveró la directiva sindical.

Pastillas e inyecciones: mis anclas de rescate

Martha no puede olvidar cuál ha sido su tragedia: «En 2005 comencé a sufrir de tendinitis severa, del manguito rotador y la cosa fue empeorando año tras año. Me operaron del túnel carpiano y ya no podía desempeñar normalmente mi labor en el área de lavandería”, recuerda.

A pesar de mostrar en varias ocasiones la epicrisis de su padecimiento, fue hasta el año 2009 que la empresa aceptó trasladarla al área de alimentos y bebidas, como encargada de los minibares.

Tras el nacimiento de su hija en 2010, Martha regresó al hotel y fue trasladada nuevamente, esta vez para ocupar el cargo de mesera integral. Ante su rechazo por lo que esta decisión significaría para su salud, la empresa volvió a integrarla al área de lavandería, devolviéndola de hecho al origen de su enfermedad laboral.

Martha Mercado. Fotografía de Giorgio Trucchi.

«No podía creerlo, pero no tenía otra opción. Soy madre soltera de dos hijas y no podía permitirme el lujo de perder el trabajo. Me inyectaban mensualmente con corticoides y, cuando terminaba el efecto tomaba pastillas para aguantar el dolor hasta la otra inyección. Al poco tiempo mi enfermedad fue empeorando y la empresa médica ordenó mi traslado inmediato, porque tenían temor que la enfermedad pudiera afectar a la cervical. Pero fue hasta 2014 que la empresa accedió a trasladarme al área de recepción», cuenta Martha.

En este año la empresa médica provisional diagnosticó su afectación como enfermedad laboral. Han pasado dos años y aún está esperando que el Seguro Social dé el visto bueno para una nueva cirugía.

Obviamente el caso de Martha no es la excepción. «En los hoteles hay muchas camareras de piso que sufren de lumbalgia, que tienen graves problemas en sus articulaciones. La sobreexplotación sigue siendo brutal y son muchos los casos donde las trabajadoras prefieren no solicitar el subsidio por enfermedad. Puede más el temor a perder el trabajo», asegura Martha.

«En el hotel había no menos de cuatro compañeras con problemas serios de lumbalgia. Como sindicato entramos en contacto con la campaña impulsada por la Rel-UITA y Alba Sud para la dignificación de las camareras de piso y logramos que la empresa promoviera una capacitación de ergonomía. Eso ayudó mucho», señala.

Alejandro Mercado y Martha Mercado. Fotografía de Giorgio Trucchi.

La importancia de tener sindicato

Para ambos la presencia sindical es fundamental. «Hemos comprobado en nuestra propia piel como la presencia de un sindicato beligerante permita emplazar al empleador para que respete los derechos laborales. No es fácil, sobre todo cuando se trata de grandes multinacionales. No es un caso si en Managua solo hay presencia sindical en dos hoteles, uno de ellos es el Hotel Crowne Plaza Managua», indicó Alejandro.

«Me siento afortunada. Sé que siempre hay alguien que vela por los intereses de las y los trabajadores. Tenemos que cuidar y proteger a nuestra organización Tenemos que seguir fomentando el sindicalismo en el sector hotelero. Su importancia es imprescindible», concluyó Martha.

 

Nota: Este artículo se realiza en el marco del proyecto "Turismo responsable, derechos humanos y trabajo decente" ejecutado por Alba Sud con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona - Programa Barcelona Solidaria convocatoria 2015.

 

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El bloc de Giorgio Trucchi

Sobre acumulació de capital i drets humans

Resideix a Nicaragua des de 1998 on va iniciar la seva col.laboració periodística amb l'Associació Itàlia-Nicaragua. Ha col.laborat com a freelance per a Ràdio Popolare Network, Ràdio Onda d'Urto i ha publicat diversos reportatges per al diari Liberazione. Actualment treballa com a corresponsal a Amèrica Central per al Sistema Informativo de la Regional Latinoamericana de la UITA (SIREL) i col.labora amb el diari digital Opera Mundi de Sao Paulo del Brasil, ALBA SUD i Kaos en la Red. En aquest bloc, fet des de Centreamèrica, parlem de drets humans violats, lluites camperoles per l'accés a la terra ia una vida digna, processos emancipatoris dels pobles davant d'un model econòmic depredador, impulsat pel gran capital nacional i transnacional.

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