27-01-2020
Cambio climático y riesgos geológicos: la afectación del turismo en la cuenca mediterránea
Llorenç Planagumà | CST / Alba SudLa borrasca Gloria ha puesto en evidencia las enormes vulnerabilidades de territorios muy dependientes del turismo. La emergencia climática agudiza los riesgos geológicos y se convierte en un factor clave en el debate sobre qué desarrollo turístico.
Crédito Fotografía: La Vall d'en Bas. Imagen del CST.
Los riesgos geológicos afectan a turismo debido a que los destinos orientados hacia estas actividades suelen estar situados en regiones con una elevada susceptibilidad de peligros geológicos (Kumpulainen, 2006), y el cambio climático agravará estos riesgos. Una de las pruebas es que en los últimos años ya se han producido pérdidas económicas considerables y fallecimientos a causa de estos cambios. Destacan ejemplos como las nueve personas muertas mientras hacían barranquismo por una crecida rápida del río Milicia en Sicilia; las inundaciones de San Lorenzo de Cardassar en Mallorca; las que se produjeron en Estambul con decenas de muertos; los 8.000 refugiados del Líbano debido también a inundaciones; los muertos por aludes en los Alpes o en los Pirineos mientras practican alpinismo; avalanchas de nieve que afectan a refugios y albergues; la destrucción sistemática de paseos marítimos como el de Blanes en Cataluña. Todos estos fenómenos tienen como denominador común la agravación del riesgo geológico provocado por el calentamiento global que afecta al planeta. El cambio climático provoca un incremento de la peligrosidad geológica en el Mediterráneo (Sánchez et al., 2004) debido a la sequía que puede provocar, alternada con una más elevada intensidad de lluvias en momentos puntuales, así como por el incremento del nivel del mar.
El riesgo geológico es la peligrosidad, la probabilidad de que se dé el proceso geológico, por la vulnerabilidad, por los daños que se pueden dar, que dependen de muchos factores: tipología construcciones, infraestructuras, sociales, etc. El cambio climático genera cambios en la peligrosidad al incrementarse las riadas, los aludes, el nivel del mar y, por lo tanto, aumenta la vulnerabilidad en la medida en que afecta a zonas que no estaban preparadas para estos procesos. El turismo no es ajeno a este riesgo, al contrario, y lo es porque se suele promover en zonas sensibles, como la primera línea de mar, el borde de los ríos o la alta montaña. También se pueden ver afectados un centenar de destinos turísticos culturales, declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO (Reimann et al., 2018).
Las afectaciones en territorios de alta montaña
Cerca del Mediterráneo existen cordilleras que pueden alcanzar los 2.000 y 3.000 metros de altura, donde en los últimos años se ha incrementado de forma exponencial el turismo de naturaleza y montaña, lo cual ha provocado cada vez más frecuentación y ocupación de las montañas. Este turismo se basa en modelos más tradicionales como las estaciones de esquí o el alpinismo y otros más recientes como el trekking, el running o el turismo de naturaleza. Todas estas actividades, convertidas en una oportunidad de negocio (sobre todo en la vestimenta, complementos y la construcción), con nuevas dinámicas para la reproducción del capital, provocan que cada vez que más personas accedan a la montaña en búsqueda de libertad, superación personal y situaciones de adrenalina, fruto también de la mercantilización de estas emociones. Esta oportunidad de negocio genera la ocupación de nuevos territorios de fácil construcción en los fondos de los valles con el fin de instalar campings, hoteles, refugios o urbanizaciones, lo cuales no siempre son suficientemente seguros. Este aumento de la frecuentación en la montaña, tanto en invierno como en verano, provoca que el riesgo se incremente. Más riesgo por el hecho de acceder a él más visitantes, pero también por los cambios de las condiciones climáticas que están sufriendo las montañas, y que provocan un mayor número de inundaciones, nevadas y condiciones de la nieve mucho peores, así como desprendimientos de laderas y barrancos.
Imagen de Pixabay, bajo licencia creative commons.
Estamos incrementando la vulnerabilidad de riesgo geológico sin tener suficientemente en cuenta los cambios que se están produciendo en regiones muy sensibles al cambio climático. Cada vez hay una innivación más irregular, con fuertes nevadas en primavera que pueden dar lugar a graves inundaciones. La nieve se derrite rápidamente y afecta a las ocupaciones de los valles como, por ejemplo, de campings y urbanizaciones. Pero también se incrementa el riesgo de aludes, lo que afecta a refugios, a estaciones esquí o a los mismos alpinistas. Igualmente, las condiciones de la nieve empeoran cuando se incrementa el deshielo, lo cual provoca vertientes más inestables para la práctica de deportes de montaña.
Turismo próximo a la costa
En casi toda la costa del Mediterráneo, desde los años 50 han proliferado las urbanizaciones, campings y hoteles dedicados al turismo, así como productos turísticos basados en sol y playa. En el caso de España el porcentaje de urbanización es del 34% (Méndez, 2004) y en determinadas costas de Turquía del 64% (Burak, Doǧan y Gazioǧlu, 2004). Este hecho provoca que el aumento del nivel del mar, previsto en uno o, incluso, dos metros, haga variar la peligrosidad prevista (Pascual, 2006), lo que puede provocar inundaciones y erosión en zonas hasta ahora seguras. Este hecho provocará daños y pérdidas irreparables en urbanizaciones, playas y lugares de interés histórico-cultural convertidos en polos de atracción turística (Reimann et al., 2018). Urbanizaciones como las que podemos encontrar en la zona de la albufera de Valencia en el Mar Menor (España) y en la costa Dalmata (Croacia), lugares de interés histórico como el centro arqueológico de Sabratha (Libia), la medina de Túnez y muchos otros, ubicados junto al mar y a solo un metro de altura, son vulnerables a temporales que se puedan dar.
Otras vulnerabilidades son las pérdidas de las playas y la afectación de infraestructuras ferroviarias. Si bien en el caso de las playas no genera grandes pérdidas en edificaciones o infraestructuras, el impacto socioeconómico puede ser muy relevante debido a que buena parte del PIB turístico de la costa del Mediterráneo se debe al turismo de sol y playa.
Almassora (Castelló). Imagen de Marta Salvador.
Llanuras, zonas agrícolas y montañas medianas
En muchas zonas donde se realiza turismo rural, visitas a centros históricos o senderismo, el mayor peligro debido al cambio climático serán las olas de calor (Sánchez et al., 2004). En cuanto a los riesgos geológicos dependerá de factores locales como, por ejemplo, el tipo de relieve, situación o la geología local (rocas, fallas, volcanes,...). De ahí que el cambio climático generará variaciones, que pueden provocar, por ejemplo, una mayor intensidad de lluvias que pueden causar riadas que tengan consecuencias en campings y urbanizaciones mal ubicadas a causa de una planificación urbanística muy laxa y, ocasionalmente, también se pueden dar nevadas muy intensas en zonas poco preparadas.
Riesgos por terremotos y volcanes
El Mediterráneo es de las regiones del planeta con más inestabilidad sísmica y volcánica debido a su ubicación, donde se encuentran y chocan la placa euroasiática y la placa africana. Estos riesgos no tienen variaciones significativas debido al cambio climático, pero tampoco le son del todo ajenos.
El choque entre las placas euroasiática y africana genera importantes fallas que, a su vez, provocan terremotos. Su mayor intensidad se produce en el Mediterráneo Oriental, lo que hace que la inestabilidad sísmica sea mayor. Grecia es el país con más riesgo sísmico de la cuenca mediterránea, seguida de Italia y Turquía. También encontramos zonas con un riesgo sísmico entre alto y moderado, de las que destacan especialmente la zona este de los Alpes (Eslovenia), Rumanía, el norte de Argelia y el sur y sudeste de España. Si bien la mayoría de los terremotos pueden afectar zonas turísticas por su gran capacidad destructiva poco tienen que ver con el cambio climático y, por tanto, se pueden generar políticas de prevención reduciendo su vulnerabilidad, como la tipología constructiva, la alerta de tsunamis, etc. Pero también hay que tener en cuenta que en algunos casos la actividad antrópica puede generar algún terremoto como es el caso de Lorca (González et al., 2012). Este se originó por la sobreexplotación de un acuífero donde la disminución de agua provocó un cambio de esfuerzos que hizo que la falla de Lorca se moviera. Por este motivo hay que estar alerta en la sobreexplotación de los acuíferos, que se produce debido a las sequías provocadas por el cambio en el clima, y que puede ser susceptible de causar terremotos.
Las diferentes fracturas o zonas de subducción de una placa por debajo de la otra generan ascenso del magma y volcanes en diferentes zonas del Mediterráneo. El mayor riesgo se da en la zona central (Italia) y en la Oriental (Grecia y Turquía), pero también hay volcanes en la costa mediterránea española, francesa y en el oriental, en Siria, Israel, Jordania, aunque estos últimos con un riesgo muy bajo o moderado. Alguna de estas erupciones puede afectar vuelos comerciales y destinos turísticos. Y los volcanes del Mediterráneo central y oriental ocasionalmente pueden provocar tsunamis, como ha sucedido ya en épocas históricas. Pero de momento no hay ninguna evidencia científica que relacione efectos del cambio climático con más o menos erupciones. Aún así no se puede descartar definitivamente que en el futuro no se encuentre alguna, debido a las causas globales y físicas que provoca el cambio climático, incluso en la corteza terrestre, como menos hielo, y por tanto el ascenso del terreno, o la sobreexplotación de acuíferos en sistemas hidrotermales volcánicos.
Conclusiones
El cambio climático generará cambios en los riesgos geológicos y en toda la cuenca mediterránea. Con mayor o menor medida estos afectarán tanto zonas costeras como de montaña y, por tanto, hay que prepararse y anticiparse a fin de reducir la vulnerabilidad que se puede derivar. Actualmente existen diferentes modelos de previsiones que se pueden tener en cuenta (Frihy y El-Sayed, 2013) para llevar a cabo una planificación territorial que disminuya este tipo de riesgos.
Mapa de afectaciones del temporal Gloria en el Delta de l'Ebre. Font: ICGC.
Hay que generar otro tipo de urbanismo en los paseos marítimos más expuestos; no dar permisos de obras en zonas inundables, aunque sean por periodos de muchas decenas de años; alertar de las condiciones de la nieve; regular el acceso a alta montaña; modelizar aludes y reubicar a zonas más seguras refugios y albergues. En definitiva, es necesario que la planificación turística tenga en cuenta el riesgo geológico, como también debe tener en cuenta la capacidad de carga, los recursos naturales como el agua que el territorio dispone, etc. Asimismo, hay que poner como ejemplo y buena práctica el acierto de no autorizar un festival que se quería hacer en un valle del Pirineo por posible riesgo por inundación (Rovira, 2019).
DEMOCRACIA Y RECURSOS NATURALES
El blog de Llorenç Planagumà
Sobre un sistema basado en el crecimiento y la competitividad como modelo y que nos lleva a un camino de desigualdad y agravamiento de la pobreza en todo el mundo, por el lucro y acaparamiento de las clases dominantes.
Licenciado en ciencias geológicas por la UAB, máster en gestión del medio ambiente y en gestión de ONG, miembro de Alba Sud, del Centro para la Sostenibilidad Territorial, activista por una Nueva Cultura del Territorio e implicado en las plataformas antifracking y Geólogos por la Sostenibilidad. Impulsor de la transparencia y la democracia en todos los ámbitos (organizaciones, empresas, administraciones,...).<br /><br />En este espacio pretendo aportar datos e información relacionada con los recursos naturales, la sostenibilidad y la igualdad. Las dinámicas actuales nos llevan al acaparamiento de los recursos por parte de una élite que pretende controlar el decrecimiento a escala global al haber alcanzado los límites geológicos y ecológicos de extracción de determinados recursos. Ante este contexto necesitamos fortalecer las democracias para que sean auténticas garantes de la soberanía popular y empoderarnos de este decrecimiento que llega sí o sí. Ante la crisis civilizatoria la democracia toma más sentido que nunca y debemos liberarla de quien la ha secuestrado.<br />