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16-02-2023

Trabajo informal en turismo: invisible y esencial

Gema Martínez-Gayo & Carla Izcara

El trabajo informal forma parte de la economía mundial y en el sector turístico no es una excepción. La invisibilidad y desprotección de esta fuerza laboral no la hace menos esencial para el funcionamiento del turismo, pero cabe preguntarse cuáles son las razones de su extensión y las alternativas existentes.


Crédito Fotografía: Imagen de Justin Brinkhoff en Pexels

El trabajo informal históricamente ha tenido un carácter estructural. Fenómenos como la globalización, las migraciones internacionales, los movimientos del campo a la ciudad o las políticas neoliberales han conformado su situación actual (Chant y Pedwell, 2008). La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que más del 60% de la población mundial, alrededor de 2 billones de personas, trabaja en la economía informal y que la mayoría lo hace al no tener la oportunidad de acceder a un empleo formal (OIT, 2018).

Economía informal

La OIT define economía informal como “todas las actividades económicas desarrolladas por los trabajadores y las unidades económicas que —en la legislación o en la práctica— están insuficientemente cubiertas por sistemas formales o no lo están en absoluto”. Esta no incluiría actividades consideradas ilícitas, como aquellas vinculadas a cualquiera de los procesos relacionados con bienes prohibidos por la legislación, ya sean armas, estupefacientes, trata de personas o blanqueo de capitales, entre otros. Asimismo, en la recomendación de la OIT núm. 204, se contempla que el trabajo informal podría contar con procesos de producción y empleo no registrados y que no se adherieran a las normativas legales a pesar de no llevar a cabo actividades consideradas ilícitas (OIT, 2015).Sonia Días, de Women in Informal Employment: Globalizing and Organizing (WIEGO), en el seminario “La mayoría Invisible I”, organizado por Transforming Tourism Initiative (TTI) el 22 de abril de 2022, explica que en un contexto urbano, la fuerza laboral informal se compondría, por ejemplo, de personas que viven del reciclaje y la venta ambulante en espacios abiertos, en casas propias o ajenas y personas que trabajan en hoteles, restaurantes, oficinas, pequeños talleres y tiendas.

En ese mismo seminario, Días expuso tres aspectosclave para comprender la magnitud de este trabajo. En primer lugar, la mayoría (entre el 50 y el 90 porciento) del total de la fuerza laboral en los países consideradosen desarrollo está empleada de forma informal. En segundo lugar, es más habitual que las mujeres estén insertas en la economía informal y en los empleos con condiciones más precarias. Por último, destacó que, por lo general, los ingresos son bajos en comparación a los riesgos asumidos. Esto último se debe a que en la economía informal se carecen de condiciones formales de contratación y de regulación para la fuerza de trabajo, lo que facilita una precarización laboral y la limitación de los derechos para la fuerza laboral. A esto se podría añadir que encontrarse “fuera” de lo legalmente establecido incrementa los riesgos laborales, limita el acceso a la participación sindical y a la protección social (Regalado-Calanche et al., 2021). En lo referente a la protección social, cabe destacar que pueden quedar excluidas de los instrumentos de asistencia social al percibir ingresos que hacen que no cumplan con los requisitos exigidos. No obstante, estas ganancias son inestables y reducidas, situando a  estas personas en una difícil situación.

hombres construccin en Costa Rica

Trabajo de la construcción en Jacó, Costa Rica. Imagen de Ernest Cañada. 

Más allá de las diferencias existentes entre los regímenes de los estados de bienestar en Europa puede decirse que, en mayor o menor medida, los derechos y obligaciones de la ciudadanía están muy vinculadas a las relaciones de trabajo. De manera que esta accede a la seguridad social y a una serie de servicios, pero también debe contribuir con trabajo.

Esta conceptualización ha generado numerosas críticas, entre ellas las del feminismo al reivindicar que este modelo no tiene en cuenta las barreras que presentan las mujeres en el acceso al mercado laboral. A este aspecto debemos sumar el aumento de la importancia del empleo informal en algunas regiones del mundo, que, por ejemplo, en el Sur Global se manifiesta a través de la existencia de personas que nunca han tenido un empleo en condiciones de formalidad. En los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), crecen las cifras de empleos atípicos y aumenta la precariedad laboral. Tanto el empleo informal como la precariedad laboral suponen el aumento del número de trabajadoras y trabajadores con bajos ingresos y que carecen, en algunos casos, de la protección social necesaria (Alfers et al., 2018). De hecho, el no tener seguridad social limitó el acceso a coberturas y protecciones antes de la llegada de la pandemia de COVID-19. Esta crisis sanitaria ha supuesto un incremento en la desigualdad y precariedad de las personas en trabajos informales, especialmente en aquellos casos en los que era la única posibilidad de poder subsistir (Regalado-Calanche et al., 2021). Algunos de los impactos económicos y sociales derivados de la crisis fueron abordados durante el segundo seminario organizado por TTI “La mayoría invisible II” sobre la autoorganización dentro trabajo informal.

Sector turístico e informalidad

El turismo es uno de los sectores que destacan por la importancia de la economía no declarada o informal (Regalado-Calanche et al., 2021). Sin embargo, la docente e investigadora Rosa Codina, ponente en el seminario “La mayoría invisible I”,expuso que “no hay estadísticas disponibles en la mayoría de países y a su vez no se hace distinción por género”. La elevada estacionalidad de muchas de sus actividades, el incumplimiento de la normativa en algunos casos o la falta de organización, son algunas de las razones que la OIT destaca para que el turismo actúe muchas veces entre la economía formal e informal. Esto afecta especialmente a colectivos más vulnerables como son las mujeres, la fuerza laboral más joven y la migrante. Su carácter informal supone que carece de apoyos por parte del Estado y que no pueden acceder a ayudas especialmente necesarias como en el caso de la pandemia que ya adelantabamos anteriormente. La mayoría de estos trabajadores y trabajadoras se encuentran en las actividades de alojamiento y restauración, pero también ejercen de guías sin licencia, taxis y otros transportes sin tarifas, etcétera (Regalado-Calanche et al., 2021).

En el caso de las mujeres, su participación en el mercado de trabajo se ve entorpecida por numerosas barreras entre las que encontramos las responsabilidades de cuidados dentro del hogar familiar (Alfers et al., 2018). Por ello, Codina, explica que para las mujeres de zonas rurales que trabajan en el sector turístico informal, se acepta con mayor facilidad su incorporación al mundo laboral desde la informalidad, ya que puede ser a tiempo parcial, desde casa y facilita seguir respondiendo a las demandas del trabajo doméstico. Así, se valoraría la flexibilidad horaria, la independencia y las bajas barreras de entrada. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), coincide con estos resultados de investigación y destaca la contribución de la economía informal a la creación de puestos de trabajo, y específicamente en el caso de las mujeres, dada su mayor vulnerabilidad y díficil acceso al mercado de trabajo.

A pesar de esto, las labores que ejercen estas trabajadoras en muchas ocasiones pasan inadvertidas o se consideran “invisibles”. El trabajo en el servicio doméstico es quizás el más conocido, pero se incluiría también la colaboración en empresas familiares de reducido tamaño, el trabajo a destajo en el domicilio, el empleo precario o sin remuneración. De este modo, la incorporación al sector turístico informal familiar podría profundizar en las desigualdades basadas en el género, la raza, clase social y orientación sexual (Chant y Pedwell, 2008). De la misma manera que dificulta el acceso a formación, a la seguridad social, a la protección asociada a esta, limita la capacidad de organización y la defensa de sus derechos (Chant y Pedwell, 2008; Moreno y Cañada, 2018). También afecta negativamente a sus salarios y aumenta su vulnerabilidad a la par que incrementa el riesgo de padecer violencia de género, problemas de seguridad y salud o condiciones de trabajo peligrosas, entre otros aspectos (Chant y Pedwell, 2008).

Otro ejemplo que plasma esta dicotomía es el caso de la India, dónde el turismo supone una oportunidad de empleo estacional para un gran número de mujeres que se ubican en la economía informal a través de la prestación de servicios o venta de artesanía, recuerdos, comida, etcétera, en las calles cercanas a los parques, museos o templos (Singh et al., 2012). Para ellas ha supuesto la ocasión de poner en marcha sus negocios sin disponer de un capital importante. Pero, a pesar del gran peso en cuanto a prestación de servicios y económica que supone para la zona, no se tiene en cuenta a la hora de llevar a cabo las políticas de planificación turística, con todo lo que ello supone. No se las reconoce y, por tanto, tienen problemas a la hora de obtener licencias, pueden confiscarles la mercancía, sus ingresos son inestables, se ven obligadas a trabajar en zonas inseguras o insalubres y a evitar las amenazas, y multas, de la policía de tráfico (Singh et al., 2012).

En el caso de la fuerza laboral más joven resulta significativa la investigación realizada por Obispo-Salazar y Pedraza Álvarez (2021) sobre el acceso de jóvenes entre 19 y 27 años, de Santa Marta (Colombia) al empleo informal del sector turístico. Estas actividades cuentan, en la zona, con un peso destacable de informalidad y las personas jóvenes suelen acceder a puestos de promoción e información. De esta extrajeron la conclusión de que, entre otras razones, el hecho de poseer unos niveles educativos bajos ejercía influencia en este proceso. Esta juventud suele acceder a dichos empleos informales a través de gente de su entorno como familiares o amigos. Por lo tanto, el acceso y luego permanencia en dichos puestos informales está influida por las vivencias de personas de confianza. Además de esta motivación, encuentran otros beneficios para mantenerse en estas actividades informales. Por ejemplo, de flexibilidad, de autonomía y a nivel económico. Pero también porque el no tener una formación específica no les supone una barrera para acceder y continuar en el trabajo (Obispo-Salazar y Pedraza-Álvarez, 2021).

Pandemia y cambios necesarios

La extensión de la pandemia supuso un duro golpe para el sector turístico y su fuerza laboral, muy especialmente para aquella que estaba empleada de manera informal. En el año 2019, según la nota técnica de Efraín Quicaña para la OIT, en América Latina y el Caribe, el peso del empleo informal era mayor en el sector turístico que en su economía en general. La rama de hotelería y restauración aporta una parte importante de esta fuerza de trabajo en condiciones de informalidad, con variaciones entre regiones que van desde algo más del 56% en Argentina a casi un 78% en Colombia. La llegada de la COVID-19 ha modificado la tendencia habitual de la zona, de que en épocas de crisis y recesión, se incrementaba el empleo informal sobre el empleo total, sirviendo de refugio en épocas especialmente duras de desempleo. En este caso los datos muestran que en el momento más duro de esta se registró una caída mayor de la informalidad, lo que afectó especialmente a trabajadores de zonas rurales, jóvenes y mujeres.

Dos vendedores ambulantes en el continente asiatico

Imagen de Shourav Sheikh en Pexels

Más allá de los efectos de la pandemia, lo cierto es que las personas que trabajan en empleos informales llegan a ser incluso la mayoría de la fuerza laboral en algunos territorios, por tanto, para favorecer su situación se debe comenzar por incluirlas en los procesos de toma de decisiones a todos los niveles. Desde la OIT, al recomendar una transición de la informalidad a la economía formal inciden en la importancia de tener en cuenta la amplia variedad de circunstancias, características y necesidades de esta fuerza laboral. Y destaca especialmente aquellas personas con discapacidad, jóvenes, mujeres, migrantes, afectados por VIH o personas empleadas en la agricultura de subsistencia y el trabajo doméstico, dada su vulnerabilidad. Por tanto, además de aumentar la protección para reducir riesgos y su participación, desde WIEGO creen fundamental invertir en infraestructura básica para que estas personas puedan ejercer sus trabajos y dar soporte financiero y de desarrollo empresarial, así como ofrecer transporte público asequible para facilitar su desplazamiento durante la jornada laboral.Asimismo, desde WIEGO reclaman la creación de puntos de venta seguros para poder ejercer la venta ambulante, a la vez que se permitan actividades comerciales en viviendas para facilitar el trabajo de las personas que ejercen su profesión desde casa, y el reconocimiento de sus organizaciones y trabajos con su protección social correspondiente. 

Finalmente, no se puede hablar de trabajo informal sin tener en cuenta cómo influye el racismo institucional y social. En el seminario “La mayoría invisible II”, Lamine Sarr, fundador del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes y propulsor de la marca TopManta, explicaba cómo la mayoría de trabajadores informales en Barcelona son de Senegal, Bangladesh y Pakistán y se encuentan en una situación administrativa no regular. Su estado les empuja a trabajar en la economía informal como jornaleros, chatarreros o vendedores ambulantes, trabajo de alto riesgo debido a la persecución “brutal y desproporcionada”, en palabras de Lamine, de la policía. Para el Sindicato, fundado en 2015, un requisito esencial para mejorar la situación de estas personas es modificar la Ley de Extranjería española, ya que “si no tienes los papeles es como que no existes: estás excluido del sistema social, laboral y sanitario”, declara Lamine.

Conclusiones

El tema que ocupa este artículo es de máxima prioridad por qué, en primer lugar, estamos en un contexto de crecimiento de la economía informal, tanto en países considerados pobres o de renta media, como en los clasificados como ricos. En segundo lugar, conocemos que la economía informal representa un volumen sustancial de la producción económica aunque su contribución sea muy difícil de cuantificar. En particular, en el sector turístico, los trabajadores y trabajadoras informales tienen un papel de peso, ya sea en empresas formales como no regladas.

Esta falta de regulación es preocupante, ya que dificulta “asegurar la protección de las condiciones de trabajo, salarios y niveles aceptables de salud y seguridad laboral” (Employment Conditions Network, 2010:173). Asimismo, a pesar de que el trabajo informal carece de cobertura social, creemos que es indispensable no perseguir a sus trabajadores y trabajadoras, ya que en ocasiones supone su única via de subsistencia y posibilidad de independencia económica. Por ello, la administración tiene que ser flexible y favorecer la autoorganización de estas personas en pro de mejorar sus condiciones de trabajo.

Finalmente, recordar que esta lucha no se puede ver desligada de otras como la feminista y antirracista, desde la reivindicación de la valorización del trabajo doméstico, hasta la reforma de las políticas migratorias que empujan a muchas personas, en particular mujeres racializadas y jóvenes, a vivir en la informalidad.

 

Referencias:
Alfers, Laura, Lund, Francie y Moussié, Rachel (2018). Informal Workers & The Future of Work: A Defence of Work-Related Social Protection(WIEGO Working Paper nº37). WIEGO.
Chant, Sylvia y Pedwell, Carolyn (2008). Las mujeres, el género y la economía informal:
Employment Conditions Network (2010). Empleo, trabajo y desigualdades en salud: una visión global. Icaria Editorial.
Moreno Alarcón, Daniela y Cañada Mullor, Ernest (2018). Dimensiones de género en el trabajo turístico. Alba Sud Editorial.
Obispo-Salazar, Kelly y Pedraza-Álvarez, Lilibeth Patricia (2021). Inserción al mercado de trabajo informal en jóvenes del sector turismo. Duazary, 18(3), 69-81.
Organización Internacional del Trabajo (OIT) (2018). Women and Men in the Informal Economy: A Statistical Picture. International Labour Office.
Recommendation concerning the transition from the informal to the formal economy. R204 - Transition from the Informal to the Formal Economy Recommendation, 2015 (No. 204), 104 sesión ILO en Ginebra, 12 de junio de 2015.
Regalado-Calanche, Dubys, Obispo-Salazar, Kelly y Rosero-Sarasty, Oscar (2021). Hotelería y trabajo informal en el sector turismo: una reflexión en tiempos de Covid-19. Clío América, 15(29), 676-684.
Singh, Surabhi, Repnik, Ulrike, Chanchani, Aditi, Seshadri, Swathi y Viswanath, Rosemary (2012). Women Street Vendors & Tourism. Negotiating Lives and Spaces. Equations.
 
Este artículo se publica en el marco del proyecto “Reactivació turística post-COVID19: alertes contra l’increment de desigualtats globals. 1a Fase”, ejecutado por Alba Sud con el apoyo de la ACCD (convocatoria 2021).

DE TURISMO Y PRECARIEDAD

El blog de Gema Martínez-Gayo

Sobre el análisis del empleo turístico desde una perspectiva de género

Investigadora social y Doctora en Análisis de Problemas Sociales. Mis líneas principales de investigación se centran en el análisis de la precariedad laboral y el género en el ámbito turístico. Esto se plasmó en varios artículos de esta temática y en mi tesis doctoral “Precariedad laboral y social en la industria turística española: el caso de las camareras de piso”. En este blog se hablará de las condiciones laborales de diferentes ocupaciones turísticas, especialmente las desempeñadas por mujeres, desde una perspectiva crítica.

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