05-12-2024
Calidad del empleo en servicios de hospedaje temporal en tres destinos turísticos de México
Gema Martínez-Gayo | Alba SudCompartimos el prólogo que tuve la oportunidad de realizar para el libro “Calidad del empleo en servicios de hospedaje temporal en tres destinos turísticos de México”, coordinado por Karla Susana Barrón Arreola y Luis Ramón Moreno Moreno y editado por la Universidad Autónoma de Baja California (México).
Crédito Fotografía: Portada del libro
El libro se estructura en siete capítulos en los que el grupo de investigación analiza la calidad del empleo turístico en México. Para ello implementaron un cuestionario a trabajadoras y trabajadores de hospedaje temporal, principalmente, de las zonas de Riviera Maya, Los Cabos y Riviera Nayarit. En él se introdujeron las dimensiones asociadas a la calidad del empleo determinadas a través del estudio de varias fuentes de información, lo que permitió elaborar un instrumento unificado para la obtención de datos, y posteriormente, realizar un análisis comparativo. El resultado es una aproximación a la situación de esta fuerza laboral que permite profundizar en el conocimiento de aspectos como la generación de empleo, las desigualdades de género en el ámbito laboral, las diferencias salariales o las dificultades que genera que ciertas normas tengan un carácter voluntario, entre otros.
Se puede acceder y descargar gratuitamente el libro en el siguiente enlace: Barrón Arreola, Karla Susana y Moreno Moreno, Luis Ramón (2024). Calidad del empleo en servicios de hospedaje temporal en tres destinos turísticos de México. Universidad Autónoma de Baja California.
Portada del libro
Prólogo
Los efectos positivos del sector turístico sobre la economía suelen enfatizarse al destacar su aportación al Producto Interior Bruto (PIB) del país, su papel como generador de puestos de trabajo, especialmente entre los colectivos laborales más vulnerables, o su influencia a la hora de lograr el desarrollo en zonas en crisis y escapar así de la pobreza.
Todos estos argumentos son esgrimidos con tanta fuerza que parece casi una afrenta el hecho de cuestionarse que la totalidad de los resultados obtenidos sean igualmente positivos para la sociedad. Poco se tiene en cuenta las consecuencias de la masificación y sobrefrecuentación de espacios, la cantidad de basura o contaminación que puede generar o las condiciones en las que se encuentra la fuerza laboral turística de muchos territorios.
El empleo en general ha evolucionado mucho en las últimas décadas. Especialmente importante, por sus consecuencias, fue la tendencia desde los años ochenta hacia la flexibilización laboral y la pérdida de seguridad para las trabajadoras y los trabajadores. Desde entonces, y con variaciones dependiendo del ámbito geográfico, asistimos a la extensión de una precarización laboral que afecta cada vez a un mayor número de personas. Empleos temporales, a tiempo parcial, subcontrataciones, menores salarios, pérdida de derechos y donde el trabajo a tiempo completo para toda la vida deja de ser la opción predominante. Se generaliza el uso de términos como “trabajadores pobres”, “precariado”, “empleos atípicos”, “trabajo decente”, reflejando con todos ellos la preocupación por la calidad del empleo. Este es cada vez más inestable, genera incertidumbre, estrés o enfermedad y ha dejado de ser garante de unas condiciones de vida que alejan el peligro de caer en situaciones de pobreza. El sector turístico no es ajeno a esta tendencia, con el aumento de la carga laboral, horarios frecuentemente extendidos fuera de la jornada laboral sin compensación alguna, distintas remuneraciones y derechos entre el personal que realiza las mismas tareas dentro de la organización, entre otros aspectos.
Es por lo que el caso mexicano, lugar en el que se centra el análisis del presente libro, resulta de tanto interés. No hay que olvidar que México fue el séptimo destino preferido del mundo en 2018 para la llegada de turistas internacionales, los cuales alcanzaron la cifra de los 41 millones según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT) (2019). Esto sin duda supuso unos importantes beneficios económicos, constituyó una parte importante del PIB nacional, de él se derivaron importantes cantidades de divisas e ingresos públicos por no hablar de su destacado papel como generador de empleo, al ser un sector intensivo en mano de obra. De lo que se habla menos es de la excesiva dependencia de ciertas regiones a su curso, de los impactos negativos en los recursos naturales de la región y en el bienestar de las poblaciones locales. Lo que supuso en algunos casos el aumento de la precariedad laboral, de la desigualdad social o el incremento de riesgo de pobreza entre su población (Rubí-González y Palafox-Muñoz, 2017).
En lo referente al empleo, además de la tendencia general expuesta con anterioridad, es preciso describir algunos aspectos que ayudan a entender mejor la situación laboral en el sector turístico mexicano. La crisis económica de los años ochenta también golpeó este territorio y se intentó superar a través de unas modificaciones legislativas que implicaron la dotación de mayor libertad para el empresariado en detrimento del gobierno, que perdía parte de su influencia y capacidad de protección (Rubí-González y Palafox-Muñoz, 2017). Durante esa década y la siguiente el tener un empleo dejaba de ser garante de estabilidad económica y de salvaguarda de la pobreza, lo que dio lugar al incremento de personas que podrían considerarse “trabajadores pobres”. Años después, la reforma laboral del año 2012 favoreció la aplicación de medidas de flexibilización del trabajo. Hablamos de la implementación de jornadas extensas o reducidas, el uso de la externalización, los empleos de temporada, pagos por hora etcétera. Todos ellos aspectos que dejan a la fuerza laboral desprotegida, en una situación de incertidumbre y precariedad y que no encajan con los objetivos de promover un empleo decente (Rubí-González y Palafox-Muñoz, 2017).
Trabajadora de un restaurante. Imagen de Louis Hansel en Unsplash
La contratación temporal aumenta la inestabilidad y obliga a adaptarse continuamente a cambios en los horarios, tipos de tarea o centros de trabajo (Amable et al., 2001; Lindón, 2003). Esto se ve favorecido también por la extensión de la externalización, que consiste en la contratación o subcontratación de los servicios de una empresa que se responsabilizará de una determinada obra o servicio a través de la aportación de los medios necesarios para realizarla y, también, con su propia plantilla de trabajadoras y trabajadores (Cañada Mullor, 2016). Esta se ha extendido en los últimos años y estimula la flexibilidad laboral pues, más allá de las diferencias que puede haber en su aplicación, suele suponer un ahorro en costes para la empresa principal que además cuenta con una mayor libertad para contratar y prescindir de sus trabajadores a conveniencia. Esto se traduce en un aumento de la inseguridad e inestabilidad en el empleo, la intensificación de los ritmos de trabajo, la fragmentación de las plantillas, el empeoramiento del estado de salud o un debilitamiento de la acción sindical y la defensa de derechos (Cañada Mullor, 2016). Todo ello puede generar malestar e insatisfacción entre la fuerza laboral, lo que es especialmente grave en las actividades hoteleras ya que, como bien describen en el presente libro, se caracterizan por ser intensivas en mano de obra.
Esos síntomas de precariedad laboral se encuentran suficientemente asentados como para afirmar que distan de ser algo meramente coyuntural. Lo que sí conviene precisar es que mujeres y hombres la experimentan con diferencias en cuanto a intensidad. Ellas la soportan desde hace más tiempo, y de manera más intensa, dada la conceptualización tradicional de que su empleo fuera del hogar era algo secundario o complementario al cabeza de familia. El capitalismo institucionalizó la separación de tareas “reproductivas” poco valoradas y gratuitas y las “productivas” para las que se presuponía habilidades y eran recompensadas. Estas últimas recaían en los hombres y las primeras, subordinadas a estas, en las mujeres, lo que suponía opresión para las mujeres (Arruzza et al., 2019). A pesar de que el imaginario cambió con los años y el sueldo de las mujeres se volvió en muchos casos imprescindible, lo cierto es que esto no implicó que se revalorizara o se diera importancia a su labor en el hogar, la cual continúan desempeñando. La mujer se incorporó al mercado laboral, también en el turismo, en ocupaciones que son una extensión de estas tareas domésticas. El caso concreto de las actividades de alojamiento, al igual que ocurre en otros subsectores turísticos, supuso arrastrar con ello la desvalorización de estas y ahondar en la segregación organizacional, concentrándolas en los puestos más bajos de la jerarquía ocupacional, sin reconocimiento, menores salarios (Pureell, 1997; Kalisch y Cole, 2022) o con mayores probabilidades de sufrir algún tipo de comportamiento violento como acoso sexual o laboral (Martínez-Gayo, 2022).
Lo cierto es que, para poder evitar todas estas situaciones, que muchas veces quedan ocultas bajo unas promesas de desarrollo económico y empleo, son necesarios datos fiables que permitan detectar las desigualdades sufridas en determinados territorios o por los colectivos más vulnerables. Aunque cada vez se avanza más en su disponibilidad, no resulta infrecuente que las cifras no aparezcan desagregadas por género, no se cuenta con cohortes de edad lo suficientemente detallados o se carezca de referencias suficientes en ciertos lugares. Esto crea importantes lagunas a la hora de conocer la situación real de la fuerza laboral y de justificar un cambio en la misma. A pesar de lo importante que resulta el contar con información precisa sobre la calidad del empleo debemos añadir aún otra dificultad más, la falta de una definición universalmente aceptada de este término, lo que complica su estudio e impide realizar comparaciones. Y es en este punto donde las autoras y los autores de este libro han realizado un notable esfuerzo para suplir ese vacío sobre la situación de las condiciones laborales en las actividades hoteleras mexicanas.
Resort en la costa del caribe mexicano. Imagen de Christian Lambert en Unsplash
Esta obra supone un aporte importante de cara a la creación de un instrumento que permita uniformizar los resultados para su estudio comparado, a la par que se muestra eficaz como herramienta para clarificar la situación e intentar modificarla. De su lectura puede extraerse que las características de los empleos turísticos de estas zonas con frecuencia distan de encajar en la definición de empleo digno recogida por la propia Ley Federal del Trabajo de México. La inclusión de aspectos como la capacitación, el clima laboral o la igualdad efectiva en el puesto nos muestran la situación de unas trabajadoras y trabajadores que, a pesar de ser el activo más importante de esta industria turística, experimentan incertidumbre, exceso de carga laboral o bajas remuneraciones, etcétera. Todos estos aspectos deben ser combatidos de manera clara y precisa desde el Estado y también desde el propio sector, ya que se muestran persistentes en el tiempo y no se pueden achacar exclusivamente al impacto de la pandemia. Esta última no puede servir de excusa para el “todo vale” en favor de la recuperación económica. El modo en que se produzca esta adaptación y los efectos que tenga en las plantillas de los alojamientos son sin duda otro tema más a evaluar en el futuro.
En definitiva, la publicación de este estudio muestra la preocupación e interés de estas investigadoras e investigadores por mejorar las condiciones de trabajo y la calidad de vida del personal de los hoteles. En sus páginas se da respuesta a uno de los requisitos para intentar eliminar la precariedad laboral, que es el disponer de unos datos suficientemente claros y desagregados que permitan detectar desigualdades y vulnerabilidades, lo que facilita que las instituciones públicas visualicen esos problemas y puedan implementar una respuesta efectiva. Las actividades de alojamiento, y el sector turístico en general, deben poder garantizar un trabajo digno para su fuerza laboral, que es en la que basa gran parte de su éxito, y las personas responsables de este libro han dado un paso más para avanzar hacia ese objetivo.
DE TURISMO Y PRECARIEDAD
El blog de Gema Martínez-Gayo
Sobre el análisis del empleo turístico desde una perspectiva de género
Investigadora social y Doctora en Análisis de Problemas Sociales. Mis líneas principales de investigación se centran en el análisis de la precariedad laboral y el género en el ámbito turístico. Esto se plasmó en varios artículos de esta temática y en mi tesis doctoral “Precariedad laboral y social en la industria turística española: el caso de las camareras de piso”. En este blog se hablará de las condiciones laborales de diferentes ocupaciones turísticas, especialmente las desempeñadas por mujeres, desde una perspectiva crítica.