15-04-2025
¿Turismo en el Parque Agrario de la Conca d’Òdena? Conocer para poder valorar
Raül Valls | Alba SudLos parques agrarios son espacios paradigmáticos para combinar las actividades agroganaderas y las prácticas de ocio turístico de proximidad. El Parque Agrario de la Conca de Òdena (Catalunya), nacido en 2017, impulsa un modelo de turismo rural complementario a la actividad agraria y ganadera.
Crédito Fotografía: Parc Agrari de la Conca d'Òdena.
El Parque Agrario de la Conca de Òdena en la comarca de la Anoia es uno de los muchos proyectos que están surgiendo en Cataluña con la voluntad de revitalizar un sector primario que ha sufrido durante años las acometidas de la agroindustria. Hacerlo implica articular y planificar la economía del territorio para potenciar la producción agrícola local y fortalecer a un campesinado que quiere producir alimentos saludables y de proximidad.
Cómo queda definido en el Plan de gestión y desarrollo del Parque Agrario de la Conca de Òdena, un parque agrario es “... una herramienta de dinamización territorial y económica que tiene que servir para gestionar y dinamizar un espacio agroforestal determinado y todas las actividades que se desarrollan, incidiendo positivamente en tales actividades y en los servicios ecosistémicos proporcionados por el territorio al conjunto de la población” (PDG del Parc Agrari d’Òdena, 2022).
La Política Agraria Común (PEC) de la Unión Europea nace en 1962, y ha tenido entre sus objetivos principales la protección de los espacios agrarios del continente. Especialmente, desde los años ochenta ha promovido la creación de parques agrarios. Si bien en España la figura legal que les da cobertura es de 1993, en Cataluña no fue hasta el 2019 que la Ley de espacios agrarios (todavía para desplegar) les dio reconocimiento.
Así, en Cataluña contamos con una serie de parques agrarios, impulsados especialmente por la Diputación de Barcelona, institución que ha apostado por incluir esta figura dentro de sus espacios naturales protegidos. Un ejemplo pionero es el Parque Agrario del Baix Llobregat, creado el 1998, que se encuentra dentro del área metropolitana de Barcelona y alcanza más de tres mil hectáreas o el Espacio Rural de Gallecs en la comarca del Vallès, con 733 hectáreas y nacido en 2000. Otros parques son el Espacio agrario de la Baja Tordera en el norte de la comarca del Maresme fundado el 2022, el Parque rural de Montserrat nacido el 2006 o el Parque rural regional del Prepirineo catalán el 2022. Estos espacios han sido creados con la voluntad de mejorar la preservación y la biodiversidad de los entornos rurales y naturales, gestionarlos de forma adecuada y promoverlos económicamente, poniendo el valor sus productos agrícolas y ganaderos.
Los Parques Agrarios han sido una respuesta a las políticas agrarias impulsadas a escala global después de la II Guerra Mundial. Estas, bajo la consigna de la “Revolución Verde”, supusieron un fuerte desencaje territorial de la actividad agraria llevando a la extinción de la vieja gestión integrada del territorio. Una mal llamada “revolución” que llevó a la industrialización masiva de la agricultura, la extensión del monocultivo, en muchos casos orientado a la exportación, la pérdida de biodiversidad agrícola y ganadera y la introducción de agroquímicos con graves consecuencias ambientales para las tierras, para las masas de agua continentales y oceánicas, la salud de los ecosistemas y de rebote a la humana.
Los parques agrarios son espacios adecuados para recuperar la riqueza en conocimientos ancestrales del campesinado, incorporando las aportaciones que nos ha proporcionado la moderna ciencia ecológica: el retorno a una diversidad y rotación de cultivos, la transición hacia un modelo agrícola y ganadero ecológico y la voluntad de recuperar un mosaico agroforestal y paisajístico que, como defiende el catedrático y experto en historia agraria, Enric Tello, “hemos heredado de las viejas culturas campesinas y son particularmente buenos en su capacidad de acoger biodiversidad y de ofrecer corredores ecológicos viables” (Tello, E. 2006).
El Parque Agrario de la Conca d’Òdena
En 2017 nace el Parque Agrario de la Conca d’Òdena con el objetivo de convertirse en un instrumento para el desarrollo económico y la dinamización territorial del sector primario en esta comarca de la Cataluña central. El proyecto de parque quería coordinar, alrededor de la producción agraria y ganadera, sectores como la industria de transformación alimentaria, el comercio local, el turismo rural y la restauración. El objetivo era concienciar a la población local sobre el valor agrario de su territorio y orientar el desarrollo hacia un modelo de producción y consumo ecológicamente sostenible.
El parque incluye un núcleo central con 16 municipios, que alcanzan 396,19 km² y con una población de 83.602 habitantes (Idescat, 2022), la mitad concentrados en la capital de la comarca, Igualada (41.466 habitantes el 2024).
Font: Parc Agrari de la Conca d'Òdena.
El objetivo declarado del proyecto es la producción de alimentos de calidad y para el consumo de proximidad, respondiendo así a las necesidades que impone la crisis ecológica y uno de sus principales síntomas: el cambio climático a consecuencia de un calentamiento planetario provocado por causas antrópicas. Es por eso que el parque tiene una visión transversal: quiere incluir todos los sectores económicos del territorio, fomentar la soberanía alimentaria, proteger el mosaico agroforestal, generar contextos que mejoren la resiliencia del sector y que sean acordes con la transición ecosocial que hay que llevar a cabo.
Para cumplir con estos ambiciosos objetivos el parque se plantea cinco retos:
- Tener unas explotaciones agrarias y ganaderas económicamente viables.
- Contar con un mercado de consumidores de proximidad que puedan acceder a productos de calidad.
- Fomentar que los comercios y restauradores locales tengan acceso y utilicen la producción del parque.
- Favorecer la innovación tecnológica y la diversificación de los cultivos.
- Promover un turismo de proximidad bajo la premisa que para valorar hay que conocer.
Y para lograrlos, y en consonancia con estos, se definen también cinco líneas estratégicas:
- Preservar, fomentar y diversificar la actividad agraria.
- Fomentar la cadena de valor agroalimentaria local.
- Incrementar y facilitar el acceso al producto local.
- Actuar por un territorio sostenible.
- Concienciar, comunicar y promocionar.
Para impulsar estos retos y líneas estratégicas el parque agrario se ha dotado desde 2023 del sello distintivo “Producto del Parque Agrario de Òdena”, que da la garantía que los alimentos comercializados se han elaborado con productos del parque, exceptuando aquellos ingredientes secundarios que no es posible producirlos a escala local, como por ejemplo el azúcar, la pimienta o la canela. Los productos tienen que garantizar toda una serie de requisitos, regulados por un detallado reglamento, de sostenibilidad, proximidad, calidad, tradición y trazabilidad, implicando un impacto positivo para la economía local, el medio ambiente y la identidad territorial.
Uso recreativo y turístico de los parques agrarios
La voluntad de desarrollar prácticas turísticas se encuentra presente de forma implícita o explicita en los parques consolidados a pesar de que varían las modalidades. El Parque Agrario del Llobregat, situado dentro del área metropolitana de Barcelona, y por tanto expuesto a todo tipo de riesgos y presiones a causa de esta ubicación, hace hincapié en una fuerte ordenación del uso público del espacio y lleva a cabo una estricta regulación de los lugares visitables y de las formas de acceder. Por otro lado, ha desarrollado un fuerte impulso de los mercados de campesinos que comercializan los productos en los municipios incluidos en el parque y hacen promoción en su Web de los restaurantes que los incluyen en sus menús.
Font: Parc Agrari del Baix Llobregat.
El Espacio de Gallecs ha optado para dar importancia a la potencialidad pedagógica de las visitas, dirigidas especialmente a las escuelas, y donde la centralidad temática está en la difusión de la agricultura ecológica, el conocimiento de la fauna y la flora, el uso de las energías renovables, la gestión del agua y de los residuos.
El Parque Agrario de la Baja Tordera propone rutas para conocer el espacio, visitas a granjas que comercialicen sus productos y publicita los restaurantes locales que los utilicen, a la vez que divulga recetas cocinadas con ellos.
Finalmente, el Parque Rural de Montserrat es el que cuenta con una propuesta turística más convencional, y con una vinculación más tangencial con la producción agraria, y donde el paisaje y los espacios naturales juegan el papel central, ofreciendo un amplio abanico de experiencias de ocio: rutas senderistas y cicloturistas, patrimonio cultural y tradiciones, aventura, meditación y salud, etc.
Por lo tanto, ante la diversidad de espacios rurales tenemos también diversidad de propuestas de uso turístico. Aunque, mayoritariamente estas giran alrededor de la producción de alimentos y se orientan hacia la promoción de modelos agroecológicos, basados en la recuperación de la biodiversidad de cultivos y del viejo mosaico agroforestal que con el modelo industrial desapareció.
¿Turismo en el Parque Agrario de la Conca d’Òdena?
El Colectivo Eixarcolant, con sede en Jorba, junto con el Consell Comarcal de l’Anoia, uno de los municipios del espacio agrario, ha sido el núcleo de la gestión y dinamización técnica que ha impulsado el Parc Agrari de la Conca d’Òdena. Este colectivo, que nació con la voluntad de impulsar la recuperación de antiguas semillas para evitar su pérdida definitiva, se ha convertido en un proyecto que tiene como objetivo la dinamización y el desarrollo rural, y como ellos mismos declaran en su web, “trabajamos para desarrollar un modelo de producción, distribución y consumo de alimentos y de desarrollo económico más sostenible, ético y justo”. Desde esta recuperación de antiguas variedades de cultivo proponen el fomento del consumo de los productos locales y de temporada, hacer viable económicamente y dignificar el trabajo de los y las campesinas, reactivar la vida rural y promover la biodiversidad como forma de combatir el cambio climático. Para desarrollar el incipiente proyecto turístico del Parque Agrario de Òdena, colabora la empresa Anoia Patrimoni, con sede en Igualada, la capital comarcal y dedicada a la gestión de espacios patrimoniales e históricos y que ofrecen servicios de gestión integral, atención al visitante, guiaje, administración y comunicación.
El turismo es visto por los dinamizadores del parque como una oportunidad para dar a conocer y fortalecer el proyecto de parque agrario. Cómo afirma contundentemente Daniel Gonzàlez de Anoia Patrimoni, “aquello que no se conoce, no se valora ni se aprecia”. Por lo tanto, se quiere abordar la actividad turística desde una vertiente decididamente educativa, puesto que dentro del parque agrario se puede canalizar un acceso más organizado y dirigido a favorecer este conocimiento y, por otro lado, es una forma de potenciar la comercialización de las producciones por parte de los y las campesinas y ganaderas del parque. Cómo explica Jana Peters de Eixarcolant, “el desconocimiento sobre la producción agraria y el mundo rural es generalizado y, desgraciadamente, no solo en entornos que consideramos propiamente urbanos, también en pueblos rurales donde hay un acceso inmediato en los espacios agrarios”. Por lo tanto, desde Parque Agrario de la Conca d’Òdena entienden que divulgar conocimiento sobre el mundo rural es fundamental si se quiere garantizar su viabilidad económica y un futuro para la vida rural.
La comarca de la Anoia, y sobre todo Igualada, su capital, ha estado fundamentalmente una región industrial, próxima y muy conectada con el área metropolitana de Barcelona, pero se ha mantenido fuera de los territorios catalanes donde el turismo ha sido un sector importante, y esto, como afirma Daniel Gonzàlez de Anoia Patrimoni, “juega a favor nuestro porque podemos construir una cosa nueva, ordenarla y ponerla al servicio de la actividad agrícola y ganadera y no al revés”. A partir de esta voluntad de ordenar, y no dejar que el turismo se desarrolle solo a partir de sus propias lógicas, se quiere impulsar, como nos explica Jana Peters, “la elaboración de un catálogo de actividades turísticas para las visitas al parque agrario donde se hagan propuestas de un día, o más de uno, donde combinamos prácticas, que ya se realizan actualmente, como rutas en bicicleta o en marcha nórdica con visitas a productores con una cata incluida, comer en un restaurante que trabaja con productos locales y conocer lugares del patrimonio cultural e histórico de la comarca, etc.”.
Rutafast. Font: Parc Agrari de la Conca d'Òdena.
Esta visión de conjunto y voluntad de planificación los hace ser optimistas a la hora de enfrentarse a las problemáticas de sobrefrecuentación que se están dando en otros espacios naturales y rurales. “Retornando a la idea de conocer para valorar –remarca Jana–, uno de los problemas que afrontamos es la carencia de cuidado y respeto en las visitas a espacios rurales. En este sentido, el Parque Agrario tiene que ser un instrumento pedagógico para cambiar estas tendencias negativas y no tener que recurrir a las prohibiciones”. Cómo apunta en este sentido Daniel Gonzàlez, “cualquier experiencia de calidad desaparece cuando se masifica y, por lo tanto, hacen falta límites a esta frecuentación. Estos no tienen por qué ser definitivos, puesto que con regulación y educación se pueden ir flexibilizando.”
En esta cuestión se mezcla también la tendencia que hemos vivido las últimas décadas que ha llevado a la desvalorización del trabajo de los agricultores y ganaderos, al abaratamiento del precio de los alimentos y como esto ha favorecido las grandes cadenas de distribución alimentaría y ha estrangulado y arruinado a los pequeños productores. Para Jana y Daniel es fundamental revertir esta tendencia y devolver a la alimentación a la centralidad que tuvo en el pasado. “No puede ser que se identifique el producto local y de proximidad simplemente con un producto caro y de lujo –afirma Jana Peters–. Es importante concienciar al consumidor del trabajo que hay detrás esta producción y, en este sentido, un turismo bien organizado y con vocación pedagógica puede ser un factor fundamental para cambiar estas mentalidades y prejuicios”.
En el mismo sentido, y respecto al trabajo alrededor de la visita turística que se empieza a desarrollar en el parque, Daniel Gonzàlez afirma que “hay que explicar, educar, hacer entender que detrás un producto o servicio de ocio hay un trabajo, que muchas veces necesita una gran formación previa, y esto no puede ser gratis. Por una hora de visita turística a un espacio natural o cultural a veces hacen falta cincuenta de trabajo previo”. Así mismo, cree firmemente que más allá de las facilidades que los negocios turísticos hayan de disfrutar para participar y beneficiarse de la existencia del parque, hace falta que vayan asumiendo algunas obligaciones y como nos señala, “tienen que estar interesados en obtener algún sello de calidad, como por ejemplo el Sello de Calidad Biosphere, y pasar regularmente por los controles externos que esto implica”. Entre Jana y Daniel hay acuerdo que el Parque Agrario tiene que ser útil para coordinar y consensuar esfuerzos que organicen las actividades de ocio y para caminar en una misma dirección al promoverlo como un espacio turístico.
Conclusiones
Como afirmaba con contundencia Enric Tello (2006), los Parques agrarios son “el inicio de un gran movimiento que tiene que abrazar todo el espacio agrario para dar futuro y vitalidad al mundo rural”. Bajo este impulso, y durante lo que llevamos de siglo, han surgido varias propuestas para la creación de espacios que conserven el suelo agrario y fortalezcan al campesinado. Si, por un lado, hay factores internos de declive del sector que motivan estos proyectos, también se ven como una forma indirecta de proteger las tierras de cultivo ante los proyectos urbanísticos y las infraestructuras de movilidad que las trocean y sustituyen. Los parques se han convertido en un muro de contención ante unos procesos que han reducido a mínimos, tanto el número de campesinos y campesinas como la soberanía alimentaria en Cataluña. También, y como explica Enric Tello (2006), las tendencias generadas por la agroindustria han llevado a “el desvanecimiento de muchas culturas agrícolas, pecuarias y forestales tradicionales, con una gran diversidad de conocimientos empíricos y prácticas u oficios que se habían desarrollado por ensayo y error a lo largo de la milenaria coevolución de las diferentes agriculturas en diferentes bioregiones del planeta”. Estos antiguos conocimientos son hoy más necesarios que nunca para poder encarar una urgente transición ecosocial donde el papel del sector primario es fundamental y donde los parques agrarios pueden ser lugares paradigmáticos para esta recuperación del mundo rural.
Un común denominador de los proyectos de parques y espacios agrarios es la voluntad de crear conciencia colectiva, de establecer marcos de eficiencia, solidaridad y cooperación, de planificar objetivos a largo plazo. Todo ello, con el propósito de superar el individualismo que a veces caracteriza al campesinado y que lo ha aislado y debilitado, haciéndolo cada vez más vulnerable y controlable por las grandes corporaciones de la agroindustria.
También hay que prestar atención al hecho que los parques agrarios beben de la moderna valorización de lo local y de los circuitos cortos entre producción y consumo, después de décadas donde cualquier producto llegado de fuera era visto como más atractivo. Esta valorización tiene su origen en ideas y principios progresistas vinculados a una conciencia ecologista que ha ido creciendo los últimos años y que considera deseable y necesario generar proximidades y dejar atrás el modelo agroganadero industrial. Pero también convive con posiciones más conservadoras, que se canalizan mediante discursos de carácter nacionalista y que exhortan emocionalmente a consumir productos propios y a recuperar formas tradicionales de manejo de la tierra. A pesar de los elementos claramente contradictorios que contienen, ambas tendencias pueden convivir. Aun así, hay que ser conscientes y estar atentos de las diferentes motivaciones e ideologías que las impulsan y que a la larga pueden provocar contradicciones y tensiones.
Mercat de Pagès.
En este sentido, el turismo de proximidad puede ser un buen aliado para reforzar y hacer más viables los parques agrarios y las ideas y proyectos que los impulsan. También para desvanecer desconfianzas y acercar a los campesinos y campesinas a la agroecología. Se convierten en un sujeto activo para hacer pedagogía sobre el valor y la importancia social de la producción de alimentos y del campesinado. Son un poderoso instrumento para la protección de los suelos agrícolas y el cuidado del territorio ante incendios forestales y otras amenazas. Es por eso, que es importante que sean conocidos, estén abiertos a las visitas recurrentes y sean vistos como lugar de ocio y consumo por parte de las poblaciones próximas. Es evidente que esto se tiene que hacer de manera planificada y regulada, buscando la convivencia y teniendo claro que su principal función es la producción de alimentos saludables y para el consumo de proximidad. No pueden ser entendidos solo como jardines para el recreo del visitante. Hace falta, por lo tanto, organizar con cuidado las estancias para que el visitante se lleve, tanto, conocimientos y valores relacionados con el mundo rural, como productos de consumo diario, con la conciencia de estar comprando para “llenar la despensa” y convirtiendo esta adquisición en algo habitual.
Los parques y espacios agrarios son sin duda proyectos necesarios para recuperar la centralidad perdida de la alimentación en nuestras sociedades y también para revertir el desencaje territorial provocado por una agroganadería industrializada que ha trastocado el milenario funcionalmente metabólico que caracterizaba los viejos espacios agrarios y ha hecho desaparecer los antiguos mosaicos agroforestales, tradicionales del mundo mediterráneo.
Estos proyectos son absolutamente estratégicos y necesarios, pero serán insuficientes, si como nos dice Enric Tello, no incluyen todos los territorios rurales y se convierten en un modelo general para nuestra producción y consumo de alimentos, y se conectan de forma directa a las zonas urbanas y a los espacios naturales. Hace falta, por lo tanto, evitar el riesgo que acaben convirtiéndose, como algunas zonas naturales protegidas, en pequeñas islas y en una suerte de reservas etnológicas destinadas solo a visitas turísticas para amantes de tiempos y lugares ya desaparecidos. La experiencia del Parque Agrario de la Conca d’Òdena muestra las potencialidades de este modelo de organización del territorio para hacer viable y dignificar la tarea de los y las campesinas, así como promover el consumo de productos locales y un ocio turístico consciente y de proximidad
LÍMITES ECOLÓGICOS DEL TURISMO
El blog de Raül Valls
Sobre la búsqueda de alternativas en los límites ecológicos de las actividades recreativas
Licenciado en Filosofía por la UAB, miembro de Alba Sud, del Centro para la Sostenibilidad Territorial y activista en defensa del territorio, sindicalista de CCOO y lector incansable de las diversas tradiciones de emancipación de la humanidad. En este espacio pretendo crear un espacio de reflexión, duda y conocimiento para entender la crisis actual y buscar alternativas posibles que pongan en cuestión la idea de progreso imperante. Acercar los viejos y los nuevos movimientos sociales difundiendo propuestas que los fortalezcan y que faciliten una nueva hegemonía social. Trabajar por una transición hacia un vida colectivista y una manera diferente de entender y entendernos con nuestro entorno natural.