19-02-2014
El miedo de los valientes. Presiones y elogios de gobernar para los mercados
Rodrigo F. Miranda | Alba SudDurante los últimos años, las voces del stablishment internacional vienen elogiando a líderes políticos del sur de Europa por la valentía y la determinación de llevar a cabo ajustes estructurales. A la vez que siguen presionando para que se mantenga y profundice ese rumbo.
Crédito Fotografía: Christine Lagarde. Foto de International Monetary Fund bajo licencia cretative commons
El coraje no se puede simular: es una virtud que escapa a la hipocresía
(Napoleón Bonaparte)
Durante los últimos años, las voces del stablishment internacional vienen elogiando a líderes políticos del sur de Europa por la “valentía” y la “determinación” de llevar a cabo ajustes estructurales. A la vez que siguen presionando para que se mantenga y profundice ese rumbo, “el único camino posible”. No hay que mirar muy lejos para hallar antecedentes de discursos sobre esta épica política en otros países que, en democracia, transitaron recientemente el camino del neoliberalismo.
Un coraje político recorre Europa
Un fuerte despliegue comunicativo precede y acompaña el proceso de implementación de las políticas neoliberales en el sur de Europa. Junto con el efecto dominó de crisis de deuda y políticas de “austeridad”, también se expande por los países de la región un discurso que alterna la presión con la felicitación.
Primero fue Grecia. En junio de 2011, el presidente de la Comisión Europea (CE), Durao Barroso, advertía que Grecia vivía un “momento extremadamente crítico”, y que se necesitaba “un coraje excepcional por parte de todos” [1]. Un “coraje excepcional” que asumió el recién elegido primer ministro Papademos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), en forma de sucesivos ajustes y privatizaciones .
En 2013, la Directora General del FMI, Christine Lagarde, felicitaba personalmente por sus “progresos” al sucesor de Papademos, Antonis Samarás, y lo alentaba a seguir el camino de los ajustes estructurales [2]. Poco después, Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, también daba unas palmadas a Samarás frente a la prensa internacional por sus reformas: “debemos rendir homenaje al coraje de los griegos” [3].
Y Portugal. En marzo de 2011, el Comisario europeo de la Competencia, Joaquín Almunia, destacaba que el primer ministro José Sócrates “desde que tomó posesión ha gobernado con coraje, ha afrontado reformas que Portugal necesita” [4]. Poco después, desde el BCE se volvía a reclamar a estos gobiernos medidas que requerían de “coraje” para que sus economías volvieran a crecer [5].
Siguió España. A principio de 2012, en su primera visita a Portugal después de asumir la presidencia del Gobierno español, Mariano Rajoy declaraba que “el Gobierno portugués actúa con valentía, coraje y determinación”, y añadía: “nosotros tenemos que hacer algo parecido porque es necesario” [6]. Y así fue. En abril de ese año, tras la primera oleada de ajustes del Partido Popular, Almunia destacaba “la valentía y el coraje y decisión [del Gobierno español] a la hora de afrontar con ajustes duros pero necesarios”[7]. En mayo el FMI hacía lo propio, felicitando los “pasos difíciles” y “en la dirección correcta” que daba el Gobierno [8].
Al año siguiente, con un nivel de desempleo récord y en ascenso en el país, los elogios al Gobierno de Rajoy se intensificaban. Barack Obama felicitaba primero la “agenda de reformas” [9] y después “la recuperación española” [10]. En enero de 2014, Lagarde celebraba la reforma laboral y de las pensiones en España [11]; días después, alternando la presión y la felicitación, Barroso alababa “su notable esfuerzo” por las reformas que iban “en la buena dirección”, e insistía que aún “queda trabajo por hacer” [12].
E Italia. Días antes de la navidad de 2011 el senado italiano aprobaba el plan de ajuste impulsado por el Ejecutivo del tecnócrata primer ministro, Mario Monti, quien se jactaba de esta “acción valiente” de su gobierno [13]. Dos años después, en cuanto Enrico Letta formaba gobierno, Barroso instaba a que continuaran las reformas en el país [14]. En octubre de 2013, después de que el nuevo Gobierno implementara más recortes, Obama elogiaba el programa de reformas de Letta, que valoraba “en la dirección correcta” [15].
Después Francia. En la presidencia de Sarkozy comenzaban a impulsarse las primeras reformas de la Troika en el país. Cuando las agencias de calificación de riesgo reducían la nota de la deuda francesa, Sarkozy evocaba “el coraje de los franceses para aceptar reformas difíciles como las reformas de las pensiones” que eran “indispensables” [16]; la crisis se superaría con “voluntad colectiva y el coraje de reformar nuestro país” [17].
A mediados de 2012, poco después de asumir su sucesor, el socialdemócrata François Hollande, el Comisario europeo de Mercado Interior, Michel Barnier, instaba al Gobierno francés a que apurara las reformas para la reducción del déficit presupuestario: "es un momento de la verdad para el gobierno que necesita tener el coraje político de llevar a cabo esas reformas que a veces no serán comprendidas y requieren esfuerzo" [18]. Y Hollande tuvo ese “coraje político”: en enero de 2014 anunció un plan para reducir en 30 mil millones de euros los “costos laborales” y en 50 mil millones el “gasto público“.
Al inicio de 2014, la Directora del FMI festejaba los buenos resultados que estaban arrojando hasta el momento estas políticas en la región: “si vemos países como Italia o España, casi han vuelto a la situación de antes de la crisis”[19]. Un “casi han vuelto” que significa que el nivel de pobreza, desigualdad y desempleo actual en ambos países es prácticamente el doble que antes de la mentada crisis.
Antecedentes en América Latina
Las presiones y elogios también acompañaron la puesta en marcha de estas mismas políticasen países de América Latina durante la llamada “década perdida” [20].
En 1990, cuando durante la primera presidencia de Carlos Menem en Argentina se anunciaban medidas que darían lugar al Plan de Convertibilidad, quien presidiera el FMI, Michel Camdessus, afirmaba que “el programa económico es de alta calidad” [20]. Lo propio hacía el Secretario de Estado de EEUU, James Baker, felicitando el nuevo plan económico. Asimismo, el entonces presidente estadounidense George Bush padre elogiaba en repetidas ocasiones a Menem y sus políticas, y destacaba su “coraje” para poner en marcha la dolarización de la economía y los sucesivos ajustes estructurales y privatizaciones.
Otro icono del neoliberalismo latinoamericano fue Alberto Fujimori. Poco después de asumir la presidencia, en julio de 1990 tras reunirse en Washington con Camdessus (FMI) y Barber Conable del Banco Mundial (BM), Fujimori regresaba a Perú diciendo que no podía cumplir con sus promesas electorales y señalando la “necesidad” de llevar a cabo un “drástico ajuste económico”. Ese mismo año, su Gobierno anunciaba el plan de ajuste conocido como “fuji-shock”.
En 1992, a través de un autogolpe, Fujimori disolvía el Parlamento Nacional e intervenía el Poder Judicial. A pesar de las condenas al golpe de Estado desde distintos países, el FMI y el BM aprovechaban y seguían presionando para que el ahora presidente de facto realizara más reformas de corte neoliberal a espaldas de la institucionalidad democrática, que posteriormente celebraban.
Volviendo a Argentina, durante el último año de la presidencia de Menem, cuando los impactos socioeconómicos de estas políticas habían sumido al país en una profunda crisis, Camdessus insistía en enaltecer al presidente argentino, señalando que era “el mejor presidente de los últimos cincuenta años” [22]. En diciembre de 1999, garantizando la continuidad en el rumbo, Fernando de la Rúa juraba como nuevo presidente. Semanas después de asumir, De la Rúa era instado por el FMI a realizar ajustes más profundos en el país, una mayor “liberalización” del mercado de trabajo, privatización de obras sociales y del Banco Nación, reducción mayor del gasto público y más cambios en el régimen jubilatorio [23].
Su sumisión a estas políticas, con ajustes que el propio Fondo valoraba como “muy severos” y “socialmente dolorosos”, tuvo como resultado nuevos elogios. En marzo de 2000, el Secretario del Tesoro de EEUU felicitaba al presidente, “por estar comprometido con las reformas del libre mercado” [24]. En mayo, el titular del FMI, Horst Kohler, afirmaba que la Argentina “va por buen camino”; días después señalaba su confianza en que el país “recuperará el sendero del fuerte crecimiento”.
Para marzo de 2001, Kohler aconsejaba públicamente a Domingo Cavallo,quien había sido la cara visible del programa económico durante el menemismo como ministro de Economía, para sumarse al gobierno de De la Rúa [25]. Al mes siguiente, el FMI y el BM elogiaban la elección de Cavallo en la cartera de Economía del Gobierno de la Alianza.
EEUU se sumaba a las congratulaciones. En el Foro de Davos de 2001, la “valiente” reforma laboral de De la Rua era felicitada en persona por ex presidente Bill Clinton. En agosto de 2001, George Bush hijo decía “felicito al presidente [De la Rúa] por las difíciles medidas adoptadas, lo cual muestra su coraje, su capacidad de decisión y liderazgo” [26].
Los elogios se incrementaban a medida que el deterioro social del país crecía sin parar. Y continuaban hasta que los impactos de las recetas derivaron en la explosión social del 19 y 20 de diciembre de 2001. El 21 de diciembre, después de los estallidos sociales en todo el país, con decenas de manifestantes asesinados, niveles récord de pobreza y desempleo, la renuncia del presidente y todo su gabinete y la institucionalidad tambaleante, FMI, BM, Gobierno de EEUU, empresarios y economistas del stablishment, por fin, hicieron silencio.
El miedo de los valientes
Desde el Consenso de Washington, el discurso que alterna la presión con el elogio es un recurso tan poco original y adaptado al contexto de cada territorio como lo son las políticas que buscan legitimar (y que no formaban parte las propuestas electorales) y el consecuente deterioro social y económico que quieren ocultar.
Cuando una mayoría social ve con miedo que en poco tiempo estas políticas hacen peligrar su presente y su futuro, sus “valientes” representantes les exigen gallardía, y siguen demandando un esfuerzo detrás de otro en el presente, a cambio de un futuro menos pauperizado. Sin embargo, cuando se atisba la certeza de que ese porvenir promisorio se aleja con cada ajuste, el miedo de un primer momento de la mayoría desplazada va tornando en desesperación, y la apatía en rebeldía, protesta y organización [27].
Los “valientes” pretenden reducir los derechos civiles y sociales a un voto cada cuatro años, y después consumir, acatar y callar; traicionar a los votantes, haciendo de las promesas electorales eslóganes no vinculantes con la política real; delegar en los mercados la asignación de los recursos; sobre todo, primar los privilegios de una minoría sobre los intereses del resto, reduciendo así la democracia y la soberanía política de los países.
Como virtud, Aristóteles definió a la valentía como un justo medio entre los vicios de la temeridad (actuar con excesiva confianza ante el peligro) y la cobardía (obrar con excesivo miedo ante éste), con un cálculo racional que permita evitar un exceso o defecto del miedo y sin falsas expectativas sobre la posibilidad de alcanzar el fin propuesto.
Lejos parece esta “valentía” neoliberal de la virtud aristotélica. La valentía sin comillas no se puede simular: estos “valientes” actúan temerariamente, con un cálculo racional sobre las consecuencias sociales y económicas que acarrean estas políticas para las clases medias y populares. Construyen falsas expectativas de una pronta recuperación detrás de cada recorte, conociendo los fines a los que conducen, necesariamente, esos ajustes. Y encuentran en el juego de la democracia y la voluntad popular, que intentan someter, el peor de sus miedos.
TERMINALES
El blog de Rodrigo Fernández Miranda
Sobre engranajes e impactos del capitalismo global
Investigador, consultor social y docente, trabaja y participa en movimientos y organizaciones sociales, del Tercer Sector y de la Economía Social. Ha publicado varios ensayos, estudios y artículos. Miembro del equipo de investigación social de Alba Sud y del Centro de Estudios de la Economía Social (CEES) de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina).
En este blog, entre Buenos Aires y Madrid, se abordan de forma crítica engranajes e impactos del capitalismo global y las sociedades de consumo. Un sistema político, económico y social que deja tras de sí desigualdades estructurales, injusticia y depredación, afectando los intereses y saltando por encima de las necesidades de las mayorías sociales.