09-01-2015
Eulalia Corralero: “¡Estoy tan indignada!”
Ernest Cañada | Alba Sud / Rel-UITATrabaja como camarera de piso desde hace más de veinte años en un pequeño hotel familiar en Lloret de Mar. Actualmente tiene un contrato fijo porque el hotel está abierto todo el año.
Crédito Fotografía: Eulalia Corralero. Fotografía de CCOO Serveis.
El día que nos conocimos, durante la primera sesión de un grupo de discusión dn Lloret de Mar sobre las condiciones laborales de las camareras de piso, al empezar el resto de participantes decían: “Que hable Eulalia, que hable Eulalia”. Y en cuando tomó la palabra el silencio fue total. Comenzó contándonos cómo se habían deteriorado sus condiciones de trabajo y las del resto de trabajadoras empleadas en el sector hotelero en Lloret de Mar durante los últimos años. Su tono fue subiendo hasta exclamar: “¡Estoy tan indignada, pero tan indignada!” Y razones no le faltan con todo lo que nos cuenta en esta entrevista.
¿Cómo es tu jornada laboral?
Yo empiezo a las 7 de la mañana, pero voy un poco antes porque tenemos que bajar lo que necesitamos para trabajar. A veces solo entre dos mujeres nos limpiamos una recepción, la taberna, parte de un salón de TV, las oficinas. A las 8,30 desayunamos y luego tenemos por delante como 21 habitaciones y los pasillos. Pero en los pasillos te encuentras sus saloncitos, con sus mesas, sus sofás, sus moquetas, sus cuadros.
Esto supone una carga enorme de trabajo. ¿Hay cambios en perspectiva?
Al contrario, las chicas que sobran en el comedor, porque el turista muchas veces se concina él mismo, y hasta hornillos nos encontramos en las habitaciones, pues no las suben para arriba y nos dan menos habitaciones a nosotras, para nada, las echan a la calle. Así, por todo el morro, pero esto sí, a nosotras nos ponen más habitaciones. Se nos jubila una, bueno, pues ahora se reparte ese piso. Y en vez de coger una camarera a jornada completa, han contratado a una de 4 o 6 horas, con lo cual tú te vas a comer lo tuyo y parte de lo de la otra, porque la que va ha venir va a hacer la mitad de lo que hacía ésa.
Fotografía de Ernest Cañada | Alba Sud / Rel-UITA
¿Además de la creciente carga de trabajo hay algún otro problema que dificulte vuestro día a día?
Las habitaciones están muy mal repartidas, y no hay carros, o sea la ropa hasta hace muy poco la llevábamos a cuestas. Pero yo me llevo carros de los supermercados, y eso nos permite no cargar la ropa a las espaldas. No tenemos montacargas, tenemos que utilizar el ascensor de los clientes para ir a la lavandería y luego vuélvete otra vez con la ropa que necesitas. Hay días que tienes que hacer hasta 5 y 6 viajes a la lavandería, porque no hay material para trabajar, y tienes que hacer esto al mismo tiempo que tienes que hacer las habitaciones.
Pero esto es muy precario.
A veces tienes que dejar a los clientes sin toallas, apuntarte la toalla que te falta, y volverla a poner, porque trabajamos en unas condiciones tan pésimas, tan pésimas, que es buscarte la vida continuamente para poder hacer la faena, es buscarte la vida continuamente.
Imagino que también os pone en una situación incómoda antes los huéspedes.
Todo esto porque nos da vergüenza, porque el cliente no sabe si tú tienes muchas habitaciones o tienes pocas. Y si entra y está sucio se va a quejar, hay gente que no, pero la mayoría se queja, sobre todo los españoles, que somos muy puñeteros. Y claro a ti, al menos a mi que llevo 20 años haciendo habitaciones, te da vergüenza y tienes que buscarte la vida un poco para todo.
Vamos, que sois las trabajadoras que estáis haciendo que esto funcione.
Todo es así, esto está saliendo a delante gracias a la sobreexplotación a la que nos tienen sometidas, porque no invierten en nada, en nada de nada. Si esto está funcionando es gracias a nosotras, gracias a las mujeres de habitaciones.
No es extraño entonces que eso afecte vuestra salud.
Padecemos muchísimo estrés, mucha ansiedad, y nos alimentamos mal y rápido. Y como nos medicamos constantemente entonces tenemos muchos problemas de estómago, porque abusamos también del espidifen, de los antiinflamatorios (porque para la espalda no hay otra cosa), y esto te crea también problemas en todo el sistema intestinal. Es un problema detrás de otro.
Tú aparte llevas muchos años como sindicalista tratando de ayudar a tus compañeras. ¿Cómo es ahora hacer sindicalismo en este sector?
He conocido gente sin contrato, y yo he intentado luchar por ellos, y he ido a la dirección y les he dicho que esto no lo podéis hacer así. Y sí, sí, me dicen que es un trato que tenemos con esa persona. Luego la hemos llamado y ha dicho que lo que yo había dicho era mentira: «No, no, yo no le he dicho eso a Lali, yo estoy bien». ¿Qué haces a parte de sentir lástima por esa persona? No podemos olvidar que son gente que lo necesita para comer. A mi el año que viene mis compañeros ya no me van a votar, porque entre otras cosas ni me saludan, porque están muertos de miedo.
Hace poco, con otras compañeras de Lloret, creasteis un grupo en Facebook, Las Kellys, dedicado a compartir información en relación con las condiciones de trabajo de las camareras de piso. Y por lo que he ido viendo se están sumando trabajadoras de distintos lugares de España. ¿Qué esperas de esta iniciativa y cómo la valoras?
El grupo lo valoro muy positivamente. Poco a poco se llega muy lejos. Ya se habla de que se puede hacer algo para cambiar la explotación a la que estamos sometidas. Hasta hace poco todo eran solo quejas sin esperanza.
TURISMOS EN DISPUTA
El blog de Ernest Cañada
Sobre perspectivas críticas en el turismo y alternativas poscapitalistas
Investigo en turismo desde perspectivas críticas. Trabajo actualmente como investigador postdoctoral en la Universidad de las Islas Baleares (UIB). Soy miembro fundador de Alba Sud y entre los años 2008 y desde entonces soy su coordinador. Entre los años 2004 y 2015 residí en Centroamérica. En este blog hablamos de turismo en plural, de su impacto en el trabajo y también en el mundo rural, de los procesos de desposesión que conlleva, de las condiciones laborales de sus trabajadores y trabajadoras. Pero también de los esfuerzos comunitarios y de amplios sectores sociales por controlar territorios, recursos y formas de organizar esta actividad para, en definitiva, construir alternativas emancipatorias postcapitalistas.