02-05-2010
Joan Buades desmonta los mitos de la industria turística balear
Durante las últimas semanas los análisis críticos de Joan Buades, colaborador de Alba Sud y miembro de Grupo de Investigación en Sostenibilidad y Territorio (GIST) de la Universidad de las Islas Baleares, han tenido un especial eco en varios medios de comunicación.
Tras la publicación del libro Do not disturb Barceló. Viaje a las entrañas de un imperio turístico (Editorial Icaria, Barcelona, 2009), los planteamientos de Joan Buades empiezan a ser cada vez más escuchados. Por años, Buades ha desarrollado una labor sistemática de análisis a contra-corriente de las características del modelo de desarrollo balear, hegemonizado por las cadenas hoteleras, en proceso de acelerada internacionalización durante los últimos años. Su análisis es demandado en un momento especialmente crítico, cuando el reguero de escándalos de corrupción ha hecho añicos parte de la clase política balear y la crisis económica internacional ha dejado al desnudo la enorme vulnerabilidad de un modelo turístico que ha generado mayores niveles de desigualdad e insostenibilidad. La que otrora fuera presentada como una clase empresarial exitosa, hoy empieza a ser vista como la verdadera responsable de una situación muy grave para el conjunto de la ciudadanía. Buades inspirado en un compromiso cívico profundamente democrático, ayuda a desmontar muchos de los mitos sobre los que este sector empresarial ha construido parte de su hegemonía política, y consecuentemente contribuye a a pensar otros escenarios de desarrollo posibles.
A continuación reproducimos tres de sus recientes apariciones en diversos medios de comunicación del Estado español. La primera una entrevista-conversación en el programa “El cafè dels dissabtes” de Ràdio Cap Vermell de Capdepera (Mallorca), El turismo antes del turismo, sobre la situación actual del turismo en Mallorca y los vínculos entre la dictadura franquista, la construcción del paraíso turístico mallorquín y la Guerra Fría en el origen de este proceso de desarrollo turístico. Un tema que sobre el que Buades disertó en una serie de conferencias sobre historia del turismo en Baleares. A continuación adjuntamos el artículo de Alberto D. Fraile Oliver, Destapan las vergüenzas de la hotelera Barceló, publicado en la Revista Namasté en abril de 2010 y en el que, a partir del trabajo de Joan Buades, denuncia el comportamiento actual de las cadenas hoteleras de baleares, calificándolo de “rapiña”. Cierra esta nota, un enlace al audio de una entrevista realizada en Radio Tas-Tas de Bilbao el 30 de marzo de 2010, con el título Viaje a las entrañas del imperio turístico Barceló.
1) El turismo antes del turismo, entrevista a Joan Buades.
Ràdio Cap Vermell de Capdepera, Mallorca, 25 de abril de 2010.
- De entrada, el título de la conferencia es muy original y dan muchas ganas...
- Yo, lo que intento reflejar es que mucha gente, cuando habla de la historia del turismo, habla de aquella gente del pueblo, emprendedora, que montó los primeros hoteles. Y eso es muy interesante, pero creo que lo que perdemos de vista es que si aquí empezó a haber turismo masivo es porque se crearon unas condiciones exteriores de negocio, entre los tour-operadores de ese momento y gente muy importante de aquí, como Joan March, a quien Franco debía mucho, y con todo el franquismo propiamente dicho. Se dio una conjunción de intereses en unos momentos excepcionales, en plena Guerra Fría entre rusos y americanos, de modo que eso propició que se pusieran en marcha mecanismos de negocio muy importantes. Es cierto que se creó mucha riqueza, pero ésta no llegó a la gente corriente de Mallorca. Yo lo que intento explicar es que se ha creado mucha riqueza pero que la gente de aquí no es rica, aunque esto pueda parecer un misterio.
- Cuando la profesora Isabel Moll propuso a Joan Buades como posible conferenciante, dentro de este ciclo, dijo que era un poco "enfant terrible". Y también dijo que a la gente le gustaría escucharlo, porque tiene un puntito provocador. ¿Qué hay de esto?
- Yo creo que lo que pasa es que aquí estamos un poco mal acostumbrados, y cuando la gente hace ciencia-historia, geografía, … tenemos tendencia a creer que somos el centro del mundo, pero el mundo es una palabra muy grande. Yo no sé si soy un "enfant terrible", pero las sociedades civilizadas tienen gente plural que analiza la realidad, pero aquí creo que falta gente con espíritu crítico, para entender lo que nos está pasando ahora mismo.
- ¿Y qué está pasando, ahora mismo?
- Yo ahora estoy del lado de la investigación, yo no lo sé todo y, más bien, hago preguntas y intento formular hipótesis para que entre todos entendamos mejor las cosas. Creo que la idea central sería que este turismo masivo en Mallorca, que a finales de los años 50, y hasta bien entrados los 70, fue a por todas, cada vez más, y más a partir de la mitad de los 80, se ve que ya no iba tan bien. Fue cuando, por ejemplo, Sol Meliá o Barceló, se fueron unos a Indonesia y otros a Dominicana, porque lo que hacíamos en Mallorca, en la Costa del Sol o Canarias ya no daba tanto. Ya hay democracia, sindicatos y ecologistas, y Ayuntamientos que tienen unas leyes y las quieren hacer cumplir, y te sale todo mucho más caro. Ahora nos encontramos que estas empresas, que son las que llevan el grueso de los turistas, ya no les interesa seguir aquí, porque lo que vendemos aquí -con excepciones, dependiendo del lugar, como en Capdepera mismo, que es un caso un poco especial- es igual a muchas otros lados del mundo. La gente se pregunta por qué debería ir a las Baleares, cuando hay tantas zonas con los mismos recursos de sol y playa, o quizás mejores y más económicos. Esto nos ha generado un miedo, como sociedad, muy grande y hay quien piensa si la gallina no la habremos arruinando. Ante esto, aunque no de manera unánime, la respuesta desde las instituciones suele ser: más golf, más aeropuerto, más puertos deportivos, más, más, más ... Entonces, creo que deberíamos plantear si continuar vertiendo dinero de esta manera, para atraer más turistas, es lo más conveniente. O si, por el contrario, deberíamos tratar de conservar el buen turismo, mirando primero de establecer qué entendemos por buen turismo, ver quién se beneficia con el fin de repartir un poco mejor y, en temporadas difíciles, proteger lo que es la nuestra comunidad. Hay un riesgo muy grande que acabemos siendo una especie de museo del turismo, con muy poco turismo que valga la pena.
- Los problemas que han sufrido otros destinos -guerras, violencia, integrismo religioso, etc.- son factores que han permitido alargar este modelo hasta hace muy poco ...
- Eso ha ayudado. Se puede decir que hubo hoteleros que fueron a brindar con cava cuando se promovió la guerra en la antigua Yugoslavia. Pero, pensar en estos términos no nos servirá de nada. En cambio, si intentas pensar con una cierta distancia histórica, miras qué nubes tenemos en el horizonte, cuáles son las perspectivas a 20, 30 o 40 años vista. Uno de estas nubes se llama cambio climático. Según los científicos, el Mediterráneo y el Caribe serán dos zonas muy afectadas por este fenómeno, la línea de playa retrocederá en muchas partes y, por tanto, si tenemos una preocupación sana por el futuro de nuestra comunidad, debemos tener en cuenta todo esto. Cuando decimos que queremos reformar la Playa de Palma, y que queremos invertir cientos de millones de euros públicos en 20 años, y no hay ni una línea que hable de la posibilidad de que la línea de playa retroceda por motivos climáticos, quiere decir que algo está fallando. Una segunda nube es que, independientemente de las guerras que pueda haber en el Mediterráneo oriental, o al sur, hay mucha gente en África que no tiene para comer y sus problemas se acelerarán. Las corrientes migratorias, tanto de la zona subsahariana como del norte de África, crecerán, y no podemos olvidar que nosotros nos encontramos en zona de frontera entre los ricos y los pobres del Mediterráneo. Pero el turismo quiere tranquilidad. Por lo tanto, si no hacemos algo para ayudar a que en estos países se viva un poco mejor y, por lo tanto, pacificar esta zona medio plazo, y si por otro lado no nos preparamos para el cambio de las condiciones climáticas que prevén los científicos, puede pasar perfectamente que dentro de 20, 30 o 40 años no se pueda vivir del turismo. Y seremos tan bobalicones de mirar hacia atrás y exclamar aquello de "ya nos lo decían". Esto creo que es más importante que aquellas guerras de las que nos aprovechamos.
- En el cambio que se produjo para pasar del viajero al turista, aquí hemos tenido casos curiosos, como el de los señores Canaán, llegados aquí como viajeros, y que acabaron como hoteleros de turismo de masas. Mrs. Canaán dejó escrito un libro sobre aquella aventura, "Señor ayer", publicado en Nueva York en 1970, y que nosotros ahora hemos recuperado. Te los queremos regalar, como estudioso que eres del fenómeno turístico.
- Me lo leeré con mucho interés, porque estos son aspectos que me interesan especialmente. De hecho, en la conferencia de hoy, hablaré de los flujos estadounidenses hacia el Mediterráneo. Muy poca gente lo conoce, pero a principios de los años 50, y a lo largo de toda la década, empezaron a venir cientos de miles de turistas americanos hacia la zona: Italia, Francia, España y, claro, también Mallorca. Muchos militares se compraron casas en Mallorca, como lo hicieron en las islas griegas o en Turquía. En nuestro caso concreto, no se da porque sí, hay un interés por parte de las distintas administraciones estadounidenses de proteger al franquismo. El Mediterráneo era un lugar estratégico, muy disputado por soviéticos y americanos, y Franco no era demócrata, pero estaba de acuerdo con los americanos. Esto influyó mucho.
- Intentamos ver el vaso medio lleno. En una situación digamos "normal", sin conflictos de gran alcance, mientras no haya un descalabro energético, si la economía acaba recuperándose, y considerando los nuevos mercados emisores que están emergiendo, la pregunta es si Mallorca, a partir de las infraestructuras y la experiencia con que cuenta, puede continuar aspirando a una parte del pastel.
- En estos momentos hay unos mil millones de turistas al año, en todo el mundo. La demanda turística crece mucho a nivel mundial y, por tanto, es evidente que te tocará una cuota, quieras o no quieras. Pero yo el acento no lo pondría ahí, porque parece que muchos de nuestros dirigentes no tienen más perspectiva que mirar cuál es la próxima feria turística donde ir a gastar dinero para que vengan más turistas. El problema es que cuando uno piensa en qué significa Mallorca, o qué quiere decir Ibiza, o Menorca, a nivel internacional, significa discotecas, en unos casos, o el todo-incluido más barato, en otros casos. Esto, desde el punto de vista de una comunidad local, como puede ser Capdepera, no es muy interesante. Lo que sería interesante es ver qué podemos hacer para que dentro de diez o veinte años nuestros jóvenes tengan un mercado de trabajo relacionado con el mundo turístico que sea un poco cualificado. El turismo debería ofrecer la posibilidad de contar con una juventud que tuviera un futuro profesional digno, o nos debería permitir salvar una generación de campesinos del Pla de Mallorca, que hacen que el campo de Mallorca se conserve de una manera digna, o regenerar aquellas partes del litoral más degradadas sin que ello signifique una operación de ingeniería. Mallorca podría vivir un nuevo período de turismo positivo, pero esto necesita planificación. Desde que comenzaron los ayuntamientos democráticos, y los Consejos y el Gobierno, no ha habido una planificación a una generación vista, 15, 20, 25 años, y eso se nota. Cada uno hace la guerra por su cuenta y el resultado final es una especie de caos. Aunque vemos el turismo de la misma manera que el campesino veía como venía el año: ¿Este año ha llovido?, Pues tendremos buena cosecha. ¿Este año venderán turistas alemanes? Pues la cosa irá bien. Esto es abordar el problema desde una mentalidad agraria, aunque ya no vivimos del campo, pero creo que deberíamos hacerlo desde perspectivas más inteligentes.
- El problema es que, a menudo, los foros de debate sobre turismo proponen ideas y propuestas para una reorientación de la oferta, y mejoras estructurales para mejorar nuestra situación; ideas y propuestas que se suelen considerar adecuadas. Pero después se llegan a concretar pocas actuaciones concretas.
- Estamos acostumbrados a actuar según estos criterios. ¿Si este año el turismo no ha ido bien, qué podemos hacer para mejorar la situación? Lo sustantivo es preguntarnos cómo es posible que aquí se hayan hecho tanto dinero, acumulativamente, y tengamos el nivel de servicios públicos que tenemos, o las condiciones laborales y salariales que tenemos. Quizás ha llegado el momento de empezar a pensar cómo mejorar la calidad de vida de la gente que vive todo el año aquí, y una parte de este trabajo tiene que ver con el turismo. Una de las cosas más grandes que han pasado, en relación con el turismo, es el nivel de construcción que se ha dado, que seguramente puede continuar, porque hay mucho dinero negro, y éste puede volver aflorar si se supera la crisis actual. Habría poner freno y empezar a reorientar las inversiones, pensando en los jóvenes. Cuando vamos a ferias turísticas, se muestran fotografías preciosas que no se corresponden con estos hoteles fantásticos del todo-incluido, ni con los polígonos industriales a las entradas de las poblaciones. Los que ocupan el territorio hacen usufructo de la belleza de Mallorca, de las playas, los lugares más pintorescos, no revierten una parte de sus beneficios en la sociedad local. Entonces nos encontramos que mucha gente joven, incluidos mallorquines de toda la vida, acaba teniendo un empleo precario, y no puede tener ni un piso. Como sociedad, hace rato que nos hemos pasado de rosca. Está muy bien que el turismo funcione, pero el hecho es que no funciona bien para la mayoría de la gente. Tenemos que empezar a decir que cómo es posible que haya grandes compañías, de ahí fuera, que hacen lo que quieren con nuestro territorio y prácticamente no pagan impuestos, y que muchas veces, lo que ganan no lo declaran aquí, si no en paraísos fiscales. Estos impuestos que no declaran nos cuestan escuelas, nos cuestan educadores de calle, nos cuestan vivienda social ... Todo esto debería hacerse transparente, porque nos estamos jugando la calidad de vida del pueblo de Mallorca. Hay grandes flujos económicos que pasan por aquí, pero que no controlamos, y eso repercute negativamente en nuestra calidad de vida. Las instituciones públicas, en este sentido, en un régimen democrático como el que tenemos por suerte, tienen un gran recorrido por hacer. ¿Para intentar qué? Obviamente, para intentar que no haya otro “boom” urbanístico como el pasado y, contrariamente, poner atención en las zonas más castigadas. Pero, sobre todo, para pensar estratégicamente. Por ejemplo, para intervenir en agricultura, entre otras cosas, porque supondría salvaguardar el paisaje de Mallorca, que es un bien insustituible a nivel turístico, o potenciar la industria digital o telemática, ya que un lugar tan bien comunicado como Mallorca permite una industria de estas características sin un necesidad de consumo importante de territorio y que tampoco necesita estar vinculada a las puntas de verano, para entendernos. Aquí sería un lugar ideal para hacer investigación vía digital, para gente de altísimo nivel cultural. Yo no tengo soluciones, pero creo que es por ahí que se tendría que ir.
- Este diagnóstico que has hecho sería generalizable a todo el Estado español.
- Pero aquí es mucho más grave, porque en la Península tomas un coche y te vas donde quieres. Pero aquí vivimos en una isla, en un territorio relativamente pequeño, y existe el riesgo que, en pocas décadas, nos convirtamos en una especie de museo del paleo-turisme. Sol Melià, Barceló, Riu ... ya no tienen la base de sus negocios en Mallorca, aunque presumen de haber nacido aquí. Pero los mallorquines no nos trasladaremos, masivamente, si las cosas van mal.
- ¿Nos podríamos dedicar a exportar conocimientos turísticos?
- ¡Por ejemplo! De momento, en la mayoría de hoteles de estas grandes cadenas en el extranjero, los cargos importantes son ocupados por mallorquines. Hay que empezar a hacer un trabajo de transferencia de conocimientos para que la gente de aquellos países también pueda acceder a cargos de responsabilidad. Pero Mallorca también podría ser un centro de investigación turística, si consideramos que las Islas Baleares, en el mundo del turismo, son una superpotencia. Ahora bien, actualmente, las tres escuelas de turismo que tenemos dan pena. No se da ningún tipo de investigación de balances de lo que vale la pena en turismo. ¿Cómo vamos a convertimos así en un foco de atención internacional, a nivel de investigación? Se trata de un valor añadido en el que valdría la pena que pensasen.
- Vamos a un tema estrictamente local. La asociación hotelera y otras agrupaciones han amenazado con movilizaciones si no se produce una inmediata regeneración de la playa de l'Agulla. ¿Qué comentario te merece este hecho?
- Dicen que los humanos son una especie inteligente, pero conviene progresar. Ser inteligente significa que a veces reflexionas sobre los errores que has cometido. Pedir lo mismo que ya se hacía en la Playa de Palma a finales de los años 50, es decir, arrasar fondos marinos para llevar la arena de un lugar a otro, como un material cualquiera, no tiene ningún sentido ecológico. Esto no es más que considerar la naturaleza como una especie de botín de guerra, que puedes utilizar y que no acabará nunca. Creo que eso es justo lo contrario de lo que hay que hacer. El problema no es cuántos metros cuadrados de playa tengo, bien arrasada, con sus chiringuitos y sus hamacas, sino cuantificar qué nos deja cada turista. Tal vez llegaríamos a la conclusión de que para sacar el mismo que cuando Aurelia Canaán hizo su hotel, ahora necesitamos muchos más turistas. Nuestros dirigentes sociales y políticos necesitan cursos de reciclaje.
- ¿Se debería llegar a poner "numerus clausus" en las playas?
- En algunas es evidente que sí. En Formentera ahora están eufóricos por el anuncio de la tele, con aquella canción que parece que todo el mundo que ahí es hippy. La pasada temporada batieron el récord. La población de la isla es de unos 9.000 habitantes, el verano pasado llegaron casi 50.000 turistas. Esto es una brutalidad. A poco que siguiera aumentando, pronto no daría abasto, y por lo tanto, como ya ocurre en otros lugares -algunas islas de las Canarias o las Galápagos, por ejemplo-, en las puntas de verano no podrían ir todos. Y eso también debería aplicarse a playas de especial interés natural. Y también tengo que volver insistir en el problema del cambio climático. Tuve la suerte de asistir a la cumbre de Copenhague, como periodista, el pasado diciembre, y este era un tema clarísimo: habrá zonas turísticas que quedarán muy tocadas, como el Mediterráneo.
- … Y el capital debe decir que lo tenemos que quemar antes que el mar se lo coma.
- Claro. A veces hay quienes se quejan de la competencia Croacia, de Turquía, de Thailandia o de la República Dominicana, como si hubiera una competencia exterior, pero son ellos mismos los que ponen los hoteles en aquellos lugares. Son nuestras empresas, que han ido fuera a buscar un mercado más favorable. Por tanto, los intereses de las grandes empresas no son los mismos de los habitantes de Capdepera, por ejemplo, o de Mallorca en general. No podemos dejar nuestros intereses en manos de los grandes, porque si les conviene nos dejarán colgados.
- ¿Pero tiene solución esto? ¿Es posible hacer compatibles los intereses del gran capital con los de la población?
- Fijaros que cuando estalló la crisis financiera, Obama dijo que los bancos habían hecho lo que habían querido y que había que empezar a regular la situación, de manera que se pusieran trabas a los bancos especulativos. Ahora parece que ya se están olvidando. Aquí ha pasado algo parecido, no hablamos de bancos directamente, pero estas grandes empresas, que son las que llevan el gran volumen de turistas, y además concentrados en muy poco tiempo, también son como los dueños que hacen lo que quieren. Otra cosa: si hay corrupción política es porque alguien compra unos servicios, y éstos que los compran no son políticos. Los que compran servicios a los que se corrompen, como recalificaciones de terrenos, son mucho más importantes que los corrompidos, y no tienen los mismos intereses que nosotros. Lo que tenemos que conseguir es que nuestras instituciones, a diferentes niveles, regulen la situación. No en plan soviético, evidentemente, pero sí asumiendo que hay unos flujos económicos que no pasan por la caja pública, mientras que si eres un pequeño tendero de Capdepera, o un obrero de la construcción, sí que pasas. Es necesario que una parte de los beneficios de las grandes sociedades repercuta en el bienestar local. Ahora, cuando tienen un problema, como la playa los huye, entonces el ayuntamiento o el Consejo Municipal debe pagar no sé cuántos de miles de euros para sacar arena de donde sea, es decir, socializan la destrucción ambiental y hacen pagar al pueblo el deterioro de su negocio. Pero un tendero de Capdepera no le puede decir al Consejo: ahora me haces una plaza ante mi casa para mejorar mi negocio. En cambio, los hoteleros lo han conseguido, de alguna manera.
2) Destapan las vergüenzas de la hotelera Barceló
Por: Alberto D. Fraile Oliver. Publicado en Revista Namasté, abril de 2010.
Las empresas turísticas de Balears globalizan el modelo de rapiña
Cuando uno piensa en transnacionales psicópatas pronto le vienen a la cabeza las mega-corporaciones petroleras que generan guerras para obtener el control de la materia prima o las grandes marcas de ropa que no se inmutan en fabricar sus productos en maquilas donde se explota a los trabajadores. Sin embargo, pocas veces se incluye en este listado de empresas de rapiña a las grandes transnacionales del turismo. Sin embargo, la historia de algunas de estas empresas está asociada a corrupción, dictaduras, destrucción del medio ambiente, explotación laboral, paraísos fiscales…
Cuando se habla de estas empresas hay que mirar hacia casa ya que de las 70 empresas turísticas más importantes del mundo 5 han nacido en Balears. Sol Melià es la más importante en la posición 15; Barceló la segunda, en la 24 y le siguen Riu, Iberostar y Fiesta del Grupo Matutes.
Aparentemente son un orgullo y la locomotora de nuestra economía pero en realidad este milagro económico está basado en la explotación laboral y en la destrucción de todo el litoral del Caribe y de otras zonas bajo la protección de gobiernos corruptos. Prácticas que en Europa, a día de hoy, serían inaceptables, inmorales e ilegales son habituales en otras partes del planeta.
Si hay alguien que conoce a fondo esta realidad es Joan Buades, investigador especializado en la relación del turismo y la globalización. También conocido porque fue diputado verde en el Parlament de les Illes Balears entre 1999 y 2003, desde donde fue impulsor de la Ecotasa. El malogrado impuesto que consiguió provocar tal cabreo en el sector hotelero de las Islas que les hizo perder las formas y mostrar si tapujos como pueden quitar y poner gobiernos autonómicos. Para despejar cualquier duda, posteriormente se vio como esos mismos hoteleros también podían contratar a un President de Govern desempleado. (Quizá siempre estuvo contratado aunque trabajando en negro…).
De Felanitx a Washington (arrasando con todo)
Precisamente la empresa que contrató al President Jaume Matas y que le permitió huir a Washington tras perder el poder en Balears, la hotelera Barceló, ha sido el objeto de investigación de Joan Buades durante los últimos meses. El fruto de ese trabajo es el libro Do not disturb Barceló (Ed. Icaria). Una investigación implacable y lúcida cuyo objetivo es sacar a luz los desmanes llevados a cabo en diferentes puntos del globo por esta empresa nacida en Felanitx (Mallorca) y que está conectada a las zonas más oscuras del capitalismo especulativo que ahora están siendo puestas en entre dicho.
Si bien todas las empresas citadas se llevan mal con el medio ambiente, los trabajadores y las comunidades, Buades, se ha centrado en su investigación en el Grupo Barceló. Según sus propias palabras destaca porque no tiene escrúpulos para usar cualquier medio para crecer. La familia Barceló ha sido muy hábil atrayendo capitales, blanqueándolos y convirtiéndolos en macro-urbanizaciones y campos de golf por todo el mundo sin ningún miramiento hacia el medio ambiente o las comunidades del lugar.
El origen de esta empresa, al igual del resto de grandes empresas turísticas de Balears, es el franquismo. Con la dictadura tuvieron buenas condiciones ya que los tour-operadores europeos prestaban dinero, a través de paraísos fiscales, a empresas locales con buenas relaciones con el régimen franquista para actuar sin que hubiera democracia, sindicatos ni protección medio ambiental.
A este proceso se le conoció como la Balearización. Cuando llegó la democracia y los sindicatos y los grupos ecologistas comenzaron a ser molestos en Balears, empresas como Barceló pusieron el ojo en destinos menos protegidos. En los años 80, Canarias, que tenía un régimen económico especial y en los 90, el Caribe, un paraíso listo para ser expoliado. Las condiciones que se habían dado en Balears durante el franquismo se presentaban ahora en República Dominicana, Costa Rica, México y otros países en las últimas décadas. El objetivo es claro: zonas en las que los gobiernos les garantizan que nadie les pueda decir nada en materia ambiental ni en derechos de los trabajadores ni de las comunidades.
En este momento, la expansión de Barceló tiene como objetivo EE.UU., no porque allí exista desprotección legal sino porque es el trampolín perfecto para saltar a los mercados del siglo XXI: China, India, Emiratos Árabes… lugares que sí reúnen las condiciones óptimas para que las transnacionales apliquen su política de rapiña.
Paraísos turísticos y paraísos fiscales.
Otra cosa que queda clara en “Barceló. Do not disturb” es la relación de estas empresas con el blanqueo capitales y los paraísos fiscales. Y es que según Buades el sector turístico y el residencial son un negocio ideal para limpiar dinero negro. Los capitales que Barceló capta en los diferentes países acaban en paraísos fiscales caribeños que no controla nadie.
Según Buades, la actuación de Barceló ha sido siempre buscar socios de primer nivel entre políticos y fuerzas económicas, sacar dinero de procedencia oscura y usarlo para construir hoteles que llevan añadidos todo un entramado inmobiliario y comercial. Y añade: Participan de un sistema corrupto en el que las empresas hacen negocios a costa de los derechos de la gente y con la connivencia de los políticos locales. Lo han construido para que nadie meta las narices.
La riqueza que se genera no se queda aquí. Si declararan sus impuestos en España, México, Cuba, Costa Rica… el dinero iría a escuelas, hospitales, protección del medio ambiente… pero al evadirlo a paraísos fiscales la riqueza no se queda en el lugar que se genera. Es exactamente lo que aparece cuando se estudia el progreso de Balears en materia turística. Se pone el foco en el éxito macroeconómico, destacando que somos una comunidad supuestamente muy rica, pero no se han analizado los costos que eso ha supuesto. El dinero se va a puertos, aeropuertos o incineradoras. La estrategia es la de toma el dinero y corre.
El Blomkvist mallorquín
En este momento el Grupo Barceló se ha desprendido de muchas de sus inversiones de la Islas y solo tiene una presencia de prestigio en Balears, la tierra que vio nacer al emporio. Según se desprende de la investigación de Buades dos son sus objetivos: el emblemático hotel Formentor y el Palau de Congressos.
El trabajo que hace Buades recuerda al del protagonista de las archifamosas novelas de Stieg Larsson, el periodista de Millenium, Mikael Blomkvist. Él no cuenta con la ayuda de la hacker Lisbeth Salander pero tampoco le hace mucha falta. Desde su casita en el campo de Ibiza, este profesor de instituto, se apaña bastante bien para obtener la información.
3) Viaje a las entrañas del imperio turístico Barceló. Entrevista a Joan Buades, Radio Tas-Tas (Bilbao) el 30 de marzo de 2010. Puede escuchar la entrevista aquí.
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