31-01-2019
Honduras: Una espada de Damocles suspendida sobre la Isla Exposición
Giorgio Trucchi | Alba SudLas familias afincadas desde hace décadas en esta isla del Golfo de Fonseca, viven desde el año pasado pendientes de la ejecución de una orden de desalojo dictada por los tribunales de justicia. El atractivo turístico de la zona pone en riesgo los medios de vida de estos pobladores.
Crédito Fotografía: Giorgio Trucchi.
El 31 de enero de 2018 venció el plazo establecido por el tribunal para que todas las personas afincadas en la Isla Exposición, en el Golfo de Fonseca, abandonaran el lugar. La juez encargada del caso había resuelto previamente pasar la isla bajo la protección de la Guardia Naval y disponer el desalojo de las 15 familias que tienen décadas viviendo en el lugar. Desde ese momento y aunque la medida todavía no se ha llevado a cabo, unas 70 personas viven con una espada de Damocles suspendida sobre sus hogares.
La Isla Exposición forma parte del Parque Nacional Marino “Archipiélago del Golfo de Fonseca” (PNMAGF), integrado por 13 islas ubicadas en la jurisdicción de los municipios de Nacaome, Amapala y Alianza, departamento de Valle, en el sur de Honduras [1]. Con una superficie aproximada de 50 km², el Parque Nacional Marino fue declarado en 1999 ‘área natural protegida’ e integra el Sistema Nacional de Áreas Protegidas de Honduras (SINAPH). Ese mismo año, las áreas protegidas en el Golfo de Fonseca fueron declaradas por Naciones Unidas Sitio RAMSAR 1000 (humedales de importancia internacional).
Antecedentes
Hace más de dos décadas, el Estado de Honduras dio la Isla Exposición en concesión al señor Fernando Tomé Abarca. Después de un tiempo, el concesionario estipuló con el señor Lorenzo Aguilera un contrato de usufructo para que trabajara en la limpieza de las playas, cerca de las cuales ya vivían varias familias. Aguilera se instaló en la isla, llevando a cabo la tarea encomendada y desarrollando pequeños proyectos productivos. En particular volvió a dar vida al lugar conocido como La Playona, donde durante el verano y las vacaciones de Semana Santa los turistas llegan a disfrutar de la tranquilidad y las bellezas de este sitio, y los habitantes de la isla aprovechan para vender pescado y otra comida casera.
Isla Exposición. Imagen de Giorgio Trucchi.
En 2014, Tomé Abarca fue requerido judicialmente por la Procuraduría General de la República (PGR) y por el Ministerio Público por supuestos daños ambientales. Ante tanta presión, el titular de la concesión, ya anciano, decidió solucionar el conflicto a través de una conciliación, aceptando devolver la isla a la PGR. A raíz de este acuerdo, el tribunal decidió dar a Aguilera y a las demás familias un plazo máximo de cuatro meses –hasta finales de enero 2018– para abandonar el lugar. La llegada inesperada a la isla de un contingente de militares y policías que acompañaban a la juez marcó para siempre la vida de las 15 familias
Lea aquí el reportaje previo de Alba Sud sobre Isla Exposición.
Calma tensa
“Ya han pasado ocho meses y nadie ha venido a desalojarnos, pero igual uno no vive tranquilo. Siempre hay temor de que en cualquier momento vuelvan los militares. La juez me dijo claramente que debía irme, pero ¿cómo voy a dejar todas mis cosas? Yo aquí he vivido buena parte de mi vida. Nos sentimos indefensos y víctimas de una injusticia”, dijo Lorenzo Aguilera a Alba Sud durante una visita realizada a la isla [2].
La Isla Exposición está ubicada justo frente a la Isla del Tigre, a una media hora de lancha de Puerto Grande, una de las 11 comunidades de la península de Zacate Grande. Aguas cálidas y ambiente incontaminado han acogido hace décadas a familias que hoy viven bajo una amenaza permanente. Aquí es donde las comunidades advierten más la presión de terratenientes y familias acaudaladas nacionales y del capital transnacional, ante la llegada y expansión de proyectos energéticos, extractivos, agroindustriales y turísticos.
Lorenzo Aguilera. Imagen de Giorgio Trucchi.
Al llegar a la isla hace más de dos décadas, Aguilera amplió y consolidó una pequeña laguna donde ahora cría camarones para vendérselos como carnada a los pescadores. Limpió las playas, sembró árboles para que hubiese sombra, echó a andar pequeños proyectos productivos. También comenzó a repoblar la isla con garrobos e iguanas e introdujo ovejas, venados y un poco de ganado. Hasta hay un criadero de tortugas. Ninguna de estas especies animales es para consumo de los habitantes de la isla.
“Lo que hacemos es repoblar y proteger a la fauna de la isla. Aquí nadie toca a los animales. Ya tenemos a más de doscientas ovejas. A mí me gusta ver todos estos animalitos andar libres por la isla. Y también es un atractivo para los turistas que llegan en verano. Los venados son más temerosos y se esconden cuando miran mucha gente –explicó Aguilera. Solo cuando llegaron los militares bajaron hasta la playa y se quedaron mirando fijamente. Es como que también ellos querían reafirmar su derecho a vivir aquí”, recordó sonriendo Aguilera.
Peligro latente
En el sur de Honduras se instalará la primera Zona de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE) [3]. Entre las actividades económicas por las cuales se podrá solicitar la creación de una ZEDE se encuentra la actividad turística. El plan orgánico de estos espacios territoriales prevé la posibilidad de instalar Zonas Turísticas Especiales. Por este motivo, todas las islas que conforman el Parque Nacional Marino están siendo objeto de un creciente interés por su elevado potencial turístico.
Organizaciones locales como el Movimiento Ambientalista Social del Sur por la Vida (MASS-Vida) y la Asociación por el Desarrollo de la Península de Zacate Grande (ADEPZA), que defienden el territorio y los bienes comunes, creen que detrás de la ofensiva judicial contra las familias de la Isla Exposición está el proyecto de entregar las islas del Parque Marino al capital turísticos transnacional. En el caso de la Isla Exposición hasta se ventila la posibilidad de instalar un parque zoológico con especies animales traídas de todo el mundo [4].
Imagen de Giorgio Trucchi.
Afortunadamente, medios nacionales e internacionales se interesaron por el caso y por el peligro al que están expuestas las 15 familias. Este elemento, sumado a la beligerancia mostrada por las organizaciones y movimientos nacionales que se solidarizaron y asesoraron a los pobladores de la isla, frenaron, por el momento, la ofensiva judicial y la codicia del capital.
“Tenemos confianza que ya no nos desalojen. Ese rumor de que quieren crear un zoológico no me convence. Lo que hay es un interés fuerte de parte de algún político o de empresas transnacionales, que quieren explotar turísticamente esta playa tan linda, que a nosotros ha costado esfuerzo, trabajo duro e inversión. En toda esta zona se están dando problemas serios. Se están llevando las mejores playas y ni siquiera podemos arrimarnos porque nos amenazan. Les están quitando las tierras a las comunidades, a familias que tienen décadas viviendo en estos lugares. ¿Adónde nos van a mandar a todos? –se preguntó Aguilera. Aquí tenemos un problema y va a haber resistencia. La gente no tiene nada que perder porque no tiene adonde ir. Está dispuesta a morir”, advirtió.
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