28-09-2019
Turismo rural comunitario y género. ¿Cómo la actividad turística puede influir en los roles de género?
Carla Izcara & Raúl González | Alba SudA partir del análisis de la experiencia de iniciativas de turismo comunitario en las provincias de Salta, Jujuy y Tucumán en Argentina, se analizan las múltiples dimensiones de las transformaciones de género que se han podido identificar.
Crédito Fotografía: Olivia, guía y artesana en Casa Colorada. Imagen de Carla Izcara.
El turismo está altamente influido por la sociedad y sus cambios a través del tiempo. Es por ello que las sociedades, marcadas por las relaciones de género, reproducen su estructura en los modelos turísticos y estos contribuyen a reforzar las desigualdades de la sociedad por razones de género (Bansemann y Hall, 2010). En 1994, Vivianne Kinnaird y Derek Hall, propusieron en ‘’Tourism: Gender Perspectives. In Tourism: A Gender Analysis” un marco para comprender la relación entre turismo y género basado en tres pilares:
- El turismo se construye a partir de una sociedad ya marcada por las diferencias de género.
- El turismo y las relaciones de género se ven afectadas por las dimensiones económicas, sociales, políticas, culturales y medioambientales.
- Todas las relaciones de poder, control e igualdad se ven modificadas según clase social, etnia y género.
Analizando la dimensión económica, el empleo turístico está claramente construido a partir de una base marcada por las desigualdades de género, que se reflejan en las normas del “trabajo femenino” (Swain, 1995). Por lo tanto, nos enfrentamos a un empleo donde prevalecen estructuras patriarcales y capitalistas. A pesar de ello, el empleo turístico, en muchos casos, es la única vía que tienen algunas mujeres para obtener recursos propios, aspecto indispensable para eliminar muchas de las desigualdades causadas a partir de la dependencia financiera.
La inserción de la mujer en el ámbito laboral a partir de la actividad turística ha provocado una disminución de la tasa de natalidad, ha aumentado el número de mujeres cabeza de familia y ha incrementado así su autoconfianza e independencia, factor que puede llegar a traducirse en un mayor poder de decisión de las mujeres tanto a nivel intrafamiliar como extra familiar. Otro efecto es generado a partir de la interacción entre turista y local la cual puede llegar a replantear las relaciones de género dentro del seno familiar gracias a la introducción de nuevos comportamientos en el ámbito doméstico. Por otro lado, la actividad turística, también ha modificado los sistemas familiares.
Imagen de Carla Izcara.
En resumen, se considera que el turismo involucra procesos construidos a partir de relaciones jerárquicas y desiguales de una sociedad ya marcada por las diferencias de género. Por este motivo, estos roles de género predefinidos y estructurales marcan la forma en la que se desarrolla la actividad turística. A pesar de ello, el turismo puede ser una herramienta de transformación y ayudar a disminuir las desigualdades de género tanto en el entorno público como el privado.
Contexto argentino
Para analizar cómo el turismo puede ayudar a generar nuevas dinámicas de género, se tiene que conocer en primer lugar el contexto local. Actualmente, en América Latina la tasa de empleo de mujeres sigue siendo 25.5% (OIT, 2016) menor que la de los hombres, y se aprecia una desaceleración en la entrada de mujeres en el mundo laboral y muchas de ellas se encuentran ancladas en un marco laboral informal.
En Argentina un fenómeno recurrente es la segregación horizontal. La segregación horizontal hace referencia a que las mujeres son agrupadas en actividades vinculadas con las tareas habitualmente femeninas según la división sexual del trabajo (Barberá, Dema, Estellés y Devece, 2011). El otro fenómeno a analizar es la segregación vertical, que se traduce en dinámicas popularmente conocidas como “techo de cristal” o “suelo pegajoso”. Morrison, en 1987, definió el “techo de cristal” como una barrera tan sutil que se torna transparente pero que resulta un fuerte impedimento para que las mujeres puedan moverse dentro de las jerarquías corporativas (Barberá, Dema, Estellés y Devece, 2011). Aun cuando estas mujeres llegan a puestos de responsabilidad, están ejerciendo sus capacidades profesionales y personales en un mundo laboral masculinizado (Moreno, 2018). Por otro lado, está el “suelo pegajoso” al que las mujeres se ven adheridas al ocupar sistemáticamente puestos inferiores, de baja responsabilidad y, por tanto, de menor salario (Martín, 2007).
Respecto a la brecha salarial, las mujeres se sitúan mayormente dentro del grupo de menores ingresos según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina. La concentración de mujeres en este grupo se puede explicar por la percepción de ayudas económica como la Asignación Universal por Hijo u otros ingresos no salariales provenientes de la Seguridad Social, por la inserción mayoritaria de mujeres sin calificación en el sector del trabajo doméstico remunerado y por los ingresos generados en ocupaciones informales. Del total de mujeres ocupadas casi el 35% se encuentra en condiciones de informalidad (Las mujeres en el mundo del trabajo, 2017). Además, el 88.9% (INDEC, 3r trimestre 2013) de mujeres realiza trabajo doméstico no remunerado. Estos datos evidencian la desigual retribución por género. El acceso a programas de formación también denota diferencias entre hombres y mujeres; el total de hombres participantes supera en 16 puntos la participación femenina. Por otro lado, en el caso de las formaciones en hotelería y gastronomía hay una mayor participación de mujeres, 72% (MTEySS, 2016-2017).
Taller de cocina con la familia Lamas. Imagen de Alba Sud.
El sector turístico, tanto en Argentina como en otros países, se podría definir como un sector feminizado ya que más de la mitad de la fuerza laboral en turismo son mujeres (Moreno, 2018). Es importante diferenciar el trabajo feminizado de la feminización de trabajo turístico, que implica un aprovechamiento de la fuerza laboral femenina para acentuar la flexibilización, la precarización y la reducción de costos laborales (Moreno, 2018). Gran participación femenina en el sector turístico se percibe como una extensión de las tareas domésticas, tradicionalmente llevadas a cabo por mujeres como: la cocina, limpieza, mantenimiento del hogar, cuidados… Esta percepción hace que estas tareas sean infravaloradas tanto social como económicamente.
TRC en el noroeste argentino: ¿una opción de cambio?
Distintos estudios de caso identifican cómo el turismo rural comunitario puede ser una herramienta poderosa para cambiar la situación anteriormente expuesta. En la década de los 90, se constata la importancia a ciertos tipos de turismo responsable y sostenible como mecanismo para la inclusión social, el crecimiento económico y la equidad de género en áreas rurales de América Latina (Pérez-Galán y Fuller, 2015). En el caso particular del agroturismo, ecoturismo o el turismo rural comunitario (TRC), se destaca la participación de la población local, la valorización del patrimonio natural y cultural y el empoderamiento de las mujeres (Pérez-Galán y Fuller, 2015). Este turismo, en el mejor de los casos, proporciona a las mujeres oportunidades de empleo, autonomía financiera y les brinda la oportunidad de establecer contacto con el mundo exterior. Aun así, no ha logrado modificar la división tradicional de tareas por género. (Pérez-Galán y Fuller, 2015).
Para realizar esta investigación se visitaron 19 comunidades situadas en las provincias de Salta, Jujuy y Tucumán. Durante estas visitas, y gracias a la convivencia con la población local, se pudieron observar algunos cambios en las relaciones de género generados a partir de la actividad turística.
En general, se pudo comprobar que el turismo había ayudado a cambiar ciertos comportamientos. El cambio se empezó a notar a partir de la observación de conductas distintas por parte de los turistas masculinos. Estos estímulos externos, han hecho que tanto hombres como mujeres de las comunidades hayan adoptado nuevas formas de actuación. Un ejemplo claro puede ser la participación en la tarea de recoger la mesa, anteriormente anecdótica por parte de las figuras masculinas. Aun así, se trata de cambios muy pequeños, ya que son muy pocos los casos donde el marido ayude en las tareas domésticas como el lavado de la ropa, el cuidado de los hijos e hijas o la limpieza del hogar. Algunos de los hombres que han adoptado más cambios en su actitud han sufrido rechazo por parte de otros familiares o amigos y les acusan de ser “poco hombre”. Pero esta posible influencia de los turistas no solo ha modificado el comportamiento de los hombres, sino que las mujeres también han visto que merecen un trato distinto.
También se ha podido detectar que el turismo puede ayudar al empoderamiento de las mujeres. En los años 90, se consideraba que el empoderar a una mujer se basaba únicamente en proporcionarle independencia económica. A raíz de esta idea, los proyectos para empoderar a las mujeres fomentaban la domesticidad como puede ser la formación en producción de dulce o artesanías. Años más tarde, se percibió como insuficiente y se empezaron a brindar capacitaciones y a detectar cuál era su papel en la organización comunitaria promoviendo una mayor inserción y mayor capacidad de decisión en la esfera pública. En este período de cambio y aprendizaje se detectó que algunas de las capacitaciones que se ofrecían estaban sesgadas por el género. Actualmente, las capacitaciones se ofrecen abiertamente y cuentan con una perspectiva de género.
Francisca Mendoza, artesana y cacique de Peña Morada. Imagen de Carla Izcara.
En el caso estudiado, un caso de empoderamiento femenino a destacar es el de Francisca Mendoza, primera cacique mujer en el norte salteño. Francisca nació en la comunidad guaraní de Peña Morada y fue elegida cacique en 1998; en esa época las mujeres no participaban en las reuniones y se negaba su derecho a voto.
Yo no conocía que es una reunión, como mujer no teníamos participación. Las reuniones eran para los hombres y teníamos un cacique varón (Francisca Mendoza, declaraciones en el Tercer Sector, 2018).
La primera reacción de Francisca fue de miedo y timidez ante el rechazo de las otras comunidades aun habiendo sido elegida en asamblea. Según Francisca las mujeres son las que tienen que ser caciques y estar presentes en la gestión comunitaria porque son las que viven en la comunidad y conocen las necesidades del pueblo.
Como mujeres somos las que conocemos las necesidades de la comunidad porque lo vivimos nosotros, la necesidad la vivimos (Francisca Mendoza, declaraciones en el Tercer Sector, 2018).
Una de las primeras acciones que hizo como dirigente, fue construir un salón para poder reunir a las mujeres de la comunidad y decidir entre todas que mejoras eran necesarias y establecer prioridades entre ellas. Actualmente, once años después de ser elegida por primera vez, sigue siendo cacique y ha conseguido que haya luz, agua, escuela y un puesto de salud en su comunidad. Además, fueron las mujeres las que iniciaron la actividad turística y las únicas que participan en ella, y actualmente están recibiendo algunas visitas, lo que les genera ingresos para sus familias y para la comunidad.
A partir de esta introducción de la mujer en el ámbito político comunitario, ha aumentado el número de mujeres caciques, como por ejemplo Elina Elisabeth Gracionis, cacique de la comunidad de La Salamanca, también de etnia guaraní. Otro emprendimiento actualmente dirigido por mujeres es la Red de Turismo Rural Campesino, aunque este factor no siempre influye de forma determinante en las relaciones a nivel intrafamiliar, que en este caso parecen seguir siendo las tradicionales.
Retomando el efecto empoderador del turismo, una mayor autonomía económica ha permitido que algunas mujeres pudieran dejar relaciones de maltrato con sus parejas y tener la oportunidad de independizarse gracias a la nueva situación.
Taller de telar con Doña Santos en San Carlos. Imagen de Carla Izcara.
Otro beneficio del turismo es el acceso a formaciones gratuitas que tiene la población. En muchos de los casos analizados, ha sido la mujer quien toma la iniciativa de empezar un emprendimiento turístico y para ello debe formarse. A partir de esta motivación, empieza a participar en capacitaciones, encuentros y tiene la oportunidad de viajar sola por el territorio o al extranjero. Estos eventos no solo conllevan un enriquecimiento teórico, sino que comportan a la vez un aumento de autoestima, confianza e independencia. Aun así, participación de algunas mujeres en estas actividades, desencadenó en algunos casos problemas de pareja ya que los hombres sintieron una pérdida de control en la vida de sus mujeres. Por otra parte, la mayoría de zonas visitadas destacan por el gran número de madres adolescentes obligadas a abandonar sus estudios por un embarazo. El hecho de que algunas de ellas se hayan interesado por el turismo, ha significado el primer paso para finalizar sus estudios secundarios y participar en distintas jornadas de formación ofrecidas por las instituciones públicas.
Como se puede ver, el peso del cambio no solo recae en el turista y su interacción con la población local, sino que los entes públicos y privados que ofrecen las capacitaciones y apoyo técnico tienen un papel fundamental. El equipo de técnicos y técnicas, tanto del estado como de organizaciones sin ánimo de lucro, desempeñan la función de formar y acompañar a los emprendedores en el proceso de creación del producto turístico. También son el nexo entre la comunidad y el Estado para normalizar la actividad turística y mejorar la calidad de vida en las comunidades. Por lo tanto, el personal técnico debe tener en cuenta la perspectiva de género a la hora de trabajar con las comunidades. Para lograrlo, algunos técnicos y técnicas fueron formados sobre estos aspectos para no adoptar actitudes machistas o naturalizar comportamientos que ellos mismos reproducían en su ámbito familiar. Algunas directrices que se daban eran: no hacer chistes misóginos, animar la participación de las mujeres, recriminar algunos comportamientos o comentarios irrespetuosos hacia las mujeres. En este período de cambio y aprendizaje se detectó que algunas de las capacitaciones que se ofrecían estaban sesgadas por el género. Actualmente, las capacitaciones se ofrecen abiertamente y la voz de la mujer está presente y se pone en valor desde la formulación del proyecto hasta la evaluación de éste. El personal técnico en esta situación tiene que hacer de moderador e invitar a hablar a las mujeres presentes.
Otro trabajo importante que se realizódesde la secretaría de turismo, a parte de la sensibilización de los técnicos y técnicas, fue la realización de talleres con mujeres en comunidades. Algunos de estos talleres se basaban en analizar un día en su vida como mujer en los cuales se detectaron tres actividades principales:
- Domésticas: preparación de alimentos para la familia, conseguir agua y leña para poder desarrollar las actividades diarias…
- Cuidados: la atención de los hijos.
- Relaciones comunitarias: participación comunitaria en el ámbito social como puede ser el voluntariado en la escuela, ayudar a organizar las fiestas patronales o participar en diversas comisiones.
Después de este análisis se comprobó que la mujer no tenía tiempo libre ni ningún espacio para conversar con otras mujeres de forma abierta y segura. La modificación de esta realidad vino a partir del acceso a la información y el trabajo en su autoestima.
Imagen de Raúl González.
Por otra parte, las redes sociales y la llegada de Internet a las comunidades han hecho que la voz y argumentos del movimiento feminista, muy activo en Argentina, haya llegado a zonas más aisladas. No se ha podido comprobar que tenga un impacto inmediato, pero sí que la población pueda tener acceso a una visión más amplia y tiene más herramientas para comunicarse e informarse sobre diversos temas antes inaccesibles. El turismo también provoca un impacto similar generando nuevas visiones y opiniones sobre este tema.
En general se ha podido comprobar que la participación de la mujer en turismo, aun siendo ella la impulsora de la actividad, se centra en el ámbito doméstico. El turismo en algunos casos ha permitido que se observen y adopten nuevos comportamientos en los roles familiares y ha ayudado a mejorar las habilidades comunicativas de las mujeres, su autoestima y su confianza. Así, algunas de las informantes opinaron que estaban “más contentas”. Aun así, la repartición de tareas sigue siendo desigual y marcada por una división sexual del trabajo. Las mujeres siguen sufriendo una sobrecarga de trabajo y algunas de ellas maltrato, físico o psicológico, por parte de sus parejas. En la mayoría de casos, estos episodios de maltrato se relacionan con un problema de alcoholismo, muy presente en las zonas rurales, y en algunos de ellos son denunciados por la comunidad y las autoridades intervienen en beneficio y protección de la mujer afectada.
En conclusión, el TRC puede ayudar al empoderamiento real de las mujeres y se han detectado cambios muy positivos en sus vidas, pero para ello, es fundamental que la actividad turística se desarrolle con perspectiva de género.
Noticias Recientes
-
Crónica del Primer Taller de Fortalecimiento de Capacidades del proyecto SUREST (Erasmus+)
Noticias Generales | 03-12-2024 -
Presentación del informe «Turismo social en Argentina»
Noticias Generales | 29-11-2024 -
La jornada laboral en Brasil y los movimientos reivindicativos del tiempo libre
Noticias Generales | 28-11-2024 -
Turismo comunitario: desafíos y resistencias
Noticias Generales | 27-11-2024 -
Las promesas fallidas del mal nombrado desarrollo: recuento del (mega)proyecto turístico de la Bahía de Tela
Noticias Generales | 26-11-2024 - | Archivo de Noticias »