28-04-2020
La red SET ante el COVID-19 y sus consecuencias
Organizaciones y plataformas sociales de 25 ciudades y territorios del Sur de Europa, articulados en la Red SET, ante la gravedad de la situación provocada por la pandemia, en especial en lugares muy dependientes del turismo, formulan propuestas para una transición socioecológica hacia un nuevo modelo económico.
Crédito Fotografía: Miguel Morey (cortesía a Alba Sud).
La red SET nace en 2018 de la voluntad de elevar una voz colectiva de resistencia frente al proceso de turistización que sufre el sur de Europa. Actualmente formada por 25 nodos de ciudades y regiones europeas, reivindica la necesidad de construir nuevos escenarios de economía y de vida.
En la actual emergencia ligada al Covid-19 urge un cambio de paradigma en nombre de los derechos sociales fundamentales y en apoyo a la población más vulnerable. Dirigimos por ello nuestra solidaridad a las personas que están pagando las consecuencias de un sistema económico que genera desigualdades que ahora se ven amplificadas. Esta pandemia pone en evidencia la necesidad de tejer fuertes sinergias y avanzar en reflexiones y propuestas concretas sobre el derecho a la vivienda y a la ciudad, a la salud y al medio ambiente, contra la precarización y la mercantilización de la vida y los lugares.
Llevamos tiempo denunciando los graves impactos de la actividad turística masiva en nuestras ciudades y barrios, de una industria extractiva que privatiza los beneficios y externaliza los costes, generando además enormes daños ambientales. La economía turística utiliza complejas y perversas cadenas: en un extremo encontramos grandes operadores (plataformas digitales, multinacionales, fondos de inversión, sociedades inmobiliarias, etc.) que se mueven por intereses especulativos y lógicas del beneficio, en el otro una gigantesca mole de fuerza de trabajo precarizada, explotada y sin garantías ni derechos.
El incremento del turismo ha generado en ciudades y territorios una fuerte precarización del acceso a la vivienda. Incontables edificios han sido sustraídos del parque residencial y convertidos en pisos turísticos y hoteles. Los precios del alquiler y la vivienda han aumentado de manera desmesurada, provocando la expulsión de muchas vecinas y vecinos de sus barrios.
Hoy, en plena emergencia Covid-19, mientras las instituciones y los medios piden que nos quedemos en casa, las desigualdades se hacen aún más evidentes, dejando completamente al margen a quien no tiene casa. Expresamos por tanto nuestra solidaridad a las personas y familias desahuciadas, a quienes habitan en casas que no garantizan una vida digna, a las personas sin hogar. Por ello promovemos y apoyamos iniciativas que favorezcan la función social del patrimonio inmobiliario, tanto público como privado, destinando el alojamiento turístico (hoteles, hostales, pisos turísticos, etc.) a quien lo necesita.
Esta situación, además, visibiliza hasta qué punto la gentrificación y la turistización han mermado y debilitado las redes de apoyo mutuo de diversos barrios, instrumentos imprescindibles para hacer frente a esta emergencia y a sus derivadas. Agradecemos a las personas que, para garantizar servicios fundamentales, están exponiéndose a sí mismas y a las que las rodean al riesgo de contagio. A quien alimenta la solidaridad y la cooperación manteniendo vivas las relaciones comunitarias, así como a las trabajadoras y trabajadores del comercio de proximidad.
La difusión global del coronavirus, facilitada por una hipermovilidad sin precedentes, ha puesto aún más de relieve los límites y las desigualdades del sistema capitalista. Entre los efectos de este modelo de explotación depredadora, ahora podemos palpar el riesgo epidémico provocado por los desequilibrios ecológicos que se derivan de una relación abusiva entre la especie humana y el entorno que daña a ambos. Las restricciones de los últimos meses han producido una significativa reducción de la contaminación -debida en parte a la drástica disminución del tráfico aéreo y de cruceros-, pero se trata tan sólo de una mejora temporal a costa de un gran sufrimiento social. No responde a un cambio estructural necesario y perdurable en el tiempo.
Todo ello nos dice que no podemos seguir alimentando la injusticia social y la emergencia climática, ni continuar con el consumo ilimitado de bienes, recursos y territorio.
Es tiempo de reformular la economía para que produzca servicios y bienes esenciales para toda la población, y no para unos pocos. Es tiempo de construir un sistema económico equilibrado y diversificado, centrado en el decrecimiento, compatible con la vida y con el planeta. Compartimos por ello la necesidad de elaborar propuestas desde abajo y exigimos a los gobiernos e instituciones que las integren en políticas a medio y largo plazo, articulando los diferentes niveles institucionales (internacional y local) con medidas estructurales a favor de las personas, no de las grandes empresas.
Esto se traduce, en el ámbito turístico, en una serie de medidas que consideramos imprescindibles para abordar una transición socio-ecológica a un nuevo modelo económico que corrija la hegemonía turística:
- No rescatar el sector turístico agravando la deuda pública, y en cambio proyectar su decrecimiento, mediante políticas de bienestar que protejan a las capas sociales y laborales más vulnerables y el medio ambiente.
- Revisar urgentemente el gasto público para que responda a las necesidades primarias de la población (hospitales, vivienda pública y social, escuelas, etc.) en lugar de financiar costosas y dañinas infraestructuras y grandes obras (ampliación de puertos y aeropuertos, etc.).
- Proteger a la población de la especulación inmobiliaria reduciendo drásticamente el número de pisos turísticos para devolverlos al parque de vivienda de alquiler, así como adoptar medidas que impidan al circuito financiero global depredar territorios, ciudades y barrios.
- Implementar medidas que internalicen los costes y redistribuyan los beneficios del turismo.
- Adoptar políticas de promoción de otros sectores productivos -viejos y nuevos- que garanticen puestos de trabajo dignos y coherentes con el desarrollo de la cultura y de la investigación ambiental.
Nos unimos a todas las personas que promueven espacios de debate en esta dirección, y nos implicamos en la construcción de un camino colectivo para la definición y concreción de propuestas operativas, para que una vez superada esta crisis no se vuelva a la normalidad a la que estábamos acostumbradas, sino que se avance hacia una sociedad más justa, igualitaria y solidaria. Sólo así irá todo bien.
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