24-08-2020
Seminario: «Vulnerabilidades y escenarios post pandemia del turismo en Costa Rica»
Arturo Silva & Angélica Duarte | Alba SudEntre el 10 y el 14 de agosto tuvo lugar un seminario virtual, organizado por la Escuela de Sociología de la Universidad de Costa Rica y Alba Sud, con el fin de analizar colectivamente distintas dimensiones de la crisis del turismo a causa de la pandemia de la COVID-19.
Crédito Fotografía: Quajiniquil, Costa Rica. Imagen de Ernest Cañada.
El Seminario Virtual “Vulnerabilidades y Escenarios Post Pandemia del Turismo en Costa Rica”, realizado en la segunda semana de agosto, fue un esfuerzo coordinado entre la Escuela de Sociología de la Universidad de Costa Rica y Alba Sud, que contó con el apoyo de la Diputación de Barcelona en el marco del proyecto «Campaña internacional de visibilización de las vulneraciones de derechos humanos por inversión turística en América Central».
El evento contempló tres mesas de debate en temas ligados a las contradicciones de los procesos de turistificación global, las dinámicas de reconfiguración del turismo, el perfil del turista, y los desafíos y respuestas del turismo rural y comunitario. En esta serie de tres debates participaron una diversidad de actores, desde gestores locales del turismo de las regiones de Térraba, Talamanca y Guanacaste, académicos de la Universidad de Costa Rica, un representante de la cámara de experiencias rurales de turismo rural y turismo rural comunitario y colaboradores de Alba Sud.
Mesa I. Vulnerabilidades y contradicciones del proceso de turistificación global
La primera mesa tuvo el objetivo de analizar los procesos de turistificación global, con énfasis en los escenarios actuales y posibles de la actividad en contexto de la pandemia provocada por el virus COVID-19. A partir de los aportes Allen Cordero Ulate, director de la Escuela de Sociología de la Universidad de Costa Rica, María Angelica Picado Duarte y Ernest Cañada, ambos en representación de Alba Sud.
Primeramente, el Dr. Allen Cordero hizo énfasis en la importancia económica y social del turismo en Costa Rica. Luego de hacer un repaso por los principales indicadores macroeconómicos, Cordero subrayó los cambios que han acontecido en la realidad turística del país en los últimos años y de qué manera la pandemia abre la posibilidad a nuevos escenarios de la actividad. Asimismo, hizo hincapié en que el modelo turístico costarricense ha variado hacia uno que prioriza las grandes inversiones y la visitación de turistas extranjeros, o que implica que el turista nacional haya pasado a un segundo lugar de importancia. Cordero llama a esto la “balearización” del turismo en Costa Rica, en referencia a lo sucedido en las Islas Baleares en España. Es decir, un modelo turístico abierto al exterior que se entiende como una extensión del flujo de importaciones y exportaciones basado en enclaves turísticos. Una ideología de la acumulación a partir de la actividad turística que ha permeado medianos y pequeños emprendimientos turísticos.
Allen Cordero también subrayó que, lejos de cuestionar el modelo turístico, la crisis pandémica ha servido para que se evidencie la tensión entre salud y economía. La estrategia ha sido la de resaltar la gestión privada del turismo como una actividad con gran variedad de ofertas de medianos y pequeños emprendimientos, democratizado y de enorme variedad social. Con el apoyo de ciertos sectores de la sociedad civil se apuesta por una reactivación mediante la desregulación del mercado del trabajo, reducción de jornadas y despidos. Al mismo tiempo que facilidades en cargas impositivas como la exoneración de impuestos al sector turismo.
Cordero vaticina dos escenarios posibles, contradictorios pero coexistentes. El primero una elitización de la actividad turística donde sean las clases altas, nacionales o extranjeras, quienes sean las que puedan costear viajes costosos y medidas de seguridad sanitarias. Y una segunda que tiene que ver con la democratización de la actividad turística. Esto implica una mayor visitación de turistas nacionales de clases medias y populares a destinos. Las relaciones comunitarias con emprendimientos turísticos locales serían un eje que articule esa mayor democratización de la actividad turística. Especialmente las de base popular, indígena y campesina. Finalmente, Cordero planteó la necesidad de investigar que estrategias podrían tener esas iniciativas para atraer turistas nacionales en un escenario post COVID-19.
La maestra María Angelica Picado Duarte abordó el tema turístico desde un enfoque de territorialidad. La tríada “Formas de Vida-Entramado de Actores-Bienes Territoriales” son fundamentales para comprender la relación turismo y territorio, es decir la reapropiación del espacio social turístico.
Picado señaló que el turismo puede servir a los intereses de comunidades locales o ser un medio para el despojo de formas de vida comunitarias. Citó los ejemplos de la población garífuna en Honduras o las isletas de Granada en Nicaragua donde prima la capitalización de la naturaleza, esto ha provocado tensiones socio-ambientales y segregación territorial. Para la ponente el análisis del turismo debe poner atención a las contradicciones que acontecen en el quehacer de la actividad.
El turismo o los turismos que tengan como base a las comunidades locales deben de partir de un modelo de gestión basado en su autonomía, es decir un manejo autónomo del patrimonio material, ecológico y simbólico, y que, a su vez, permitan una distribución equitativa de los beneficios. Como proyecto comunitario debe ser compatible con ciclos ecológicos, agrícolas y, por supuesto, sociales. Desde esta perspectiva el turismo puede generar cohesión social, acción colectiva y alternativas de subsistencia. Uno de los aspectos que más hizo énfasis Picado fue la lucha política de las mujeres por el territorio. Entendida esta como una dimensión autonómica que integra género y ecología para reafirmar la tenencia de la tierra y el acceso a los bienes que produce.
Para cerrar, Picado puso sobre la mesa un listado de puntos que deben tomarse en cuenta para durante y posterior a la pandemia: el derecho al turismo para todos en tiempo de pandemia; la prioridad de pequeñas y medianas empresas turísticas; la reactivación como un gradual; la “canibalización” de los destinos “CovidFree”; la apuesta del gran capital por el turismo médico, las residencias de adultos mayores y las burbujas de ocio; la aceleración de los procesos de una mayor digitalización del turismo.
Finalmente, el último ponente del día fue el Ernest Cañada. El aporte del Cañada giró alrededor del proceso de turistificación global y qué caminos se deben de emprender para no solo afrontar esta crisis si no también reestructurar la actividad turística en maneras más equitativas.
A su modo de ver lo que vive en este momento el sector turismo es una crisis resultado de la restricción en la llegada de turistas pero que permite develar una crisis estructural del modelo hegemónico. Cañada señala que la región centroamericana vino a ser de las últimas periferias en incorporarse al proceso de turistificación global, principalmente en los destinos costeros. Se entiende a la turistificación como el proceso de conversión de territorios en espacios turísticos bajo la lógica del capital. Esto conlleva a una monofuncionalidad del territorio para adecuarse las necesidades de acumulación y reproducción de capital a partir del turismo.
La sobre especialización de territorios turísticos trae consigo una serie de consecuencias. Entre las más importantes dinámicas de despojo de tierra y agua, una doble dinámica migracional que expulsa poblaciones locales, al tiempo que atrae turistas y nuevos residentes junto a mano de obra estacional. Cañada hizo énfasis en que las condiciones de trabajo de esta mano de obra están en la mayoría de los casos subordinadas a grandes capitales en condiciones laborales precarizados y/o aumento de la economía informal.
Cañada cerró con una serie de ideas que deben tomarse en cuenta para entender y afrontar la crisis que se vive. Esto implica asumir que esta crisis no es pasajera, si no que estamos a las puertas de profunda transformación del tejido turístico. Por ello, expuso, sería necesario no repetir la misma dinámica que nos ha llevado a esta situación, y para esto es necesario poner atención a las demandas de grupos y comunidades para la reformulación de políticas públicas. Corregir la lógica que apela a la sobre especialización de territorios turistificados porque esto aumenta la vulnerabilidad ante las situaciones de crisis y restringe las posibilidades de otras alternativas. Diversificar las economías locales para que el turismo sea parte de un abanico de opciones que permita mayor dinamismo social y económico. Apelar al turismo nacional y local para poder afrontar las crisis, esto es fortalecer el turismo comunitario y facilitar el turismo nacional.
Mesa II. Miradas desde Caribe Sur y Guanacaste
La mesa tuvo por objetivo caracterizar y diferenciar el perfil de turista que llega al Caribe Sur en la provincia de Limón y a Guanacaste en el pacífico norte. Para esto se contó con la colaboración de la Licenciada Alejandra Tenorio colaboradora del Observatorio de Turismo Sostenible del Caribe (OBTURCARIBE) de la sede del Caribe de la Universidad de Costa Rica, Laetitia Gallet, gestora local de turismo del Caribe Sur, y Luana Cavuoto, estudiante de la sociología de Universidad de Costa Rica.
Alejandra Tenorio detalló que el Caribe Sur, a pesar de que es un destino asociado al turismo de playa, la variedad cultural provee un atractivo que lo diferencia de otros destinos costeros de Costa Rica. Una fuerte presencia afrocaribeña junto a la influencia de la cultura indígena otorga le una ventaja comparativa con otros destinos de sol y playa. El Caribe Sur ostenta tres principales nichos que distribuyen la oferta turística: Puerto Viejo, con una actividad más comercial; Manzanillo, vinculado a actividades de naturaleza como senderismo, vista de flora y fauna; y Cahuita, asociado a actividades culturales.
Otra de las particularidades es que la zona es visitada mayoritariamente por turistas nacionales, tanto de la misma provincia como de otras partes del país, seguidos, en menor medida, por turistas europeos y norteamericanos. La composición de la demanda turística conlleva que el gasto medio sea menor a otros destinos de playa en el país que han seguido el modelo de paquetes estandarizados en cadenas hoteleras. Por ejemplo, el turismo nacional pernocta entre uno y tres días, hospedándose principalmente en cabinas, con un gasto de entre 600 y 1000 dólares por núcleo familiar. Mientras que el turista extranjero prefiere viajar ya sea individual o con una persona acompañante. El gasto promedio de este turista es de 1,650 dólares, en un periodo de tiempo de hasta una semana, en la que hace uso de cabinas, hoteles pequeños y hostales para su hospedaje.
Para Tenorio la crisis provocada por la COVID-19 ha comportado que disminuya la visitación de turistas, haya un aumento del desempleo y la desaparición de empresas turísticas. Entre las alternativas que propuso para solucionar la crisis en el sector citó: potenciar el mercadeo digital, unificar las ofertas turísticas, facilitar los encadenamientos productivos, trabajo en conjunto del sector privado con el público, capacitación y apoyo desde la academia para el fortalecer el turismo rural.
Sobre la misma línea de análisis, Leatitia Gallet afirmó que la riqueza turística del Caribe Sur está en la multiculturalidad del destino en conjunto con ofertas que se construyen aprovechando una riqueza natural. La mayoría de empresas turísticas son familiares de pequeño capital, con una capacidad de hospedaje no mayor de 15 habitaciones. Para Gallet la crisis ha evidenciado la informalidad que reina en la zona, lo que la hace más vulnerable a crisis como la actual. Citó como ejemplo la ausencia de planes reguladores para el manejo del territorio. Según datos provistos por ella, de las 674 empresas turísticas registradas en la zona solo 224 cuentan permisos de salud o con declaratoria turística, lo que hace muy difícil poder tener acceso a créditos específicos o aprovechar iniciativas institucionales dirigidas al sector turismo. La alternativa que han llevado a cabo son redes de solidaridad y cooperación para realizar capacitaciones.
Finalmente, Luana Cavuoto hizo una reseña que, a modo de contraste, presenta una realidad distinta para la provincia de Guanacaste. Cavuoto señaló que el modelo turístico en Guanacaste ha estado basado en grandes empresas transnacionales con protagonismo de extranjeros, tanto en la visitación como en el manejo de destinos turísticos. Esto ha implicado una amenaza a la privatización de recursos naturales, al estar sujetos a la lógica del crecimiento en inversiones turísticas perpetuo con poca o nula participación de las comunidades locales.
Mesa III. Turismo Rural Comunitario: desafíos y respuestas ante la COVID-19
La tercera mesa del seminario abordó la temática sobre los desafíos y respuestas en las experiencias de Turismo Rural y Comunitario ante la COVID-19. La diversidad de voces que interactuaron en el espacio de diálogo permitió ampliar la mirada desde múltiples experiencias y formas de relacionarse con el entorno turístico. En primera instancia participó el representante de la Cámara de Experiencias Rurales de Turismo Rural y Turismo Rural y Comunitario Jorge Fallas. A continuación, le acompañaron en la mesa gestores locales del turismo quienes, a su vez, acompañan procesos de resistencia indígena y defensa del territorio, como la lideresa Bröran Elides Rivera y el líder comunitario Paulino Nájera. Así mismo, participó también el académico de la Universidad de Costa Rica, William Du.
En primera instancia, el presidente de la Cámara de Experiencias Rurales de Turismo Rural y Turismo Rural Comunitario, Jorge Fallas expresó que su organización agremia unas ciento sesenta experiencias en gran parte del territorio costarricense. Desde la Cámara se proponen algunas medidas para legalizar a una mayor cantidad de emprendimientos, visibilidad en el mercado internacional de este modelo de turismo y la participación en ferias internacionales. Dentro de las estrategias planteadas para la reactivación del turismo planteó la necesidad de una mayor visibilización en las redes sociales, con ofertas bastantes diversas como, por ejemplo, las ferias de la chorreada, grabaciones para generar información de la pandemia a los guías de turismo, así como apoyar en el mercadeo de los proyectos turísticos a nivel de turismo rural comunitario con espacios conectados con medios de comunicación en radio y televisión. También señaló que la pandemia ha golpeado a cada uno de los diferentes sectores, por lo que es un momento para reinventarse y fortalecer la identidad de cada una de las regiones turísticas del país.
Por otro lado, las iniciativas de turismo rural y comunitario localizadas en el Pacífico Sur de Costa Rica, específicamente en el cantón de Buenos Aires en Puntarenas se encuentran en el territorio indígena Bröran, quienes han sostenido la defensa de su territorio mediante estrategias del turismo cultural y turismo educativo. Tanto Elides Rivera como Paulino Nájera son líderes comunitarios que se han enfrentado a diversos procesos de lucha y resistencia social en contra de procesos de despojo a partir del intento de establecer proyectos hidroeléctricos en su territorio.
Durante el seminario Elides Rivera explicó: “Nuestra Asociación Mano de Tigre nace como un grupo de mujeres enfocados en tres ejes de desarrollo comunitario, tanto para la capacitación de mujeres, el desarrollo económico y la incidencia política. Fuimos pensando en procesos que nos llevarán a sostener la parte económica. Así nos planteamos la propuesta de una economía de las mujeres basada en el turismo cultural comunitario”. Sus actividades están ligadas al rescate de saberes comunitarios en torno a las plantas medicinales, actividades de artesanías y todo lo relacionado al sostenimiento de la soberanía alimentaria en la comunidad. Con el turismo y la organización comunitaria se ha incentivado la gestión local del territorio, a través de la cooperación mutua. El tipo de turista que visita Térraba es un turista de investigación, cooperante, universidades que tiene intereses muy particulares al visitar este territorio indígena.
Asimismo, ante la crisis del COVID-19, Elides mencionó que los territorios indígenas han estado atravesados por diferentes fenómenos en Térraba que han generado impactos socioeconómicos y ambientales. Por ejemplo, las inundaciones del río Térraba y las sequías les han llevado a pensar “que hay que prepararnos ante las crisis de una manera con el manejo de la tierra, del agua, del bosque de la agricultura, si no produjéramos la tierra estaríamos en condiciones desfavorables”. Las mujeres de Mano de Tigre ofrecen diferentes actividades ligadas al turismo, como alojamiento, alimentación, venta de artesanías y esencias de plantas medicinales. Sin embargo, ante el contexto de pandemia hace cinco meses no reciben turistas o ingresos producto de esta actividad.
En esta misma región, otra de las iniciativas autogestionada por los mismos actores locales, es la de Paulino Nájera y su familia, la experiencia del Rincón ecológico y cultural Térraba. Esta iniciativa nació con la intención de recuperar la cobertura forestal del territorio, el rescate de los saberes locales vinculados a la naturaleza. Fue así que comenzaron un camino que se fue entrelazando con el turismo rural comunitario. Ante esto Paulino explica que “ya venían los turistas, pero existía una objetivación de los indígenas, empezamos hablar de un turismo basado en nuestras vivencias, nuestras tradiciones, que conozcan de nuestro entorno”.
El turismo para Paulino ha marcado un antes y un después en su vida. La llegada de esta actividad propició una reactivación de las actividades culturales del territorio Bröran. En este sentido, ante la pregunta de cómo se incorporan sus iniciativas dentro de los planes de reactivación del turismo desde las instituciones gubernamentales del turismo, responde que: “Hemos ido avanzando con limitaciones, no tenemos créditos bancarios, pero aquí estamos. No hemos tenido visitación durante cinco meses. Sin embargo, nuestro pueblo ha tenido privilegios ya que no nos hemos encerrado, nuestro entorno es un bosque de frutales, la montaña está intacta, la flora y fauna permanece, sentimos que la tierra está dando un respiro”.
Las respuestas y estrategias que se han planteado como organización comunitaria han sido diversas como, por ejemplo, la exposición de sus productos en una feria local abierta a diferentes mecanismos de intercambio dirigidos a economías solidarias. Paulino consideró también que este contexto de pandemia le ha llevado a ver nuevas posibilidades: “Aquí está la tierra, la familia, íbamos muy rápido y nos estábamos alejando de proteger nuestra fuente de vida”.
Cerró la sesión William Du, coordinador de la carrera de Turismo Ecológico del recinto de Paraíso Sur de la UCR, quien explicó algunas de las limitaciones que tienen las comunidades vinculadas al turismo rural comunitario para acceder a los programas de financiamiento. En gran medida esto se debe a un acaparamiento del sector para focalizar estos apoyos en áreas altamente desarrolladas por el turismo hegemónico. Asimismo, explicó que es posible ofrecer actividades turísticas que no conlleven el despojo y la enajenación del territorio, es decir, se debe conducir hacia experiencias más vivenciales y respetuosas del entorno. Además, señaló: “que el turismo local está dado a visitar ciudades turísticas del exterior, en lugar de incentivar la visitación al mercado doméstico en zonas alejadas del Valle central de Costa Rica como el propio Térraba, quienes comparten su visión de mundo, su historia.” Igualmente mencionó que “la planificación y la buena gestión del turismo son fundamentales en estos momentos donde la economía ha sido golpeada. Es así, que los programas de turismo social también pueden ser un vector de salida en medio de la crisis, aunado a procesos de educación turística. Tales experiencias se han dado en países como Chile con su programa de Turismo Mujer, y Turismo Joven, espacios que otorgan estrategias y paquetes especiales para realizar turismo doméstico”.
Reflexiones finales
Durante las sesiones en el seminario virtual se plantearon diversas temáticas en torno a una posible reactivación del turismo. Se dejó claro que en este contexto se debe repensar la gestión del turismo, ya que existen modelos que venían gestando dinámicas de despojo de tierra y territorios que implicaron la desarticulación de formas de vida campesinas, rurales y urbanas. Una realidad que generó vulnerabilidades estructurales que eventualmente llevaron a un mayor empobrecimiento y desigualdades sociales.
Manzanillo. Imagen de Arturo Silva.
El turismo debe moverse hacia un modelo de economía solidaria donde se vislumbre como una alternativa de complementariedad y diversificación de las economías en los territorios. La apuesta debe ser disputar las políticas públicas en torno al turismo, de manera que se generen verdaderas posibilidades de transformación y desarrollo del sector. Así mismo, que no privilegien únicamente a los modelos de desarrollo turístico vinculados a grandes capitales trasnacionales, que están pensando en lógicas aceleradas de recuperación del turismo mediante la profundización de espacios elitizados o burbujas de placer.
En conclusión, esta es una crisis profunda llena de incertidumbres y en medio de escenarios complejos. Pero que también permite otros horizontes para replantear aquellas dinámicas turísticas que generaron mayores vulnerabilidades. El seminario pretendía promover la reflexión sobre la necesidad de poner en cuestión la híper especialización turística. De igual manera, habrá que fortalecer el turismo social como facilitador de acceso de las amplias mayorías a un ocio educativo y a una inserción que no genere espacios excluyentes. Por lo tanto, la aspiración colectiva debe priorizar un modelo de vigilancia e incidencia permanente en las políticas públicas, que beneficie no solo a los grandes gremios empresariales sino también a las comunidades y sus espacios de vida.
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