14-09-2020
Invisibilización de la población LGBT brasileña por la segmentación turística
Maicon Gularte Moreira¿Por qué la población LGBT se enfrenta a enormes barreras a la hora de reconocer y garantizar el acceso a sus derechos, pero cuando se trata del consumo turístico, sus formas de vida, expresión y comportamiento son ampliamente aceptadas y fomentadas por el mundo académico y el mercado?
Crédito Fotografía: Marcha del orgullo LGBT em São Paulo, 2014. Fuente: Ben Tavener, bajo licencia creative commons.
Es probable que la pregunta inicial no tenga el mismo significado dependiendo de quién la lea, su país de origen y otros factores. En Brasil, en los dos últimos decenios, el debate en torno a las demandas sociales, políticas y culturales de la población LGBT ha crecido exponencialmente por múltiples razones. Lo primero que hay que destacar es la presión histórica que los movimientos sociales organizados han venido produciendo en los más diversos sectores desde la década de 1970. La segunda razón puede obedecer a la toma del poder por parte de partidos políticos de izquierda entre los años 2002 y 2016, que además de sacar a millones de personas de la pobreza, aumentó el número de universidades y su acceso por parte de la población. También hay que destacar el avance tecnológico, que permite circular la información por canales de comunicación más independientes, disociándose de las grandes corporaciones comunicativas y sus intereses. A medida que más personas tienen acceso a políticas públicas, educación e información independiente, mayor es la circulación de los múltiples sentidos y posibilidades de estar en el mundo y de relacionarse con él y con los demás, independientemente de los patrones más arraigados. Sin embargo, la ampliación del debate social sobre un tema tan controvertido como este no deja de tener consecuencias.
Según las organizaciones vinculadas a la defensa y promoción de los derechos humanos, que llevan a cabo este tipo de vigilancia, Brasil es el país donde más asesinatos de personas LGBT se producen en el mundo. El Grupo Gay da Bahía, uno de los primeros grupos organizados de activismo LGBT en el Brasil, fundado en 1980, publica un informe anual sobre las muertes de LGBT en el país. Incluso considerando el probable subregistro de estos datos, que el gobierno brasileño no proporciona, en 2019 en Brasil tuvimos 329 muertes violentas de LGBT como resultado de la homotransfobia (Oliveira y Mott, 2020). En otras palabras, estos datos nos llevan a la triste estadística de una muerte de LGBT cada 26 horas. Según los organismos internacionales de derechos humanos, más de la mitad de los asesinatos de personas transexuales en el mundo se producen en Brasil (Wareham, 2020).
Ante este escenario, retomo la pregunta inicial que abre este texto en mi investigación y análisis. Lo hago porque las producciones académicas existentes sobre la segmentación del turismo LGBT, además de no abordar críticamente esta realidad, han validado las prácticas del mercado y han expuesto como única justificación para este tipo de segmentación la definición de un perfil socioeconómico de consumidores LGBT. La mayoría de las veces no tienen en cuenta la violencia, la marginación y la denegación de derechos a la que está sometida esta población en el país. Los datos de estas encuestas consideran que las personas LGBT tienen más educación e ingresos más altos en relación con el promedio de la población brasileña, sin hijos y, por consiguiente, más tiempo y dinero disponible para actividades de ocio y turismo (Oliveira, 2002; Dias et al., 2009; Sanches et al., 2011). Otros estudios están obsoletos, especialmente cuando afirman que "Brasil no es un país homófobo" (Avena y Rossetti, 2004: 14), o que la homosexualidad sería una "especie" biológica (Chiochetta y Avena, 2006: 17), o que la identidad de género y la orientación sexual serían sinónimos (Oliveira, 2016).
A su vez, las prácticas de mercado, ya validadas por la academia, producen más datos en torno a este perfil, creando una imagen distorsionada sobre la población LGBT. Este perfil no puede ser tomado como la regla para la mayoría de la población LGBT brasileña, ni para las personas extranjeras, cuyas realidades no siempre corresponden a lo que se está produciendo en estas investigaciones. En consecuencia, las campañas publicitarias turísticas dirigidas a personas LGBT realizan una oferta exagerada y atractiva que apela a un estereotipo, así como la posibilidad de realizar el acto sexual, que fuera de este contexto a menudo sería censurado. Tanto el mundo académico como el del mercado se retroalimentan mutuamente. De este modo, tanto el mercado como la academia no tienen como objetivo el reconocimiento de las personas LGBT, y sus demandas históricas, sociales, políticas y culturales, sino el potencial retorno financiero que puede generar la promesa de inclusión social, su “pink money”. Para entender mejor el escenario histórico de la relación entre el turismo y la población LGBT, recomiendo el excelente texto de Núria Abellan (2020), publicado en Alba Sud.
El momento actual, de mayor visibilidad de las demandas del colectivo LGBT, nos obliga a considerar la necesidad de producir otros significados sobre las posibilidades de existencia de las personas LGBT, diferentes a los producidos por las investigaciones mencionadas. También nos pide que reconozcamos que las demandas relacionadas con la diversidad sexual y de género han ganado visibilidad a través de la resistencia política de los movimientos sociales LGBT organizados, y de la población LGBT en general. Y también que Brasil tiene un presidente abiertamente homofóbico, capaz de declarar a los periodistas que "Brasil no puede ser el país del turismo gay" porque "tenemos familias" (Matais, 2019), a la vez que elimina toda mención de la población LGBT del Plan Nacional de Turismo (Gravia, 2019). Tenemos que pensar en esto, sin dejar de lado el uso utilitario que el mercado turístico hace de las siglas LGBT, el llamado pinkwashing (Abellan, 2020). Por estas razones, me gustaría detenerme aquí en algunas reflexiones producidas a partir de la pregunta inicial y de mi investigación de maestría (Moreira, 2017).
¡La campaña "Trae Tus Colores"!
Para pensar en esta relación, traigo el ejemplo de una campaña publicitaria promovida por el Instituto Brasileño de Turismo (Embratur), responsable de la promoción de Brasil en el extranjero y vinculado al Ministerio de Turismo nacional. Mi encuentro con esta campaña tuvo lugar cuando pensaba en las posibilidades de investigación para el Máster de Turismo y Hospitalidad, que desarrollé entre 2015 y 2017. En ese momento, localicé la siguiente noticia en el sitio web de Embratur: "Embratur promueve el Brasil como destino turístico LGBT en España" (Embratur, 2014). La noticia informaba que el Instituto apoyó la acción "¡Trae Tus Colores!", cuyo objetivo era mostrar los atractivos turísticos de Río de Janeiro, Brasilia y Belo Horizonte al mercado LGBT español, en una serie de reuniones con agentes de turismo y periodistas. Estas reuniones tuvieron lugar durante la segunda mitad de diciembre de 2014, en las ciudades de Madrid y Valencia, y contaron con unos 90 participantes (Embratur, 2014).
Portada de la campaña promocional “¡Trae Tus Colores!”. Fuente: Guiya Editora (2014).
Interesado en la noticia, comencé una búsqueda de información más detallada sobre aquella iniciativa. Las justificaciones que encontré para llevarla a cabo no eran diferentes de las que ya conocía sobre el turismo segmentado para personas LGBT y las lecturas que había realizado hasta entonces, cuyo enfoque económico se centraba en el potencial de este "mercado". El entonces presidente de Embratur, Vicente Neto, afirmó que: "Es notorio que se trata de un segmento que tiene un gran potencial de generación de divisas para Brasil, porque presenta un mayor gasto per cápita, en promedio un 30% mayor que el turista heterosexual" (Guiya Editora, 2015).
El argumento de Vicente Neto se basaba en las estadísticas de la Organización Mundial del Turismo (OMT) de la época: "el público LGBT representa el 10% de los viajeros y mueve el 15% del volumen de negocios del sector. Además, mientras que el mercado turístico mundial crece un 3,8% al año, el segmento avanza un 10,3%" (Embratur, 2014). Para del presidente de Embratur, el objetivo de la acción era "aumentar la visibilidad y la participación del Brasil en el segmento del turismo LGBT mundial", ya que "apostar por este prometedor segmento es una tendencia mundial y contribuye al desarrollo económico y social del país" (Guiya Editora, 2015).
Aunque las noticias y la campaña que se presentan como ejemplo parecen obsoletas, sugiero que los lectores de este texto realicen una breve búsqueda en Internet sobre el potencial del segmento turístico LGBT y las justificaciones utilizadas para afirmarlo. Si lo hacen, podrán observar que la conformación y el apoyo mutuos entre los discursos producidos por los investigadores del turismo LGBT, los representantes públicos y el mercado privado siguen siendo muy similares, si no iguales. Y aunque el material de esta campaña no contenía explícitamente la oferta de productos dirigidos a prácticas sexuales, en mi análisis observé que muchos elementos generaban este sentido desde un determinado imaginario social. Uno de estos elementos, por ejemplo, es la imagen de la portada (foto superior), en la que se destaca una plaza de noche. Cuando pensamos en las plazas, la noche y la población LGBT, ¿qué sentidos se movilizan en nuestros pensamientos? ¿Por qué una plaza de noche gana prominencia en la portada de una campaña promocional dirigida a la población LGBT?
Brasil, el país de la diversidad y los avances en los derechos LGBT
Teniendo en cuenta lo que pretende una campaña de promoción turística, sus promotores deben reconocer no sólo qué Brasil es y qué puede ofrecer, sino también los contextos políticos, sociales y culturales de la comunidad LGBT española, ya que son los españoles, y no los brasileños, quienes son el objetivo de la campaña. Por lo tanto, necesita proyectar una imagen de Brasil que sea capaz no solo de crear un determinado producto comercializable, sino también que las personas LGBT españolas se identifiquen en el momento de comprarlo. Por esta razón, Brasil es expuesto en la campaña como un "país fuerte, encantador y cada vez más inclusivo. (…) una nación de colores, del arcoíris, el símbolo internacional del segmento LGBT. Y será un gran honor recibir su energía, su diversidad, en fin, ¡sus colores!" (Guiya Editora, 2014: 2).
En la página siguiente, Brasil también es presentado como el país de los "avances en derechos LGBT" (Guiya Editora, 2014: 3), que sabemos que no se corresponde con la realidad que vive la población LGBT local, ni cuando se realizó la campaña ni ahora. Hubo pocos avances en ese período, entre ellos el reconocimiento de la unión civil entre personas del mismo sexo y la posibilidad de que el sistema de salud pública realizara cirugías de reasignación sexual. Sin embargo, a pesar del intento de hacer invisibles las estadísticas sobre la violencia diaria sufrida por la población LGBT brasileña, que ya lideraba el ranking mundial de asesinatos de LGBT en 2014, el material comete un gran error sobre el que hemos realizado un análisis específico.
La imagen en la parte superior de esta misma página ilustra la Marcha Nacional contra la Homofobia, frente al Congreso Nacional, en la ciudad de Brasilia/DF, la capital brasileña. Más que la Marcha y la relación de significado que tiene con el término avance, la imagen muestra a los activistas del Movimiento Social LGBT alrededor de una gran bandera arco iris. Más que a los activistas en general, la imagen muestra a una de las personas concentradas sosteniendo la bandera del arco iris, cubriendo los alrededores de su cabeza con la bandera brasileña y llevando una camiseta que es el símbolo representativo de la Marcha. Este símbolo tiene un objeto en el centro. Cada línea de este objeto tiene uno de los colores del arco iris, el símbolo del movimiento social LGBT. En el centro está la sombra del edificio del Congreso Nacional (el órgano más alto del poder legislativo brasileño) y, debajo de él la estatua de una mujer con los ojos vendados que sostiene una balanza, el símbolo de la justicia. En este símbolo está escrita la frase "Marcha Nacional contra la Homofobia".
Tercera página del material de la campaña "Trae Tus Colores!". Fuente: Guiya Editora (2014).
Entiendo que el objetivo de la imagen es representar el país de la justicia y los derechos de las personas LGBT, un país representado por el título "AVANCES EN DERECHOS LGBT", por la asociación del activista al mismo tiempo con la bandera brasileña y la bandera del Movimiento Social LGBT. Y también por la Marcha Nacional contra la Homofobia que tiene lugar frente al edificio del poder legislativo brasileño, la "Casa del pueblo", donde el Estado Democrático de Derecho garantiza el acceso y la igualdad de derechos y deberes de todas las personas. Sin embargo, visto de cerca, la contradicción presente en la imagen, y en el contexto movilizado por el título, es evidente: si el Movimiento Social LGBT está en marcha frente al Congreso Nacional, objetivo de la "Marcha Nacional contra la Homofobia" (representada en la camiseta del activista LGBT), ¿cómo se puede presentar a Brasil en el título como el país de los avances en los derechos de los LGBT?
En 2019, el Tribunal Supremo Federal del Brasil, la más alta instancia del poder judicial brasileño, definió que mientras el poder legislativo del país no cree una ley específica que tipifique como delito los diferentes tipos de prejuicios y violencia contra la población LGBT, este tipo de delito será interpretado por medio de la ley que criminaliza el racismo en el territorio nacional. Al igual que la unión civil entre personas del mismo sexo, la mayoría de los avances en materia de derechos de la comunidad LGBT que existen en el Brasil son decisiones de órganos colectivos del poder judicial, que aprovechan las lagunas existentes en la interpretación de la legislación para que la población LGBT tenga, como mínimo, algún tipo de instrumento para protegerla. Así, los avances que existen, en su mayoría, provienen de disputas judiciales entre movimientos sociales organizados y el Estado brasileño y no de un accionar de este Estado en el reconocimiento de nuestra población.
¿LGBT friendly para quién?
¿Qué implican estas observaciones para pensar lo que propongo aquí, que es la relación entre el turismo y la población LGBT? El discurso turístico al mismo tiempo que atribuye a los sujetos una motivación para viajar, un comportamiento y un perfil de consumo, les niega las posibilidades de inscribir sus deseos y derechos fuera de este perfil. Lo niega porque anticipa no sólo la proyección de esta motivación, comportamiento y perfil, sino también porque dice dónde pueden desear los sujetos, ocultando su propia realidad y también la de los lugares que visitarán. En este sentido, la segmentación del mercado construye un perfil de turista como una forma de hablar del tema, antes de que pueda hablar de sí mismo.
Aunque mi análisis se basara en una campaña de promoción del Brasil en España en 2014, la reflexión que propongo sobre el turismo LGBT es la imposibilidad de que las políticas públicas destinadas a este tipo de turismo sean ideadas por los destinos turísticos sin tener en cuenta las demás políticas necesarias para la protección y promoción de los derechos LGBT en el plano local. El diálogo entre el mundo académico, las autoridades públicas y el mercado privado no es suficiente para que se adopten estrategias de mercado como la "inclusión" de nuestra población a través del consumo sin políticas públicas que protejan nuestro derecho a ser y expresar lo que somos en nuestra vida cotidiana. Al presentar Brasil como un país amigable para el colectivo LGBT, además de borrar parte de la realidad vivida por la población local, expone a los turistas LGBT a su misma ignorancia.
La manifestación de una acción promocional no es suficiente. Las estrategias de planificación y gestión del turismo LGBT deben basarse en la oferta y no en la definición de un perfil de demanda. De esta manera es posible que grupos organizados, movimientos sociales, espacios históricos, políticos y culturales de nuestra población entren en el circuito turístico con mayor alcance y no sólo a través de las posibilidades de las prácticas sexuales. Las propias personas LGBT deben ser parte de este proceso, tanto en su diversidad como en su complejidad. Por lo tanto, creo que el turismo LGBT puede ir más allá del enfoque de beneficio económico local, pero también proporcionar beneficios sociales, políticos y culturales a la población LGBT, que no se limitan al uso utilitario de la sigla en favor de la circulación de dinero y bienes.
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