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Reportaje | Turismo Responsable | Costa Rica

30-09-2020

El otro turismo: reflexiones y aprendizajes desde el territorio Térraba

Angélica Duarte | Alba Sud

Las experiencias de la Asociación de Mujeres Mano de Tigre y del Rincón Ecológico Cultural, ambas en territorio Térraba, en Costa Rica, y gestionadas por comunidades indígenas Bröran, muestran formas de organización del turismo sostenidas desde la comunalidad. 


Crédito Fotografía: Rincón Ecológico Cultural Térraba.

El turismo en Costa Rica se presenta como una actividad prometedora para las comunidades campesinas e indígenas desde las propuestas de los planes de desarrollo turístico de las instituciones de gobierno y las agendas de cooperación internacional. Sin embargo, para las comunidades, el turismo llega como un proyecto económico alternativo, que a su vez contiene múltiples exigencias para las comunidades que los colocan en condiciones desiguales respecto a los modelos hegemónicos del mercado turístico.

Las iniciativas comunitarias se ven sometidas a profundas contradicciones a la hora de incorporar el turismo en su vida cotidiana. Dichas exigencias del turismo bajo la promesa de empleo y mejora de sus condiciones de vida han implicado grandes retos para las comunidades, sobre todo en los procesos de comercialización, mercadeo, adopción de conocimientos técnicos en idiomas y servicios de atención al turista, infraestructura, entre otros.

Estos desafíos se presentan como nuevas formas de penetración de modelos de desarrollo turístico dominante, que privilegian las lógicas de ganancias y acumulación en el mercado turístico global. Uno de los ejemplos más recientes de desestructuración de las economías locales puede encontrarse en la comunidad de Marbella en el Cantón de Santa Cruz, Guanacaste, en Costa Rica, donde las empresas inmobiliarias han concentrado su capital en esta zona, comprando tierras para la construcción de complejos turísticos residenciales. Una situación que no solo ha implicado procesos de gentrificación turística, sino el despojo territorial de los pobladores de la zona.

Para las comunidades representa un proceso de reconfiguración de sus espacios de vida cuando ocurre desde el modelo de homogeneización cultural y económica del turismo. Dichas dinámicas de reconfiguración socioterritorial se manifiestan en los cambios de uso de suelo, en los nuevos patrones de consumo alimentarios, en el encarecimiento de la tierra y la vivienda, el despojo territorial, así como la degradación ambiental. 

El Pueblo Térraba: una historia de despojo y reivindicaciones 

Por otro lado, existen experiencias donde han sido las mismas comunidades quienes han otorgado otros sentidos a las formas de gestionar el turismo. Es así, que han generado estrategias integradoras valiéndose de la organización y participación comunitaria. Desde lógicas propias promueven un modelo más humanizado, que se vuelve compatible con la economía campesina y las formas de reproducción de la vida en el territorio.

La propuesta alternativa de las comunidades se sostiene en lo común, es decir, todo aquello que se perfila como un proyecto social para el bienestar de la comunidad, será asumido y legitimado por la comunidad siempre que garantice el resguardo de su patrimonio simbólico, cultural y natural. Esto se traduce en la vigilancia y la toma de decisiones sobre sus bienes colectivos.

En este sentido, es importante destacar dos iniciativas de turismo de base comunitaria autogestionadas por las comunidades indígenas Bröran en territorio Térraba, en el pacífico sur de Costa Rica, concretamente en el cantón de Buenos Aires, Puntarenas. Una de ellas es la Asociación de Mujeres Mano de Tigre, liderada por Elides Rivera, defensora de los derechos indígenas y lideresa del pueblo Bröran. La asociación es un centro cultural que ofrece actividades vinculadas al turismo cultural y el turismo educativo. Desde sus inicios se plantearon como ejes de trabajo los procesos de formación en la comunidad, la participación política de las mujeres y el desarrollo socioeconómico de sus habitantes.

En esta misma zona, se encuentra la experiencia del Rincón Ecológico Cultural Térraba que lo encabeza Paulino Nájera líder indígena Bröran. Esta iniciativa comenzó con el proceso de reforestación de árboles nativos en la comunidad, donde para los años ochenta se sembraron alrededor de 37 mil especies endémicas que se habían perdido con el avance de la frontera agrícola y el despojo del territorio indígena. Ambas iniciativas se ubican en la Reserva indígena Térraba que cuenta con 9,300 hectáreas de bosque húmedo tropical.

Los procesos de lucha y de resistencia que ha enfrentado el territorio Térraba, han sido marcados por la recuperación del territorio y por la defensa de sus derechos colectivos, los bienes comunes y la vida. Los procesos de resistencia han abierto caminos hacia otras formas de vida, como el fortalecimiento del tejido social ante el despojo y la muerte. En este sentido, según Elides, se definen como “una organización social de mujeres para tener una participación de voz e incidencia, incentivamos la organización comunal para la defensa de los derechos de las mujeres y la defensa del territorio”. 

Elides Rivera. Imagen de la Asociación de Mujeres Mano de Tigre.  

Térraba es una comunidad que se localiza a 211 kilómetros de la ciudad de San José, Costa Rica. Según el censo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, Térraba cuenta con una población de 620 habitantes indígenas. Dado la distancia de las principales áreas urbanas, los turistas que reciben están más vinculados a la academia, iglesias, universidades y organizaciones no gubernamentales. El turismo local es muy escaso en la zona, ya que estos priorizan otros espacios de recreación en las zonas del Valle central de Costa Rica y las zonas costeras.

Ante la falta de acceso a créditos y subsidios para afianzar sus iniciativas comunitarias, han tenido que articular esfuerzos para obtener apoyos de cooperación extranjera, y así poder complementar sus actividades económicas productivas con el turismo. Como parte del proceso de resistencia del pueblo Térraba en contra de la hidroeléctrica Diquís, la actividad turística adquirió un sentido especial, ya que les dotó de los recursos necesarios para sostener sus formas de lucha. Esto les ha permitido revitalizar los aspectos culturales, las formas de trabajo y las relaciones con el territorio. Más allá de la visión económica del turismo, este modelo autogestionario ha contribuido al fortalecimiento de la identidad colectiva de los Bröran.

Es así, que como parte del análisis retrospectivo que hace Elides desde su experiencia viva en la comunidad es posible entender que “Térraba hace treinta años no contaba con la cobertura de bosque que tiene ahorita, se ha logrado regenerar una gran cantidad, así como se había perdido el bosque, se habían perdido las prácticas culturales. Los jóvenes buscaban empleo en PINDECO (Pineapple Development Corporation) del Monte en Costa Rica y se iban alejando de la tierra”. 

Existen espacios y prácticas que le dan sentido a lo común, a medida que los procesos violentos de despojose han agudizado en el territorio. Dichos procesos se tornan relevantes y visibles con el asesinato de líderes comunitarios indígenas, como el caso de Jerhy Rivera en febrero de 2020 a manos de usurpadores de tierras, cuando se daba el intento de recuperación indígena de una finca en territorio Térraba. Este hecho se suma al asesinato hace un año de Sergio Rojas, Bribi del Clan Uniwak de Salitre y miembro del Consejo de Autoridades Propias Cuidadores de la Madre Tierra. Este tipo de acciones violentas pone en evidencia el abandono del Estado de los territorios indígenas y demuestra la situación de indefensión en que se encuentran los que luchan por la defensa de sus bienes naturales y de su territorio.

Los habitantes de la comunidad han fortalecido el tejido social y se han volcado a las prácticas locales. De esta manera, no han abandonado sus prácticas de autosuficiencia alimentaria, y en tiempos de pandemia han decidido activar una feria de productores en el territorio. Esta iniciativa les permite vender o intercambiar los productos de sus cosechas, así como sus artesanías y platillos tradicionales como los tamales de arroz y la carne ahumada.

Ante la crisis del COVID19 han dejado de recibir turistas por casi cinco meses, lo que sin duda ha afectado la economía familiar. Sin embargo, la situación les ha motivado a reactivar prácticas comunitarias que muestran la riqueza social y cultural de los procesos de organización de los pueblos indígenas. En este sentido, para Elides, gracias a la organización “se ha incentivado la necesidad de mantener la producción. Menos hambre y más salud”, algo que les permite ser gestoras de su propio desarrollo.

Paulino Nájera. Imagen del Rincón Ecológico Cultural Térraba. 

Para Paulino el “pueblo ha tenido un privilegio”. El arraigo a la tierra y esa conexión con el entorno les ha permitido incentivar estrategias que han garantizado su seguridad alimentaria, teniendo menos relaciones de dependencia con alimentos que vienen de fuera de la comunidad. Esta reflexión se ha reforzado a partir de la pandemia, ya que a pesar que el turismo redujo sus ingresos, no les ha faltado alimento, a diferencia de lo que ha ocurrido en áreas urbanas en tiempos de pandemia. Además, como Paulino aseguro, ellos pueden gozar de su espacio vital rodeado de una basta naturaleza que coexiste con su forma de vida comunitaria.

Las alternativas que se construyen en el territorio están fuera de las lógicas de producción, consumo y acumulación del modelo capitalista. La salvaguarda del patrimonio biocultural que se presenta en el territorio Térraba, los ha llevado a mantener sus propios límites socioambientales. No todas las formas de relacionarse con el entorno están basadas en valores de cambio, sino que se han afianzado en sus formas simbólicas, históricas y culturales de apropiación del territorio.

Para los indígenas Bröran la tierra es fuente de vida, es decir, una conexión con las diferentes formas de vida que coexisten en su entorno y que tiene una base espiritual que se manifiesta en sus costumbres, tradiciones, su lengua y su cultura. Por eso, en las reflexiones de Paulino sobre la razón de ser del pueblo Bröran queda de manifiesto la idea que: “Somos seres espirituales, seres pasajeros, las plantas medicinales son nuestras hermanas que están dispuestas a darnos curación”. Es decir, la tierra, el territorio y los bienes naturales han sido elementos claves para la supervivencia de la cultura Bröran.

Repensando el turismo

El turismo comenzó en la comunidad Térraba en los años 2000, cuando se iniciaron tours guiados al bosque, y recorridos culturales de la historia de Térraba. En la actualidad ofrecen una diversidad de servicios, como alimentación, alojamiento, tour de medicina tradicional, así como actividades lideradas por mujeres artesanas en xilografía y pintura. De alguna manera, han incentivado un diálogo intercultural desde el intercambio de saberes entre visitantes y locales, respetando las dinámicas de la cotidianidad del pueblo Bröran, su cosmovisión y su concepción de la vida. Por eso “nuestro proyecto no era solo el turismo, es conservar y proteger nuestro espacio” afirma Paulino.

Antes de echar andar las iniciativas de Mano de Tigre y el Rincón Ecológico Cultural Térraba, eran los intermediarios y las cámaras de turismo las que llevaban a los turistas a territorio indígena Térraba en Costa Rica. Según explica Paulino, simplemente “se hacía turismo, pero no nos dábamos cuenta, se nos veía como un objeto que simplemente se tomaban una foto y pare de contar”. Sin duda, el turista que visitaba Térraba antes de configurarse las experiencias de Mano de Tigre y el Centro Cultural, llegaban con la intención de exotizar y fetichizar la imagen del indígena en Costa Rica, lógicas que, desde la sociedad de consumo, resultaban ser invasivas.

Imagen de la Asociación de Mujeres Mano de Tigre.  

La gestión del turismo desde estas experiencias ha marcado la diferencia en Térraba, ya que se han promovido actividades más integradoras y vivenciales, con turistas que no solo buscan consumir su cultura, sino que incentivan encuentros donde interactúan ambas miradas, ambos mundos y realidades. Se trata de un modelo con mínima participación de intermediarios y donde se privilegia el intercambio de experiencias bidireccionales entre el turista y la comunidad.

Los turistas que visitan Térraba muestran un amplio interés en su cultura, y sus formas de vida, llegan con un alto nivel de motivación, y con fines particulares sobre todo investigadores que han dado acompañamiento a los procesos de resistencia en defensa de la tierra y sus derechos colectivos. 

Las organizaciones comunitarias donde participan Elides y Paulino no reciben apoyo económico del Instituto Costarricense de Turismo (ICT) y no forman parte de la oferta turística nacional de turismo rural comunitario, ya que el gobierno ha intentado delinear sus estrategias y programas de desarrollo turístico desde la Asociación de Desarrollo Integral (ADI) en Térraba. Esta es una organización comunitaria donde se conducen los programas e instrumentos de intervención gubernamental que coordina la Dirección Nacional de Desarrollo de la Comunidad (DINADECO). 

Los Bröran no se identifican con este formato de organización comunitaria. Desde la mirada de la comunidad, estos espacios se conciben como formas de control y dominación del territorio que no armonizan con la libre determinación y autonomía del territorio indígena Térraba. De este modo, se rigen por sus propias prácticas de organización tradicional, tal como lo establece el artículo 2 del Convenio 169 sobre los pueblos indígenas y tribales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT): “Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación, en virtud de este derecho, determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural”.

Sin embargo, ha sido un camino sinuoso para el pueblo Bröran, si se toma en cuenta que las empresas y el Estado han intentado negociar sus tierras, sin ningún diálogo o procesos de consulta con la comunidad. Es así, que la actividad turística tal como ellos la conciben, es una de las estrategias que garantizan las formas de reproducción de la vida en el territorio, la puesta en marcha de procesos de soberanía alimentaria, y la recuperación del bosque en el territorio Térraba.

Respuestas comunitarias ante la pandemia

Las crisis, los conflictos y las catástrofes naturales forman parte de la historia personal y colectiva del pueblo Bröran, lo que ha creado un sentido común de imaginarios que construyen resistencia contra las hegemonías. “Apoyándonos entre todas y todos podemos mitigar esas crisis que sabemos que van a venir [...] Nuestros mayores decían que cada 25 y 50 años vendrán crisis”. Estos nuevos imaginarios que narra Elides forman parte de las respuestas comunitarias que se están empezando a gestar a partir de esta crisis. 

La riqueza del patrimonio biocultural del territorio Térraba les ha permitido vivir la pandemia desde otras lógicas. Para Paulino, la tierra, la cosecha, el autocuidado entre las mismas familias de la comunidad les hace sentirse agradecidos con lo que les rodea. Por lo tanto, “nosotros no hemos perdido nada, la montaña está creciendo, los animales están ahí los monos cariblanco, los tucanes, los perezosos, están divirtiéndose felices. Algo que nos ha traído esto es que la tierra está descansando, las generaciones venideras nos van agradecer”.

Imagen del Rincón Ecológico Cultural Térraba. 

En estos meses de confinamiento se ha fortalecido la cohesión comunitaria por medio de la solidaridad y cooperación mutua, por lo que las medidas de aislamiento y distanciamiento social que promueven los organismos de salud no han sido adecuadas puesto que están desvinculadas de las prácticas cotidianas en su vida comunitaria, como las jornadas diarias en el campo. Ahora, hay más jóvenes de la comunidad que participan en las cosechas, la feria de los productores, las actividades de acuicultura de reproducción de peces nativos, entre otros. 

Los procesos comunitarios y la organización representan el medio a través del cual se consolida su proceso autonómico desde abajo. Han puesto las esperanzas en sus propias capacidades y en el control del territorio desde sus propias lógicas. Sin duda, esto representa una de las grandes fortalezas del pueblo Bröran para enfrentar estos tiempos de pandemia.

Reflexiones finales 

En el caso del territorio Térraba la capacidad organizativa, la acción colectiva, sus bienes comunitarios, sus conocimientos y capacidad de resistencia, les han conducido a autogestionar y moldear el turismo en sus propios términos. Un turismo configurado desde otros imaginarios compatibles con la producción local, los procesos de autogestión y prácticas tradicionales.

La ausencia de políticas adecuadas y favorables que logren afianzar sus iniciativas para el mejoramiento de sus condiciones de vida ponen a la vista las profundas desigualdades sociales que enfrentan las comunidades indígenas en Costa Rica, como el caso del territorio Térraba.

Estas experiencias muestran los caminos alternativos que se pueden construir desde las iniciativas locales. En un país como Costa Rica que ha sido referente mundial con su modelo de turismo ecológico y sustentable, aún existen organizaciones comunitarias de turismo indígena como el territorio Térraba que han quedado al margen de la planificación y ejecución de políticas públicas turísticas. En este contexto de pandemia resulta fundamental la democratización de la agenda pública en relación al turismo, para que desaparezcan esos modelos de exclusión, privilegios y centralización de las decisiones en torno al sector turístico.

 

Este artículo se publica en el marco del proyecto «Plataforma de investigación en turismo, derechos humanos y equidad de género» desarrollado por Alba Sud con el apoyo de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (ACCD) (convocatoria 2019).