19-12-2020
Mutantur: paseos recreativos pensados por y para personas sin hogar en Buenos Aires
Érica Schenkel | Alba SudMutantur reivindica el acceso al espacio público en personas sin hogar para que disfruten de esa ciudad que las excluye. Esta propuesta educativa, cultural y turística nos convoca a discutir el derecho al disfrute, la cultura y el esparcimiento en un sector de la población vulnerabilizado.
Crédito Fotografía: Fernanda López.
En contraposición a otras experiencias de turismo, en las cuales las personas en situación de calle se incorporan a los circuitos tradicionales como guías, en una forma de convertir la pobreza en un atractivo más, en la ciudad de Buenos Aires, una iniciativa popular reivindica a este colectivo en tanto que sujeto social, para garantizarle su acceso a derechos esenciales, como el disfrute, la recreación, el aprendizaje y conocimiento. La propuesta de Mutantur –Mutan Tur o Turismo Mutante–, busca generar dignidad y participación social en este sector de la población marginado e estigmatizado, e interpelarnos como sociedad, acerca de quiénes son los merecedores y herederos de nuestra cultura, cómo ésta se constituye y bajo qué propósitos.
El Mutantur constituye una respuesta colectiva a ese turismo que expulsa y margina. Surge del trabajo en conjunto entre la organización barrial “Asamblea Plaza Dorrego” del barrio de San Telmo en Buenos Aires y la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). A partir de la voz de dos de sus referentes y docentes universitarias, Mariana Sosa y Daniela Scotto, analizamos esta propuesta cultural, recreativa y turística que problematiza la pauperización, el hambre y el déficit habitacional.
La iniciativa se basa en la realización de paseos recreativos pensados por y para personas sin hogar, que viven en la calle. Para que estas personas, que asisten a la olla popular los domingos, puedan disfrutar, luego del almuerzo, de un paseo colectivo, caminado la ciudad. De este modo, recorren juntos los atractivos porteños emblemáticos, pero también otros lugares y espacios, excluidos en los mapas turísticos. Estos sitios son recreados a parir de la voz de cada colectivo que integra el Mutantur. Todos ellos aportan algo al recorrido a partir de su propia experiencia de vida, particularmente las personas en situación de calle.
Estos recorridos se iniciaron en San Telmo, en rechazo al fuerte proceso de turistificación que sufre el barrio. En el último tiempo, las visitas a su casco histórico y tanguerías hicieron de San Telmo una de las opciones más valoradas por el turista internacional que llega a Buenos Aires. De la mano de esta valorización turística surgieron diversos procesos de renovación urbana, que no solo implicaron la activación del barrio como circuito porteño, sino también, dificultades en el acceso al espacio público y de residencia para sus pobladores, particularmente para aquellos de bajos ingresos (Zunino, 2007).
Fuente: Fernanda López.
El abordaje de esta propuesta cobra especial relevancia en términos pedagógicos y de transferencia. Por un lado, exige discutir el turismo dentro de las grandes problemáticas que sufren nuestras poblaciones. Por otro, evidencia el potencial de la academia cuando ésta asume un compromiso social genuino, para ejercer la extensión universitaria desde el llano, en mancomunión con las organizaciones del pueblo, bajo el convencimiento de que la realidad se puede transformar, también desde el turismo.
Mutantur: un espacio de inclusión y resistencia
El acrónico Mutan-tur surge de sus destinatarios. Un sector de la población que se autodefine como “mutante” por no tener casa fija, por vivir sin techo, por estar huyendo, por ser marginado, callejero o vagabundo (Luna, 2018). El último censo popular realizado en la ciudad de Buenos Aires registró 7.251 personas en situación de calle, tanto si viven a la intemperie como si eventualmente duermen en paradores nocturnos (Segundo Censo Popular, 2019). Esta cifra representó un incremento del 23,5% con respecto al censo del año 2017.
Por y para estas personas en situación de calle surgió el primer Mutantur, hace tres años. En ese momento, la Asamblea Popular Plaza Dorrego decidió planificar y operar el primer paseo recreativo por San Telmo. Esta organización barrial había surgido en plena crisis del 2001, cuando Argentina alcanzaba proporciones sin precedentes de pobreza e indigencia. En ese contexto, comenzó a impulsar diferentes actividades comprometidas con el desarrollo social, cultural y alimentario de los vecinos de San Telmo.
Entre las diferentes acciones que promueve, el Mutantur interviene como una práctica de resistencia, que reacciona a la exclusión y a la marginalidad, y al mismo tiempo, como un espacio de expresión, contención y lucha. Mariana Sosa, activista de la Asamblea y docente de la UNDAV, afirma que “el Mutan buscó desde sus inicios recuperar los domingos como un día de esparcimiento”. Para que las personas que asistían a la olla popular los domingos, puedan disfrutar, luego del almuerzo, de un paseo “…caminando juntos por la ciudad”.
El circuito conlleva un protagonismo colectivo desde la variabilidad de roles. Cada participante actúa, al mismo tiempo, como residente, turista y guía; bajo el convencimiento de que todos tienen algo para aportar en el recorrido, a partir de su historia de vida. De este modo, se revindica no solo el derecho a habitar y utilizar la ciudad, el disfrute de sitios culturales, naturales y deportivos, la recreación y la diversión; sino también, el derecho al aprendizaje y el conocimiento, a participar activamente de la construcción de una historia que es social y colectiva, a asignar sentidos y significados a la identidad barrial, porteña y argentina.
Fuente: Fernanda López.
El apoyo de la Universidad Nacional de Avellaneda a partir del año 2018 fortaleció la iniciativa que incorporó nuevos itinerarios, colaboradores y presupuesto. Los recursos auxiliaron el sistema de donaciones que sostiene la Asamblea desde sus inicios y permitieron costear equipamiento esencial para los paseos, incluso las propias meriendas colectivas con las que se finaliza la actividad.
Al primer recorrido se sumaron otros catorce, que integraron la Buenos Aires Turística, que incorporan sitios emblemáticos, como Plaza de Mayo, Cabildo, Puerto Madero y Palermo, pero también otros, excluidos de la señalética turística porteña, como Retiro y Avellaneda. Estos recorridos han llegado a congregar a más de 70 personas, que se reúnen en un colectivo diverso, en el que participan los “mutantes”, los propios asambleístas, docentes y el alumnado de la UNDAV, así como residentes y visitantes que deseen sumarse a esta guiada turística, que días previos difunde su acceso libre y gratuito.
Cada uno de estos grupos concurre al Mutantur bajo la misma identidad, la de turista, porque así se autodefinen, incluso los propios mutantes. Daniela Scotto, docente de la Universidad de Avellaneda, destaca en esta horizontalidad, uno de los grandes valores de la propuesta: “…es esta ausencia de jerarquías la que empodera a los mutantes …la que derriba barreras simbólicas que, hasta entonces, impedían su acceso a sitios emblemáticos de su ciudad; la que atenúa resentimientos, violencia, sospechas mutuas y miedos; la que acompaña, iguala e identifica”.
Este sentimiento de pertenencia fue fortalecido por situaciones de estigmatización y violencia que sufrieron del “afuera” al transitar algunos de los recorridos. Entre ellas, Daniela referencia el paseo por Plaza de Mayo, donde un grupo de policías impidió el paso del Mutantur por detrás de las vallas, mientras que, del otro lado, un tour de personas extranjeras contemplaba la Casa Rosada. “Esto generó mucha bronca, pero nos aglutinó como colectivo. Todos salimos en defensa del Mutantur, de nuestro derecho a transitar y disfrutar de nuestra ciudad”, afirma Daniela.
Resignificar los mapas turísticos porteños
En términos del Mutantur revindicar el derecho a la ciudad también incluye un cuidado diseño de los recorridos propuestos, problematizar otros sentidos y usos del espacio público. Construir nuevas narrativas sobre los mapas tradicionales, para recrearlos a parir de la propia voz de cada colectivo que lo integra. Voces que vienen desde abajo, de los propios mutantes, que resignifican los emblemáticos sitios porteños y activan otros, aquellos ocultos en los folletos turísticos y sus recomendaciones.
El Mutantur camina Buenos Aires sobre sus contradicciones. Contempla los conventillos de la ciudad para hablar de desalojos, visita paradores y hogares de asistencia para personificar la marginalidad y la exclusión y llega a los centros clandestinos de detención de la última Dictadura, como símbolos de la desaparición forzada de personas. Así, el recorrido por el distinguido Puerto Madero trasciende el emblemático paseo de la Costanera, para visibilizar también el barrio Rodrigo Bueno (una de las villas de emergencia que más creció en el último tiempo) y finalizar, en el parador para personas en situación de calle, justo al lado del "Monumento a la España Civilizadora y Eterna", centrado en la figura Cristóbal Colón arrodillado frente a Isabel la Católica.
Fuente: Fernanda López.
En el Eje San Juan, uno de los recorridos propuestos en San Telmo, el Mutantur avanza entre murales callejeros, exponentes de raperos barriales y víctimas de gatillo fácil, una cooperativa de trabajo, la ex Padelai, con su historia de desalojos violentos, y la Fundación Mercedes Sosa, donde supo funcionar una cárcel de mujeres para presas políticas.
El último paseo pre-pandemia encontró al Mutantur recorriendo Villa Dominico en Avellaneda. El itinerario incluyó un viaje en tren con narrativa hasta el “Parque de los Derechos del Trabajador”. Una vez allí se problematizó y discutió sobre los derechos laborales a los cuales rinde honor este parque, que el golpe de Estado de 1955 había decidido renombrar “Presidente Sarmiento”. La narrativa fue acompañada de un almuerzo colectivo, diversión y esparcimiento, que permitió el disfrute del polideportivo, los juegos infantiles, las canchas de fútbol y baloncesto, hasta finalizar la tarde.
La reconversión del Mutantur durante la pandemia
Como sucedió con las demás acciones de la Asamblea, el Mutantur debió repensarse en tiempos de COVID-19. Esto implicó sostener algunas de las actividades mediante la virtualidad y originar nuevas propuestas. Mariana y Daniela señalan que la prioridad era mantenerse presentes, “tener el Proyecto de Extensión en movimiento desde el distanciamiento”.
En este marco, los encuentros semanales de planificación continuaron mediante plataformas digitales. En ellos, el Mutantur diseñó itinerarios didácticos, juegos infantiles y donaciones para repartirlos y socializarlos en la olla popular de los domingos, que nunca paró. Esto permitió mantener el equipo de colaboradores unido, repensar propósitos, argumentos y alternativas a parir de las cuales sostenerse y sobretodo, seguir acompañando a las personas en situación de calle.
De esta reflexión colectiva surgió el Mutantur Te-Ve, un programa de televisión que hoy es una realidad. Este ciclo de charlas busca visibilizar las problemáticas de la población en situación de calle, que, como aclara Mariana, “…se vieron fuertemente agravadas en pandemia, tanto en términos de cantidad de afectados como en el grado de deterioro”. Con la misma dinámica que los recorridos, el programa utiliza conceptos del campo de la cultura y el turismo para hacer visibles estas problemáticas, socializarlas y discutirlas. El ciclo sale cada dos semanas por el Canal de YouTube del Departamento de Ambiente y Turismo la UNDAV.
El desafío de llevar el aula al territorio
El trabajo que ha desarrollado la Universidad de Avellaneda evidencia que es posible ofrecer una formación en turismo comprometida con la realidad social, sustentada en valores éticos y solidarios, en defensa de las grandes mayorías. Localizada en pleno Conurbano Bonaerense, la UNDAV asume un fuerte compromiso con las problemáticas de la comunidad en donde se desarrolla. A partir de ello, la extensión territorial, la vinculación y transferencia comunitaria constituyen áreas centrales en su estructura organizacional. El objetivo es generar conocimiento para difundirlo y aplicarlo en esa realidad en la que interviene y participa, en dialogo con sus necesidades sociales y en colaboración con sus organizaciones barriales (Scotto y Sosa, 2019).
En este marco, el Mutantur, como otras iniciativas que surgen de las carreras de Turismo, lleva el aula al territorio, para formar desde la propia realidad. Cada paseo articula y hace tangibles conceptos fundamentales, como el de “desafiliación” de Manuel Castells (1999), para hacer cuerpo a esas miles de personas que quedaron desamparadas con los procesos de liberación económica y desregulación social, excluidas de todas las redes de contención; el de “derecho a la ciudad” de Henri Lefebvre (2013), para problematizarlo como hecho transformador, alejado de los modelos de mercantilización que pueden circunscribir determinadas formas de turismo; o los “contraespacios” de Jean-Pierre Garnier (2006), para posicionarse frente a las dinámicas hegemónicas del esparcimiento y destacar el contraste entre hábitat y habitar, producción y apropiación, consumir y usar.
Fuente: Fernanda López.
De este modo, el turismo, que en principio se presenta tan apático y descomprometido, sirve como dispositivo para la integración social. El Mutantur promueve un sentimiento de pertenencia, orgullo e identidad entre organizadores y “mutantes”, para aglutinar a cada uno de los colectivos que lo integra. Y, a su vez, generar un fuerte reconocimiento por fuera de ellos, para ser referenciado, en diferentes espacios académicos y sociales, medios gráficos y audiovisuales, al momento de destacar una propuesta turística que interviene en defensa de las grandes mayorías.
Los paseos para personas en situación de calle no generan trabajo ni vivienda, pero logran que este sector de la población altamente vulnerable se sienta parte de algo, de un colectivo que lo reconoce, incluye y dignifica. Cada recorrido, desde su propio espacio de intervención, hace de Buenos Aires una ciudad más accesible. Porque si bien, como aclara Granier (2015), la apropiación del espacio urbano por las clases populares sigue siendo una utopía, Mariana y Daniela destacan que es esa utopía la que energiza el Mutantur, le da esperanza para seguir caminado y transformar, aunque sea en una partecita, el espacio que habitamos.
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