05-07-2021
Free tours y precariedad: riesgos en un contexto pospandemia
Ernest Cañada | Alba SudEn el actual contexto de reactivación turística pospandemia, los free tours y sus característicos paraguas de colores se vuelven a ver en diferentes ciudades catalanas. El debate sobre sus impactos y el riesgo de precarización de una profesión muy afectada por la crisis se plantea nuevamente. ¿Pero qué está en juego realmente si se consolida este modelo?
Crédito Fotografía: Punto de encuentro free tour; Barcelona. Imagen de Ernest Cañada.
El fenómeno de las rutas a pie guiadas gratuitas (free walking tours), en las que la clientela aporta una propina voluntaria al terminar el recorrido, es relativamente reciente. La mayoría de empresas que operan en Europa con este modelo se fundaron a partir del año 2010. Los costes de inversión para crear una empresa de estas características no son muy elevados, lo que ha dado lugar a que en los últimos años aparecieran en muchos lugares. Antes de la crisis sanitaria por la COVID-19 habría más de cincuenta empresas de free tours operando en Europa (Leal y Medina, 2018). Aun así, algunas tuvieron mayor cuota de mercado que otras. Sobre todo fueron aquellas que lograron tener presencia en diferentes ciudades europeas, de modo que podían fidelizar una parte de su clientela, y que pudieron captar más inversiones con las que multiplicar sus acciones comunicativas. Pero el modelo no ha estado exento de polémica desde sus inicios y ha sido señalado por sus diversos impactos en ciudades afectadas por la masificación turística, y en particular en el ámbito laboral (Daviu, 2020).
En el verano de 2021, en un contexto de reactivación incipiente e incierta del turismo, los free tours y sus característicos paraguas de colores vuelven a verse en diferentes ciudades catalanas. El debate sobre su funcionamiento y el riesgo de precarización de una profesión muy afectada por la crisis se plantea de nuevo. ¿Pero qué está en juego si se acaba extendiendo esta forma de organizar las visitas guiadas? ¿Qué sectores saldrán más afectados? ¿Por qué es una mala idea facilitar su crecimiento?
"Os esperamos donde veáis los paraguas"
Antes de la crisis de 2020, estas empresas tenían diferentes estrategias para captar a su clientela: a través de sus páginas Web, difusión en redes sociales, publicidad en papel en lugares estratégicos y, en algunos casos, acuerdos con establecimientos, como hostels y albergues de juventud por donde pasaban recogiendo a las personas interesadas, a cambio de una comisión. Cada empresa citaba a una hora y en lugar céntrico de la ciudad como punto de encuentro para iniciar la ruta. Durante años, los paraguas de diferentes colores, según la empresa, se convirtieron en uno de los principales elementos identificadores de este tipo de oferta.
Al inicio del tour se suele explicar al grupo que la actividad es gratuita y que ellos mismos pueden decidir la propina que quieren dar. "Al comenzar se explica que la visita es de este estilo y que cuando acabe pueden pagar lo que crean que vale", explica Jaume, un guía de origen catalán que ha trabajado durante años para una empresa de free tours, y que prefiere no dar su nombre públicamente.
Punto de encuentro free tour, Barcelona. Imagen de Ernest Cañada.
Cada empresa organiza a su manera la distribución del grupo entre sus guías, así como la cantidad que estos deben entregarle al finalizar la ruta. En algunos casos se tiene en cuenta el número de personas que salen al empezar la actividad, y se les pegan unas etiquetas numeradas o se hacen fotos de grupo, con el argumento que son para subirlas a las redes sociales. "Y con ello la empresa comprobaba cuánta gente había venido y en base a eso te cobraban", relata Xavier, otro guía de free tours entrevistado, que tampoco quiere aparecer con su nombre públicamente. Antes de la crisis había empresas que por su volumen de negocio disponían de coordinadores de parada para poder regular y coordinar cuantas personas iban con cada grupo. En otros casos la empresa confía en el guía, que es quien lo comunica al terminar la visita.
Trabajo por propinas, ingresos inciertos sin derechos
En función del número de personas que llevan en su grupo, los guías deben entregar una determinada cantidad por cada una de ellas. Según la información de las diferentes entrevistas realizadas, en Barcelona podría oscilar entre 1,75 y 3 euros según la empresa, o incluso más. Una vez separada la cantidad estipulada que debe ir a la empresa, el resto se lo queda el guía. En algunos casos, dentro de una misma empresa también puede haber diferencias de lo que debe aportar cada guía por cliente. Esta asignación se puede establecer en función de las ventas de rutas de pago conseguidas en el período de referencia anterior, que a veces ellos también pueden guiar, en este caso con una cantidad fijada previamente como retribución. "Hay una empresa, la más importante del sector, porque tiene presencia en toda Europa, que regula el precio que pagas por persona según la acción comercial que haga el guía para vender otros tours. En muchos casos se utiliza el free tour como una manera de captar clientes para otras visitas de pago", afirma Jaume.
También se ha dado el caso de empresas que imponían comisiones superiores a sus guías. Xavier certifica que en una de las empresas para las que trabajó en algún caso terminó poniendo dinero de su bolsillo para poder hacer frente a las comisiones: "Yo recuerdo el primer verano, hacer un tour, unos quince o dieciséis clientes, y luego pagar 20 euros de mi bolsillo. Las comisiones eran muy, muy altas. Ellos lo justificaban diciendo que tenían que hacer difusión de los folletos para hoteles".
La cantidad que pueden aportar los turistas en concepto de propina también puede variar significativamente. "Hay de todo, pero normalmente esto se ha enfocado mucho a la gente que va a hostels, gente muy joven que tiene unos ingresos más ajustados y que, por tanto, mira más lo que paga por el tour. Por ejemplo, un tour oficial por el barrio Gótico puede costar unos 14 euros y en un free tour se pueden pagar 5, 6 o 10 euros. La media depende evidentemente del perfil del cliente, pero suele rondar entre 6 y 8 euros. Los tours en castellano suelen dar menos, unos 5 euros, y en inglés más, unos 10 euros", asegura Jaume. Por su parte, Rachel, de origen irlandés, tiene claro cómo debería ser una propina normal: "Lo ideal son como 10 euros por persona, pero a veces, claro, una persona te paga 2, que estaría muy mal, y por eso lo normal serían como 7 euros por persona".
De este modo, la retribución que recibe un guía por un mismo trabajo puede variar significativamente. También puede darse el caso de que un grupo no se llene, porque no hay suficiente gente, y por tanto el guía no cobre nada. Además, dado el modelo de relación laboral establecido, el hecho de no tener unos derechos laborales básicos garantizados acentúa la precariedad. Xavier, que en la actualidad ya no trabaja para free tours, explica que se fue dando cuenta progresivamente de las condiciones laborales que implicaba aquel modelo. "En ese momento ya me estaba bien, pero luego lo ves. Yo estuve un año haciendo tours y después no tuve paro, ni coticé. Y ningún tipo de derecho".
Propinas y comentarios online incrementan la presión
Uno de los aspectos en el que habitualmente insisten las empresas de free tours, así como algunas de las personas que trabajan como guías bajo esta modalidad, es que la calidad del servicio que pueden ofrecer es mayor que en un tour tradicional. Esta valoración se basa en una imagen estereotipada de la figura del guía oficial como la de alguien que solo se interesa por aportar información sin preocuparse de quien tiene delante. En contraposición, nuevas formas de guiado, como los free tours, se afirma, harían a estos guías mucho más atentos y preocupados por atender las necesidades específicas de su público.
Punto de encuentro free tour., Barcelona Imagen de Ernest Cañada.
Se argumenta que este modelo de negocio hace que el guía se esfuerce más para conseguir sus ingresos, y que esto estimula que trate de complacer más a sus clientes, lo que se traduce en un mayor interés por entender sus intereses y motivaciones y, al mismo tiempo, agudizar sus capacidades comunicativas. Según Jaume, "cuando trabajas por la propina hace que cada día tengas que estar bien. En cambio, cuando se trabaja por un precio fijo, un guía que lleva un autocar puede tener un día malo y lo cuenta todo justito, porque que los clientes ya lo han pagado, y si te gusta bien y sino adiós. No está bien que lo diga yo, pero normalmente los free tours suelen salir bien, suelen tener más satisfacción del cliente, porque la base del precio es esta".
De hecho, es habitual encontrar personas que estudian o hacen teatro trabajando en este tipo de guiado. Así, el mismo Xavier valora que "cuando has hecho teatro tienes unos recursos y una puesta en escena que te ayuda mucho a hacer un buen trabajo como guía, lo cual se valoraba. Por ejemplo, si has hecho teatro, sabes cómo crear un relato para que el tour sea atractivo, como si fuera un cuento, ya partir de ahí, claro, poner la historia, pero a través de diferentes historias que hacen más atractivo el relato".
El mismo Xavier insiste en los efectos estimuladores que tiene esta forma de organizar el negocio: "Muchos de los guías que hacen free walking tours son guías excelentes, mejores que los guías oficiales con carné. Son guías más empáticos, que saben escuchar. (...) La atención al cliente es, desde mi punto de vista, el cincuenta por ciento del trabajo de un guía, y la otra parte es la explicación. Por eso digo que para formarte como guía es la mejor escuela, y es jodido, muy jodido. Porque te tienes que buscar la vida, porque si después de 3 horas de tour tienes solo 10 euros, entonces te preguntas cómo hacer para que la gente termine contenta y a mí me salga a cuenta venir a trabajar".
Pero esta visión, construida de forma interesada, además de no poderse generalizar, revela cómo las empresas de free tours han encontrado mecanismos de control laboral sobre los guías muy intensos y eficientes. Estos se basan, como se ha explicado, en la necesidad de ganarse los ingresos a partir de la propina, pero su continuidad y condiciones también dependen de los comentarios en línea que deja la clientela tras su visita en plataformas como TripAdvisor. De hecho, para las empresas de free tours el posicionamiento que consiguen a través de valoraciones y comentarios es clave para su funcionamiento. Y esto se ha convertido en un elemento de presión cotidiano para muchos guías.
"No se declaran todos los ingresos"
Inicialmente, cuando estas empresas comenzaron a funcionar en Barcelona, la mayoría de guías no tenían ninguna vinculación laboral con ellas ni eran autónomos. Pero a consecuencia de diferentes conflictos entre algunas empresas y el Ministerio de Hacienda se generalizó la orientación de que todo el mundo que quisiera trabajar como guía de free tours estuviera dado de alta como autónomo. "La Seguridad Social les pegó una multa porque vino a decir que nosotros teníamos una relación laboral con la empresa, porque no estábamos pagando autónomos ni nada, ni uno", explica Xavier. Por ello, en los últimos años se extendió la orientación por parte de las empresas del sector que los guías se hicieran autónomos, lo que facilitaba facturar y pagar por trabajos no sujetos a propina.
Punto de encuentro free tour, Barcelona. Imagen de Ernest Cañada.
Pero a pesar de ser autónomos, los ingresos que reciben estos guías no son facturados en su totalidad, porque en su mayoría son fruto de propinas, y éstas no siempre se declaran o no completamente. "Facturo cuando hago una visita privada, cuando hago un free tour no, porque al cliente no le doy ningún ticket. Yo liquido a la empresa y luego, cuando hago la declaración al final del trimestre", explica Jaume. Por su parte, Rachel relata que se ha encontrado con dificultades si no declaraba sus ingresos provenientes de propinas, y que por eso lo empezó a hacer, aunque no de todas ellas. “Con las propinas lo que hago es que al final de cada trimestre le digo a mi gestor cuánto he recogido. Este año le dije que lo quería hacer así, porque si miran mi declaración de la renta parece muy poco, pero claro, en realidad estoy ganando mucho más que lo de las facturas. Y la última vez que quise alquilar un piso tuve problemas para explicar lo que ganaba realmente, porque no me creían. Entonces lo que hago es que ahora también declaro las propinas, pero para decirte la verdad, tampoco lo declaro todo. En verano digo que gano mil al mes y ya está, pero gano más.”
Desplazamientos y desprofesionalización
El modelo de free tours parece haber reposado sobre una escasa capacidad de control laboral y fiscal, lo cual tendría consecuencias directas en estos dos ámbitos. Pero además tendría otros efectos sobre las sociedades donde operan. Uno de ellos es la competencia que hacen a otras empresas y guías que trabajan por su cuenta, que tienen dificultades para hacer frente a las reducciones de costes con las que estas empresas pueden funcionar, arrastrando así al sector hacia un deterioro más amplio.
Tanto por lo que respecta a las exigencias de actuación durante los recorridos, y el agotamiento que ello supone, como por las condiciones de empleo, este trabajo tiende a concentrarse en gente joven, que desplaza a personas de más edad. Además, en el inicio de la vida profesional, se pueden aceptar más fácilmente ciertas condiciones laborales. Todo ello supone que las personas que hace años que hacen de guías vean con especial inquietud un modelo que tiende a desplazarlas. Clara, una guía habilitada de mediana edad, alerta con preocupación de esta dinámica: "Es un tipo de servicio que requiere de mucha energía. Es evidente que hay gente de cuarenta y tantos que tenemos mucha energía, pero la forma en la que se quiere que sean estos guiados hace que tiendan a concentrarse en gente más joven. (...) Hacen teatro, hacen bromas, gritan, porque necesitan captar la atención de todo el mundo todo el tiempo. Y deben hacerlo porque están trabajando por la propina. ¿En cuantos free tours ves a gente mayor haciendo de guías? ¿Cuánta gente que tenemos veinte años de trabajar en esto queremos hacer esta sobreactuación así y tenemos la energía para hacerla? Un día lo puedes hacer, pero no como modus vivendi. Por ello, normalmente, estas empresas buscan gente joven, con energía, que hagan las visitas entretenidas. Además, las condiciones de trabajo son bastante precarias, y algunas cosas las puedes aceptar cuando eres estudiante, pero no son sostenibles cuando pasa el tiempo".
Así, muy a menudo se acaba considerando que este es un trabajo de transición, es decir una tarea puntual que se hace durante una etapa de la vida, pero en la que cuesta plantearse una perspectiva de profesionalización. "Para mucha gente, el trabajo de guía, y más el free walking tour, es algo para ir tirando, y cuando encuentras algo más cercano a tu carrera lo dejas. (...) Es un trabajo instrumental, que nos permitía seguir estudiando teatro o combinarlo con empleo de periodista, o mil cosas", explica Xavier.
Por otra parte, el modelo free tours hace que las personas que trabajan de guías deban estar especialmente pendientes de cómo conseguir las propinas, y que ello vaya en detrimento de la atención en las mismas tareas que deben hacerse como guía. Así lo explica Verónica, una guía que trabajó puntualmente en free tours, y que se mostraba insatisfecha precisamente por este aspecto. "En los free tours intentan manipular a la gente para conseguir la propina, y durante el tour no están pensando en lo que están diciendo sino en cómo obtener la propina. Y yo me pongo nerviosa, quiero estar pensando en mi trabajo. Hay guías a quienes les dan muchas propinas, pero eso no quiere decir que sean mejores guías. Van más al show y saben ganarse el cliente, pero para mí ser guía no debería ser esto. Con todo esto como que se degrada un poco el trabajo que hacemos. Para ser guía deberías tener conocimientos, ser amable, pero no son necesarios todos estos trucos para ganar más dinero".
Punto de encuentro free tour; Barcelona. Imagen de Ernest Cañada.
Esto puede provocar también la desvalorización profesional del trabajo de guía. Una de las cosas que más se cuestiona de los free tours es la pérdida de rigor en las explicaciones, provocada por un modelo de guía que busca fundamentalmente el entretenimiento por encima de la transmisión de ciertos conocimientos. "Si los ingresos se consiguen a través de propinas, el guía deberá hacerlo muy bien o ser muy efectista, porque lo que querrá es que el cliente tenga la sensación de espectáculo, y que, por tanto, tienda a reducir el rigor de la explicación", explica Roger, un guía habilitado y propietario de una empresa de rutas turísticas que no trabajan con este modelo.
Rachel inicialmente trabajó en una de las empresas de free tours más grandes en la que considera que había un especial problema de rigor en las explicaciones. De hecho, esta incomodidad fue uno de los motivos que hizo que lo dejara y buscara empleo en otra empresa. "Algo que no me gustaba de esa compañía es que igual los guías contaban cosas que no eran correctas, y no había control. El otro día un cliente me dijo que había estado en un tour con ellos, el mismo que acababa de hacer conmigo, y me dijo: ¡Ostras! Es que yo quería aprender algo y eso no es más que un show de comedia, más que dar información".
Masificación, ruido y sobreocupación de la vía pública
El modelo de negocio de los free tours se basa en poder llevar a mucha gente en sus recorridos. "Tanto en la empresa como al guía le interesa que cuanta más gente haya mejor, porque así pueden tener más ingresos, y por lo tanto es más fácil que se produzcan situaciones de masificación en la vía pública", asegura Roger. Por este motivo, su oferta tiende a concentrarse geográficamente en aquellos lugares de la ciudad más conocidos y reclamados turísticamente, y por ello también más masificados, con el incremento de la presión sobre zonas determinadas de ciudad en términos de movilidad y ruido. Así lo cuenta Jaume: "El producto estrella de los free tours es el barrio Gótico. Sigue el modernismo, haces todo el Paseo de Gracia y luego vas hasta la Sagrada Familia, que muchas empresas lo hacen en metro. (...) Algunas se atreven a hacer otras cosas, por ejemplo, yo colaboré con una empresa que hizo una visita por Gracia, pero solo salía dos o tres días a la semana, y no acababan de acertar mucho".
Una de las consecuencias es que se tienda a trabajar con grupos grandes, "podíamos salir con 40 o 50 personas", asegura Xavier. Aun así, grupos tan grandes pueden generar dificultades a los mismos guías, porque la movilidad se hace más complicada y cuesta captar la atención de todos. "Si hay suficiente gente divides el grupo, para evitar que haya 50 personas, y eso quiere decir que hay días que trabajas y días que no. Pero yo he llegado a hacer grupos de 50 personas, que es un rollo, porque que la voz se te daña, y no todo el mundo lo puede seguir igual. Esto depende de cada empresa, pero 30 es un número que intentamos no superar", relata Jaume.
A diferencia de otras empresas que ofrecen rutas por la ciudad, las empresas de free tours difícilmente utilizaban radioguías, lo que provocaba que su presencia fuera más ruidosa y tuviera mayor impacto. "Yo no llevo", asegura Liliana, otra de las guías de free tours consultada. Y añade: “te diría que empresas de free tours solo he visto una o dos que lleven auriculares, porque esto tiene un coste".
Lourdes, una guía habilitada, muestra su preocupación por el efecto que esto puede tener entre el vecindario por su valoración del turismo y de la misma figura de los guías. "Nosotros siempre decimos que también somos vecinos y que entendemos perfectamente el problema de la masificación que hay, y que intentamos ser parte de la solución. Claro, luego está el guía que viene y está aquí dos años, es un tipo que cae de casualidad en esta ciudad y luego se va a otra cuidad y tal, y ni le importa Barcelona, ni le importan los vecinos, ni le importa nada".
En alerta
El impacto de este modelo de negocio, basado en prácticas laborales y fiscales que precarizan el trabajo y parasitan las ciudades donde actúan, es demasiado grande para no estar en alerta. La reactivación del turismo internacional, tras su suspensión durante muchos meses debido a la pandemia de la COVID-19, posibilita las condiciones para que estas empresas vuelvan a concertar una parte importante de la oferta de visitas guiadas en algunas de las principales ciudades turísticas. El mismo colectivo profesional de guías está muy afectado por la crisis económica derivada de la caída del turismo internacional y, por necesidad, podría verse empujado a aceptar estas nuevas formas de negocio. Pero es demasiado lo que nos jugamos, tanto en términos de ciudad como de derechos laborales, como para normalizar de nuevo su presencia. Guías profesionales, administración pública, sindicatos, movimientos vecinales, empresas que ofrecen visitas guiadas y el sector académico, deberían poder llegar a un consenso básico que ponga en cuestión el modelo de los free tours y poner límites a su expansión. Son demasiadas cosas las que están en juego como para no hacerlo.
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