07-10-2021
Glampings: glamour excluyente
Marina Pérez Gamisel & Carla Izcara | Alba SudEl glamping nace como una nueva tendencia dentro del mundo de la acampada, ofreciendo instalaciones de mayor confort y un gran abanico de servicios para acceder a un nuevo público. ¿Qué riesgos conlleva la llegada de estos nuevos clientes potenciales? ¿Qué amenaza de elitización implica este nuevo perfil? ¿Se trata de una nueva etiqueta cool? ¿Ha venido para quedarse?
Crédito Fotografía: Limusina en un camping. Imagen de Ellen McDonald bajo licencia Creative Commons.
La raíz etimológica de la palabra glamping deriva de la contracción de los términos “glamour” y “camping”. Consiste en una forma de camping con un alojamiento e instalaciones más lujosas que las asociadas con la acampada tradicional, ya que ofrece todo tipo de prestaciones equiparables a las de una suite de hotel de categoría superior. Esta tendencia vacacional mundial puede darse de diferentes formas como villas, cabañas en los árboles, yurtas, tipis, airstreams, safaris, domos, jaimas o pods. En este nuevo capítulo de la historia del camping analizamos los riesgos de elitización de una práctica tradicionalmente popular.
Orígenes de la marea “glamper”
El movimiento “glamper” surgió a principios del siglo XX, cuando se popularizó entre la gente adinerada de Norteamérica y Europa viajar de safari por África. Estas personas no querían renunciar a las comodidades de sus hogares, así que los campamentos de safaris comenzaron a ofrecer opciones de mayor confort como camas tamaño king, baños en suite, terrazas privadas o incluso cocina gourmet. Esta idea viaja a América Latina, concretamente a la parte sur de la cordillera de los Andes de Chile y Argentina, así como por las tierras Incas del litoral pacífico de Ecuador, Perú y Bolivia a inicios del siglo XXI. De hecho, Argentina se ha convertido en uno de los principales destinos para este tipo de práctica. En cambio, no es hasta 2010 que la presencia de establecimientos glamping es notoria en España. Así lo reflejan las cifras del INE, ya que el número de pernoctaciones en alojamientos campings asciende de 31.670 en 2011 a 40.179 en 2019.
El éxito del glamping se entiende junto al inicio de un modelo de turismo postfordista, caracterizado por el determinante peso de la demanda en la construcción de la oferta. Hay un claro cambio de paradigma en el turismo a raíz del boom de Internet: los y las turistas tienen cada vez más información, con total acceso a ofertas y buscan la singularidad en sus experiencias de viaje, huyendo, cada vez más, de las ofertas estandarizadas. Talal Benjelloun, cofundador de una de las plataformas líderes en reservas de acampadas Glamping Hub, asegura en una entrevista que el glamping “surgió como necesidad de los nuevos viajeros que buscan experiencias únicas en entornos naturales y están un poco hartos de los alojamientos convencionales, pero que, al mismo tiempo, no están dispuestos a renunciar a las comodidades”.
Cveli-Bonifai et., al. (2017), a partir de una investigación en establecimientos glamping de Croacia, determinan las siguientes características de los “glampers”: jóvenes en su mayoría, el 51% tiene menos de 45 años de edad; con un nivel de estudios superior, tan solo el 18% tiene únicamente estudios secundarios; con un empleo permanente y, altos ingresos, el 40% de entre 3.000 y 5.000 euros al mes. Estas personas suelen viajar con su familia 78,8%; el 62,5% escoge el destino de dos a tres meses antes de la llegada, de los cuales el 55% no ha visitado nunca antes el destino, pero en cambio el 73,3% afirma haber realizado glamping en otro país anteriormente.
Imagen de Li Yang en Unsplash
Por otro lado, el crecimiento del glamping en España se explica por otros motivos. Concretamente, el sector del camping ha evolucionado durante las últimas décadas, tanto en los servicios que presta como en el tipo de alojamiento que ofrece. Estas nuevas dinámicas están basadas en el cambio de la demanda, provocada en parte por el aumento de campistas temporales, expuesto en un artículo anteriormente publicado en Alba Sud.
Con el fin de dar respuesta a las nuevas necesidades de los usuarios de camping, el sector ha creado otras formas de alojamiento, abriendo camino al glamping y provocando una restructuración del modelo de negocio y cambios en la distribución de los espacios. Por otra parte, estos cambios se han realizado bajo el interés de la propiedad por maximizar los beneficios y recuperar la inversión realizada en infraestructuras y servicios como grandes piscinas, pistas de pádel, campos de golf, lavandería o animación, en el menor tiempo posible. Esto explica la transformación de los campings tradicionalmente orientados a clientes fijos con caravanas y bungalows hacia un nuevo público con mayor poder adquisitivo. De este modo, nacen los campings con múltiples opciones de alojamiento en sus instalaciones, servicios complementarios y primando las estancias cortoplacistas para intentar generar el mayor margen de beneficios posible.
La compleja realidad del glamping
La evolución del fenómeno glamping ha seguido distintos patrones en función de los intereses comerciales de las personas propietarias de estos alojamientos turísticos. En primer lugar, hay alojamientos que centran su actividad exclusivamente en ofrecer estancias glamping. En su mayoría son empresas que tienen entre 10 y 20 unidades de alojamiento por establecimiento y el principal reclamo ya no es tanto la experiencia en sí, sino la ubicación del mismo, ya que acostumbran a encontrarse en parajes naturales de gran interés. Algunos ejemplos cerca de la ciudad de Barcelona son el Ànima Glamping Montseny, una instalación de tipis en el corazón del Parque Natural del Montseny o las cabañas en los árboles de Dosriusen el Parque Natural del Montnegre-Corredor. Por otro lado, en Andorra, se encuentra el “hotel burbuja” de Nomading, que cuenta con unidades de alojamiento con el techo transparente para ver el paisaje. Esta opción puede ser atractiva para las empresas ya que las instalaciones de glamping son una vía fácil y rápida de iniciar nuevos negocios, dado que se precisa una menor inversión frente otro tipo de alojamiento y, porque todavía carece de regulación pertinente.
En segundo lugar, se encuentran las opciones de alojamiento glamping dentro de los campings ya establecidos. Así pues, ven en esta tendencia la posibilidad de diversificar su oferta y atraer a usuarios que originalmente no se alojaban en campings, sino que lo hacían en otro tipo de establecimientos. Además, es una clara apuesta para atraer a un nuevo público de mayor poder adquisitivo, que nunca antes había considerado el camping como destino vacacional y, a su vez,es potencialmente atractivo para el campista de toda la vida. En este sentido, el glamping se entiende como una tendencia entre los campings de primera categoría y como una estrategia de negocio, más que una especialización concreta.
Imagen de Anastasia Shuraeva en Pexels
Un ejemplo es el Camping el Garrofer, situado en la ciudad costera de Sitges. Este camping familiar abrió sus puertas en 1962 y ofrecía parcelas para caravanas. Actualmente dispone de zona de acampada, zona de caravanas, bungalows, tipis y domos. Así como el grupo de Campings Sènia, que ofrece todo tipo de opciones de alojamiento.
En tercer lugar, también se utiliza la expresión de glamping como una etiqueta de marketing en anuncios de alojamientos en plataformas P2P tipo Airbnb. Un ejemplo de esta estrategia comercial es la que se usa en un barco situado en el puerto de Barcelona el cual funciona como una embarcación-hotel.
Contradicciones y límites de la práctica
A pesar de las potencialidades que se le presuponen, las prácticas asociadas al glamping acumulan más contradicciones que oportunidades, las cuales han generado un fuerte debate sobre sus implicaciones.
En el desarrollo del glamping intervienen diversos agentes y factores determinantes, como su localización. Generalmente se establecen en parajes naturales, lo cual supone el atractivo principal de este tipo de establecimiento. No obstante, no siempre se tiene en cuenta el impacto que generan estas construcciones en el entono y en la sociedad que las acogen, por lo que resulta fundamental el papel de la gestión medioambiental de estos alojamientos.
En los campings tradicionales las instalaciones de servicios se centralizan en bloques comunitarios, contrariamente a los glampings, que incorporan, en la mayoría de los casos, servicios en la parcela o en el interior de la instalación, lo que aumenta su impacto medioambiental. Cuando estas instalaciones se encuentran en parajes naturales, el impacto es mayor por el coste que supone hacer llegar hasta allí servicios como agua o electricidad y la posterior recogida selectiva de los residuos que se generan durante la estancia.
Otro elemento de controversia que se ha producido alrededor del glamping ha sido el riesgo de expulsión de los consumidores tradicionales de camping, eclipsados por una nueva forma de elitización. Originalmente, el glamping se desarrolla como un nuevo tipo de alojamiento extrahotelero, con capacidad de generar sus propios flujos de visitantes aunque, a día de hoy en España, esta variación se ha asentado en el interior de los campings tradicionales. El camping siempre ha sido un establecimiento dirigido a la clase popular, la cual se ha visto amenazada cuando han incorporado en estos establecimientos nuevos servicios y nuevas formas de alojamiento con un mayor grado de confort y un coste superior. En consecuencia, conviven en el mismo espacio las diferencias sociales que hasta ahora se habían mantenido lejos de este espacio vacacional. Esta diferenciación es uno de los inconvenientes actuales del glamping, dado que los usuarios tradicionales pueden ser excluidos a causa de su menor capacidad de gasto, limitando el disfrute del lugar en base al poder adquisitivo.
Imagen de Livia en Unspash.
Los propietarios han substituido las instalaciones del camping tradicional por un modelo más complejo y exclusivo. Así pues, los usuarios habituales del camping ven sus opciones de alojamiento en el conjunto del camping cada vez más reducidas, ya que son percibidos como “menos rentables”. Todo ello nos lleva a la necesidad de una regulación que incluya la limitación del número de estas instalaciones, así como su sometimiento a las regulaciones existentes para equipamientos turísticos.
Reflexiones finales
En definitiva, las limitaciones del glamping tienen que ver con el hecho de ser propuestas pensadas únicamente desde la demanda, sin tener en cuenta las formas en las que debe garantizarse su producción. Al mismo tiempo, su desarrollo, no se escapa de dinámicas de elitización del consumo turístico, como ha sucedido en otros movimientos como el slow tourism, que acaba dirigiendo su oferta a sectores de población con mayor capacidad de consumo que buscan productos y experiencias consideradas de más calidad y posibilidades de distinción. Esta reorientación de la oferta podría acabar desplazando a las personas tradicionalmente usuarias de este servicio.
Asimismo, el ubicar sus instalaciones en enclaves privilegiados contribuye al éxito del negocio, pero también a su impacto medioambiental. En el contexto actual de pandemia este es un factor clave, ya que la apuesta por el glamping puede verse favorecida a causa de los requerimientos de distanciamiento social y la necesidad de acceder a la naturaleza.
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