01-03-2022
Teotihuacán en tiempos de la COVID-19
Erick David García González | Alba SudDurante décadas la zona arqueológica de Teotihuacán, México, ha recibido millones de turistas al año, pero la pandemia ha provocado una caída drástica en el número de visitantes. Esto ha generado diversas problemáticas entre los actores involucrados en el turismo que deben ser tomadas en cuenta por la gestión local.
Crédito Fotografía: Erick García, bajo licencia Creative Commons.
En la Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacán, con aproximadamente dos kilómetros cuadrados, se pueden apreciar los vestigios de una civilización mesoamericana que se estableció a 40 kilómetros al noreste de la ciudad de México entre los años 300 a.C. hasta alrededor del 700 D.C. En su periodo de mayor esplendor, la ciudad de más de 150.000 habitantes, contaba con murales pintados al fresco en sus más de 21 kilómetros cuadrados de extensión, razón por la cual desde la arqueología se ha apodado a este sitio como “la ciudad pintada”. En la actualidad se pueden apreciar restos de pintura mural en algunas secciones de su avenida principal (la calzada de los muertos), en los palacios de Tetitla y Tepantitla y en el museo de pintura mural Beatriz de la Fuente (Ávila, 2008).
Cuenta también con tres de los basamentos piramidales más sobresalientes del Valle de México: el monumento de la luna, el del sol y el templo de Quetzalcóatl [1]. Estas construcciones le valieron el título de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, y una afluencia constante de visitantes. Así, en 2021 recibió un total de 919.514 turistas (SECTUR, 2022).
Si bien esta cifra puede puede parecer elevada, la realidad es que antes de la crisis causada por la COVID-19, Teotihuacán recibía más de 3.4 millones de visitantes al año (INAH, 2022a). Esta caída en el número de visitas ha significado un cambio relevante para las quienes viven del turismo en la zona, así como en las personas que lo visitan. Hablamos con distintos actores para entender las modificaciones que ha causado la pandemia en este célebre sitio arqueológico.
La visión de la comunidad artesanal
Al llegar a la zona arqueológica, se pueden identificar dos tipos de personas dedicadas a las artesanías, quienes tienen un local fijo en los pasillos de acceso y quienes venden de manera ambulante dentro y fuera de la zona. Con el inicio de la pandemia, la zona arqueológica estuvo cerrada por cerca de un año y esto supuso mayores dificultades para quienes vendían en un local fijo, que tuvieron que buscar alternativas. “Me tuve que salir afuera de la zona a tratar de vender a los pocos turistas que venían y que no les quedó más que ver las pirámides desde lejos. Por supuesto que esto nos provocó problemas económicos y con los otros vendedores ambulantes, pero ¿qué otra opción tenemos? Los gastos no se detienen”, explica Irma, artesana que llevaba 35 años vendiendo suvenires y artesanías de manera formal en su local. Aunque actualmente ha regresado a su sitio original, teme que con la nueva ola de contagios de la variante Ómicron u otras que puedan surgir vuelva a cerrarse la zona.
Fuente: Erick García, bajo licencia Creative Commons.
La competencia mencionada por esta artesana se hizo notoria al platicar con Arturo, un vendedor ambulante dentro de la zona quien, al mostrar unas pulseras, afirma: “es mejor comprarles a los nativos, amigo. Allá –refiriéndose a los vendedores con local– te venden puro chino, pura cosa que ni es buena”. Arturo confirma igualment que, mientras estaba cerrada la zona, competía con otros vendedores para obtener algún ingreso por ventas de suvenires.
La visión del personal guía
Para recorrer el sitio se pueden elegir dos opciones: contratar a guías con certificación de la Secretaría de Turismo de México (SECTUR) o acudir con guías de servicio gratuito capacitados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Esto ha generado conflictos entre ambos grupos que se han intensificado tras la reapertura de la zona arqueológica. “Si vas a hacer el recorrido con nosotros, es más seguro que te demos información correcta… hay un guía de SECTUR que le dicen «el araña», y ese señor hasta te habla de las energías, de los extraterrestres y todo ese tipo de información falsa, pero que a la gente le gusta escuchar”, cuenta David, guía autorizado por el INAH.
Pero esto no quiere decir que todo el personal de guías certificados por SECTUR desinforme. Incluso otros guías, como Alejandro, confirmaron que deben aprobar un curso para obtener el permiso: “Está prohibido dar recorridos si no cuentas con algún tipo de certificación, como en mi caso, ante la SECTUR. Y tienes que pasar el examen final del curso pero sí sé de casos en los que algunos por conectes, solo pagan para obtener el permiso o de plano tienen uno falso… me imagino que por necesidad o quizás por seguir la corriente. Algunos guías sí se prestan a decir que de los extraterrestres y las vibras el 21 de marzo y esas cosas. Yo prefiero siempre decir la verdad”.
El cierre de la zona durante la pandemia generó además diversos problemas para el personal guía. Hubo quienes tuvieron que dejar la interpretación del patrimonio para obtener ganancias por otros medios, como Giovanni, que al tener conocimientos avanzados de inglés pudo trabajar en un call center, mientras Teotihuacán permanecía temporalmente clausurado.
La visión del turista
El turismo que visita la zona arqueológica, también manifiesta posturas diversas. Por disposición de las autoridades locales, actualmente no se pueden escalar los basamentos del sol y de la luna para evitar contagios mediante el contacto cercano de la gente. “No es justo que venga desde tan lejos para no poder subir la pirámide”, se queja Luis, que venía del norte del país y nunca había visitado la zona. Por otro lado, a Jerónimo la idea le parecía bien, pues “así se preserva el patrimonio por más tiempo. No considero importante el subir hasta el último escalón de la pirámide para apreciar y aprender sobre la cultura”. És también era la primera vez que visitaba Teotihuacan y venía desde el estado de Tabasco.
Fuente: Erick García, bajo licencia Creative Commons.
Sin embargo, mas allá de restricciones como no subir los basamentos o incluir anuncios de uso de cubrebocas en los baños y en las entradas, no hay ningún otro protocolo sanitario en la zona. “No vi indicación alguna de sana distancia o alguna señalética sobre ello...” se queja Jerónimo. Por su parte, Rubén, quien ya había visitado varias veces la zona arqueológica, comentó que “hay mucha menos gente ahora, y más si vienes entre semana –era jueves–. Pero imagínate cuando es el equinoccio, que hasta viene la gente de blanco, ¡Uff! Pero aún así,la gente no respeta la distancia. Mira –señalando con su índice–, incluso pueden verse grupos de personas caminando juntos, sin cubrebocas y se acercan más y más para escuchar a los guías”.
Reflexiones finales
A raíz de la pandemia, Teotihuacán se ha vuelto un sitio que denota la dependencia económica hacia el turismo. La drástica reducción de visitas tras la clausura temporal, ha fomentado una fuerte competencia entre artesanos y guías turísticos. Si a esto se le suma el descontento por parte de algunos visitantes y las pocas restricciones sanitarias dentro del sitio arqueológico, pueden pensarse diversas áreas de oportunidad para la mejora de la gestión del sitio.
En al caso de los artesanos, podría previamente planificarse una reubicación temporal en caso de una nueva clausura, sin que esto signifique una molestia para los otros artesanos ambulantes. Por otro lado, podría solicitarse a los artesanos el fomento de venta de artículos que realmente sean representativos de Teotihuacán y el México prehispánico, ya que es común que pongan a la venta artículos como “elefantes de la suerte” o playeras que distorsionan totalmente el significado real de la simbología mesoamericana.
A fin de seguir evitando conflictos entre guías del INAH y SECTUR, podría solicitarse a ambas instituciones que instauren su módulo de información y de contrato de servicios en las puertas de acceso. Por otro lado, se debería también capacitar a los custodios de la zona arqueológica para que verifiquen la autenticidad de la información, así como de las licencias de los guías. Esto permitiría tener un mejor control de los guías autorizados para dar un tour y tener garantías que brindan información fidedigna y de calidad al turista.
Fuente: Erick García, bajo licencia Creative Commons.
Si bien la página oficial de la zona arqueológica establece que habrá un aforo máximo de 7 mil personas al día (INAH, 2022b), podría hacerse mayor énfasis en los turistas para guardar la debida distancia mediante el uso de señalización adecuada dentro de la zona. Los mismos custodios podrían encargarse en la entrada de proporcionar gel sanitizante al turista y vigilar la distancia entre turistas y guías. A éstos últimos se les podría designar zonas específicas para proporcionar su discurso y a una distancia considerable del público. Aunado a lo anterior, los encargados de los módulos de información, e incluso los mismos vendedores de artesanías, podrían poner a la venta cubre bocas del tipo KN95, así como recordar constantemente la necesidad de mantener distancia.
Las propuestas pueden aplicar para ésta y muchas otras zonas arqueológicas de México que a pesar de la pandemia son frecuentemente visitadas (Chichén Itzá, Palenque, Tulum, etcétera). Por supuesto, las medidas propuestas no eliminarán todas las problemáticas e inquietudes de los actores involucrados en la dinámica de ésta y otras zonas arqueológicas, pero sí podrían ayudar a mitigar los conflictos que se han intensificado a partir de la “nueva normalidad” causada por la COVID-19.
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