26-04-2022
Las contradicciones del modelo de acumulación balear
Pep Soler Rotger | Alba SudAnalizar el patrón de crecimiento de un territorio híper especializado en turismo pone en relieve algunos debates sobre la naturaleza de esta industria y su capacidad para impulsar el desarrollo. Este artículo se centra en la caída de la renta per cápita relativa de las Illes Balears y la relación de este hecho con su estructura productiva.
Crédito Fotografía: Bradclin Photography, bajo licencia creative commons.
El turismo es uno de los principales sectores económicos en España, con una aportación de más de un 12% del PIB de forma directa. En algunos territorios como las Illes Balears esa cifra alcanza el 40% y cerca de un 80 por ciento de forma indirecta, además de ser el sector en el que se concentran más de la mitad de los puestos de trabajo (CES, 2018). Esta híper especialización sitúa a la industria turística como el núcleo de toda la economía. El presente artículo analiza su capacidad para situarse como motor de crecimiento económico, tomando como estudio de caso las Illes Balears y su constante retroceso en el ranquin de renta per cápita. Finalmente se consideran las posibilidades de revertir esta situación mediante los mecanismos de mercado.
La caída de la renta per cápita relativa
Los datos muestran una caída constante del PIB per cápita respecto a la media española desde hace más de tres décadas. Esto se da tanto si hacemos la comparación con niveles medios españoles como con europeos. Varios autores (Alenyà y Navinés, 2010) coinciden al fijar el punto de inflexión hacia mediados de la década de los ochenta, coincidiendo con la consolidación del segundo boom turístico.
Gráfico 1. Renta per cápita Illes Balears en relación a la media española (base 100).
Fuente: Pla de Ciència, Tecnologia, Innovació i Emprenedoria (2013-2017) y elaboración propia a partir de datos del INE.
Como se puede observar en el Gráfico 1, si fijamos la media española en un valor de 100 nos encontramos que en 1964, en los inicios del Boom Turístico, las Illes Balears presentaban un valor de 130, es decir se situaba treinta puntos sobre la media española. Hasta 1985 se observa una dinámica creciente, aunque con impactos sociales negativos provocados por la crisis de los setenta a lo largo de la década. A pesar de ello, durante el periodo que va de 1964 hasta 1985, el diferencial de la renta se amplió en 35 puntos, hasta llegar a un valor de 165, lo que significa que la renta media balear estaba 65 puntos por encima de la media española. Las Illes Balears se situaban entonces en la primera posición en renta per cápita. A partir de ese momento, la dinámica de la renta balear tiende hacia la convergencia total con la media española, lo que supone un descenso continuado de posiciones en el ranquin de renta (Pla de Ciència, Tecnologia, Innovació i Emprenedoria, 2013-2017).
Este fenómeno puede parecer a priori explicable por el fuerte aumento de la población, teniendo en cuenta que las Illes Balears han sido una de las Comunidades Autónomas con un mayor crecimiento demográfico. Por ejemplo, en las dos décadas del siglo XXI la población residente aumentó en un 40%, siendo una de las comunidades con una de las mayores tasas migratorias –las más elevadas junto con el archipiélago canario-. Por simple aritmética, si aumenta el denominador (PIB per cápita es renta entre población) la relación tiende a disminuir. La cuestión es que eso sería suponer que no existe relación entre el aumento de la población y el de la riqueza. La realidad es que este aumento de población se correspondió a su vez con un aumento de la fuerza de trabajo y que, por tanto, a priori la producción debería haber crecido proporcionalmente a ese factor. Si esto no ha ocurrido es porque esta pérdida de PIB per cápita relativo debe entenderse más como la manifestación de lo que realmente es relevante: una pérdida de productividad en relación a la media española.
Esta postura cobra fuerza si observamos el comportamiento de la tasa de empleo sobre la población desde 1980. Teniendo en cuenta que fueron años con tasas de crecimiento poblacional anuales de alrededor del 4%, el incremento de la tasa de empleo sólo puede entenderse porque el boom migratorio desde 1995 fue protagonizado mayoritariamente por personas en edad de trabajar provenientes del Sur Global. Ello se refleja claramente en el Gráfico 2, ya que la ratio entre población ocupada y población total, que se había mantenido constante hasta 1995, aumenta hasta el estallido de la Gran Recesión de 2008. Por lo tanto, el aumento poblacional no sirve para explicar la caída de renta per cápita relativa.
Gráfico 2. Tasa de población ocupada sobre población total en las Illes Balears, 1981-2019
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de BdMores.
Puesto que la tasa de ocupación es constante y en el caso balear incluso ascendente, la caída de renta per cápita relativa sólo se puede explicar por una caída en la productividad por trabajador relativa [1]. Esta caída se da efectivamente a partir de 1985 tanto en el conjunto de la economía como en comercio y hostelería. Más concretamente, el punto máximo en el diferencial de productividad laboral fue de 180 para comercio y hostelería y 150 para la media del trabajo (España=100) a mediados años ochenta, descendiendo hasta situarse en 105 y 100, respectivamente, en 2011 (Manera y Navinés, 2018).
Más allá del comportamiento de la productividad del trabajo en relación a otras comunidades autónomas, es interesante observar cómo se comporta en términos absolutos. En el Gráfico 3 se ha descompuesto la variación interanual del PIB (en precios constantes) según sus componentes en relación al factor trabajo: productividad y variación de la ocupación. Para empezar, destacan los fuertes aumentos en la productividad del trabajo en el principio de la serie, los cuáles serían la principal variable explicativa de la variación de la renta. Se ve como pierden progresiva importancia a finales de los años ochenta y principios de los noventa. La llamada crisis de la peseta en 1992 aparece como un punto de inflexión. A partir de dicho momento el aumento del PIB se explica fundamentalmente por aumentos en la tasa de ocupación, mientras que la productividad del trabajo pierde protagonismo y empieza a ser negativa ya en la segunda mitad de la década de los noventa hasta el estallido de la crisis de 2008. Ello significa que el aumento del agregado de renta se expande fundamentalmente mediante el aumento de la fuerza de trabajo, pero el volumen de renta por trabajador sigue una senda descendente. Para obtener una unidad de PIB se requiere cada vez un mayor número de personas trabajadoras. En el momento de la Gran Recesión, la caída del PIB se explica fundamentalmente por una destrucción del trabajo. En épocas de crisis la productividad del trabajo aumenta en las estadísticas ya que el paro aumenta más en los sectores de baja calificación y valor añadido.
Gráfico 3. Descomposición de la tasa interanual de crecimiento de las Illes Balears, 1981-2017.
Fuente: elaboración propia a partir de datos de BdMores.
Se constata que incluso en términos absolutos la productividad del trabajo presenta caídas a partir del ciclo de acumulación de los años noventa. En cuanto a las perspectivas de esta situación en la salida de la Gran Recesión tampoco parece que haya cambios estructurales. En el Gráfico 4, con datos del CES –Consejo Económico y Social de las Illes Balears–, se ve que ya en la salida de la crisis (2014-2019) cuando el PIB crece vuelve a predominar la creación de empleo sobre la productividad.
Gráfico 4. Descomposición de la variación del PIB per cápita por periodos (precios constantes), 2001-2019 (unidad: porcentaje).
Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Memoria Socioeconómica del CES 2017 y FUNCAS.
En definitiva, estos hechos nos permiten cuestionar la visión que se presenta del monocultivo turístico como un modelo próspero y viable a largo plazo. Si bien es cierto que durante los primeros veinte años, desde el inicio del Boom turístico de los sesenta, la economía balear experimentó un cambio estructural altamente positivo en términos de renta per cápita y productividad tanto del trabajo como del capital, el modelo presenta una fase de rendimientos decrecientes a partir de 1985. Estos elementos concuerdan con los resultados a los que llegan Du, Lew y Ng (2016) a partir de un modelo econométrico, los cuales sostienen que el turismo incentiva el crecimiento a través de los determinantes de la renta, pero no incentiva el crecimiento de dichos determinantes. Ello significa que a largo plazo, no conlleva una acumulación del capital robusta ni un aumento de la tecnología o la calificación del trabajo. Se sostiene que el turismo puede funcionar como estrategia de desarrollo siempre que vaya acompañado de otras políticas económicas e industriales, en el marco de una estrategia de planificación global.
¿Por qué un territorio se especializa en un sector?
¿Entonces, si la hiper-especialización turística no es óptima en términos sociales, porque se da? Se da porque bajo condiciones capitalistas las decisiones de inversión, producción y consumo no se toman necesariamente bajo una lógica de racionalidad social, sino bajo una muy distinta que no tiene por qué coincidir con esta. Esta lógica es la de la tasa de beneficio. Es a partir del comportamiento de esta variable que se debe entender el cambio estructural y la especialización en ciertos sectores económicos.
Las Illes Balears vivieron a partir de los años sesenta del siglo pasado un proceso de rápida reconfiguración de su economía, el llamado Boom Turístico. Si bien la industrialización había sido tardía en comparación con los territorios punteros, el peso de las manufacturas ya era importante en esa época, situándose por encima de la media española desde finales del siglo XIX. El proceso de terciarización, aunque se da en todas las economías desarrolladas, se produce de forma brusca y prematura en el caso balear.
La tasa de ganancia se muestra en Balears sistemáticamente por encima de la media estatal en los sectores más vinculados a turismo, como lo son los servicios de alojamiento (Manera y Navinés, 2018). Además, la productividad (producto por cantidad de trabajo) del trabajo en comercio y hotelería se sitúa históricamente también por encima de la media española en dichos sectores. Se entiende por lo tanto que el monocultivo turístico es resultado de una situación que podríamos denominar de ventaja comparativa en relación a otras áreas del Estado, sobre la cual se habría impulsado la industria turística como sector estratégico del proyecto desarrollista de la dictadura. Teniendo en cuenta que en el modo de producción capitalista la inversión se determina privadamente por las expectativas de beneficio futuro y que estas están fuertemente relacionadas con las presentes, la tasa de beneficio habría guiado la inversión al sector terciario y, más concretamente a las actividades turísticas. Este hecho es determinante para entender la imposibilidad a que un cambio de modelo productivo se dé de forma endógena y natural siguiendo las lógicas mercantiles. Un cambio de estas características sólo se podría dar mediante la acción determinada de un sector público capaz. Esto es, con los instrumentos necesarios para direccionar el crédito, subvencionar ciertos sectores estratégicos o incentivar la inversión en ramas de alto valor añadido, por ejemplo.
Conclusiones
En primer lugar, se ha partido de un hecho económico relevante, la pérdida de renta per cápita relativa para profundizar en las causas de dicha caída. Se ha encontrado que el problema reside en la falta de dinamismo de la productividad, y que el crecimiento se basa más en un incremento cuantitativo de dichos factores que en una mejora en la eficiencia del proceso productivo. Además, se ha explicado el proceso y los determinantes de la especialización productiva en las Illes Balears basada en un elevado peso del turismo a partir del papel clave de la tasa de ganancia.
Esto nos indica que la tendencia a largo plazo no tiene por qué cambiar. La especialización sectorial no variará por la lógica que rige el capital a no ser que cambien las tasas de ganancia relativas, y por lo tanto la dinámica de falta de productividad y consumo elevado de mano de obra va a seguir dándose.
Las consecuencias sociales de este modelo de crecimiento son evidentes. El fuerte aumento de población ya mencionado se explica por la naturaleza trabajo intensiva del sector turístico, lo cual supone uno de los principales retos a los que se enfrenta la sociedad balear en los próximos años. Si a esto le sumamos el problema de productividad vemos que el bienestar futuro en términos de renta per cápita está altamente comprometido. Las pocas posibilidades de mantener de forma autónoma un sector público ya minoritario en comparación con otras comunidades autónomas se hacen más evidentes que nunca. Además, los problemas ecológicos ligados al modelo productivo todavía complican más la ecuación.
Pla de ciència, tecnologia, innovació i emprenedoria de les Illes Balears 2013- 2017 del Govern de les Illes Balears pp. 38-41
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