15-09-2022
San Juanillo (Costa Rica): destrucción del patrimonio histórico para facilitar el turismo residencial
Arturo Silva Lucas | Alba SudLa destrucción de un cementerio indígena por un proyecto turístico en la comunidad de San Juanillo de Cuajiniquil, Guanacaste, pone en evidencia otro de los costos que ha comportado el crecimiento residencial en playas de la provincia. Hablamos con personas de la zona a propósito del turismo, la pesca y como ha sido la historia de esta comunidad.
Crédito Fotografía: Arturo Silva.
La maquinaria turística residencial es implacable. En una suerte de destrucción creativa destruye al mismo tiempo que crea algo nuevo para satisfacer otras pretensiones. Bajo algunos paraísos de sol y playa concebidos por agencias inmobiliarias quedan enterradas historias y vestigios de lo que fueron esos territorios. A veces muchísimo antes, como el caso de San Juanillo de Cuajiniquil,en el cantón guanacasteco de Santa Cruz en el Pacífico Norte.
De San Juanillo solo había disponible una nota en prensa del 2018 que hablaba de un cementerio indígena hallado en un proyecto turístico. Pero teníamos algunas referencias testimoniales de pueblos vecinos sobre el megaproyecto turístico Costa Brava. Un All-included Ocean Front Luxury Gated Community de 148 hectáreas. Como con muchos grandes proyectos residenciales en Guanacaste hay secretos a voces que pocas veces llegan a las instancias públicas que administran zonas costeras. Esas voces muchas veces plantean preocupaciones comunes en el acontecer provincial: ¿de dónde van a sacar el agua para un proyecto tan grande? ¿Cómo le dieron el permiso de tala de árboles? ¿Quiénes están detrás de eso?
Luego de realizar una visita por San Juanillo descubrimos otro de los costos que no habíamos tenido en cuenta del desarrollo turístico residencial en Guanacaste: la amenaza sobre el patrimonio natural y cultural, por medio de la tala de árboles nativos y la destrucción de restos arqueológicosen los terrenos del proyecto Costa Brava. La visita también permitió darnos cuenta de que la comunidad tuvo un antecedente reciente de lucha contra una marina turística. Estos temas fueron abordados con habitantes históricos y extranjeros residentes en la comunidad. Algunos nombres fueron cambiados por petición de las personas entrevistadas ante posibles conflictos o represalias.
Reseña de San Juanillo
San Juanillo de Cuajiniquil está ubicado en el medio de otros dos poblados de los cuales hemos escrito. Al norte está Marbella, comunidad que ha sido foco de incontables querellas contra dos desarrolladores inmobiliarios por gestión ilegal de agua potable, denuncias por violación de la ley de Zona Marítima Terrestre, condiciones precarias de obreros de construcción y amenazas a disidentes locales sin que haya solución por parte de autoridades.
Por otra parte, al sur se encuentra Nosara, un destino que se ha convertido en una especie de asentamiento new age para migrantes turísticos principalmente de California, EE. UU. En Nosara el crecimiento residencial ha sido el causante de movilizaciones sociales que exigen reglamentar el sector. Entre las principales preocupaciones de grupos locales están la ausencia de vivienda asequible, la sobreexplotación de fuentes de agua potable, heces fecales en su mar y, sobre todo, la amenaza al Refugio de Vida Silvestre Ostional,que supone el aumento de la mancha urbana.
Así las cosas, San Juanillo aparece en el medio con su característica playa bífida: un accidente geográfico que sin alcanzar las dimensiones de una península divide el litoral en dos. San Juanillo es un pueblo pequeño de no más de 300 personas, una plaza de futbol, una iglesia católica y algunos comercios tradicionales. Existe el consenso entre sus habitantes históricos que esta comunidad fue el primer asentamiento informal al cual se reconocieron derechos de propiedad en Costa Rica. A inicios de la década de los sesenta del siglo XX personas de pueblos aledaños realizaron tomas de tierra en lo que era la Hacienda San Juanillo propiedad de Federico Sobrado, un reconocido latifundista ampliamente reseñado por historiadores de la provincia.
Playa Bífida. Imagen de Arturo Silva.
San Juanillo cuenta con la única asociación de pescadores artesanales legalmente constituida en varios kilómetros alrededor fundada en 1996. Elías Zamorano, uno de los pescadores asociados relata que, luego de las tomas de tierra, la comunidad se dedicó a la ganadería y pequeñas explotaciones agrícolas hasta que dos sequías consecutivas a mediados de los ochenta terminó por expulsar a gran parte de la población local. En ese momento vino la pesca como medio de subsistencia clave en el pueblo, y junto ella las primeras incursiones de extranjeros.
A finales de los años 80 y primero de los 90, “Edén Pastora, el Comandante Cero tenía aquí una base con gente que estaba peleando en Nicaragua”, asegura Elías. Y vincula los origenes de la pesca con esta presencia:“Muchos de esos guerrilleros comían de la pesca y luego de que se fueron, pues nosotros seguimos trabajando la pesca. Hicimos esta asociación para cortar intermediarios”. Sin embargo, al cabo de un tiempo, los recursos pesqueros fueron disminuyendo. “Esos años eran de bonanza, pero ahora el mar se ha calentado mucho, y hubo mucha pesca irresponsable y ahora hay días en que no sacamos nada”, se lamenta Elías.
Actualmente, junto al apoyo de la Federación Ecologista de Costa Rica (FECON), han podido establecer un área de pesca responsable de 5 millas marítimas ante la poca eficiencia de las instituciones para detener la pesca de arrastre que viene del pacifico central. Elías menciona que hasta el año 2010 toda la comunidad se beneficiaba de la pesca en algún grado. Con la llegada del turismo parecía que se habrían nuevas posibilidades para encontrar nuevos mercados para la pesca. Sin embargo, según Elías, para quienes se dedicaban a la pesca no ha sido tan fácil establer canales de comercialización sólidos: “yo creo que el turismo ha traído cosas buenas, pero podría ser mejor si nosotros tuviéramos más apoyo de la municipalidad de Santa Cruz. Fíjese que nosotros como asociación nos organizamos para limpiar y para vender pescado en vacaciones en la playa y algunos dueños de hoteles y restaurantes nos denunciaron… nos terminaron sacando porque no teníamos permisos. En eso tenían razón, pero no nos presentan alternativas, opciones para comercializar el producto”.
La Asociación ha sostenido reuniones desde hace tiempo con la municipalidad para poner en marcha los espacios que, según el Plan Regulador Costero, les corresponde como productores locales. Pero han sido infructuosas, al parecer de Elías, que considera que más bien se entretienen en comisiones y delegados del gobierno local sin ningún resultado satisfactorio. Así, reconoce que una de las debilidades de la municipalidad se encuentra en la administración de las zonas costeras. En este contexto, la creciente compra de terrenos en San Juanillo por parte de personas de origen extranjero ha generado nuevas amenazas. Para Elías, sus intenciones son claras, cuando afirma que lo que que buscan es “hacer negocio y sacar plusvalía.”
Imagen de Arturo Silva.
Para otros pescadores de la Asociación, el delegado municipal electo para el distrito de Cuajiniquil ha quedado a deber. “A pesar de que le hemos hecho saber preocupaciones y necesidades, no le vemos mucho carácter para trabajar por el pueblo…”, opina uno de ellos, que prefiere mantenerse en el anonimato. Una crítica que también se le hace al delegado municipal en la vecina Marbella a propósito de todas las irregularidades judiciales que suceden con los proyectos inmobiliarios. “Solo el pueblo salva al pueblo”, comentaron entre risas cómplices justo cuando recuerdan el caso de la marina turística ocurrido en 2008. “Habían venido unos inversionistas con el plan de hacer una marina de lujo, como la de Papagayo [1]. Pero en esa oportunidad el pueblo se paró fuerte – asegura uno de los pescadores–. Aquí, en el salón comunal, cuando nos reunimos con ellos. Íbamos a perder la libertad de bajar a la playa cuando quisiéramos. Además, ¿cómo íbamos a hacer los pescadores para salir a pescar con una marina privada?”
Por su parte,Elías agrega que el proyecto de marina nunca llegó a tener nombre, ni siquiera llegó a los estudios de factibilidad. Pero recuerda que la principal promesa para San Juanillo eran las fuentes de empleo que iban a traer. Ellos preguntaron a otras comunidades pesqueras del Pacifico Central qué beneficios les había traído las marinas en sus comunidades y la experiencia no había sido muy satisfactoria, según narra el mismo Elías. “Para la parte de construcción pues sí, seguro iba a haber empleo. ¿Pero y luego qué? Nosotros hablamos con gente de Tárcoles [2] y nos dijeron que ya luego traen a su propia gente. Le preguntamos eso a los inversionistas…y no nos supieron contestar. Luego intentaron recoger firmas en otros pueblos de aquí, como para justificar que nosotros estábamos de acuerdo, pero al final no pudieron”.
El rechazo a la construcción de la marina se entiende por laidentidad comunitaria ligada a la pesca artesanal como medio de vida. Dadas las características del litoral de San Juanillo las dos actividades no podían ocupar el mismo espacio. En esa oportunidad el proyecto de marina se terminó de enterrar de manera unánime en el salón comunal en asamblea abierta. Se evitó de esa manera llegar a procesos legales que implican un gasto económico y desgaste a las personas que habitan estas comunidades.
Sin embargo, el rechazo a este tipo de proyectos no significa un desprecio al turismo como actividad económica. Elías reconoce que en algunos casos el turismo brinda empleo estable, contrario a la pesca, que depende de muchas condiciones ajenas al pescador. La posibilidad de potenciar la pesca deportiva como alternativa casi natural a la pesca artesanal, no ha contado con suficiente apoyo. “No nos dejan tomar nuestras propias decisiones, solo lo que el gobierno considere que es bueno”, se lamenta.
Migración turística y resorts
El ciclo turístico en San Juanillo inició hace poco más de treinta años. En esta comunidad residen algunas personas extranjeras que con sus ahorros hicieron de San Juanillo su residencia permanente. Mantienen relaciones más o menos horizontales con habitantes históricos, ya sea por compartir los mismos espacios de ocio, proyectos de reforestación, entablar relaciones sentimentales y familiares o por medio de emprendimientos gastronómicos o de clases de surf.
Ángela Lousada, una mujer portuguesa que reside en San Juanillo desde hace veintiún años cuenta que tomó la decisión de vivir en esta comunidad por la fama que tiene Costa Rica como “paraíso natural protegido por la constitución.” Ángela tiene un pequeño comercio a las afueras de San Juanillo en el que emplea a mujeres locales al tiempo que ayuda a organizar actividades en el pueblo de manera voluntaria. “Yo vine con mi familia huyendo un poco de lo mal que se ha convertido mi país con el tema de las playas. Y me he dado cuenta de que Costa Rica se está convirtiendo en eso que prometen no ser. Ahí tienen el desastre ambiental que es Nosara. Ahora, con este proyecto Costa Brava parece que vamos para lo mismo”,se lamenta.
El proyecto de Costa Brava también genera interrogantes entre otros actores, incluso quienes tienen más vínculos con la actividad turística. Así lo plantea Carlos Balmaceda, de cuarenta y dos años,originario de San Juanillo, hijo de pescador de la “vieja guardia” y dedicado al servicio de transporte turístico a las playas de la provincia. “Yo vivo del turismo y el turismo es bueno para todos…para unos más, jajaja, pero hay que sudarla y está bien. Pero en ese proyecto hicieron una matanza de árboles terrible, piense cuánta agua van a necesitar y si a eso sumamos toda la artesanía de nuestros antepasados que se volaron. Esa carajada es para tener al turista ahí metido, guardadito”, asegura.
Costa Brava es un proyecto de segundas residenciasdividido en cuatro fases, cada una más “premium” que la otra. Promete contar con clubes de distintos ambientes, piscinas, gimnasio, spa, parqueo privado, lagos artificiales y un helipuerto. Existe poca información sobre los responsables finales del proyecto en su página web, más allá de resaltar su amplia experiencia. Las dimensiones del proyecto son difíciles de vislumbrar en tierra. Por eso residentes de comunidades vecinas preocupados nos facilitaron imágenes de drones en las cuales se puede alcanzar a ver el proyecto en su totalidad.
Imagen de Arturo Silva.
Para la población local, Costa Brava supone tres preocupaciones:
- Desforestación. Personas de la comunidad han hecho alrededor de 200 denuncias sobre la tala de arboles en el sitio web del Sistema Integrado de Tramite de Denuncias Ambientales (SITADA)del ministerio de ambiente. Preocupa en especial la tala del árbol Cocobolo, especie nativa protegida por la ley forestal 7575. Según esta ley su corta solo puede ser permitida bajo ciertos permisos y estándares. A la fecha no han recibido respuesta.
- Agua. El mantenimiento de las amenidades y espacios verdes reclama una importante cuota de agua en una provincia caracterizada por intensos veranos. Pero no es claro cómo se gestionaron las cartas de disponibilidad hídrica necesarias para obtener el permiso de construcción municipal como obliga el Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo (INVU). Las consultas formales hechas por personas del vecindario a la junta administradora del acueducto rural (ASADA) local, para conocer si estos como primeros responsables de la gestión hídrica de la comunidad dieron la disponibilidad hídrica, no ha habido respuesta.
- Patrimonio histórico. En al año 2018 un equipo de arqueólogos del Museo Nacional atendió una denuncia por destrucción de hallazgos y apropiación ilegal de piezas arqueológicas en los terrenos de Costa Brava. En el informe No 2018-019 del Museo y luego en la Causa penal 18-000555-800-PE se detalla que la maquinaria de la compañía H. Solís [3], a cargo de los primeros movimientos de tierra, destruyó un 80% de lo que corresponde a un cementerio indígena del periodo prehispánico entre el año 0 y 300 d.c. Entre las recomendaciones del informe destaca el hecho de ordenar suspender el permiso de construcción de la municipalidad de Santa Cruz y enviar el caso al Organismo de Investigación Judicial. A pesar de que los trabajos de construcción continúan, a la fecha no habido información disponible sobre en qué estado están las denuncias.
Tras los rastros de la turistificación
En esta región de Guanacaste es habitual que un proyecto de las características y dimensiones de Costa Brava parta de la necesidad de desforestar grandes hectáreas sin ningún tipo de rendición de cuentas. También es norma que sobre el agua haya más preguntas que respuestas como resultado de una deficiente supervisión pública. Al igual que en Marbella, en San Juanillo la ausencia institucional hace eco.
Mas bien parece ser que a partir de un proyecto como Costa Brava se busca repetir la ruta que han seguido otros destinos vecinos más maduros, con consecuencias como el aumento en el valor de la tierra y la sobreexplotación de agua potable, contaminación y un ritmo acelerado de desforestación, aparición de enclaves turísticos junto al desplazamiento de población local entre otros. A partir de eso, los programas de responsabilidad empresarial y donaciones a causas benéficas locales acostumbran a estar presentes, siempre y cuando no interrumpan el funcionamiento del mercado turístico residencial.
Trabajo de arqueología en San Juanillo. Imagen facilitada por la comunidad.
Ahora también se puede identificar la destrucción de patrimonio histórico. Algunas personas de la zona manifestaron haber hecho la consulta al Museo Nacional sobre el valor arqueológico de la costa sur de la provincia. Según estos, el Museo afirmó que toda la línea costera desde Marbella hasta Nosara y más allá no ha sido objeto de una investigación exhaustiva por parte de profesionales en arqueología. Es decir, no se sabe qué puede haber aún bajo tierra.
En todo caso se evidencia la misma tendencia a la ausencia de planificación territorial y, sobre todo poca eficiencia de las instituciones públicas presentes en el territorio, como la Municipalidad de Santa Cruz, el Ministerio de Ambiente, el Sistema Nacional de Áreas de Conservación, el Museo Nacional o el Instituto de Acueductos y Alcantarillados, entre otras.
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