29-11-2022
Participación turística e inmovilidades: el universo que no viaja
Érica Schenkel | Alba SudEl disfrute del turismo y la recreación como práctica social exige abordarse en el marco de las inequidades que sufren las grandes mayorías. Las exclusiones de ocio son algunas de las tantas desigualdades invisibilizadas que hacen más difícil la vida de muchas personas.
Crédito Fotografía: Chapadmalal, imagen cortesía de Ministerio de Turismo y Deportes.
Un estudio publicado por el Observatorio de Turismo Social (OTS) y el Ministerio de Turismo y Deportes (MINTURDEP) en Argentina, evidencia la vinculación que existe en el acceso al turismo y la recreación y las inequidades que sufren las personas ubicadas en las peores posiciones de la estructura social. La mayoría de residentes no realiza viajes turísticos en ningún momento del año y esto no responde a una cuestión de gustos personales sino a factores objetivos que condicionan la capacidad de hacer vacaciones de las poblaciones. A medida que se precariza el nivel de ingresos, la condición de ocupación y el nivel educativo del grupo familiar, las prácticas turísticas y recreativas se vuelven totalmente infrecuentes.
De este modo, existe una relación entre el acceso a actividades turístico-recreativas con la situación socio-económica nacional y su incidencia en niveles de ingreso medio, pobreza, empleo y desigualdad. Ante una precarización de estos indicadores, suele devenir una caída en la participación turística de la población, particularmente de sectores populares que son altamente elásticos a situaciones de crisis; mientras que, ante procesos de equiparación de ingresos y mejoras de bienestar, suele producirse una expansión del acceso al turismo, que, a su vez, se vuelve más equitativo, con la incorporación de personas que antes no vacacionaban.
Acceso turístico minoritario
La Encuesta de Viajes y Turismo en Hogares (EVyTH), que analiza las prácticas de ocio de residentes en Argentina, deja de manifiesto que la mayoría de la población no realiza viajes turísticos en ningún momento del año. Cabe destacar que por “viaje turístico” entiende un desplazamiento con al menos un pernocte en destino, que se puede realizar tanto en alojamientos comerciales, como en residencias de familiares y amigos o, incluso, propias (segundas residencias). A partir de este parámetro, la EVyTH destaca una evolución del acceso al turismo en Argentina de 35% (2006), 44% (2010), 48% (2015), 42% (2016), 42% (2017), 37% (2018) y 39% (2019). En el marco regional, estas proporciones de inclusión turística son similares a las de México y Brasil. Los demás países que realizan este tipo de encuestas, se encuentran marcadamente por debajo de estas cifras, para reproducir la inequidad de sus estructuras sociales (Schenkel, 2019).
Gráfico 1. Proporción de residentes que realizó al menos un viaje con pernocte. Años 2010-2019, Argentina. En porcentaje.
Fuente: OTS-MINTURDEP, 2022.
Asimismo, el análisis evidencia una relación directa entre dichos niveles de participación y la situación socio-económica nacional y su incidencia en indicadores, como el empleo, la pobreza y la desigualdad. Esto explica, en parte, la tendencia de crecimiento que refleja la EVYTH los primeros años, cuando el país registra un aumento del ingreso medio, con mejoras sociales, que repercuten en distintos indicadores, como coeficiente de Gini, pobreza, indigencia, tasas de empleo y desempleo, niveles de escolaridad y salarios reales (CEPALSTAT). Cuando estos indicadores se precarizan, sucede lo mismo con los niveles de participación turística, que alcanzan el registro más bajo de la última década, con un acceso del 37% (2018).
Lo anterior evidencia que la no realización de viajes turísticos, se explica principalmente por factores objetivos que condicionan la capacidad de hacer vacaciones de la población. En Argentina de cada diez residentes que no realizan turismo a lo largo del año, uno elige no hacerlo en función de sus preferencias, los demás permanecen en sus casas mayoritariamente por no disponer de los ingresos necesarios para acceder a su consumo. Las otras barreras identificadas, escaso tiempo disponible, problemas de salud, falta de planificación, inconvenientes familiares y otras, no alcanzan en conjunto la causa económica. La última EVYTH pre-pandémica, evidencia que la exclusión turística por ingresos representa al 60% del público que afirma no poder vacacionar.
Gráfico 2. Distribución según motivo principal por el que no viajaron. Años 2010-2021, Argentina. En porcentaje.
Fuente: OTS-MINTURDEP, 2022.
Inequidades sociales en el disfrute del turismo y la recreación
El Informe de Participación Turística (OTS-MINTURDEP, 2022) pone de manifiesto la vinculación que existe entre el acceso al turismo y las tradicionales desigualdades que sufren las personas ubicadas en las peores posiciones del entramado social. A medida que disminuye el ingreso percibido por el hogar, el nivel educativo o la situación de ocupación, cae la realización de prácticas turísticas. A continuación, se presentan una serie de ejemplos.
De acuerdo a los ingresos percibidos, mientras que las personas del quintil 5 (el más alto en la pirámide) hicieron turismo en un 67% y 60%, en los años 2015 y 2019, aquellas ubicadas en el quintil 1 (el nivel más bajo), lo hicieron en un 31% y 22%, durante el mismo periodo. A su vez, estos niveles de participación reflejan, que la inequidad en el acceso al turismo, aumenta en los últimos años. Para 2019, la distribución del consumo turístico entre el 20% de la sociedad de menores ingresos y el 20% de mayores ingresos, ha empeorado. La brecha turística aumentó 2,2 veces, para señalar que es 4,3 veces más probable que haya realizado un viaje una persona del quintil más rico que una del quintil más pobre (contra el 2,8 del 2015). Esto refleja la alta elasticidad que tiene el consumo turístico-recreativo en tiempos de crisis para los sectores de bajos ingresos, mientras que se presenta más inelástica en los sectores mejor posicionados.
Gráfico 3. Realización de al menos un viaje con pernocte por nivel de ingreso. Años 2010 – 2019, Argentina.
Fuente: OTS-MINTURDEP, 2022.
En una misma línea, a medida que crece el nivel educativo de las personas, “primario incompleto”, “primario completo - secundario incompleto”, “secundario completo – superior incompleto” y “superior completo o más”, se incrementa el acceso anual a las prácticas turísticas: el 4% y el 2% de las personas que tienen primaria incompleta hicieron un viaje en los años 2015 y 2019, mientras que el 27% y el 39% con superior completa o más hizo turismo, en los mismos años.
Gráfico 4. Proporción de personas que realizó al menos un viaje con pernocte, según nivel educativo. Años 2010-2021, Argentina. En porcentaje.
Fuente: OTS-MINTURDEP, 2022.
La actividad de las personas, también se correlaciona con la posibilidad de acceder al turismo, asociado a cuestiones de capacidad económica, tiempo disponible y previsibilidad. El último registro pre-pandemia (2019), refleja que los mayores niveles de participación se concentran entre los individuos que residen con jefas o jefes de hogar laboralmente ocupados, con índices del 46,2%, mientras que entre las personas que se encuentran o residen con personas inactivas y desocupadas la proporción desciende a 33,1% y 22,4%, respectivamente.
Finalmente, la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares(INDEC, 1997-2013), también evidencia dichas brechas, cuando registra el gasto destinado al ocio turístico y recreativo en relación al decil de ingreso del hogar. Al descender en la escala de ingresos son menores las proporciones del presupuesto familiar que se destina al ocio, debido a que existen necesidades más urgentes que satisfacer: mientras que el decil 1 proporciona al turismo un gasto presupuestario del 0,10% y al esparcimiento del 5,3%, el decil 10 le atribuye un 4,1% y un 11,5%. De este modo, el turismo es la práctica de esparcimiento menos elegida por las personas de bajos ingresos, que optan por actividades de ocio más económicas, como la participación en espectáculos deportivos y musicales, la asistencia a cines, la colaboración en clubes barriales y el acceso a televisión por cable; y al mismo tiempo, la más ponderada entre quienes perciben las mayores rentas, que acumulan diversas prácticas turísticas en el año, preferentemente con destino fuera del país (Schenkel y Ercolani, 2018).
Impacto de la pandemia en las prácticas turísticas
Como se suponía, con la expansión de la Covid-19, los niveles de participación turística en Argentina han empeorado significativamente. Los datos de acceso al turismo provistos por la EVYTH reflejan los valores más bajos de la serie: en 2020, solo el 24% de la población argentina hizo turismo, y en 2021, el 28%. A diferencia de lo que sucedía hasta entonces, se observa una menor influencia del obstáculo económico (aunque permanece como principal barrera de acceso), que alcanza niveles mínimos del 30% (2020) y del 36% (2021). A partir de la expansión de la pandemia los motivos de no realización de viajes comienzan a diversificarse, y aumentan en gran medida la categoría “otros” y la de “jóvenes que no pueden viajar porque no viajan los adultos”.
El cruce de estos niveles de participación turística de acuerdo a ingreso, nivel de escolaridad y condición de ocupación aún no han sido publicados en SINTA-YVERA, lo que impide analizar la distribución socio-demográfica de dicha caída.
“Non-travelers” como sujetos de políticas turísticas
El análisis evidencia la dinámica que existe entre las tradicionales desigualdades y aquellas asociadas al acceso al ocio. La pertenencia a un sector de estrato bajo disminuye el nivel de participación turística y reproduce a su vez nuevas desigualdades. Los beneficios que implica la realización de estas prácticas en aspectos como la calidad de vida, la salud, los vínculos sociales, el aprendizaje, el comportamiento y la autoestima, no hacen otra cosa que ampliar la brecha social original, entre las personas que acceden y aquellas que quedan excluidas. Como argumenta Dubet (2011: 112): “la distancia de los espacios públicos urbanos y de ocio […] son algunas entre tantas desigualdades que casi no se toman en cuentan, pero que arruinan la vida de muchos.”
Esta situación evidencia la importancia de impulsar políticas públicas dirigidas a este universo de “non-travelers” (Haukeland, 1990). Este sector, suele quedar excluido de toda acción de gobierno, que aborda el turismo más por sus externalidades económicas que por los beneficios sociales y de salud que han justificado la extensión del derecho a las vacaciones como elemento de bienestar. Para ello resulta fundamental avanzar en políticas distributivas que, como señala Richards (1998), constituyen el principal instrumento estatal para democratizar el bienestar; así como avanzar en políticas específicas, que, a partir de la promoción del turismo social, desarrollen oportunidades de esparcimiento en beneficio de sectores vulnerables.
Fuente: Embase, imagen cortesía de Ministerio de Turismo y Deportes.
Lo anterior exige posicionar al turismo social en la agenda pública desde una perspectiva centrada en las personas (Schenkel y Cañada, 2021). Con este fin, dichos programas de gobierno, lejos de poner el acento en las necesidades del empresariado, que en muchos casos ven en el turismo social una oportunidad más de negocio, surgirían para dar respuesta a las las demandas y derechos de amplias mayorías. Esto supondría la generación de oportunidades recreativas y turísticas que apuesten por la generación de un valor agregado no económico, que integre objetivos humanistas, pedagógicos, de desarrollo individual y colectivo. Si se lograra este propósito, se estaría en presencia de una política turística capaz de limar algunas de las tantas asperezas de la desigualdad, en beneficio de quienes más necesitan de la asistencia del Estado.
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