09-12-2022
Turismo comunitario, movimientos sociales y educación en el campo en Brasil, caminos desde una perspectiva crítica
Alberto Viana | UFJF¿Cuáles son las características del turismo comunitario en Brasil y qué papel han jugado en su construcción los movimientos sociales del campo? Analizamos la experiencia en el Estado de Bahía.
Crédito Fotografía: Imagen de Alberto Viana.
El turismo comunitario en Brasil puede considerarse un tipo de turismo, un conjunto de prácticas y conocimientos, y una forma de gestión colectiva de la actividad turística donde la propiedad, la gestión y los beneficios se vuelcan en sus sujetos e sujetas, y donde el foco principal de las visitas es el modo de vida comunitario y los atributos naturales y culturales y el patrimonio de las comunidades. Se calcula que en Brasil hay más de doscientas comunidades dedicadas a este tipo de actividad en más de diez estados
¿Cómo concebimos el turismo comunitario?
Este turismo tiene como principales sujetos los grupos colectivos de agricultores y agricultoras familiares y de reforma agraria, a los pueblos y comunidades tradicionales y a los colectivos de barrios y comunidades populares de la periferia urbana. Estos grupos incluyen a los colonos y colonas de la reforma agraria, a los y las quilombolas (descendientes de los esclavizados fugados de la esclavitud), a los pescadores y pescadoras artesanales, a los agricultores y agricultoras de pastoreo, a los y las agricultores familiares, a los pueblos indígenas y a las comunidades urbanas de las favelas y los suburbios, entre otras denominaciones, que casi siempre están vinculadas a redes y movimientos sociales en defensa de causas colectivas.
En una escala más amplia, también entendemos el turismo comunitario como un movimiento y como una red, al reunir iniciativas, proyectos y emprendimientos comunitarios, y también a técnicos, docentes e investigadores en ámbitos de formación y capacitación, de intercambio de experiencias, de búsqueda de acceso a derechos civiles y políticos, de construcción de agendas conjuntas de demandas, de alineamiento de metodologías y conceptos, de formulación de marcos legales y de promoción de eventos que contribuyan al mantenimiento y expansión de la actividad turística que practican.
El turismo comunitario también puede ser concebido como una tecnología social, ya que es una metodología construida por y para sujetos colectivos en el campo, y puede ser replicada en otros lugares, a pesar de las singularidades y configuraciones identitarias de cada grupo social. También entra en diálogo mucho con las propuestas de turismo social, al proporcionar experiencias turísticas que permiten el acceso y la transformación de personas y grupos que no tienen oportunidades cotidianas de viajar y al proporcionar el protagonismo a grupos no considerados por la actividad turística convencional y hegemónica. El modelo capitalista no los ve ni los contempla.
En la mayoría de los proyectos, iniciativas y emprendimientos de turismo comunitario existe un contrapunto al turismo convencional y de masas (acercándose a una contrahegemonía) porque se basa en los principios de la sostenibilidad y la economía solidaria, lo cual puede denominarse como una forma de turismo sostenible, turismo responsable y turismo solidario (si incorpora actividades voluntarias, donde se dona tiempo, talento, recursos materiales y recursos financieros en beneficio de la comunidad). Este turismo también puede considerarse un servicio ambiental y una actividad de sociobiodiversidad en los espacios protegidos y su entorno por los impactos positivos que generan en el medio ambiente.
Asentamiento Bela Vista Santo Amaro Bahia. Imagen: MST.
El turismo comunitario también se caracteriza por la autogestión, la cooperación y la centralidad en la vida, por promover la conservación y preservación del medio ambiente, la agroecología, la cultura alimentaria, los alimentos sin pesticidas, naturales o poco procesados, la soberanía alimentaria. También valorando la igualdad racial y de género, y tratando temas como la interculturalidad, la cuestión agraria, la reforma agraria, la regularización de los territorios de los pueblos y comunidades tradicionales, los derechos humanos, la cultura de la paz, la lucha contra el racismo, la diversidad y la tolerancia religiosa, la protección de los niños y los jóvenes y las condiciones de trabajo dignas.
Los colectivos que protagonizan el turismo comunitario deciden cuándo se inicia y cuándo se detiene la actividad, su frecuencia, lo que se puede ofrecer o no con el visitante, los servicios, productos, valores y formas de pago que se ofrecen y el destino de los fondos recaudados, ya sea por la oferta de guiado de visitantes en los senderos servicios gastronómicos y de hospedaje, experiencias, talleres, fiestas, venta de artesanías, souvenirs, productos agroindustriales e in natura, visitas a museos comunitarios y lugares de memoria, círculos de conversación, participación en proyectos comunitarios y acciones solidarias, entre otras actividades.
En el contexto de la geografía agraria, el turismo comunitario puede ser caracterizado como una forma de producción del espacio: una territorialidad rural no agrícola, multifuncionalidad de la agricultura familiar y de la pluriactividad de los agricultores resultante de un proceso socio-histórico de formas de acogida y de recepción que encuentra huellas incluso antes del inicio del período de concepción hegemónica de lo que hoy es el turismo. Las comunidades recibían a los visitantes de forma organizada incluso antes de la "creación" del turismo.
De este modo, los diferentes sistemas de producción agrícola y extractiva que constituyen la principal fuente de trabajo e ingresos de las comunidades pueden complementarse y fortalecerse con la inserción del turismo comunitario, así como sus fiestas, religiosidades y otras tradiciones que desean compartir con los visitantes. Cabe señalar que la decisión de qué compartir, cuándo compartir, cómo compartir y con quién compartir, debe ser tomada por la comunidad y en diálogo con los demás agentes del sistema de producción turística.
En la actualidad, los teóricos y los agentes del mercado anuncian el turismo comunitario como una tendencia porque se trata de un turismo de base local, de proximidad y sostenible. Es importante que cada comunidad interesada en recibir visitantes sea lo más prudente posible a la hora de tomar la decisión de emprender un turismo comunitario. No todo son flores, y hay retos y responsabilidades para que todo funcione. Las cuestiones culturales, familiares, colectivas, la intimidad, el modo de vida, casi siempre se ven afectadas positivamente en el turismo comunitario, pero no todo el mundo puede sentirse bien con la presencia de los visitantes y eso hay que respetarlo. Una comunidad puede decir no al turismo sin ningún problema. Lo importante es contar con el asesoramiento de profesionales del turismo con experiencia en el proceso.
El turismo comunitario y la lucha por la tierra
El turismo comunitario consiste en un conjunto de actividades que contribuyen a mantener la territorialización de estos sujetos colectivos promoviendo la apropiación y/o revalorización de elementos/recursos tangibles e intangibles de sus espacios y culturas, generando beneficios económicos y no económicos para sus miembros, y contribuyendo al mantenimiento de los jóvenes en el campo, y como alternativa de trabajo para ellos, para las mujeres y para los mayores de las comunidades.
Por ello, los movimientos sociales y sindicales rurales que luchan por la reforma agraria han incorporado, desde los años 90, el turismo rural y comunitario a sus actividades de lucha por la tierra y para reunir a las personas interesadas en sus causas. El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), el Movimiento de Lucha por la Tierra (MLT), el Movimiento de Campesinos y Colonos de Bahía (CETA), Teia dos Povos y las federaciones de trabajadores agrícolas de algunos estados desempeñaron un papel importante en esta actividad en el país.
Asentamiento 2 Riachoes Ibirapitanga Bahia. Imagen: Movimento CETA.
El primer registro en Brasil en forma de libro del protagonismo del MST fue escrito por la profesora y geógrafa Adyr Balastreri en 2003, cuando mencionó que el MST solía invitar a visitantes a sus campamentos para impartir cursos sobre la historia del movimiento. Hoy, el MST tiene experiencias en varios estados brasileños, como Minas Gerais, Mato Grosso, Pernambuco, Ceará y Bahía.
El MST desempeñó un papel importante en la expansión del turismo comunitario en diversos estado. En Ceará contribuyó con la creación de la Red de Turismo Comunitario de Ceará - TUCUM. En este estado fueron socios desde el primer momento en la formación de la red y hoy hay alojamiento en la capital del estado, y también asentamientos que reciben visitantes como Coqueirinho y Maceió.
La Red BATUC en Bahía
En el estado de Bahía, el MST apoyó también en la creación de la Red de Turismo Comunitario de Bahía - BATUC en 2019, que en la actualidad cuenta con nueve asentamientos que reciben visitantes en tres itinerarios diferentes, con casas de huéspedes, restaurantes, conductores de visitantes/guías locales en los senderos, actividades de voluntariado y experiencias educativas. Además, el asentamiento Pau Brasil en Itamaraju, que tiene el mayor árbol de Pau Brasil del mundo, y el asentamiento Terra Vista en Arataca, que tiene una historia de lucha y agroecología y produce chocolate orgánico, y posiblemente otras iniciativas pronto se unirán a la Red BATUC.
Desde 2004, el MST de Bahía ha buscado apoyo político para mejorar la estructura de sus actividades turísticas en los asentamientos sobre una base agroecológica, a través de la instalación de señales, la formación de guías y de los que proporcionan alojamiento y comida, la compra de ropa y equipos de seguridad, uniformes estandarizados y la preparación de folletos promocionales en varios idiomas para su uso en eventos de los sectores del turismo, la economía solidaria, la agricultura familiar y la reforma agraria. También han conseguido adaptar edificios antiguos para convertirlos en albergues comunitarios y organizar intercambios con otras comunidades.
El MST también participó en la lucha por el marco legal para el turismo comunitario en Bahía, a través de la Ley 14.126/19, que ahora está en proceso de ser reglamentada por la Secretaría de Estado de Turismo.
Asimismo, se han puesto en marcha varias experiencias de rutas y circuitos de senderismo, alojamiento en el albergue de la comunidad y en casas de las familias. Además se organizan actividades con los visitantes para que de forma conjunta con las familias de acogida puedan cosechar los productos juntos, preparar la comida, poner la mesa, bañarse en el río juntos, participar en círculos de charlas, visitar jardines productivos aprender sobre hierbas medicinales, e incluso estar con la comunidad para no hacer nada, solo para frenar la rutina.
Educación del campo vinculada al turismo comunitario
El MST es también uno de los principales promotores de los cursos de turismo en la educación del campo, a través del Programa Nacional de Educación en la Reforma Agraria (PRONERA), tanto para los guías turísticos de nivel técnico como para los de nivel superior, que impulsamos desde el Centro Académico de Educación de Campo y Desarrollo Territorial (CAECDT) de la Universidad Estatal de Bahía (UNEB), que será pionero en el país.
En el ámbito de la educación técnica y superior, estos cursos deben tener proyectos pedagógicos específicos para estos sujetos del turismo comunitario, con metodologías, estructuras curriculares y contenidos que tengan en cuenta sus singularidades y se opongan a los cursos de turismo y gastronomía centrados en la economía de mercado del modelo capitalista.
Asentamiento Nova Suica, Santo Amaro Bahia. Imagen: Alberto Viana.
En este sentido, la educación del campo representa un conjunto de propuestas de formación y cualificación y de pedagogías dirigidas al proceso emancipatorio de jóvenes y adultos de los asentamientos de la reforma agraria y de otras poblaciones rurales que no disponen de materiales didácticos sobre el turismo desde la perspectiva crítica y de superación del modelo capitalista, para el estudio del turismo y de la producción asociada al turismo que propugna el turismo comunitario. De ahí la importancia de esta iniciativa, que ya está siendo evaluada por otros estados para su posible aplicación en el país.
El curso de turismo desde una perspectiva crítica y emancipadora contribuirá a la generación de trabajo e ingresos en las comunidades, a la producción y servicio de alimentos de calidad sin pesticidas a quienes acuden a las comunidades y a los propios campesinos, a la protección de manantiales y ríos, al cuidado del patrimonio natural y cultural, al registro de su historia, a la creación de un monumento a su lucha y a la participación más amplia en las estrategias de trabajo en red para acceder a recursos para las políticas de turismo en las comunidades.
Para actuar como educadores y técnicos en estos procesos de educación del campo, los profesionales deben tener una comprensión del campo desde el paradigma de la cuestión agraria, desarrollar una escucha sensible y estar abiertos a la construcción participativa en todas las etapas del trabajo a desarrollar, respetando los conocimientos aportados por los alumnos, haciendo del acto de educar un acto de educarse.
El turismo comunitario debe formar parte del debate contemporáneo sobre la cuestión agraria por todos estos elementos positivos que contribuyen a la comprensión del campo como lugar de vida y reproducción de la existencia y no como mero lugar de producción de mercancías. Por lo tanto, tener movimientos sociales activos como el MST defendiendo el turismo comunitario, y tener profesores y estudiantes en las áreas de enseñanza, iniciación científica, extensión e investigación en educación del campo trabajando con este tema, es muy importante e impostergable para la reconstrucción del país basada en la esperanza, la sostenibilidad y la solidaridad.
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