11-07-2023
Turismo en la Tierra Indígena Yanomami: de la amenaza a la alternativa
Sandra Corbari | Universidade Estadual do Paraná (UEPG)La minería ilegal es responsable de la crisis humanitaria en la Tierra Indígena Yanomami. En una zona que se solapa con un parque nacional, el turismo convencional provocó fuertes impactos negativos, por lo que en 2003 fue prohibido. No fue hasta 2022 que se reactivó, esta vez en forma de ecoturismo comunitario.
Crédito Fotografía: Pico da Neblina (Yaripo). Fuente: Força Aérea Brasileira (2015)
El pueblo yanomami tiene una población estimada de 26.780 habitantes, repartidos por las regiones amazónicas de Brasil y Venezuela (Instituto Socioambiental (ISA), 2023). Parte de la población vive en Terra Indígena Yanomami (TIY), un área que abarca ocho municipios en los estados de Roraima y Amazonas (ISA, 2023). El TIY fue ratificado en 1992, tras un largo proceso de lucha por el reconocimiento de los derechos territoriales (Albert & Tourneau, 2004; Goulart, 2020). El hecho es que este territorio ha sido objeto de minería ilegal durante cincuenta años, desde que los grandes proyectos de desarrollo de la dictadura militar y la divulgación de datos sobre la existencia de oro atrajeron miles de mineros a la región entre 1970 e 1990 (Viveiros de Castro, 2015; Kopenawa & Albert, 2015; Hutukara, 2022).
Se tomaron algunas medidas a lo largo del tiempo como, por ejemplo, la creación del "Parque Yanomami", la expulsión de los mineros, la destrucción de las infraestructuras utilizadas y la homologación del TIY entre otras (Albert et al., 2011; Goulart, 2020). Pero no fue suficiente. Los impactos de la minería, a través de epidemias, violaciones, asesinatos, contaminación o destrucción de las bases materiales y los fundamentos morales de la economía indígena, se ha producido con "frecuencia monótona, siguiendo la fluctuación de los precios del mercado mundial del oro y otros minerales preciosos” (Viveiros de Castro, 2015: 12).
La presencia fragmentada y contradictoria de este agente externo, cuyos intereses proyectan el espacio hacia otros fines, genera tensiones y conflictos. Desgraciadamente, a lo largo de los años, algunos Yanomami han participado en la explotación minera, engañados por la posibilidad de generar unos pequeños ingresos (AYRCA; Associação das Mulheres Yanomami Kumirãyõma [AMYK], 2021). Como señalan Kopenawa y Albert (2015), la minería amazónica moderna, por ser altamente mecanizada y con una mano de obra "inagotable y motivada", no tiene ningún interés en la mano de obra indígena.
Esta situación remite a la idea de "brujería capitalista" (Pignarre y Stengers, 2017) que explica la participación y tolerancia de algunos con la situación, que se presenta como una "alternativa infernal" - "es esto o nada". Vinculado a esta idea, otros autores como el antropólogo Viveiros de Castro (2015) y los ambientalistas indígenas Ailton Krenak (2018) y David Kopenawa (2015) también destacan la problemática, demostrando que la minería se asemeja a las tácticas geopolíticas del colonialismo. La cultura minera produce el saqueo ecológico en un proceso que genera "agentes locales de saqueo", reproduciendo la violencia entre los explotados. Mientras tanto, los explotadores se mantienen protegidos de cualquier amenaza, lejos del lugar del saqueo.
En los últimos años, el área degradada por la minería ha aumentado como consecuencia de una serie de razones combinadas. Entre ellas, se encuentra el agravamiento de la crisis económica y el desempleo, produciendo una masa de mano de obra barata para ser explotada en condiciones altamente precarias y peligrosas, y la política del gobierno Bolsonaro (2018-2022), que incentivó y apoyó la actividad minera, creando una expectativa alrededor de su regularización (Hutukara, 2022).
Además de la minería, el TIY ha sido objeto de otras actividades ilegales durante décadas. También se desarrolló el turismo en este territorio, que estuvo prohibido durante una década, precisamente porque facilitaba los delitos ambientales, generaba conflictos internos y externos, así como la divergencia de objetivos entre las Tierras Indígenas y los Parques Nacionales.
El turismo: ¿otra amenaza?
El Parque Nacional del Pico da Neblina está superpuesto al TIY. La principal característica del parque es el Pico da Neblina (Yaripo en lengua yanomami) es que acoge el punto más alto de Brasil, a 2.995 metros (Infraestrutura Nacional de Dados Espaciais, 2016), por eso es uno de los principales atractivos del país(Goulart, 2020).
Las Tierras Indígenas y los Parques Nacionales son figuras jurídicas con objetivos y regulaciones diferentes. Una de las funciones de los parques nacionales es el uso indirecto de los recursos naturales, y se permite la visita pública mediante la existencia de un Plan de Manejo (Ley nº 9.985, 2000). Sin embargo, la Constitución Federal garantiza a los pueblos indígenas el uso exclusivo de los "recursos" naturales de los territorios, incluso cuando se superponen. Un agravante es que el turismo en Tierras Indígenas - más específicamente el etnoturismo o ecoturismo comunitario – se reglamentó en 2015, cuando la actividad había empezado más de 15 años antes (Instrução Normativa nº 03, 2015; Corbari, Bahl & Souza, 2017; Bonfim et al., 2022).
Así, surgió un conflicto entre la comunidad yanomami y los organismos de gestión, a causa de la explotación de los recursos naturales y la presencia continua de turistas (Ricardo, 2004; Oliveira, AYRCA & AMYK, 2020). Goulart (2020) expone que se realizaban dos formas de turismo: el ilegal, practicado en territorio indígena sin consentimiento de las comunidades y con negligencia frente las instituciones fiscalizadoras; y el clandestino, realizado en el área del parque, con el respaldo de algunos yanomami, pero sin regulación estatal por parte del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA) y del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio) - organismos responsables de la gestión ambiental a nivel federal. En aquella época era posible comprar paquetes turísticos para los Yaripo a través de Internet (Smiljanic, 2004).
Desde 1999, las denuncias sobre la práctica turística llegaron a la Procuraduría General de la República en Amazonas (PGR-AM) y al Ministerio Público Federal (MPF). Los flujos turísticos irregulares han generado impactos, como la proliferación de enfermedades, toma de fotos y vídeos sin autorización previa (Smiljanic, 2004; Goulart, 2020) y biopiratería, práctica mediante la cual investigadores o empresas utilizan ilegalmente la biodiversidad de países en desarrollo y los conocimientos colectivos de pueblos indígenas (Silva, 2007). Además, a pesar de contratar Yanomami como porteadores, la mayoría de los visitantes desconocían que estaban en territorio indígena y la importancia espiritual del Yaripo (AYRCA & AMYK, 2021).
Sin una definición conjunta sobre una forma de resolución (Oliveira, AYRCA & AMYK, 2020), en 2003, el MPF prohibió la visita de turistas al parque y abrió una investigación civil pública para ver posibles irregularidades o posibles actos de improbidad administrativa en relación con la entrada de turistas (Oliveira, AYRCA & AMYK, 2020; AYRCA & AMYK, 2021). Sin embargo, los flujos no cesaron, con el apoyo de algunos Yanomami (Oliveira, AYRCA & AMYK, 2020) o facilitados por funcionarios de organismos estatales (Goulart, 2020), lo que desencadenó conflictos internos y externos.
El turismo se ha convertido en una alternativa a la minería (AYRCA & AMYK, 2021). Aunque, actualmente, las regiones más impactadas por la minería se encuentran en la porción de Roraima del TIY (Hutukara, 2022) (FIGURA 1) y en los alrededores del Yaripo, que el extractivismo también está presente (Goulart, 2020). Por ejemplo, en 2021 Xitei fue la región con mayor superficie degradada por la minería en 2021 (Hutukara, 2022).
TIY y localización del solapamiento con el Parque Nacional del Pico da Neblina. Fuente: elaboración propia.
A pesar de esto, la forma en que se desarrolló el turismo generó preocupación y desacuerdo. Para Smiljanic (2004), el turismo no evitó la invasión de los buscadores de oro. El antropólogo Gilberto da Silva advirtió que, antes de pensar en promover el turismo entre los Yanomami, lo que contradecía la legislación indígena, era prioritario garantizar la protección integral del TIY (FUNAI, 2006).
Gilberto da Silva alertó sobre el uso del turismo como táctica para ingresar personas con otros fines, como la biopiratería - uno de los motivos de la prohibición del turismo (Jornal do Commercio, 2003; O Povo, s. f.). En el acta de una reunión sobre la apertura del parque, Armindo Góis, un residente, señaló "[...] cerraron el Parque debido al tránsito de mucha gente extraña y la pelea fue muy grande". Según Silva, incluso era posible comprar muestras de sangre yanomami por Internet, ofrecidas por una empresa extranjera.
Pero entre la comunidad yanomami había diferencias de opinión. En un reportaje publicado en el periódico "O povo" (s. f.), Beto Góes, un guía local, señaló que algunos no estaban satisfechos con el cierre del parque (véase también AYRCA, 2012a, 2012b). Beto justificó el trabajo en la minería por la ausencia de ingresos alternativos. "Sabemos que es ilegal [...] pero el hecho es que tenemos familia e hijos que mantener, así que hago un esfuerzo para llevar al turista allí, pero el ICMBio desencadena inmediatamente el ejército armado y equipado detrás de nosotros, para arrestarnos, como si fuéramos bandidos" (O Povo, s. f.: 2).
Ante la situación, se acordó que una posible autorización para el turismo estaría condicionada a los resultados de un informe antropológico, integrado a la existencia de planes de gestión y uso público del parque (Goulart, 2020; Oliveira, AYRCA & AMYK, 2020). Además, la comunidad identificó la necesidad de planificación, capacitación y creación de arreglos internos para que el turismo pudiera desarrollarse (Oliveira, AYRCA & AMYK, 2020; AYRCA & AMYK, 2021).
La alternativa: el proyecto Yaripo
Krenak (2018) señala que siglos de extractivismo depredador estuvieron marcados por la construcción de una epistemología hegemónica que era, y sigue siendo, capaz de aniquilar cualquier pensamiento alternativo. Sin embargo, los grupos afectados por situaciones de injusticia ambiental no son víctimas pasivas, sino que se han organizado en movimientos, asociaciones y redes (Zhouri, 2008), ambientalizando sus discursos y perfilando acciones colectivas (Acselrad, 2010).
Es en este sentido que el turismo – después de su metamorfosis - se ha convertido en una estrategia de etnodesarrollo, una alternativa al desarrollo.
Los Yanomami se han organizado, han articulado asociaciones y han construido un proyecto turístico antagónico a la explotación y a la degradación ecológica y de la vida, que beneficia a la colectividad (Goulart, 2020).
Con base en la IN 03/2015 y en la Política Nacional de Gestión Territorial y Ambiental de las Tierras Indígenas (PNGati) (Decreto Nº 7.747, 2012), se gestionó el proyecto Yaripo (Goulart, 2020; 2022), precisamente en el área de superposición del TIY y del Parque Nacional Pico da Neblina. El proceso de planificación y elaboración del Plan de Visitas contó con la participación de 55 representantes de seis comunidades (AYRCA & AMYK, 2021), desde 2014 (Goulart, 2020; Oliveira, AYRCA & AMYK, 2020). El Plan de Visitas fue elaborado y aprobado por el ICMBio (órgano gestor del parque) en 2018 y en la Funai en 2019. Finalmente se puso en práctica en 2022 y la gestión del proyecto la realizan las asociaciones AYRCA y AMYK, apoyadas por ISA, Funai e ICMBio (Goulart; 2020; Oliveira, AYRCA & AMYK, 2020; AYRCA & AMYK, 2021).
El Yaripo Ecoturismo Yanomami se posiciona como un proyecto de ecoturismo comunitario, con una planificación y gestión llevada a cabo por la autodeterminación indígena articulada con instituciones socias (Goulart, 2020, 2022), con un objetivo de etnodesarrollo y bajo una gestión compartida en las áreas protegidas. De hecho, los principios que rigen el turismo comunitario tienen consonancia con el etnodesarrollo y con las aspiraciones y derechos de los pueblos indígenas: protagonismo, autonomía, autogestión y autodeterminación (Constitución Federal, 1988; Decreto nº 7.747, 2012).
El proyecto beneficia a cinco comunidades y ochenta personas tienen renta directa, ya sea a partir de ofrecer guiajes, artesanías, servicios generales o de coordinación, cocinando, manejando barcos o siendo porteadores o proeiros. Además, ochocientas personas, familiares de estas personas, reciben un impacto indirecto. Asimismo, parte de los ingresos se destinan a un fondo gestionado por AYRCA para fines comunitarios (AYRCA & AMYK, 2021).
Además de la dimensión económica, la protección territorial y ecológica y la superación de prejuicios son expectativas en relación con el proyecto. Estos preceptos están implícitos en el informe "Yanomami bajo ataque" (Hutukara, 2022: 117), que señala la necesidad de alternativas de ingresos, relevantes "[...] especialmente para contrarrestar el acoso de los mineros a los jóvenes yanomami, que a menudo son seducidos por las promesas de bienes y dinero que ofrece el trabajo en las minas". Por ello, la iniciativa se considera un ejemplo de agenda positiva necesaria. "Sin embargo, muchos lugares gravemente afectados por la minería aún no cuentan con iniciativas similares" (Hutukara, 2022: 117).
Reflexiones finales
La comunidad yanomami y su red de cooperación construyeron un espacio de discusión y planificación para, a largo plazo, encontrar un modelo de turismo que generara ingresos y contribuyera a la preservación de la biodiversidad, el territorio y la cultura. Paralelamente, a nivel federal, se estaban llevando a cabo negociaciones para regular el turismo en las tierras indígenas. Así, los Yanomami se convirtieron en un ejemplo de comunidad que fomentaba el turismo, al mismo tiempo que era un ejemplo de los impactos y cuidados necesarios en el desarrollo turístico.
Aunque el proceso no ocurrió sin conflictos, el resultado es el Yaripo Ecoturismo Yanomami, es un proyecto que está en consonancia con las directrices de la IN 03/2015, con el PNGati y con las normas que rigen un parque nacional. Así, el turismo se transforma en ecoturismo comunitario, con protagonismo endógeno y se presenta en este momento histórico como una alternativa a la minería y su efecto derrame; una alternativa al desarrollo.
Sin embargo, como señala Gudynas (2015), cualquier alternativa al extractivismo debe revertir los impactos locales y, además, debe abordar el efecto derrame, proponiendo alternativas que realmente se centren en la calidad de vida y la protección de la naturaleza. Asimismo, se entiende que el turismo no puede ser visto como una panacea, ni se puede dar a entender que abolirá la minería. Para ello, deben resolverse cuestiones estructurales del país - y, más concretamente, cuestiones que van más allá de cualquier escala geográfica - y coyunturales de la región. Sin embargo, el turismo trae consigo la esperanza de una transformación basada en una agenda positiva para la región.
Finalmente, es claro que el Yaripo se convierte, no en un modelo -dado que cada etnia, territorio o pueblo debe ser entendido como un caso sui generis- sino en un ejemplo positivo para otras comunidades y territorios. Es una ejemplo de lo que Milton Santos (1999) promulgaba: “hay dos polos de la vida contemporánea; el dinero, que busca desmontarlo todo, y el territorio, que demuestra que hay cosas que no se pueden desmontar”.
Este artículo se publica en el marco del proyecto “Aprendizajes para el fortalecimiento del turismo comunitario”, ejecutado por Alba Sud con el apoyo de la Diputación de Barcelona (convocatoria 2022).
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