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Artículo de Opinión | Noticias Generales | Cataluña

25-07-2023

Turismo y Economía Social y Solidaria: un debate pendiente

Carla Izcara, Ernest Cañada & Raül Valls | Alba Sud

La ESS ha tenido un fuerte crecimiento en varias actividades. En algunos ámbitos y territorios se ha posicionado como una alternativa a las lógicas del capitalismo. Pero eso no ha pasado en el turismo, y menos en los territorios más turistificados, como es el caso de Barcelona. ¿Qué lo explica? ¿Cómo se podría abordar la cuestión en estos contextos?  


Crédito Fotografía: FESSrural 2023. Imagen de Pep Camps. Fuente: Flickr

La Economía Social y Solidaria (ESS) agrupa diferentes iniciativas socioeconómicas que buscan establecer un sistema económico respetuoso con el entorno y que priorice las necesidades de las personas por encima del lucro. Las propuestas bajo este gran paraguas pueden tener formas organizativas diferentes: cooperativas, fundaciones, asociaciones, mutuas, etc., pero se rigen por unos valores comunes como son la equidad, la solidaridad, la sostenibilidad, la participación, la inclusión y el compromiso con la comunidad.

Actualmente, la ESS ha cogido peso en distintos sectores. En el caso de Barcelona, por ejemplo, ha habido una proliferación de librerías y editoriales, como el Espai Llavors, la Ciutat Invisible, Virus Editorial, la Tribu Llibreria, Pebre Negre, entre muchas otras. También, cada vez hay más cooperativas de consumo para promover una compra de proximidad y más justa. Este proceso, además de un fuerte empujón asociativo, ha contado con el apoyo de las administraciones públicas. Así, por ejemplo, desde el 2015, el Ayuntamiento de Barcelona, en colaboración con otros actores de la ESS, ha impulsadola Estrategia Barcelona 2030 de ESS. El resultado del plan son ocho líneas estratégicas de trabajo y diez proyectos de ciudad que han contribuido a poner en marcha un ecosistema denso de ESS con apoyo público.  

En cambio, en cuanto al sector turístico, a pesar de la relevancia que tiene en la economía de Barcelona y Cataluña, la ESS no termina de arraigar. Las experiencias son pocas y la mayoría son del ámbito de la restauración como la Fundación Mescladís, que lleva distintos proyectos de restauración e inclusión laboral de personas en exclusión en la ciudad; la Guingueta Proa a la Mar, iniciativa de emprendurismo comunitario del Pla Comunitari de la Barceloneta, el restaurante cooperativo Terra d’Escudella del barrio de Sants o el Menjador Ca la Rosa, cooperativa de trabajo que promueve la alimentación sostenible desde la Sagrera. También destaca algún alojamiento, como la Casa Jam Hostel en Barcelona, que fomenta un turismo social y ambientalmente responsable, o el albergue Els Caus de Mura, que es una cooperativa que ofrece servicio de alojamiento y restauración en el pueblo de Mura. En el sector del reparto a domicilio, que justo empiezan a considerar que forman parte de la hostelería, en el caso de Barcelona, han aparecido también algunas cooperativas, como Mensakas o Las Mercedes. Pero cuesta encontrar la abundancia de iniciativas que podemos ver en otros ámbitos. Así pues, a pesar de la efervescencia de la ESS en Cataluña, hay una debilidad en experiencias turísticas que funcionen bajo este paradigma.

FESSrural 2023 imagen de Pep Camps. Fuente: Filckr. 

Si esto pasa en Barcelona y en Cataluña, en otros lugares no es muy diferente. En el caso de América Latina, existe una importante base de iniciativas de turismo comunitario, es decir, iniciativas basadas en el control colectivo de la población de un determinado territorio sobre el funcionamiento de la actividad. Pero la mayoría de estas experiencias tienen lugar en territorios rurales o, todavía menos, en barrios periféricos de grandes ciudades, y sin mucha presencia turística. Por otro lado, en Argentina, el país de América Latina donde probablemente se ha producido un proceso de integración más sólido de varios sectores de la ESS vinculados al turismo, que recientemente ha dado lugar en la constitución de la Mesa Nacional de Turismo Cooperativo, Mutual y de Base Comunitaria, destaca precisamente por ser un país con un peso relativamente menor del turismo en su economía. Así pues, allí donde se acentúan las dinámicas de turistificación parece que disminuyen las posibilidades de un turismo basado en la ESS. ¿Cómo se explica esta dinámica? ¿Por qué tienen tantas dificultades para arraigar las empresas de turismo vinculadas a la ESS?

Dificultades del vínculo turismo y ESS

En primer lugar, desde Alba Sur reivindicamos la necesidad de ampliar la noción de la naturaleza del turismo para poder transformarlo. Si entendemos el turismo como un engranaje más del capitalismo y que no se puede pensar fuera de este marco hegemónico, habremos perdido la oportunidad de reapropiarnos de una actividad que va mucho más allá, que tiene que ver con las necesidades humanas de ocio, descanso, recreación, disfrute, salud, aprendizaje y de desarrollo personal y comunitario. Reclamamos la posibilidad que el turismo, como otras muchas prácticas sociales, pueda ser pensado fuera de las lógicas de la reproducción del capital. Necesitamos hacerlo para poder abrir horizontes de esperanza de una transformación social posible. Hay varios ejemplos, tanto en América Latina como en Europa, que muestran que es posible generar estrategias dentro del capitalismo que ayudan a erosionarlo (Wright, 2020). Y el turismo no escapa de estas perspectivas y, por lo tanto, también es posible imaginar escenarios y experiencias que contribuyan a “erosionar la turistificación capitalista” (Fletcher et al., 2021:15). Así pues, defendemos que es urgente repensar el turismo políticamente, y que, por este motivo, las iniciativas que surjan con este propósito cuestionen el modelo socioeconómico hegemónico y den centralidad a valores antagónicos los cuales imperan en el modelo de turismo mercantilizado y orientado a la producción y acumulación del capital. Por lo tanto, el debate de las alternativas no puede ir desatado del cuestionamiento y denuncia de las dinámicas hegemónicas actuales.

Grafiti en Barcelona. Imagen de Carla Izcara. 

En segundo lugar, pensamos que la discusión sobre el vínculo entre turismo y ESS ha sufrido un gran sesgo por el contexto barcelonés y los problemas de turistificación. Esta situación condiciona e inmoviliza el debate general, sin espacio para pensar en otras posibilidades. Está claro que, actualmente, en determinados territorios que sufren una fuerte presión turística, aumentar su oferta, por mucho que sea dentro de la ESS, supondría incrementar la tensión y contribuiría en el proceso de turistificación, sobre todo si esta está orientada a un público internacional. A pesar de esto, en un contexto de policrisi, tendríamos que empezar a pensar en las demandas de ocio-recreación-turismo de la población local y qué se tiene que construir en la proximidad. Y es en este escenario, también en lugares turistificados, que tendría sentido ampliar una oferta pensada para la misma población residente basada en la ESS y que actualmente no dispone de propuestas que la sitúen a ella como principal destinataria.

En relación con este rechazo, aparece un tercer factor que dificulta la consolidación del turismo dentro del movimiento de la ESS y es la poca maduración del debate sobre este binomio dentro del tercer sector. Por ahora, no hay una comisión dentro de la Xarxa d’Economia Solidaria (XES) sobre turismo, ni hay una postura definida sobre el tema. Aunque ha habido intentos de abordar el debate, no se ha hecho ni con la profundidad necesaria ni con un consenso de base. Las dos propuestas más prometedoras alrededor del turismo han sido, por un lado, la creación de la “XAREC. Cooperativa de Serveis a la Restauració i al Turisme Responsable”, aunque actualmente se encuentra parada por falta de recursos humanos y materiales. Por otro lado, la constitución del “Grup de treball de Turisme i restauració” de la Federación de Cooperativas de Trabajo para generar nuevas propuestas. Pero habría que poder avanzar en esta discusión, sin los apriorismos de considerar que una actividad como el turismo no puede ser organizada fuera de las lógicas de la reproducción del capital.

Chapadmalal. Imagen de Estrella Herrera - Ministerio de Turismo y Deportes del Gobierno de Argentina.

En cuarto lugar, hay un problema general al tercer sector de falta de recursos humanos y materiales, que acaban generando dinámicas de autoexplotación para sacar adelante las iniciativas y espacios de coordinación de segundo nivel. En el caso del turismo esto se agudiza por el hecho de ser un sector donde la principal vía para afrontar la competencia es la bajada de costes, tanto de abastecimientos como de la mano de obra. Las iniciativas de ESS no pueden recurrir a este tipo de estrategia y esto las deja en una situación muy desfavorable ante otras empresas. Cuanto más se acentúan las dinámicas de turistificación y aumenta la competencia, más difícil es para las propuestas vinculadas a la ESS. Por este motivo, hay que repensar las formas de apoyar a este sector. Así, más que apoyos para crear iniciativas o grandes estructuras de coordinación, haría falta una política mucho más aterrizada a necesidades concretas y contextualizadas. Así, por ejemplo, faltan espacios de articulación más localizados, que puedan resolver necesidades concretas e ir escalando las propuestas según el territorio y las necesidades. De este modo, habría más capacidad para gestionar y mantener proyectos, siempre que se piensen las estructuras de forma austera. Además, el acompañamiento de la administración tendría que ajustarse a las necesidades reales de estas iniciativas. En este sentido, los ayuntamientos y consejos comarcales pueden ser capitales, si la centralidad la ponemos en “la proximidad”, y en el conocimiento que tienen de las realidades locales. Al mismo tiempo, hay que apostar por una red de infraestructuras que den servicio a los proyectos y permitan racionalizar gastos y ahorrar trabajo administrativo: servicios de asesoramiento, comunicación y gestoría comunes, obradores y logística compartidos o formación continua que tenga en cuenta los valores y objetivos de la ESS.

A pesar de la necesidad de políticas más aterrizadas a los contextos y necesidades concretas, detrás de estas acciones locales tiene que haber también un proyecto global del modelo que representa la ESS. Así pues, serán necesarias mayorías sociales y políticas que impulsen este modelo también desde marcos estatales y supraestatales.

Pensar el turismo desde la ESS en un contexto de policrisi

Además de tener en cuenta los cuatro elementos expuestos anteriormente, para pensar el futuro del turismo desde la ESS, tenemos que tener en cuenta el contexto de crisis climática y energética en el que estamos. Un modelo turístico que apueste por la ESS no puede restar ajeno a la necesidad de reducir el gasto y utilizar fuentes energéticas limpias y de proximidad. Tampoco puede ignorar el gasto energético durante los desplazamientos. Así, la procedencia del turismo, en este contexto, acontece un factor determinante y los grandes flujos turísticos se tendrán que basar y reorganizar en la proximidad para reducir la dependencia en combustibles fósiles finitos y contaminantes.

Imagen de Mar Balcells Font. 

En relación a esto, otro elemento clave es la duración de estadía en el territorio. Un turismo vinculado a la ESS tendría que rehuir de los modelos acelerados que hemos vivido en las últimas décadas y que concentran el uso de mucha energía en poco tiempo. Se tendrían que promover estadías más prolongadas, con menos actividades que impliquen una hipermovilidad constante o que fomenten una movilidad activa como andar e ir en bicicleta, y colectiva, basada en el transporte público. Para ello, se necesita una apuesta desde la administración para mejorar la red de transporte público y hacerla más accesible para todo el mundo, pensando en personas con movilidad reducida y aquellas con bajos ingresos.

En términos medioambientales, también hay que integrar las visiones de la conservación convivencial que han planteado investigadores como Bram Büscher y Robert Fletcher (2020). El modelo hegemónico de espacios protegidos segregados y muy valorizados invita a una “explotación turística” basada en la belleza, el exotismo o el “valor natural”. La separación entre naturaleza y sociedad, dentro de un contexto mercantil y capitalista, nos lleva a un uso controlado por el ansia del consumo de la naturaleza “protegida”. Cómo apuntan Büscher y Fletcher: “no nos podemos dar el lujo de continuar recorriendo el mundo en aviones que alteran el clima para contribuir a la conservación mediante el (eco)turismo” (2022: 136). Y por eso defienden que hay que “estimular las visitas de larga duración, enfocadas a la justicia social y ecológica, preferentemente para relacionarnos con las naturalezas próximas de los lugares donde vivimos” (2022: 136). Por lo tanto, el paisaje tiene que dejar de ser una mercancía que se consume, liquida y daña e integrar esta naturaleza a nuestra cotidianidad. Así pues, un turismo basado en los principios de la Economía Social y Solidaria, tiene que extender su solidaridad también a las naturalezas no humanas con las que vivimos y de las que somos interdependientes y ecodependientes.

La crisis climática se entrelaza y se superpone con otras crisis en un contexto de crecientes desigualdades. Así, por ejemplo, cada vez son más las personas que en Cataluña no pueden hacer una semana de vacaciones al año fuera de su casa, según datos del IDESCAT. En 2019, antes de la pandemia, el 27,6% de la población catalana no podía hacer vacaciones, el 2022 había aumentado a un 30,9%. Y es precisamente aquí donde la ESS, junto con el turismo social y otras iniciativas públicas, tendría que poder jugar un papel relevante para ampliar la accesibilidad de la población a hacer vacaciones, que necesariamente se tendrá que plantear desde la proximidad.

Imagen de Ernest Cañada

Así, la ESS tiene que orientarse hacia una sociedad post-capitalista o acabará siendo una apuesta para minorías, generalmente acomodadas, que quieren veranear de forma coherente con su manera de ver el mundo. Por lo tanto, lejos de juicios morales y de valor, la ESS tendría que priorizar el acceso del turismo a grandes mayorías y recuperar, por ejemplo, proyectos públicos como la Ciudad de Reposo y Vacaciones de la Generalitat republicana, abortada por el levantamiento fascista de 1936. 

Desbloquear el debate

En primera instancia, parece necesario abrir y desbloquear el debate sobre la relación entre el turismo y la ESS. Esta discusión no puede quedar al margen otras problemáticas, de carácter transversal, como, por ejemplo, la lucha por los derechos laborales, la crisis climática, la ley de extranjería, etc. En sociedades fuertemente dependientes del turismo se tiene que plantear con urgencia cuál puede ser su papel, y el de toda la gente que trabaja, en una transición socioecológica. Y, sobre todo, como la ESS, así como otras expresiones, puede contribuir a transformar y reorganizar el sector. Pero esta discusión no es viable si, de manera efectiva, no disponemos de una red bastante densa de experiencias de ESS que muestran las posibilidades otras formas de organizar el turismo. Pongámonos a ello antes no sea demasiado tarde.

 

Referencias:
Büscher, B. y Fletcher, R. (2022). La revolución conservacionista. Propuestas radicales para salvar la naturaleza después del Antropoceno. Barcelona: Icaria Editorial.
Fletcher, R., Blanco-Romero, A., Blázquez-Salom, M., Cañada, Murray Mas, I., Sekuloba, F. (2021). Caminos hacia un turismo post-capitalista. Barcelona: Alba Sud Editorial, Informes en Contraste, núm. 18.
Wright, E. O. (2020). Cómo ser anticapitalista en el siglo XXI. Madrid: Akal.
Este artículo se publica en el marco del proyecto “Laboratori de Turismes de Proximitat. 2a fase” ejecutado por Alba Sud con el apoyo de Barcelona Activa - Programa Impulsem el que Fas (convocatoria 2022). Financiado con el Impuesto Turístico.