17-10-2023
La turistificación de la noche y violencia contra las residentes de Mazatlán, Sinaloa
Erika Cruz & Alma Ivonne Marín | UadeO & UQROO-Alba SudLa economía de ocio nocturno en países del Sur Global cobra especial relevancia en el mercado turístico porque diversifica su oferta. Sin embargo, configura diversas formas de violencia contra las mujeres y las diversas identidades sexo-genéricas. Analizamos el caso de la turistificación de la noche en Mazatlán, Sinaloa, en México.
Crédito Fotografía: Zona Costera de Mazatlán, agosto 2023. Imagen de Erika Cruz.
La revitalización urbana del centro histórico de la ciudad de Mazatlán, Sinaloa, México, constituye una de las principales estrategias de superación de un proceso paulatino de deterioro urbano y despoblamiento que provocó, entre otras cosas, su estancamiento económico (1970-1990). Este proceso estimuló, por un lado, el aumento en el costo de la vida y el desplazamiento de quienes habitan estas áreas de la ciudad por residentes de clase media-alta, de origen local y trasnacional. Y por el otro lado, supuso también la expansión de locales de restauración y ocio, que son pieza medular en la configuración de formas de turismo basado en el ocio nocturno.
La turistificación de la noche en las áreas centrales de la ciudad contribuye de manera significativa a diversificar la oferta turística de sol y playa predominante en el destino. El proceso de gentrificación (comercial y residencial) en el corazón del centro histórico, impulsa el surgimiento de una amplia oferta de restaurantes, cafés, galerías y otras actividades que cautivan la atención de residentes y visitantes, nacionales e internacionales, que buscan experimentar la ciudad a través de la cultura, pero aún sin configurarse propiamente como un “turismo de clubbing” (García, 2006: 6 ). En la misma área, pero hacia la costa, la diversión se configura a partir de circuitos de consumo conformados por bares, restaurantes y clubes nocturnos donde el “turismo de fiesta” (Nofre et al., 2023: 2) recibe alta tolerancia por parte de las autoridades. Aquí el modelo de ocio provoca la masificación del espacio público en horario nocturno. Además, el alto consumo de alcohol y otras sustancias genera comportamientos inadecuados que justifican la violencia de género y el intenso proceso de securitización, el cual establece un orden social heteronormado y patriarcal para “mantener al margen” estos compórtamientos (Cócola-Gant, 2019; Nofre, 2020; Janoschka, 2016).
Se trata de formas de ocio nocturno vinculadas al turismo en los que coexisten y se refuerzan multiples formas de violencia directa, simbólica y estructural, con alcance sobre la experiencia desigual del espacio en su dimensión física y también sobre el conjunto de la vida social y en la construcción de los imaginarios sociales de quienes visitan y residen en la ciudad. Si bien este artículo se centra específicamente de la experiencia de las mujeres, se reconoce que esta violencia también se despliega sobre aquellas identidades sexo-genéricas negadas historicamente.
Por lo tanto, analizamos cómo las mujeres perciben y experimentan las formas de violencia en las áreas centrales de la ciudad ante un ocio nocturno que prioriza la experiencia turística y de vida centrada en el rol del género masculino heteropatriarcal (turista-residente) que determina y limita las formas de uso y apropiación de ese espacio turístico. Las residentes son quienes pueden dar cuenta de la violencia de género en el espacio de ocio como una experiencia cotidiana, duradera y recurrente. Esta puede ser justificada bajo la idea de la noche como un espacio peligroso y prohibido para las mujeres y el consumo de alcohol y otras sustancias como los factores que facilitan los comportamientos violentos. La interiorización de los estereotipos de género y la heterosexualidad como sistemas de pensamiento que organizan las relaciones entre las personas están en la base de este proceso de legitimación de ciertos comportamientos.
La economía de ocio nocturno, espacios y violencias contra las mujeres
Los argumentos en torno a la economía del ocio nocturno (EON) sitúan sus orígenes en el declive de la producción industrial de los centros urbanos en algunas ciudades europeas a finales de la década del siglo XX. La revitalización urbana de las ciudades postindustriales se colocó como una estrategia de “retorno a la ciudad” que propició el surgimiento de una economía basada en la cultura, el ocio y el entretenimiento; por tanto, la proliferación de paisajes modernos y revitalizados no sólo atrajo turistas y residentes sino también inversionistas con interés en el potencial comercial de estos centros urbanos e históricos (Hollands y Chatterton, 2003; Lovatt y O’Connor, 1995).
Aunque seria insuficiente extrapolar el proceso de conformación de la EON suscitada en ciudades europeas a los espacios turísticos en países periféricos, su comprensión ha sido de utilidad para reconocer el papel de la EON en la producción de espacios turisitificados en estas latitudes. Hasta hace algunas décadas, el ocio nocturno en las áreas centrales de diversas ciudades latinoamericanas y del Caribe era concebido como un espacio-tiempo social de apropiación popular que no tenía reconocimiento ni valor en el mercado hasta su vinculación con el entretenimiento, el turismo y, recientemente, con las industrias culturales. En este contexto, la turistificación del espacio-tiempo de ocio nocturno es articulado por procesos de regeneración y revitalización urbana que buscan, generalmente, crear entornos ostentosos e incluso aislados, atractivos al consumo y al uso turístico-residencial. Y también, por un régimen dominante de producción configurado por restaurantes, bares, clubes nocturnos, casinos, estadios deportivos, cafeterías que son manifestación del control corporativo sobre el entretenimiento urbano y la vida nocturna (Cócola-Gant, 2019; Hollands y Chatterton, 2003; Nofre, 2020).
Centro Histórico de Mazatlán. Agosto 2023. Imagen de Erika Cruz Coria
Desde una lectura social, la turistificación del ocio nocturno se acompaña por una serie de reestricciones y limitantes que atentan en contra del derecho a la ciudad, tales como la privatización de los espacios comunes y la creciente securitización e higienización social que no sólo buscan instaurar la “perfecta civilidad neoliberal” (Sequera, 2014: 4) sino también mantener el “orden” con base en las desigualdades de clase, género y raza (Falú, 2009; Soto, 2011). Desde una perspectiva feminista, se cuestiona la emergencia de modelos de ocio nocturno que priorizan la experiencia turística centrada en el rol que juega el género masculino heteropatriarcal (Falú, 2009; Wills, 2019) al crear ofertas turísticas y entornos altamente masculinizados que facilitan multiples violencias contra de las mujeres (VCLM) que visitan y habitan las ciudades turísticas o que participan en la producción de la nocturnidad.
Aunque con matices, son diversas las violencias directas, simbólicas y estructurales que coexisten y se refuerzan en los espacios producidos por la EON vinculada al turismo: la violencia machista que se funda en la noche como un espacio-tiempo usualmente masculino; la construcción del inseguridad y el miedo como imaginarios y percepciones en torno a la noche como espacio-tiempo peligroso y prohibido para las mujeres; y en las acciones, decisiones, omisiones sobre la configuración del espacio que -cargadas de la ideología masculina, perpetradas o toleradas por el Estado y/o los agentes privados-limitan o impiden el derecho de las mujeres al disfrute del ocio nocturno.
A pesar de la creciente feminización de la vida nocturna en diversos países del mundo, los estudios al respecto no cesan de enfatizar en las violencias directas como uno de los ejercicios de poder masculino más visibles y comunes contra las consumidoras y productoras del ocio nocturno (Fileborn et al., 2020; Gunby et al., 2020; Hill et al., 2020; Nicholls, 2017). Sin embargo, se trata de producciones académicas que reportan el fenómeno desde la realidad de ciudades europeas, por tanto, se hacen necesarios planteamientos que permitan una lectura de la VCLM en espacios de ocio nocturno desde contextos del Sur Global como en el caso de México.
Una mirada desde la experiencia encarnada y situada
Las metodologías feministas reconocen la importancia que tienen las escalas de análisis más reducidas tales como la vida cotidiana. Esta investigación centra la mirada en las experiencias encarnadas y situadas de violencia directa que experimentan las residentes en las áreas centrales de la ciudad. Para ello, se utilizaron dos herramientas metodológicas: las narrativas (individuales y colectivas) y los grupos de enfoque. La primera fase consistió en la recolección de “fichas de testimonio”. Se solicitó a mujeres jóvenes (residentes) entre los 18 y 29 años redactaran de manera anónima una o más experiencias de violencia suscitadas en los espacios públicos o semi-públicos de las áreas centrales de la ciudad donde acontece la vida nocturna. Se recolectaron un total de 158 fichas testinonio durante el mes de marzo a junio de 2022. Se eligió como espacio estrátégico el patrio central de un campus universitario con la finalidad de mantener la homogeneidad del grupo estudiado en cuanto a la edad y la unidad de las experiencias.
En la segunda fase de la investigación se llevaron a cabo cinco grupos de enfoque (GE) donde se estableció un dialogo horizontal y profundo con residentes de esta ciudad. La dinámica estuvo guiada por las investigadoras y a partir de un guión de preguntas se indagó en los patrones de comportamiento de las formas de violencia en los espacios de ocio nocturno.
Resultados preliminares
La oferta de ocio nocturno en las áreas centrales de Mazatlán presenta una fuerte dualidad que se manifiesta en dos espacios contiguos: el casco histórico de la ciudad y el área del malecón conocida como Olas Altas. En el primero, se observa un modelo de ocio nocturno que se establece en torno a la Plaza Machado que es una de las plazas públicas más icónicas de la ciudad. En este espacio, la turistificación de la noche coexiste y se interrelaciona con el creciente proceso de gentrificación comercial y residencial que además de atraer residentes, en su mayoría, de clase media-alta y de origen trasnacional, también estos procesos dan lugar al surgimiento de restaurantes de cocina internacional y gourmet tendiente a atraer turistas nacionales pero, sobre todo, trasnacionales. Los bares-cafeterías mantienen un ambiente bohemio-moderno que a menudo conllevan un paisaje sonoro, marcado por música tranquila regularmente en idioma inglés “adecuada” a los públicos predominantes en estos establecimientos. Aunque con algunos esfuerzos por recordar y situar sus experiencias de violencia en esta Plaza, las participantes reconocen los piropos y lasmiradas lascivas como el ejercicio de poder más comun de hombres solos y acompañados. Y es que frente a un paisaje revitalizado, securitizado e incluso con una tendencia a parecer un enclave turístico, les resulta dificil reconocer que han sido parte de una situación de violencia de género. Ante el ambiente festivo, el consumo de alcohol y la experiencia de mezclarse con personas (turistas) ajenas a este espacio, la conducta agresora/machista se invisibiliza e incluso se normaliza.
Es diferente cuando refieren a las situaciones que han experimentado en los trayectos -en su figura de transeúnte o en el transporte público-a esta área de la ciudad. Analizar el ocio nocturno desde la perspectiva de las residentes no sólo implica centrarse en el ambiente de los bares y restaurantes sino también en los alrededores de los locales de ocio, el diseño urbano e incluso en la infraestructura ligada a la movilidad. En este caso, sus experiencias corporizadas de violencia son enfáticamente espacializadas en las calles que van más allá de este enclave turístico y asociadas a características urbanas que son producto de la distribución desigual de equipamiento, infraestructura y servicios urbanos: la falta de iluminación en las calles, la escasa presencia de policías, el poco tránsito de personas, baldíos y edificios en construcción son las características urbanas calificadas como inseguras por las participantes. Al respecto una de ellas señala:
Cuando es de noche, cerca de la [Plazuela] Machado las calles son como muy solas, cerradas, estrechas…tienen una salida y una entrada, hay mucha casa abandonada y la gente muchas veces está ahí tomando…(Grupo de enfoque, abril 2023).
Las violencias experimentadas son diferentes en la medida que las mujeres se movilizan fuera de esta plaza central, por ejemplo, refieren a la persecución por hombres como una forma común de intimidación.
Playa Gaviotas lugar de Ocio Nocturno de Turistas y Residentes. Agosto 2023. Imagen de Erika Cruz Coria
Históricamente, en Olas Altas el consumo de alcohol es una práctica normalizada por pescadores y población local quienes, a razón del clima caluroso, acostubraban permenecer hasta altas horas de la noche consumiendo cerveza y conviviendo con amigos y familiares. Con turistificación de este espacio, han surgido una serie de bares y restaurantes que, junto al ambiente festivo, hacen del espacio un destino 24hrs. Esta áreas es catalogada por las participantes en este estudio como un área muy insegura, la principal razón es la permisibilidad que tienen las autoridades y prestadores de servicios turísticos con la venta de bebidas alcoholicas y, aún más, con la presencia de personas -comunmente hombres-alcoholizadas en la calle. Para las residentes, el tránsito por esta área se encuentra limitada a ciertas horas del día (día-tarde) y a la posibilidad de ir compañadas de otras mujeres o de familiares, las peleas físicas entre clientes son un agravante a la inseguridad.
Ladiversión nocturna combinada con el consumo de alcohol intensifica las experiencias de acoso sexual callejero (ASC) en esta zona, el ejercicio de violencia por parte de los hombres mantiene una explícita connotación sexual que busca la validación de las mujeres e incluso frente a otros hombres a partir de piropos, comentarios sexistas así como descalificaciones relacionadas con su cuerpo. Al interior de los establecimientos, las proxemias no deseadas son un común denominador a razón de la alta afluencia, sobre todo, en fines de semana. Algunas de las participantes, afirmaron haber sido drogadas intencionalmente mientras descuidaron su bebida, de ahí que consideran imprescindible acudir a estos espacios acompañados de otras mujeres, aunque dan más importancia al acompañamiento masculino.
Finalmente, consideran que los estereotipos gestados sobre las mujeres sinaloenses en el contexto de la cultura del narcotráfico estigmatizan y vulneran su presencia en estos espacios, afirman que las miradas y el acercamiento por parte de turistas se fundamenta, regularmente, en la sexualización y la cosificación de las mujeres originarias de esta región en el imaginario colectivo.
Los resultados preliminares muestran cómo la tustificación de la noche en Mazatlán configura distintas formas de violencia contra las residentes, que impide que ellas tengan espacios seguros de transito y ocio nocturno, lo que atenta contra su derecho al entretenimiento. La investigación permite avanzar en el análisis de las mujeres que trabajan en la producción del ocio nocturno, para identificar las particularidades que adquiere la violencia en esta dinámica laboral. Asimismo, insta a reflexionar sobre aspectos como la movilidad nocturna de las trabajadoras y la transformación que implica para su cotidianidad salir a altas horas de las noche, sin un transporte público seguro, o redes de apoyo, lo que implica una reorganización de su vida en función de las condiciones que se tengan para un retorno a casa seguro.
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