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21-11-2023

¿Cómo abordar el debate sobre la transformación del turismo en Barcelona?

Ernest Cañada | Alba Sud

En ciudades altamente turistificadas como Barcelona es urgente abrir un debate público sobre las políticas públicas que necesitamos para su transformación. Proponemos algunos ejes que podrían ayudar a abordar la discusión antes que las presiones de los lobbies empresariales nos sitúen en un escenario cada vez más complejo. 


Crédito Fotografía: Archivo Alba Sud.

Nos acercamos al debate sobre qué políticas públicas en turismo son necesarios ante los retos actuales a partir de cinco principios generales. Desde Alba Sud los identificamos como ejes centrales desde los cuales avanzar con propuestas que permitan afrontar una transformación del turismo que disminuya un malestar reiterado y que parta de nuevas prioridades no tenidas en cuenta hasta ahora:

1. Identificar los síntomas del malestar. El turismo responsable, inclusivo o regenerativo expresan una voluntad de cambio en el funcionamiento del turismo y pueden ser interpretados como síntomas de malestar provocados por la turistificación. Más allá de su capacidad real de transformación, así como de los intentos de generar nuevos nichos de actividad económica y de desarrollo profesional, muestran los límites de las formas hegemónicas que toma el turismo en un determinado contexto y señalan posibles caminos de cambio. Pero también se tendrían que entender como síntomas de malestar las demandas de la Economía Social y Solidaria (ESS), de trabajo decente o de decrecimiento turístico, que cuestionan la hegemonía del capital en los procesos de turistificación. Interpretar estas expresiones de disconformidad y demandas de cambio en términos de turismofobia o de antiturismo no ayuda a entender nada. De hecho, con este intento de deslegitimación se agravia el conflicto turístico existente.

2. El turismo es una práctica social transformable. El turismo es empleado mayoritariamente como un mecanismo privilegiado para generar beneficios económicos y garantizar la reproducción del capital. Bajo esta lógica, produce violencia para imponer los objetivos del capital, ya sea en forma de desplazamiento residencial, condiciones de trabajo precarias o agravación de la salud por las dificultades del vecindario para descansar, entre otras muchas expresiones. Pero, al mismo tiempo, el turismo, como práctica social, puede responder a otras lógicas y objetivos, incluyendo necesidades humanas e, incluso, puede tomar formas poscapitalistas. El turismo puede ser muchas cosas diferentes.

3. No hay alternativas universales, dependen del contexto. Las alternativas al turismo hegemónico, que tratan de reequilibrar el malestar generado, sea bajo el paradigma de la responsabilidad, la inclusión, la regeneración o lo ESS, no se pueden plantear como simple suma o adición, añadiendo formas de hacer supuestamente diferentes. Las propuestas de transformación dependen de la conformación concreta de cada contexto. Barcelona, por ejemplo, es un territorio marcado por la turistificación y el malestar que esto desencadena. Por lo tanto, aquello que podría funcionar en un lugar, puede resultar contraproducente en otro. La resolución de los problemas del turismo no es solo cuestión de gestión, como se afirma últimamente como solución a todos los males; es gestión, pero sobre todo política basada en la comprensión del contexto y la interpelación ética para su transformación.

4. Las desigualdades de clase, género y raza deben estar en el centro del diagnóstico y de la propuesta. Los análisis sobre qué políticas turísticas son necesarias tienen que tener en cuenta que estas no pueden ser pensadas en abstracto ni sin tener en cuenta las profundas desigualdades existentes, principalmente por razones de clase, género y raza. Si no lo hacemos así, corremos el riesgo de invisibilizar estructuras generadoras de desigualdad y, por lo tanto, de contribuir a su reproducción.

5. La proximidad es la dimensión clave para la transformación. Intentar superar el actual malestar en una ciudad turistificada como Barcelona supone decrecer y transformar: no más infraestructuras, no más macroacontecimientos, no más promoción internacional. ¡Basta! Salir de esta dependencia no es sencillo porque implica cuestionar relaciones de poder fuertemente establecidas y asentadas históricamente en la ciudad. Al mismo tiempo, necesitamos transformar el sector para que pueda dar respuesta a necesidades sociales de la mayoría y también mantener actividad económica y empeo. La crisis climática y energética obliga a redimensionar los espacios desde los cuales planear el ocio, la recreación y el turismo de grandes mayorías. También la creciente desigualdad, que, por ejemplo, dificulta que un tercio de la población catalana pueda hacer una semana de vacaciones fuera de su residencia habitual una vez al año. Las soluciones basadas en lo elitización suelen ser una tentación. Esta es la carrera en la que parecen encontrarse ciudades como Barcelona, Málaga, Mallorca, Venecia o Ámsterdam, para citar unas pocas. Pero difícilmente todas las ciudades y territorios pueden salir ganando de una competencia así. Por definición: no hay ricos para todo el mundo. Y, por tanto, es imposible que esta estrategia pueda funcionar en todas partes. Pero entrar en este proceso nos obliga a gastar recursos ingentes para sostener la apuesta y, por lo tanto, perder tiempo y recursos para poner en marcha otro tipo de transformación. La proximidad, en definitiva, és en la dimensión desde la cual planificar necesidades de mayorías sociales y actividad económica. Y, a su vez, se convierte en un escenario de disputas y nuevos conflictos por la forma en que se llegará a concretar.

El turismo responsable, inclusivo o regenerativo pueden ayudar a imaginar caminos posibles identificando problemas y buscando soluciones concretas. La ESS, las demandas de trabajo decente y de decrecimiento son piezas clave que también pueden contribuir a dar pasos hacia una transformación. Pero necesitamos política turística en mayúscula, no como forma de subvencionar con recursos públicos y comunes las demandas del capital, sino al servicio de la mayoría. En consecuencia, la población local tendría que ser concebida como sujeto prioritario de la política turística. No es suficiente tenerla en cuenta para garantizar cierto retorno social, a menudo incierto y discrecional, sino que la intervención pública debería estar al servicio de sus necesidades. Por eso, es necesario empezar por cuestionar qué política turística tienen nuestras autoridades públicas para la población que vivimos en Barcelona y su área metropolitana y que, a partir de aquí, pueda rediseñarse teniendo en cuenta otras prioridades.

 

Este artículo se basa en la intervención de Ernest Cañada en la ponencia inaugural de la Jornada “Turismo y ciudad, por un modelo regenerativo socialmente responsable”, celebrada el 14 de noviembre de 2023 en la Biblioteca Manuel Arranz de Barcelona. Se publica en el marco del proyecto “Laboratorio de Turismos de Proximidad. 2.ª fase” ejecutado por Alba Sud con el apoyo de Barcelona Activa - Programa Impulsem el que Fas (convocatoria 2022).