13-07-2024
Más allá de las pistolas de agua
Editorial | Alba SudLas reacciones internacionales en los medios de comunicación a la manifestación del pasado 6 de julio en Barcelona contra la turistificación, justo hace una semana, han generado debate a propósito de las razones de la protesta y de sus formas de expresión. Desde Alba Sud, como una de las organizaciones convocantes, queremos contribuir a que se entienda mejor esta movilización, fuera de alarmismos y desinformaciones.
Crédito Fotografía: Cabecera de la manifestación del 6J en Barcelona. Imagen de Ernest .
El éxito de participación en la manifestación para demandar la imposición de límites al turismo que se realizó en Barcelona el pasado 6 de julio de 2024, convocada por más de un centenar de entidades sociales, ha provocado una fuerte repercusión en los medios de comunicación internacionales y, en consecuencia, ha sido motivo de una intensa discusión pública, e incluso de oportunismos ridículos. Ante la confusión y, en algunos casos, tergiversación, de lo que ahí ocurrió, desde Alba Sud, como organización que se sumó a su convocatoria, queremos compartir algunas reflexiones y aclarar determinadas cuestiones que han entrado en debate.
La manifestación no ha sido un éxito, ya que no ha sido tan multitudinaria como la de Canarias o Palma.
La manifestación del 6 de julio en Barcelona ha sido la más importante registrada hasta la fecha que tuviera el turismo como centro de atención. De hecho, en número de participantes, fue superior a las de 2014 y 2017, cuando se produjeron convocatorias importantes en lo que configuró un primer ciclo de protestas contra la turistificación. Esta vez, más de 120 entidades y movimientos sociales dieron apoyo a la protesta, y lograron reunir entre 5.000 y 10.000 personas, muchas más que en las anteriores.
Lo que ocurrió el sábado en Barcelona no se puede comparar con las manifestaciones de Canarias o Palma, son contextos y realidades muy distintas. Lo que se tiene que extraer de todo esto es que fuimos muchas personas que nos sentimos interpeladas y que estas protestas continúan en otras ciudades de España. Estamos ante un nuevo ciclo de protestas contra la turistificación, inédito en sus dimensiones y extensión territorial. Para el próximo domingo 21 de julio, hay también convocada otra manifestación en Palma, en coordinación durante todo el verano entre las cuatro islas Baleares, Mallorca, Menorca, Eivissa y Formentera, bajo el lema “Canviem el rumb: posem límits al turisme”, y nosotros también estaremos ahí. La movilización que se produjo en Barcelona es parte de este nuevo ciclo de protestas, y lo importante no es si en una ciudad hubo más o menos gente, sino el carácter transversal y masivo de unas movilizaciones que impugnan el orden del capital turístico. En cualquier caso, todos estos intentos de desprestigiar la manifestación en distintos medios no son más que evidencias del propio éxito de la convocatoria.
Paseo de Colón lleno de personas manifestándose. Imagen de Ernest Cañada.
Esta protesta puede promover la xenofobia y discriminación a personas de otras partes del mundo
Este argumento desconoce profundamente el carácter de la manifestación y lo que ahí se pedía, así como el sentir y trabajo de la gran mayoría de organizaciones convocantes. En realidad, lo que se puso en cuestión es el desplazamiento de la población local que provoca el proceso de turistificación. De hecho, uno de los lemas del movimiento contra la turistificación que más se oyó el sábado fue el de “Tourist go home, refugiees welcome”, en una muestra de solidaridad con las demandas de colectivos de migrantes y las clases populares. Si algo caracteriza el grueso del movimiento contra la turistificación es precisamente su compromiso solidario con los pueblos del Sur Global y las personas que se ven obligadas a migrar.
Es una protesta de ricos a los que les molesta que llegue gente de otros lados
El problema fundamental de la turistificación es que perjudica sobre todo a las clases populares de un territorio y les impide desarrollar su vida. Son estos sectores quienes protestan de forma legítima contra aquello que les expulsa, explota y precariza sus vidas. En la manifestación del sábado se contó con el apoyo de sindicatos, organizaciones de trabajadores y trabajadoras, asociaciones de barrios y entidades muy diversas. Desde Alba Sud hemos trabajado siempre para introducir la cuestión laboral en estas movilizaciones y demandas contra la turistificación y entendemos que no se pueden transformar las dinámicas que esta comporta sin generar seguridad y esperanza de un futuro mejor para las clases trabajadoras. De hecho, si hay una política que va contra la llegada de “gente de otros lados”, es la apuesta por el denominado turismo de calidad, el cual persigue hacer Barcelona posible y atractiva solo para los sectores de mayor poder adquisitivo.
"Su negocio nuestra miseria". Imagen de Carla Izcara.
Se niega el derecho al turismo de las clases medias latinoamericanas
En el imaginario de una parte importante de las clases medias latinoamericanas Barcelona o París aparecen como lugares deseables con una gran carga simbólica de lugares a los que se aspira ir de vacaciones. Este deseo muchas veces se expresa bajo la idea de un supuesto derecho al turismo que se vería negado. El problema es que los viajes internacionales no son algo universalizable, sencillamente por los límites biofísicos del planeta. En este contexto, cuando el derecho a reivindicar debe ser el del descanso y el tiempo libre, y entender el turismo como una de las posibles formas de organizarlo, el debate se vuelve mucho más complejo. Además, hay que tener en cuenta que el porcentaje de la población de América Latina que no puede permitirse una semana de vacaciones fuera de su casa es superior al de la mitad de la población. En realidad, el derecho a viajar, en el mejor de los casos, es algo que en la actualidad solo está ejerciendo una minoría social en el planeta. Por tanto, esto implica repensar las formas globales de organizar la producción y el consumo turístico, no solo el de las clases medias latinoamericanas. Transformar las distintas formas de organizar el tiempo libre, implicará también incorporar una perspectiva de justicia global.
Es una protesta absurda, porque Barcelona vive del turismo
En los lugares más turistificados es también donde vemos mayores niveles de desigualdad y pobreza. El turismo, en realidad, se ha convertido en una vía para el empobrecimiento de la mayoría social. El problema de las dinámicas de turistificación es que generan una dependencia de una sola actividad que vuelven el territorio cada vez más vulnerables a factores críticos. Cabe recordar que, en lugares como las Islas Baleares, un territorio altamente dependiente del turismo, el PIB cayó más del 20% durante las medidas de control sobre la pandemia de COVID-19. Además, se valora el éxito del desarrollo turístico solo en función de las llegadas internacionales, del gasto por turista y de las inversiones, con lo cual todo el debate sobre el turismo queda viciado. En un contexto de emergencias crónicas, como el cambio climático, la crisis energética y de materiales, la interrupción de las cadenas globales de suministro o las tensiones geopolíticas, depender en gran medida del turismo es realmente una imprudencia política. Fuera del manido argumento de que porqué protestamos si vivimos del turismo, habría que darle la vuelta al argumento y entender que, en realidad, es el capital turístico que vive de nosotros. De nuestra fuerza de trabajo precarizada, de nuestros bienes comunes e incluso de todo lo que hacemos cotidianamente, convertido en objeto de atracción turística. Incluso la protesta del sábado fue retratada por algunos turistas como un espectáculo más que ofrece la ciudad.
"Nuestras vidas no caben en tu plan de negocio" y "Antes todo esto era un barrio". Imagen de Carla Izcara.
Es una protesta dirigida a las masas y a las personas que hacen turismo, y no a las elites o al capital turístico
La manifestación fue organizada por distintos colectivos y asistieron miles de personas, generando un evento amplio y plural que expresa y refleja distintos posicionamientos. Algunos de los lemas más repetidos durante la marcha fueron: “turismo y capital, alianza criminal”; “su negocio, nuestra miseria”; “Barcelona no está en venta” o “vuestros veleros nos suben el alquiler”. Esta última proclama hacía referencia a la oposición vecinal contra la celebración de la Copa América de Vela, competición elitista de vela que se celebrará en la ciudad de agosto a octubre de este año. Además, en el manifiesto de convocatoria de la manifestación aparecen con claridad distintos argumentos que señalan precisamente este turismo de élite y al capital turístico y que cuestionan, como hemos hecho repetidas veces desde Alba Sud, que la solución al malestar provocado por la turistificación no es reducir volumen apostando por atraer un turismo de mayor poder adquisitivo. Por tanto, no es verdad que no se señalara a los responsables últimos de este modelo turístico, aunque sea difícil identificarles escondidos en la maraña de fondos de inversión y sociedades anónimas que controlan el sector.
Pancarta NO a la Copa America. Imagen de Carla Izcara.
En estas protestas no se presentan alternativas
Hay diferentes propuestas sobre cómo salir de la dependencia del turismo vinculadas al decrecimiento y la transformación del modelo socioeconómico como las de reindustrialización, impulso del sector primario, desde la economía feminista y de cuidados, de la economía social y solidaria, etc. Desde el mismo manifiesto de la convocatoria de la manifestación se identifican con claridad algunas de estas vías. A pesar de esto, es cierto que las propuestas de transformación del propio sector turístico no generan el mismo consenso social que las que se plantean desde fuera de él. El movimiento contra la turistificación es plural y no todo el mundo pone el énfasis en las mismas propuestas de cambio. Aun así, una de las entidades convocantes, la Assemblea de Barris pel Decreixament Turístic (ABDT), ha celebrado ya dos Foros Vecinales, donde se ha realizado un análisis de la situación, se ha planteado un diagnóstico y se han hecho un número amplio de propuestas. Por su parte, la Federació d’Associacions de Veïns i Veïnes de Barcelona (FAVB) publicaron en marzo de 2023 una propuesta “coherente, viable y urgente de cambios en el modelo turístico de la ciudad” titulado: Un nou model de turisme per a Barcelona. Asimismo, en Alba Sud llevamos más de quince años defendiendo que el turismo es una actividad maleable capaz de transformarse bajo otras lógicas fuera de las de la reproducción del capital y que es posible ir en otra dirección en el marco de una transición ecosocial urgente.
Se profundiza en la contradicción de “todos somos turistas”
Algunos detractores de la manifestación han insistido antes y después de ella en poner en cuestión la coherencia de sus participantes por cuanto todo el mundo haría algún tipo de turismo. Al señalar esta contradicción se busca deslegitimar la protesta a la vez que se individualiza un problema colectivo. Llevar esta discusión al terreno de la virtuosidad moral personal en realidad lo que hace es despolitizar un problema que es colectivo, y que requiere de medidas políticas.
Plaça del Mar, 6J, Barcelona. Imagen de Ernest Cañada
Se cuestionan las formas de protesta
La imagen de las pistolas de agua ha dado la vuelta al mundo. Hay algunas muestras de malestar que ponen el acento hacia el turista porque es el más visible y a quien se tiene más cerca. A pesar de que, en la convocatoria de la manifestación, y en particular desde Alba Sud, insistimos en la necesidad de poner el foco en el capital turístico, estas muestras de hartazgo y enojo son entendibles en un determinado contexto. Se trata de una respuesta frente a la situación actual de precarización y expulsión de los barrios en Barcelona. Estas protestas siempre se han mantenido dentro de la no violencia e incluyen un repertorio de acciones de carácter burlesco y fundamentalmente defensivo ante una agresión desmesurada. Un buen ejemplo son la intervención de algunos vecinos en los autobuses de barrio “vestidos de turistas”, o las pintadas para jugar al despiste en el Park Güell y dar indicaciones contrarias. No podemos hablar de “pistolas y disparar” tan a la ligera ni desconocer cómo estas acciones expresan un malestar profundo en la cotidianidad.Desde algunos medios de comunicación, con el beneplácito de determinados partidos políticos y el sector turístico, se está señalando los árboles para no dejar ver el bosque, como dice el refrán. Haciendo énfasis y subrayando la importancia de algunos hechos mínimos, se desdibuja la realidad de la protesta: las profundas desigualdades e inequidades que genera la turistificación en la ciudad. La violencia estructural que comportan los procesos de turistificación, no tiene punto de comparación con una acción carnavalesca, que equivocadamente puede afectar a personas que no tienen responsabilidad alguna, pero que más bien deberían ser interpretados como un signo de expresión de una sociedad que no se resigna a ser desplazada en silencio.
La orca Gladys dice "hundamos a los ricos". Imagen de Carla Izcara.
Frente a la turistificación, movilización social
Las reacciones ante la manifestación celebrada en Barcelona han sorprendido por su amplitud. El problema, de nuevo, como cuando se puso en circulación el concepto de “turismofobia”, se sitúa en Barcelona, a causa del capital simbólico acumulado. Sin embargo, es un problema mucho mayor que afecta a gran cantidad de ciudades y territorios. El ciclo de protestas iniciado en España, del que Barcelona es parte, no termina aquí. La turistificación global comporta dinámicas de desposesión y explotación tales que es de esperar que el malestar que provoca se traduzca en protesta social organizada.
En tiempos de deslegitimación de los pueblos que se atreven a desafiar el orden del capital turístico, hay que reivindicar el derecho a la protesta. Demandamos el derecho a seguir viviendo ahí donde hemos nacido o hemos construido nuestras vidas sin el riesgo a ser desplazados ni precarizados. No somos parte de un escenario turístico y nos negamos a vernos como atractivo turístico o NPCs. Queremos ser libres de elegir dónde y en qué trabajamos, y reclamamos trabajo digno y tiempo libre. El turismo puede ser una forma de organizar el ocio, pero no la única, ni supeditada a los intereses empresariales. Por eso salimos a las calles, y volveremos a hacerlo.
Parlamento de final de manifestación. Imagen de Carla Izcara.
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