30-07-2024
Desafíos verdes en la Gran Área Metropolitana de San José
Carla Izcara & Ernest Cañada | Alba SudLa Gran Área Metropolitana de San José, la zona más poblada de Costa Rica, alberga distintos retos vinculados a la gestión y usos de sus áreas verdes. A partir de distintos proyectos que promueven su conectividad, y a pesar de los retos, la urbe está convirtiéndose en un espacio más verde y saludable donde las personas también puedan organizar y disfrutar de su tiempo libre en estos parques y plazas.
Crédito Fotografía: Imagen de de Cesar Badilla Miranda bajo licencia creative commons.
Las infraestructuras verdes en las áreas metropolitanas en América Latina han adquirido un papel estratégico a la luz de múltiples factores críticos interconectados: grandes espacios urbanos altamente densificados, congestión de tráfico, altos niveles de pobreza, inseguridad y crisis climática, entre otros. Sus beneficios y potencialidades en términos de desarrollo humano son enormes, sin embargo, muchas de ellas presentan una serie de desafíos de distinto orden que planean sobre su futuro. Para el caso específico de la Gran Área Metropolitana (GAM) de San José, identificamos una serie de elementos que deberían ser motivo de atención pública con el fin de potenciar su rol y fortalecer la gestión pública.
Algunos datos sobre la GAM
La Gran Área Metropolitana de San José se ubica entre el Valle Central y el Valle del Guaco, que conforman dos barreras naturales al norte y al sur. La GAM es el principal sistema urbano de Costa Rica y está formada por cuatro áreas metropolitanas que son cabeceras provinciales (San José, Cartago, Heredia y Alajuela) y que agrupan un total de 31 cantones. El cantón es la unidad político-administrativa encargada de dirigir y ejecutar la planificación urbana a nivel local definido en la Ley N.4240 de Planificación Urbana (Jiménez, 2023).
Esta área es también la zona más poblada del país. En total suman 3.660.840 personas que conforman el 70,6% del total de la población de Costa Rica a partir de los datos disponibles de 2022 y toda esta población se concentra en un territorio de 2.044 km² aproximadamente (Guillen-Montero et al., 2021), un 4% del total de la superficie del país. Estos datos, sitúan a Costa Rica como el país centroamericano con más población urbana.
Centro de San José. Imagen de Ernest Cañada.
Distribución desigual de parques
La GAM de San José cuenta con una amplia dotación de parques urbanos, especialmente en la ciudad de San José, fruto en gran medida de un marco legislativo que ha favorecido la creación de estos espacios públicos, más que como resultado de una política deliberada. A pesar de que algunos de ellos, de carácter metropolitano, son de grandes dimensiones, la mayoría de estos parques y plazoletas son de muy pequeñas dimensiones. Además, en algunos casos, sus instalaciones están en mal estado y necesitan renovarse y mejorar su mantenimiento. Durante décadas, sus ciudadesse han construido de espaldas a sus ríos, convirtiéndolos en vertederos.
Revertir esta situación no es fácil. Igualmente, existe un sesgo de clase en la distribución y calidad de los parques urbanos en función del poder adquisitivo de su población. Así, en los barrios con mayores niveles de pobreza hay menor cantidad y son más pequeños. Además, el sistema de parques está claramente fragmentado. Iniciativas diversas, como los Corredores Biológicos Interurbanos, el proyecto Trama Verde de la Municipalidad de San José o Rutas Naturabanas, de iniciativa privada, podrían dotar a este entramado urbano de una mayor integración y conectividad entre áreas verdes, multiplicando sus potencialidades.
Formas de gestión de las áreas verdes
La falta de estructuras de gobernanza supramunicipales dificulta la gestión compartida dentro de las distintas áreas metropolitanas que conforman la GAM y entre municipios colindantes. Las distintas orientaciones políticas pueden entorpecer la adopción de políticas coherentes a escala metropolitana en la gestión de los parques urbanos. Sin embargo, la puesta en marcha de iniciativas de coordinación e intervención supramunicipal a través de los Corredores Biológicos Interurbanos están contribuyendo a resolver parte de estos problemas de coordinación y coherencia política potenciando una perspectiva compartida en torno a la importancia de las zonas verdes en las áreas metropolitanas.
Corredor Biológico Interurbano María Aguilar. Imagen de Ernest Cañada.
En América Latina los impedimentos presupuestarios lastran la capacidad del Estado de dotar y mantener parques urbanos de uso público con la calidad necesaria. Por el momento, en Costa Rica, y en particular en la Gran Área Metropolitana de San José, las instituciones del Estado siguen jugando un papel central en la gestión de los parques urbanos. Sin embargo, en otros países de la región, las fórmulas de gestión mixta, público-privadas, de los parques urbanos, aunque han resuelto déficits en su mantenimiento, han abierto la puerta a procesos de privatización de recursos públicos o a que estos sean administrados bajo intereses empresariales. La participación privada, que tienen mayor capacidad para obtener recursos y puede aportar formas novedosas de gestión, puede ser una contribución apreciable. En el caso de la GAM de San José encontramos ejemplos relevantes y novedosos de participación del sector privado, como se puede observar en el caso del Parque La Libertad, que a partir de un parque ha logrado sostener un amplio programa educativo y de desarrollo humano en áreas empobrecidas, o la iniciativa de Rutas Naturbanas, promovido desde la sociedad civil, que tratan de acondicionar el retiro de los ríos de propiedad privada para un uso público. A pesar de estos buenos ejemplos, es fundamental que la participación del Estado siga siendo protagónica en la gestión de las áreas verdes urbanas si se quieren evitar otro tipo de derivas que impidan garantizar el acceso y disfrute público de este tipo de recursos, o que las prioridades no estén en el beneficio público sino en intereses particulares.
La participación comunitaria en la gestión y mantenimiento de los parques urbanos en la Gran Área Metropolitana de San José es débil. No existen ejemplos de referencia que muestren la potencialidad público-comunitaria en la gestión de este tipo de recursos. En muchos de los parques y plazas que son administradas por asociaciones comunales de desarrollo, debidamente registrada y legalizadas, se identifican conflictos asociados al cierre de estos espacios y a sus restricciones de horarios, que derivan en tensiones entre distintos grupos de personas usuarias con distintos intereses o formas de uso. De algún modo, este tipo de problemas ponen en evidencia las limitaciones de las estructuras de gestión comunitaria, que necesitarían ser reforzadas y potenciadas como mecanismo de participación social de los espacios verdes urbanos y como forma de articulación social. Una experiencia singular de gestión vecinal de áreas verdes urbanas como las alamedas, en lugar de ser un ejemplo de referencia en innovación social, como deberían ser, se encuentran en riesgo de perderse por la necesidad de espacio para los vehículos privados.
Alamedas, distrito de Pavas. Imagen de Ernest Cañada.
Por otra parte, en Costa Rica la administración de los grandes parques naturales ha vivido un claro sesgo en función de su potencialidad para generar beneficios a través del turismo. Cuando el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) dejó de gestionar los grandes parques metropolitanos, limitándose a los naturales, y estos los asumió en su mayoría el Instituto Costarricense del Deporte y la Recreación (ICODER), se puso de manifiesto una muestra más de su desinterés por el turismo doméstico y de proximidad. Asimismo, esta diferenciación ha reforzado el estigma sobre prácticas autoorganizadas de ocio popular en los espacios públicos, que a menudo son catalogadas despectivamente como actividades de “comehuevos”, en referencia a personas que llevan la comida ya preparada de sus casas.
Usos de las áreas verdes de la GAM
Bajola dirección del ICODER la orientación prioritaria que se ha dado a estos parques metropolitanos ha sido su uso deportivo, sobre todo el futbol, que no potencia otras actividades y, de hecho, excluye a otros grupos de población. Esta visión, que concibe los parques como potenciales infraestructuras deportivas, ha comportado una infrautilización de estos recursos públicos y su desaprovechamiento para poder impulsar programas diversos dirigidos a múltiples intereses y necesidades de la población.
Parque de la Sabana (ICODER). Imagen de Carla Izcara.
A pesar de este déficit en el uso recreativo y pedagógico de los parques desde las instituciones que los administran, es relevante también que por iniciativa ciudadana se estén empezando a ampliar sus usos, incorporándolos en rutas históricas, actividades culturales o para el avistamiento de aves y la educación ambiental que se han puesto en marcha desde múltiples instancias de la sociedad civil que empiezan a apropiarse de estos recursos. En contraste con la mayoría de casos, en el parque La Libertad o el Parque del Sur, pueden visualizarse ya algunas de estas otras posibilidades, sobre todo de educación ambiental, por parte de sus mismos administradores.
Seguridad y elitización
Como en la mayoría de ciudades latinoamericanas, el uso y gestión de los parques en áreas metropolitanas se enfrenta al desafío del crecimiento de la inseguridad. En el caso de Costa Rica, con tasas de homicidios en ascenso y un centro histórico cada vez más despoblado, con edificios dedicados solo a oficinas y comercio y sin tejido comunitario residente, ha aumentado la percepción de inseguridad. Esta situación puede conllevar el cierre de espacios públicos y la demanda de una mayor presencia de las fuerzas policiales. Muchas asociaciones vecinales así lo demandan o ya lo están haciendo. A su vez, esta sensación de inseguridad refuerza la estigmatización de ciertos grupos de población vulnerabilizados, como población migrante, sobre todo de países como Nicaragua, en una situación de grave crisis de derechos humanos, o trabajadoras sexuales trans.
Condominios verticales. Imagen de Carla Izcara.
Otro de los grandes retos con los que se enfrenta la gestión de los parques urbanos en la GAM de San José, y en particular en su capital, es el fuerte crecimiento vertical con condominios para personas de alto poder adquisitivo. Estas nuevas construcciones alteran el paisaje urbano y, además, no destinan suficiente área a uso público, en la medida que la mayoría de las áreas comunes que se ven obligadas a hacer por ley son de uso exclusivo o restringido, a la vez que se benefician de los espacios verdes públicos a su alcance, gracias a los cuales aumenta la plusvalía del suelo. Un buen ejemplo de esta situación serían las construcciones existentes alrededor del Parque de La Sabana. Estas nuevas inversiones inmobiliarias hacen que el precio de suelo se encarezca y desplacen a otro tipo de la población de menores ingresos. En contraposición, el parque de La Libertad, ubicado en un área altamente poblada y popular, ha dotado de espacios públicos en una zona necesitada.
Cambio climático y zonas verdes urbanas
Finalmente, cabe señalar también cómo la crisis climática ha hecho que haya una mayor valoración y atención en los servicios que pueden aportar parques y áreas verdes metropolitanas. Estos pueden contribuir a bajar temperaturas o, teniendo en cuenta las intervenciones en el tramado urbano, como zonas de sombra o paredes vegetales, reducir también la exposición al sol y sus riesgos asociados para la salud. Diversas iniciativas que se están llevando a cabo en la Municipalidad de San José podrían mejorar la adaptación al cambio climático como, por ejemplo, potenciar las ciclovías y reducir el uso del vehículo en la ciudad o priorizar de la vegetación y flora autóctona, corrigiendo una tendencia anterior de promover especies tropicales de otras latitudes. Esto favorece su adaptación y resistencia y, además, facilita la migración de aves o la presencia de abejas meliponas que promueven la polinización. En conjunto, esto conlleva también la oportunidad de obtener fondos de la cooperación internacional y desarrollar nuevas internaciones, que deberían tener presente también los sesgos de clase que existen en los barrios más populares y tratar de corregirlos por medio de nuevos proyectos urbanos.
Jardines bióticos. Imagen de Carla Izcara.
Los parques urbanos y espacios verdes en las áreas metropolitanas han adquirido un papel central en la planificación del desarrollo urbano. Su función en términos recreativos y de salud pública son básicos, además de un recurso de referencia para conectar biodiversidad de espacios más amplios. La experiencia de la GAM de San José muestra las potencialidades de este tipo de infraestructura verde, pero también sus limitaciones y desafíos que conlleva una gestión integral que contribuya a reverdecerla. La apuesta por mantener la responsabilidad pública en su mantenimiento y gestión es uno de los aspectos destacables de esta experiencia, así como los distintos esfuerzos que se están haciendo por reforzar su conectividad e integración desde los ríos que la atraviesan hasta dar cobertura al conjunto del tejido urbano.
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