27-08-2024
Turismo y Economía Social y Solidaria
Gema Martínez-Gayo | Alba SudLa Economía Social y Solidaria (ESS) aparece como una alternativa a las consecuencias de crisis y desigualdad que genera el capitalismo, a través de la cooperación, autonomía y la gestión democrática. Pero ¿podemos considerarla también una opción en el turismo?
Crédito Fotografía: Carolyn en Pexels, bajo licencia creative commons.
En los años 80, el concepto de Economía Social y Solidaria (ESS) comienza a ocupar un lugar en los debates de instituciones académicas, entes públicos y organismos internacionales. En él convergen diversas iniciativas y perspectivas teóricas, lo que dio lugar a la adopción de características variadas en función del territorio analizado (Martí et al., 2023). La variabilidad puede provocar tensiones, lo que obliga a buscar el entendimiento y a desarrollar planes capaces de trabajar por el bien común, de manera participativa y con procedimientos democratizadores (Fernández Miranda, 2020). Esta situación no impide que surjan más iniciativas, también en el sector turístico, que intentan cambiar el modelo predominante de masas por unas actividades basadas en la cooperación y la solidaridad.
Características de la Economía Social y Solidaria
Una de las primeras cosas que define la ESS es la de hacer frente a la praxis de la economía capitalista que genera desigualdad y exclusión en una parte significativa de la sociedad (Pastore, 2021). Esta denominación alberga actividades heterogéneas de tipo productivo, comercial, de servicios, etcétera, pensadas para generar ingresos o trabajo, entre otros fines. No obstante, este carácter económico no significa que su fin único sea la obtención de beneficios, ya que persiguen la mejora de las condiciones de vida de sus integrantes. Convierten a las personas en las protagonistas a través de prácticas democráticas, participativas y con un marcado carácter colectivo (Pastore, 2021).
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La ESS combinaría aquellas entidades de la economía social, que prestan servicios de interés general como cooperativas, asociaciones o mutuales, y que cuentan con una larga tradición y están más institucionalizadas, con otras formas organizativas más recientes, diversas y de carácter más informal, surgidas de sectores excluidos a modo de resistencia, que encajarían en la llamada economía solidaria (Coraggio, 2011; Martí et al., 2023; Pastore, 2021). Esta diversidad puede dar lugar a contradicciones en cuanto a los objetivos finales o la aplicación de los principios rectores (Coraggio, 2011). Entre estos últimos podemos encontrar aspectos relacionados con la necesidad de un buen reparto del trabajo, que las condiciones de este sean dignas, la cooperación, la producción responsable, aspectos redistributivos, de autogestión o la prioridad de la comunidad, entre otros. Pero lo cierto es que no todos ellos están presentes en los proyectos de ESS, de hecho, tal y como expone Coraggio (2011), el propio sistema capitalista dificulta que todas las personas implicadas en estas iniciativas comulguen con algunos de ellos. Además, las características socioeconómicas o culturales de cada territorio también pueden hacer que las interpretaciones difieran y se originen enfrentamientos respecto a lo que debe ser, o no, la ESS.
Economía Social y Solidaria y turismo en América Latina
En América Latina son numerosas las prácticas que buscan un fin social y que se enfrentan a las consecuencias de un sistema económico que crea desequilibrios de poder y riqueza, que genera precariedad laboral y social y que empeora la situación medioambiental (Pastore, 2021). Lo cierto es que, de algunas de estas organizaciones, especialmente aquellas que no son cooperativas o mutuales, existe poca información o está incompleta. Esta carencia, tal y como indica Pastore (2021) puede considerarse habitual en esta región y supone un aspecto a mejorar para dotarlas de visibilidad y que puedan consolidarse con el tiempo.
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Lo cierto es que América Latina tuvo un papel destacado en el desarrollo del concepto de Economía Social y Solidaria. Pero ello, no supuso que su aplicación, características, incluso su definición, sean similares entre los países que la conforman. De manera que la importancia que recibe por parte del Estado, y por ello, su desarrollo normativo también presenta importantes diferencias. También resulta complicado realizar comparaciones entre las políticas públicas implementadas dado que no se cuenta con información suficiente sobre las mismas. Aunque lo que sí parece haber quedado claro es que los recursos para este tipo de prácticas han sido limitados y se muestran dependientes de los diversos gobiernos o de la situación económica del momento (Martí et al., 2023). Esto ha tenido su reflejo en aquellas organizaciones de turismo alternativo solidario que han optado por la ESS. Por ejemplo, una investigación llevada a cabo en Argentina, para conocer los efectos de la COVID-19 en estas actividades, muestra que son muy escasas las políticas públicas para el sector, que se necesita normativa específica que las respalde y unos recursos estables, ya que la carencia de todo esto supone una barrera para la supervivencia y desarrollo de estas (Cascardo et al., 2020).
Más allá de estas disparidades y carencias, también presenta nuevas oportunidades de alianzas, por ejemplo, con los movimientos feministas en la región. Estos tuvieron su germen en la lucha contra la explotación de clase y defensa de los derechos humanos, y con el tiempo a sus demandas contra la desigualdad de género se sumaron las de movimientos sociales indigenistas, medioambientales o anticapitalistas. Con estos últimos convergen en sus ideas para el logro de una economía alternativa, en la que se acabe con la separación establecida entre las esferas productiva y reproductiva que tantas repercusiones tiene en las condiciones laborales y de vida de las mujeres (Farah y Wanderley, 2016), también en el turismo.
Algunas experiencias turísticas de ESS
En el ámbito rural mexicano, la población campesina, cuenta con formas características de organizar el territorio basadas en la colectividad social. A partir de los años 90 el Estado comienza a promover actividades turísticas en estos lugares y destaca el valor que poseen sus costumbres y entorno (Kieffer, 2021). Para comprobar si las propuestas turísticas en estas zonas se ajustaban a los principios de cooperación, ayuda mutua, búsqueda del bien común, etcétera, que definen la ESS, Kieffer (2021) llevó a cabo un análisis de 43 experiencias en estas comunidades. Y concluyó que, aunque estas no hubieran sido diseñadas específicamente como actividades de turismo alternativo y de ESS, lo cierto es que se basaban en sus elementos centrales: solidaridad, reciprocidad y conservación, dado que estos se corresponden con las formas de vida de comunidades indígenas y mestizas previas a la implantación de estos proyectos.
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Pero la aplicación de la ESS en actividades turísticas, o en otras relacionadas con esta, también puede enfrentarse a dificultades para su aplicación. Así lo refleja una investigación centrada en las artesanas de dos localidades del Estado de Campeche (México), donde las autoras reflexionan sobre cómo esta manera de entender la economía podría ayudarlas a través de la colaboración y de la creación de unas condiciones que favorezcan la igualdad. El trabajo de estas artesanas resulta clave en la preservación de su cultura, pero lo cierto es que cuentan con ingresos muy limitados. El gobierno no favoreció el acceso a estas formas organizativas, ni tampoco promovió actividades formativas o de asesoramiento. Cuentan, además, con barreras de acceso a los medios productivos y sufren la desvalorización de su trabajo, en la sociedad y, en ocasiones, también en el núcleo familiar. Esto les genera problemas y obstaculiza el desarrollo de planes guiados por los valores de la ESS que podrían beneficiar a la comunidad (Gómez-Xul et al., 2024).
La Pampa (Argentina), además de contar con una zona agraria dedicada a la exportación, tiene otra en la que viven familias campesinas. Los nuevos cultivos de los años 90 agravaron los problemas de estas últimas, especialmente en lo referente a la lucha por mantener sus tierras. A la vez, y sobre los saberes, vínculos y prácticas de las identidades indígenas empezaron a cobrar importancia los valores de la economía popular y sostenible (Dillon, 2020). En consonancia a esto, hace aproximadamente 7 años, familias campesinas de origen indígena de la zona de El “Salitral Encantado” dieron los primeros pasos para asesorarse en la creación de un proyecto turístico basado en los principios de la ESS. Las consecuencias de la extensión del modelo productivo intensivo, antes mencionado, y las duras condiciones climáticas, que influyen en la escasez de agua de buena calidad y la aridez del terreno, dificultaban su supervivencia. Su intención era la de conservar el patrimonio cultural, los recursos ambientales de la zona y conseguir ingresos complementarios a los que obtenían por la ganadería extensiva. Para ello, se formaron como guías, se repartierontanto las actividades como el futuro alojamiento para las personas visitantes y se crearon empleos. Todo ello con elfin de responder de manera colectiva a su situación,mediantela democratización y el cambio de la economía dominante a través de la solidaridad y cooperación para superar las situaciones de crisis (Dillon, 2020).
En Santa Catarina (Brasil), la Rede Turismo de Observação de Baleias por Terra (Rede TOBTerra) pretendía fomentar la observación de ballenas en un proyecto turístico comunitario que permitiese aprovechar otros recursos naturales de la zona. En los encuentros realizados, se adoptaron prácticas participativas. Se plantearon la realización de rutas turísticas, que se implementaron en dos municipios, en temporada turística baja coincidente con en el período que estos animales acuden a esta zona (Poli Sperb y Serva, 2018). Aunque desde el principio se pensaron estas experiencias para lograr una distribución más equitativa y una toma de decisiones horizontal, lo cierto que la compleja realidad existente dificultó su desarrollo. También se detectó que las relaciones entre organizaciones eran limitadas y que existían conflictos entre las empresas turísticas y las entidades ambientales (Sperb y Serva, 2018).
¿Hay futuro para la ESS en el turismo?
A pesar de las diferencias, problemáticas o limitaciones que todavía presenta el desarrollo de la ESS, lo cierto es que también ha demostrado que cuenta con elementos para luchar contra las tendencias de desigualdad y exclusión que se dan en la actualidad. Para muchos territorios esto ha supuesto poner en primer plano las necesidades de comunidades que tradicionalmente han estado apartadas y se han visto perjudicadas por el desarrollo capitalista (Pastore, 2021).
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La Economía social y solidaria se enfrenta, desde su misma definición, a numerosos retos. La amplitud de organizaciones que caben bajo esta, la distinta conceptualización o abordaje teórico y las discusiones que ello provoca, las características sociales, económicas o culturales diversas de cada lugar, son solo algunos de estos. En el ámbito turístico, estas propuestas deben enfrentarse a la falta de un apoyo claro por parte del Estado en lo referente al diseño de políticas públicas, de normativa específica, de proveer de los recursos necesarios de manera estable o la falta de ayuda para el asesoramiento o formación. Además, no siempre estos proyectos han conseguido desarrollar adecuadamente el contacto entre organizaciones, siendo complicado alcanzar acuerdos. Pero es importante destacar como los valores del turismo alternativo y de la ESS, como la solidaridad o la cooperación, se encuentran presentes en actividades del sector, aunque no fueran concebidos como tales. También las oportunidades que esta ofrece para llevar a cabo otro turismo diferente al de masas, que pone a las personas en centro de los objetivos, que busca un mejor reparto del trabajo y con unas condiciones dignas. Y que esto lo haga través de procesos democráticos y participativos y que, además, de visibilidad a los esfuerzos de personas y comunidades tradicionalmente apartadas por el sistema capitalista. Si la pregunta es si hay futuro para la ESS en el turismo, la respuesta debería ser un sí.
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