17-09-2024
Turismo y DDHH: una responsabilidad compartida
Nelson Rivera & Sergio Rivera | Fundación Renacer - ECPAT ColombiaPara garantizar que el turismo sea un vehículo para el desarrollo sostenible y la promoción de los derechos humanos en todas sus formas, los actores involucrados, desde las empresas hasta los gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad, en general, deben trabajar en conjunto. A continuación, una reflexión sobre este tema de la Fundación Renacer, organización que trabaja contra la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes.
Crédito Fotografía: Arte urbano en Colombia. Imagen de Ursula en Pixabay
El turismo es una actividad económica que, en su esencia, puede generar oportunidades significativas para el desarrollo económico y social de las comunidades. En su complejidad y multiplicidad de actores, tiene la posibilidad de generar procesos de orden social que no solo beneficien a unos pocos, -accionistas de las empresas, por ejemplo, sino que potencien el desarrollo común. Sin embargo, para que el turismo cumpla con su verdadero potencial como motor de desarrollo, es fundamental que se enfoque en la sostenibilidad, la ética y la promoción de los derechos humanos. En este contexto, la prevención de la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes (ESCNNA) y el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 16.2 “Poner fin al maltrato, la explotación, la trata y todas las formas de violencia y tortura contra los niños" se vuelven imperativos.
El Código Mundial de Ética para el Turismo de la Organización Mundial del Turismo (OMT) -hoy Convención- propone que el turismo es un medio privilegiado para el desarrollo individual y colectivo. Este principio se alinea con el ODS 16 de las Naciones Unidas, que busca la eliminación de todas las formas de violencia y promueve sociedades pacíficas e inclusivas. El turismo, cuando se practica de manera ética y sostenible, puede contribuir significativamente a la consecución de este objetivo. Sin embargo, para que esto ocurra, es fundamental que las actividades turísticas promuevan la igualdad de género y respeten los derechos humanos en su totalidad.
Cartagena, 2015. Imagen de Alexander Schimmech en Flickr.
El Código de Ética también enfatiza la importancia de proteger los derechos específicos de los grupos de población más vulnerables, incluyendo a los niños y niñas, las personas mayores, las personas en situación de discapacidad, las minorías étnicas y los pueblos autóctonos. De manera crítica, el turismo ético no puede coexistir con la explotación de seres humanos en ninguna de sus formas y, menos aún, cuando afecta a los niños y niñas pues esta coexistencia tolerada no solo vulnera los objetivos fundamentales del turismo, sino que constituye una negación de su esencia.
En este contexto, es esencial reconocer que un turismo ético y comprometido con la sostenibilidad debe esforzarse por eliminar o reducir los factores de riesgo asociados a la explotación sexual que pueden ligarse con sus operaciones directamente o presentarse en su entorno. Lamentablemente, la realidad nos muestra que el turismo, en ocasiones, se ha convertido en un terreno vulnerable para la trata de personas y la explotación sexual. Si bien el turismo en sí mismo no es responsable de estos abusos, si tiene el poder y múltiples oportunidades de tomar medidas para prevenirlos y contribuir a la promoción y defensa de los derechos humanos.
Esto implica distintos ámbitos de actuación para los prestadores de servicios turísticos, principalmente las empresas. En primer lugar, deben promover el trabajo digno, justo y equitativo, teniendo en cuenta las disparidades e inequidades históricamente ligadas a los roles sociales de género. En este punto, surge una clara contradicción con el ODS 16, que busca eliminar todas las formas de violencia, ya que la infraestructura del turismo, no ha escapado a la reproducción de esas inequidades en detrimento de los derechos de las mujeres que padecen la explotación y el acoso laboral. Si bien las empresas turísticas generan millones de empleos no pueden limitarsee a contratar mano de obra local de las poblaciones donde operan, sino que deben comprometerse activamente en la construcción de entornos sociales democráticos, protectores de la niñez y la comunidad en general.
Cartagena, 2016. Imagen de Chris GoldNY en Flickr
El aporte de las empresas al desarrollo local no puede centrarse únicamente en la entrega de materiales y bienes tangibles, que, si bien pueden contribuir a mitigar algunas necesidades de las comunidades, jamás son suficientes para contrarrestar la violencia y las causas de la explotación sexual. Las empresas turísticas deben involucrarse activamente, como actores sociales, en la generación y sostenibilidad de oportunidades para el desarrollo social y comunitario de las poblaciones en los territorios turísticos a partir del reconocimiento de las necesidades y dinámicas de estas poblaciones que constituyen factores de riesgo de afectación a los derechos humanos. Esto incluye, en primer lugar, a sus trabajadores y trabajadoras, quienes deben tener la posibilidad no solo de hallar medios para satisfacer sus necesidades mediante un salario justo, sino también de contar con oportunidades de desarrollo personal, familiar y social.
Asuntos vitales como la promoción de la salud mental, el bienestar integral de las familias y el desarrollo de habilidades para la gestión de los conflictos dentro de ellas -para citar algunos ejemplos- pueden contribuir a la formación de personas y comunidades más sanas y democráticas, lo cual repercute en mayor productividad laboral. . Estas acciones, impulsadas por las empresas con bajos costos, pueden favorecer el cumplimiento de estándares de debida diligencia en derechos humanos, en tanto contribuyen a neutralizar factores potenciales de violencia, lo cual es fundamental para prevenir y abordar la explotación sexual y otros abusos en el contexto de las operaciones del turismo.
Uno de los desafíos evidentes en este proceso es que muchas empresas turísticas, especialmente en países como Colombia, suelen ser pequeñas y medianas, que no cuentan con suficientes recursos e infraestructura para llevar a cabo estas iniciativas de manera efectiva. Esto resalta la necesidad de crear más y mejores oportunidades de crecimiento económico mediante políticas de promoción e incentivos desde el gobierno, pero también ejercicios de apoyo y cooperación entre empresas de distintos niveles. Iniciativas de alianza o asociación alrededor de la promoción y respeto de los derechos humanos en el ámbito empresarial pueden contribuir a fortalecer el desarrollo económico y posicionar a las empresas turísticas como partes interesadas en el bienestar de las comunidades y la prevención de la explotación sexual.
Distintivo de la cerificación "La Muralla soy yo" en un Hotel de Cartagena, 2022. Imagen de Carla Izcara
En la actualidad, el turismo sostenible se ha convertido en una tendencia global, y muchas empresas y destinos turísticos están adoptando prácticas más responsables y éticas. Sin embargo, aún queda mucho trabajo por hacer para garantizar que el turismo sea un vehículo para el desarrollo sostenible y la promoción de los derechos humanos en todas sus formas. La prevención de la ESCNNA y la consecución del ODS 16 son metas cruciales en este proceso.
Para avanzar en esta dirección, es esencial que las empresas turísticas, los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad en su conjunto colaboren de manera activa y coordinada. Aquí, la cooperación internacional desempeña un papel fundamental, ya que los problemas relacionados con el turismo no conocen fronteras y requieren soluciones globales.
Uno de los pasos clave hacia la mejora del turismo sostenible y la prevención de la ESCNNA es la educación y la concienciación. Las empresas turísticas pueden capacitar a su personal no solo en la identificación de posibles riesgos de explotación sexual y en la toma de medidas para prevenirlos. Además, pueden promover campañas de sensibilización entre los turistas y entre sus propios trabajadores para que se abstengan de cometer cualquier abuso y se conviertan en agentes de prevención mediante la promoción de cambios actitudinales y prácticos para desincentivar la demanda o solicitud de “servicios” sexuales y la participación en las cadenas de intermediación de la explotación sexual.
Muralla de Cartagena, 2023. Imagen de RB Photo en Flickr
Los destinos turísticos -instancias gubernamentales locales que regulan las actividades turísticas- desempeñan un papel crucial en este proceso. Deben implementar políticas y programas que promuevan el turismo ético y sostenible, incluyendo medidas específicas para prevenir la explotación sexual. Esto implica establecer mecanismos eficaces de denuncia y sanción, así como garantizar la supervisión y el cumplimiento de las normativas establecidas.
Además, es importante fomentar la diversificación económica en los territorios turísticos para reducir la dependencia exclusiva del turismo como fuente de ingresos. Esto ayudará a crear una base económica más sólida y a evitar que las comunidades locales se vean presionadas a tolerar prácticas abusivas en nombre del desarrollo económico.
En este contexto, el fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas turísticas es esencial. Esto puede lograrse a través de la capacitación, el acceso a financiamiento y la promoción de buenas prácticas empresariales. Al mejorar la capacidad de estas empresas para operar de manera sostenible y ética, se contribuye a la prevención de la ESCNNA y al logro del ODS 16.2
Cartagena. Imagen de Makalu en Pixabay
El papel de la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales (ONG) es fundamental en este proceso. Las ONG pueden desempeñar un papel de supervisión y denuncia, además de brindar apoyo a las víctimas de explotación sexual. También pueden colaborar con las empresas turísticas en la implementación de programas de responsabilidad social empresarial que promuevan el bienestar de las comunidades locales, tales como los códigos de conducta y los estándares de debida diligencia.
En última instancia, el turismo sostenible y ético es una responsabilidad compartida. Todos los actores involucrados, desde las empresas turísticas hasta los gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad en general, deben trabajar juntos para garantizar que el turismo sea una fuerza positiva que contribuya al desarrollo económico y al bienestar de las comunidades, al tiempo que previene la trata de personas, la ESCNNA y promueve el ODS 16.2.
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