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Especial 8M | Noticias Generales

06-03-2025

Por un futuro feminista

EDITORIAL | Alba Sud

Para este 8M analizamos los impactos del ascenso de la ultraderecha en la esfera productiva y reproductiva y, en particular, en contextos turísticos. Bajo este marco, reforzamos nuestro compromiso para reivindicar un futuro feminista y, entre distintas conquistas, podamos disfrutar de nuestro tiempo libre de una forma justa.


Crédito Fotografía: 8M de 2018 en Sevilla. Imagen de Juan Lorenzo

El año pasado, comenzábamos nuestra editorial del 8 de marzo con distintos titulares que constataban un ciclo político de ascenso de la ultraderecha y otras formas de autoritarismo. En este 2025 se refuerza esta tendencia: “Solo masculino y femenino: Trump arremete contra el colectivo LGTBIQ+ y niega la existencia de las personas trans”; “ Milei pedirá al Congreso el fin de la figura de feminicidio y las leyes de paridad de género”; “La democracia en Centroamérica está al borde del abismo”; “Meloni gana en Italia y busca liderar la extrema derecha en la Unión Europea”; “La retirada de USAID hace vislumbrar un futuro incierto para la cooperación internacional”.

En un mundo globalizado, las elecciones en un país pueden desencadenar impactos demoledores en otros. Por ejemplo, las orientaciones de la nueva administración norteamericana en política internacional ya se sienten en muchos lugares del planeta y, en particular, sobre las poblaciones más vulnerabilizadas. En el caso de Ucrania, EEUU propone un acuerdo de paz a cambio de cesión de territorio a Rusia y, en contrapartida por la ayuda militar prestada por el gobierno demócrata de Joe Biden, el control de Estados Unidos sobre tierras raras y minerales críticos en suelo ucraniano.

En particular, este año ha estado marcado por el genocidio cometido por Israel en Gaza. La última amenaza que sacude a la población palestina en la franja de Gaza son los descabellados planes de Donald Trump de convertir la zona en un nuevo destino turístico con su nombre “Trump Gaza”  bajo la idea de crear la “Riviera de Oriente Medio”. El 26 de febrero de 2025, Trump publicó un video generado con Inteligencia Artificial en sus redes sociales mostrando cómo sería la reconstrucción de la Franja de Gaza y su conversión a destino turístico. En el video aparecen personajes como Elon Musk lanzando billetes al aire y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu en bañador disfrutando de la playa. Esta provocación del presidente de los Estados Unidos minimiza y ridiculiza los impactos de la barbarie de la guerra, además de ensalzar la brutalidad genocida y colonial de los hechos.

Manifestación 8M 2024, Barcelona. Imagen de Carla Izcara

Otra de las últimas noticias que llegan desde Estados Unidos es que el Gobierno de Donald Trump continúa con el desmantelamiento de USAID, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. Desde su creación en 1961, además de ser una herramienta al servicio de los intereses norteamericanos y una forma blanda de intervencionismo, ha sido también un pilar fundamental en la asistencia humanitaria en los en los 130 países en los que aproximadamente opera. Con las últimas medidas, aproximadamente 2000 empleados podrían ser despedidos y habría un recorte de hasta 40.000 millones de dólares en ayuda internacional. Esto puede impactar en proyectos y territorios en los que trabajamos. Por ejemplo, a partir de la caída de proyectos de cooperación internacional que permiten el despegue o crecimiento de iniciativas de turismo comunitario o el debilitamiento de medios de comunicación y de organizaciones sociales y feministas que trabajan en contextos turísticos. Todo esto, al final, termina vulnerabilizando todavía más las personas que viven en territorios muy turistificados con altos índices de desigualdad, en parte, promovidos por el mismo desarrollo turístico.

De forma preocupante, también constatamos que este último año han aumentado levemente los casos de violencia hacia las mujeres y diversidades sexuales y de género a nivel global. En una encuesta realizada por WIN y Voices en 39 países diferentes, Argentina se posicionó como el segundo país con mayor proporción de mujeres que señalan haber padecido algún tipo de violencia (44%). Otros lugares de Latinoamérica registran también altos porcentajes, superando el promedio global como Brasil y México (30%) y Chile (25%). En el caso de España, el número de víctimas de violencia de género aumentó un 12,1% en 2023 respecto a 2022. En Argentina, desde 2023, coincidiendo con la entrada de Javier Milei en la presidencia del país, ha subido 7 puntos el porcentaje de mujeres que han sufrido violencia física o psicológica. Por otro lado, en la misma encuesta, al analizar los resultados globales por segmentos sociodemográficos, los porcentajes de violencia declarados crecen a menor edad de las encuestadas. En el caso argentino, las jóvenes de 25 a 34 años parecen ser las más afectadas. Todo esto, sumado a que Milei quiere eliminar la figura del feminicidio del Código Penal de Argentina.

En esta dinámica de incremento de la violencia contra las mujeres y las diversidades sexuales y de género, en los contextos turísticos, y sobre todo las zonas de ocio nocturno, se puede acentuar. Las zonas turísticas se caracterizan por la ausencia de población residente y, por lo tanto, sin un tejido comunitario. Esto hace que se conviertan en espacios mucho más hostiles y susceptibles de ser escenarios donde la percepción de inseguridad sea mucho mayor.

Concentración en Playa del Carmen, México por el 8M 2024. Imagen de Alma Marin. 

Para concluir la revisión de algunas de las cosas que han ocurrido este último año, observamos con inquietud la simpatía que muchos jóvenes hombres heterosexuales tienen con partidos y discursos de ultraderecha. De hecho, en las últimas elecciones alemanas, vemos en un análisis minucioso de elDiario.es cómo la brecha de género se ha trasladado a las urnas con un voto a la extrema derecha muy masculinizado. Entre los hombres jóvenes, la AfD ha conseguido el 25% de los votos y es la primera fuerza. En cambio, el voto joven femenino ha tendido hacia la izquierda, donde Die Linke suma hasta el 34% de los sufragios. Esto no quiere decir que todas las personas que hayan decidido votar por fuerzas de extrema derecha comparten la misma ideología de carácter fascista. En realidad, en parte es resultado del impacto de años de políticas neoliberales y precarización, ante lo cual reaccionan una parte de los sectores más populares como forma de expresión de su malestar y enojo. Por ello, en el mismo análisis vemos cómo en las zonas más alejadas de los centros urbanos, donde se agudiza el declive industrial y demográfico, ha predominado el voto a la derecha por parte de los hombres de clase obrera. Frente a este escenario, los movimientos sociales, entidades y coaliciones de izquierda, tenemos que tener la capacidad de revertir esta situación haciendo compatibles las necesidades materiales con la conquista continua de derechos civiles y sociales. Ambas demandas son compatibles e irrenunciables

Desde Alba Sud, para este 8M, nos preguntamos cómo la acentuación de la desigualdad y la violencia están impactando en los contextos relacionados con el turismo y cómo lo abordamos desde una perspectiva feminista y transformadora. A la vez, también continuamos pensando cómo podemos articular una propuesta de turismo para los sectores populares donde la mayoría de la población pueda tener acceso a la naturaleza, cultura y disfrute del tiempo libre en unos tiempos tan convulsos donde descansar, disfrutar del tiempo libre y encontrar espacios para pensar son más fundamentales que nunca.

Manifestación 8M 2024, Barcelona. Imagen de Carla Izcara.

Impactos en la esfera productiva

El presidente Donald Trump, acompañado de Elon Musk y otros colegas empresarios millonarios, junto con Javier Milei a la cola, han decidido atacar también las políticas de diversidad, equidad e inclusión. Sin creer que estas políticas son la solución ni son verdaderamente inclusivas, vemos cómo esta decisión se traduce en distintas acciones que pueden cambiar totalmente las reglas de juego. Desde la eliminación de los pronombres en los correos de los trabajadores públicos, hasta el levantamiento de restricciones en Meta (Facebook e Instagram) donde ahora se permitirá llamar “enfermos mentales” a las personas del colectivo de diversidades sexuales y de género, así como Estados Unidos ahora sólo reconoce dos géneros (masculino y femenino) asignados al nacer. De hecho, la actriz trans Hunter Schafer denunció por redes sociales que su nuevo pasaporte la califica como hombre.

Todos estos cambios pueden terminar provocando un incremento de la segregación de muchos trabajos por razón de género, clase y raza. Por ejemplo, podría darse una mayor acentuación de la feminización y racialización de ciertos empleos, aquellos probablemente menos cualificados con peores salarios y posibilidades inferiores de promoción profesional. Así, estas políticas tienen la capacidad de extender el suelo pegajoso y que más mujeres, personas trans, racializadas, o con algún tipo de discapacidad no tengan posibilidad de acceder a ciertos puestos laborales. Es más, en el caso de las personas trans, las cuales en la actualidad ya tienen infinitas dificultades para acceder a un empleo, estas políticas van más allá y niegan su existencia poniéndolas en todavía más riesgo.

Respecto a las personas migrantes trabajadoras, el endurecimiento de las políticas migratorias también tiene un impacto directo en sus vidas. En los contextos turísticos, la mayoría de los empleos, sobre todo aquellos peor pagados, se sostienen gracias a la mano de obra migrante. Entonces, ¿cómo conviven estas políticas migratorias con la necesidad de mantener esta fuente de trabajo barato? La respuesta es bien sencilla. A partir de estas políticas, se da el escenario perfecto para vulnerabilizar todavía más esta mano de obra y disponer de ella de forma aún más barata. Los colectivos más afectados en el sector turístico son la restauración, el transporte, la construcción y las personas que hacen guiados. En particular, aquellas personas que trabajan a través de plataformas, como riders, ubers, guías de free tours, etc. Asimismo, todas las personas que trabajan en la economía popular, pueden tener mayores dificultades y riesgo para realizar su actividad laboral como la venta ambulante en zonas turísticas. Por ejemplo, la campaña racista impulsada por el gobierno dominicano de expulsión de población migrante de origen haitiano, con una peso muy destacado en las provincias más orientadas hacia el turismo, ha provocado que, además de la vulneración de los derechos de miles de personas, se precarice y vulnerabilice aún más un segmento muy importante de la clase trabajadora.

Manifestación 8M de 2019 en Sevilla, España. Imagen de Ana Rey.

Para terminar con esto, hace un par de semanas Angela Teberga y Bianca Briguglio publicaron en Alba Sud una reflexión sobre la baja sindicalización en el sector turístico en Brasil. Esta preocupación es compartida entre diferentes países por distintas razones. Toda esta precarización y vulnerabilización en el contexto del auge de gobiernos de ultraderecha también causará estragos en la capacidad de organización de las clases trabajadoras. Y, el sector turístico, es ya un sector castigado por la baja sindicalización, pero con condiciones laborales muy precarias que requieren de una organización colectiva para hacerlas frente. Por ello, necesitamos un sindicalismo más fuerte que incorpore y refuerce una perspectiva feminista y antirracista

Impactos en la esfera reproductiva

Estos discursos y acciones políticas antifeministas también impactan en la esfera reproductiva. Por ejemplo, en Argentina, a pesar de que en 2021 se legalizó el aborto en todos los casos hasta las catorce semanas de gestación, el ejercicio de este derecho se ha vuelto cada vez más difícil durante el último año. Esta ola ultraconservadora contra los derechos sexuales y reproductivos es un fenómeno que escapa fronteras y afecta a distintos lugares del mundo. Y no solo ataca el aborto, sino que como señalan Aldavert y Cardona en ctxt.es busca redefinir la moralidad, el género y la autonomía sexual, basándose en principios conservadores, religiosos y patriarcales.

En esta línea, nos encontramos frente al fenómeno global en redes sociales de “tradwifes”, mujeres que enaltecen los roles de género tradicionales y reivindican el regreso de las mujeres a la esfera doméstica. Este modelo idealizado de feminidad tradicional y conservadora pone en riesgo los avances en derechos sociales adquiridos y la subordinación de las mujeres ante un hombre proveedor cabeza de familia. Sin caer en la idea de que “el trabajo empodera”, es cierto que el acceso de muchas mujeres a la esfera productiva ha supuesto un aumento de independencia económica y participación social y política. Tampoco podemos negar que esto ha acarreado una doble y hasta triple jornada laboral para la mayoría de mujeres, las cuales han tenido que asumir el trabajo dentro y fuera de las casas. De este modo, actualmente, en lugar de estar apostando por la reducción del trabajo, la redistribución de las tareas de cuidado y el impulso de unas infraestructuras de cuidados más equitativas y colectivas, vemos por parte de estos sectores de ultraderecha una idealización de la familia y de la “ama de casa” y un retorno hacia valores tradicionales y conservadores.

Imagen de Oberholster Venita en Pixabay

Asimismo, bajo este marco político ultraderechista, será aún más compleja la apuesta política que debemos acometer para impulsar un turismo popular o una política pública en turismo social que asegure el acceso al ocio, la recreación y el turismo de la mayoría de la población, sobre todo aquella más vulnerable. Todo lo contrario, vemos como se siguen reforzando las lógicas elitistas que incrementan la desigualdad y terminan teniendo un impacto ambiental en términos de consumo de recursos (energía, agua y tierra) mucho mayores.

Reflexiones finales

El movimiento feminista, vinculado con las luchas contra el capitalismo e imbricado con otros movimientos, ecologistas, antirracistas, antiimperialistas, colectivas de diversidades sexuales y de género, sindicales y de otro tipo de asociaciones de trabajadoras y trabajadores tendrá un papel central en el freno al ascenso de la ultraderecha y gobiernos autoritarios. Desde Alba Sud, nos escapamos de un discurso feminista que se orientan hacia una supuesta “guerra de sexos” donde predominan los discursos enfocados en la pérdida de privilegios y las culpabilización genéricas, y animamos a construir una propuesta donde todas las personas tengan cabida y podamos habitar un mundo mejor.

Manifestación 8M 2024 en Costa Rica. Imagen de Arturo Silva

En nuestro caso, seguiremos trabajando por un turismo alineado a otros objetivos más allá del lucro particular de unos pocos, que tenga en cuenta el contexto de crisis climática en el que estamos y priorice la organización del tiempo libre en el entorno más próximo. También un turismo pensado para satisfacer las necesidades de la mayoría de la población y no las de una élite. Un turismo que, a pesar de organizarse en la proximidad, no sobrecargue a las mujeres, madres y abuelas con más trabajo de cuidados (organizar las excursiones, pensar en juegos, preparar los bocadillos, lavar la ropa, supervisar a las criaturas, personas mayores o con discapacidad…). Para ello, debemos promover nuevas infraestructuras de cuidado, tanto comunitarias como públicas, y una reducción y redistribución real del trabajo, tanto productivo como reproductivo. Asimismo, es fundamental contar con espacios de ocio y recreación seguros y con infraestructura, sobre todo en entornos naturales, así como una red de transporte para movernos por nuestros territorios.

En un contexto alarmante de aumento de la ultraderecha y la violencia, nos sumamos al 8M para reivindicar un futuro más feminista que garantice conquistas equitativas y, entre estas, que podamos disfrutar de nuestro tiempo libre de una forma justa tanto para las personas como para el planeta.