13-06-2013
“Para instalar el modelo neoliberal es necesario que el pueblo presente el menor grado de organización y resistencia”
Rodrigo F. Miranda | Alba SudEntrevista con Leonardo Grosso, diputado nacional por Buenos Aires del Frente para la Victoria (FPV) y responsable nacional de JP Movimiento Evita, sobre la crisis en el sur de Europa desde la experiencia argentina.
Leonardo Grosso [1] (Buenos Aires, 1983). Durante años militante de movimientos sociales y organizaciones de base, forma parte del proceso de renovación y relevo generacional que se viene produciendo en la política argentina durante los últimos años. En 2011, con sólo 28 años, fue elegido diputado nacional por el Frente Para la Victoria. Actualmente también es responsable nacional del JP Movimiento Evita [2], un movimiento nacional, federal y popular argentino, alineado con el actual Gobierno del país. Se define como “...un movimiento (…) que rescate y amplifique las políticas del gobierno, que genere propuestas de cambio y se constituya como puente de ida y vuelta entre el Estado-nacional y los más humildes”.
El pasado 25 de mayo se cumplieron 10 años del inicio del kirchnerismo en la República Argentina (2003-2013). Un Gobierno elegido entonces por poco más del 20% del electorado, después del estallido social del 19 y 20 de diciembre de 2001 en el país y una sucesión de presidencias cortas, con poca legitimidad y no electas por voto popular.
Considerando que el Gobierno de Nestor Kirchner asumió en un momento en el que las consecuencias de las políticas neoliberales habían arrasado las condiciones de vida de una parte significativa de la población, en términos generales, ¿Cuáles fueron las medidas más destacables de este Gobierno para regenerar lo social? ¿Qué consideras que lo diferencian en política social y de distribución de la riqueza de los gobiernos democráticos que lo antecedieron?
En primera instancia, este gobierno logró entender qué era lo que sucedía en la Argentina, el hartazgo por parte de nuestro pueblo de las medidas y recetas del neoliberalismo. Pero también supo reconocer la gran victoria de los años 90 sobre el pueblo, la desconfianza generada hacia la política. Por eso lo más importante que construyó Néstor (Kirchner) fue retomar la política como herramienta de transformación, y desde ese lugar, concretar varias aspiraciones de nuestro Pueblo. Ya sea el Juicio y Castigo a los represores, el No al ALCA en Mar del Plata, o la reapertura de las paritarias [3], creo que lo fundamental está en que él supo entender cuáles eran las necesidades y reclamos de nuestro pueblo y las hizo realidad.
Con Cristina (Fernández de Kirchner) pudimos profundizar ese rumbo y empezar a tocar intereses medulares del modelo neoliberal, como es la estatización de YPF o de las AFJP [4], o la Ley de Medios.
En el sur de Europa, la Troika viene imponiendo los mismos programas económicos que en los 90 el FMI imponía en América Latina. En el centro de estos programas está la deuda externa de los países, que se utiliza como instrumento para la cesión de soberanía política, la puesta en marcha de planes de ajuste estructural y la liberación de divisas para pagar una deuda impagable y de dudosa legitimidad. ¿Qué medidas tomó el Gobierno argentino en materia de deuda durante el kirchnerismo? ¿Qué consecuencias tuvieron estas medidas en el plano social?
Néstor Kirchner lo dejó en claro, nosotros tenemos que pagar primero la deuda interna, la deuda con nuestro pueblo que fue hambreado por años de política neoliberal, con nuestras madres y abuelas que perdieron a sus hijos en manos del terrorismo de estado. Fue en ese sentido que el gobierno planificó su política hacia la deuda externa, desendeudamiento para tener más soberanía, decisión política para no seguir las recetas del fracaso del FMI.
A partir de esas decisiones, hoy tenemos un país donde gobierna el elegido por el pueblo, y no algunos economistas del establishment. Y ese gobierno es el que elije, al revés de cómo pasaba en los 90, que el pueblo no sea la variante de ajuste cuando hay crisis o hay que tapar un bache.
En el sur de Europa el escenario sociopolítico evidencia una creciente desafección entre una parte cada vez más importante de la población y las instituciones políticas. ¿Consideras que esto es una consecuencia lógica del neoliberalismo? ¿Por qué motivos?
Para instalar el modelo neoliberal, de exclusión, hambre y miseria, de maximizar las ganancias de cada vez menos a costa del hambre de cada vez más, es necesario que el pueblo presente el menor grado de organización y resistencia. Para eso es fundamental “robarle” al pueblo su única arma para la transformación social, que es la política. Por eso desde los sectores concentrados de la economía, sobre todo desde los medios de comunicación, se busca desacreditar la práctica política, la militancia, la posibilidad de organizarse para transformar la realidad, reduciendo la política a uno profesión, de unos pocos señores de traje que buscan acumular plata y poder en función de sus intereses individuales.
Al mismo tiempo, cuando los partidos políticos tradicionales acuerdan sobre el modelo neoliberal, cuando ningún sector político plantea una crítica a ese modelo, los pueblos van perdiendo su identificación con ese sistema de partidos, de dirigentes políticos y busca nuevas formas de expresión. Esas nuevas formas de expresión tardan en traducirse en opciones políticas de poder.
Siguiendo con el neoliberalismo en el sur de Europa, la primacía de los intereses y la acumulación del poder económico y financiero están representando un condicionamiento cada vez más notable para cualquier política de inclusión social y redistribución de las rentas y la riqueza. ¿Cómo crees que desde las instituciones políticas es posible empezar a limitar el poder corporativo y favorecer la inclusión y la redistribución?
Cuando hay un gobierno que entiende que lo fundamental de la política es alcanzar la Justicia Social para el pueblo, el Estado y las instituciones en general son herramientas muy importantes para hacerle frente a las corporaciones que se enfrentan a esa Justicia Social. Pero para eso es fundamental la recuperación del sentido de la política como herramienta de transformación social e involucrar a las organizaciones del pueblo en la construcción de la Justicia Social.
En Argentina tenemos casos clarísimos, por ejemplo en el bloqueo de las organizaciones sociales a las estaciones de servicio Shell en el 2005, boicoteando a esa petrolera que atentaba contra los intereses de los Argentinos. Y también existen experiencias donde el Estado y las organizaciones construyeron herramientas para la distribución de la riqueza, por ejemplo la Asignación Universal por Hijo o el Plan de Cooperativas Argentina Trabajo.
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