09-02-2014
Turistas y campesinado
Próxima publicación del libro Turistas y campesinado: el turismo como vector de cambio de las economías campesinas en la era de la globalización, de Jordi Gascón y Diana Ojeda (Madrid; El Sauzal, Tenerife: FTR; ACA; PASOS. 2014). Adelantamos en primicia su introducción.
En unas semanas saldrá publicado el libro Turistas y campesinos: el turismo como vector de cambio de las economías campesinas en la era de la globalización. Escrito por Jordi Gascón y Diana Ojeda, reconocidos investigadores del fenómeno turístico desde una vertiente crítica, el trabajo será editado por el Foro de Turismo Responsable y por Pasos, revista de turismo y patrimonio cultural.
A continuación como primicia desde Alba Sud, organización miembro del Foro de Turismo Responsable, adelantamos la introducción del libro que han preparado ambos autores.
INTRODUCCIÓN, por Jordi Gascón y Diana Ojeda
Estudios turísticos y estudios rurales: una historia marcada por la indiferencia
La relación entre el crecimiento del turismo y sus consecuencias en otros sectores económicos no ha sido suficientemente estudiada. De hecho, predomina una visión apriorística que asegura que el desarrollo turístico impulsa a los otros sectores de forma automática. Y que esto lo logra a través de dos mecanismos: a) favoreciendo el establecimiento de infraestructuras que también les beneficia, y b) generando una demanda de bienes y servicios que esos sectores han de cubrir como proveedores (Cárdenas García 2013). Pero la realidad es, muchas veces, distinta.
Por un lado, las infraestructuras turísticas raramente son multiuso. Por el contrario, suelen crear polos de crecimiento que marginan territorios y generan desequilibrios geográficos. Y este fenómeno en nada ayuda a los otros sectores económicos. Muchas veces su construcción requiere terrenos y recursos financieros públicos en detrimento de esos sectores (Blázquez & Buades & Cañada 2011). Así, por ejemplo, los puertos deportivos suelen afectar negativamente la pesca artesanal (Cabrera Socorro & Cabrera Socorro 2004, Pascual Fernández 2004, Vargas del Río 2010). Otro ejemplo lo encontramos en la red ferroviaria creada en los últimos años en el Estado español en base a trenes de alta velocidad que está, por un lado, marginando zonas rurales a las que no da servicio pero al que se les ha reducido el de ferrocarril convencional, y por otro, troceando el espacio rural, limitando su interrelación y rompiendo las dinámicas del ecosistema (Iturbe 2011). Además, la creación de las grandes infraestructuras turísticas (aeropuertos, puertos, autopistas,...), generalmente financiados con dinero público, puede incrementar la deuda externa; una deuda que toda la economía del país tendrá que soportar (Blázquez & Murray & Artigues 2011).
Por otra parte, la supuesta capacidad del turismo a la hora de impulsar al resto de la economía a través de la demanda también es dudosa. Por ejemplo en los años '70, con el inicio del boom del turismo internacional, se crearon expectativas sobre las oportunidades que esta industria podía generar en la agricultura. Se partía de la premisa de que los grandes polos turísticos en ciernes requerirían ingentes cantidades de alimentos para cubrir las necesidades de huéspedes y trabajadores, y que esos suministros se obtendrían con la producción local (Lundgren 1975; Burns & Holden 1995; Cox & Fox & Bowen 1995; Rickard & Carmichael 1995). Sin embargo, ya en la década de los ’80 diversos estudios evidenciaron que el previsto enlace entre turismo y agricultura no estaba teniendo lugar, al menos de forma sustancial. Por diversas razones, como los gustos de la clientela o el desajuste entre requerimiento y oferta (la producción local no tiene los estándares de calidad exigidos por los hoteleros, o tiene dificultad para mantener el stock requerido), los complejos hoteleros preferían adquirir sus suministros fuera del territoro (Bélisle 1983; Latimer 1985). De hecho, en muchos lugares el turismo no sólo no favoreció el desarrollo agrario, sino que se convirtió en la puerta de entrada de productos foráneos que compitieron en el mercado local con los autóctonos (Torres 2000, 2003).
Si como hemos dicho, no se ha estudiado con la necesaria profundidad, y añadiríamos que con suficiente perspectiva crítica, las consecuencias del desarrollo turístico en los demás sectores económicos, su impacto en el sector agrario-campesino lo ha sido aún menos. Sin embargo, en los pioneros estudios de los años '70 sobre el turismo internacional sí se prestó atención a la relación turismo-campesinado. Ahí tenemos el clásico libro de Louis Turner y John Ash (1975), que descubría y describía cómo el turismo elevaba los precios de la tierra y degradaba los ecosistemas aumentando la pobreza rural. O el estudio de John Kelly sobre Hawái (1992 [1975]), en el que explicaba con detalle como el desarrollo turístico del archipiélago había llevado a la privatización de más del 70% de la costas, terminando con la pesca artesanal; así como las estrategias del sector inmobiliario y de las instituciones públicas para expulsar a los campesinos de sus tierras, a través de una escalada de precios o de la expropiación forzada, para crear infraestructuras turísticas. O los trabajos de Oriol Pi-Sunyer (1973), que explicaban cómo el sector turístico sustrajo mano de obra al sector agrario en Cataluña por los mejores salarios que ofrecía y por la inflación que generó. O los de Pieter van Vries en las Antillas (1972, 1981), donde describía cómo el turismo, además de consolidar el modelo económico dependiente y vulnerable que habían establecido anteriormente los monocultivos para la exportación, utilizaba a un productor parcialmente descampesinizado y enajenado de sus tierras como mano de obra barata. O el de Nancy Evans (1979), que mostraba cómo el desarrollo turístico en Jalisco requería del desplazamiento de campesinos y pescadores para la construcción de infraestructuras.
Esta línea de análisis crítico en los estudios turísticos se truncó en la década posterior. Como diversos investigadores han puesto en evidencia en los últimos años, la investigación del turismo fue centrándose en el análisis de la gestión y asumió un carácter acrítico (Ouriques 2005, Wearing & McDonald & Pointing 2005, Tribe 2006, 2008, Castillo Nechar 2012, Gascón 2012, 2013). En este proceso no fue ajena la influencia del sector empresarial, para el que buena parte del sector académico trabajaba o con el que estaba estrechamente relacionado (Pleumaron 2006, Thomas 2011). El análisis fiscalizador del turismo acabó siendo marginal.
Curiosamente, en el mismo periodo que los estudios turísticos adoptaban una visión cada vez más acrítica, los estudios rurales dieron un giro de 180 grados al revalorizar el modo de producción campesino. Durante la mayor parte del siglo XX, tanto el pensamiento capitalista como el marxista ortodoxo consideraban la desaparición del campesinado como una ley irreversible, cuando no una necesidad para el desarrollo (Giner & Sevilla Guzmán 1980). Pero este planteamiento empezó a cambiar en los ‘70. Propuestas surgidas de un marxismo revisado por la visión ecologista y de un anarquismo histórico revalorizado (la recuperación del Narodnismo) empezaron a cuajar en el ámbito de los estudios rurales. Fue entonces cuando se dejó de ver al campesino como una categoría histórica cuyo rol se circunscribía a un periodo temporal pretérito, y empezó a ser considerado un modelo específico de manejo y explotación de los recursos naturales y de los agrosistemas (Sevilla Guzmán 2006). Una forma de manejar los agrosistemas social, económica y ecológicamente sostenible [1].
Una especialidad, los estudios turísticos, cada vez más dirigida a cubrir los requerimientos técnicos (e ideológicos) de un sector económico en fuerte crecimiento, por un lado. Otro campo de investigación, los estudios rurales, que recupera el rol del campesino enfrentándose a los intereses del gran capital agroindustrial, por otro. Era difícil que surgiera una interrelación entre las dos: partían de cosmovisiones opuestas. De hecho, y aun cuando en muchas ocasiones trabajan sobre el mismo contexto, el espacio rural, ambas materias se han desarrollado durante décadas una a espaldas de la otra. Casi se podría afirmar que, excepto algunas pocas y destacables excepciones, se han ninguneado.
Los estudios turísticos han obviado, algunas veces flagrantemente, los análisis y debates existentes en los estudios rurales. Como se hace patente en los diferentes capítulos que componen el presente libro, para los estudios turísticos la idea de que el crecimiento económico en base al turismo favorece a todos los sectores sociales implicados se ha convertido en un axioma implícito, sin entender las complejidades que se dan en el mundo rural entre sectores económicos, modelos de producción y agro-ecosistemas. No quiere decir esto que los estudios turísticos no trabajen la "ruralidad", sino que lo hacen sin tener en cuenta los debates y análisis que se están dando en los estudios rurales desde hace casi medio siglo, especialmente en relación a la (re)valoración de la economía campesina. A lo largo del presente libro se examina con mayor detalle esta afirmación.
Por su parte los estudios rurales simplemente han tendido a eludir, durante mucho tiempo, el papel del turismo como vector de cambio en el mundo rural, aun cuando su rápido crecimiento lo convertía en un fenómeno patente hasta en los lugares más recónditos del planeta. Sólo hay que fijarse en las publicaciones académicas más prestigiosas en el ámbito de los estudios rurales, como el Journal of Agrarian Change o el Journal of Peasant Studies, donde el término "turismo" (o sus variantes: ecoturismo, agroturismo, etc.) es una rareza en las palabras-clave (keywords) de los artículos publicados. Y eso considerando que algunas de las materias de análisis más significativas surgidas en la última década (la Nueva Ruralidad, la pluriactividad campesina, etc.) se refieren al proceso de terciarización del mundo rural. Es decir, a la conversión de los espacios rurales en proveedores de servicios; entre ellos, los de ocio (Cristovao y Pereiro, 2012) [2].
Más allá de los temas concretos analizados en el libro, el presente trabajo quiere ayudar a establecer puentes entre estos dos desarrollos interdisciplinares. Unos puentes que están surgiendo tímidamente. Por un lado, porque a los estudios rurales ya no le es posible obviar el fenómeno turístico; el turista se ha convertido en un componente característico del paisaje, en los que genera cambios sustanciales. Por otro, porque en los últimos años ha surgido una corriente en los estudios turísticos, el Turismo Crítico o Giro Crítico (Critical Turn), que va más allá de la crítica ontológica o académica del fenómeno: tiene explícitamente un compromiso político a favor de la justicia social, la equidad y la lucha contra la opresión (Ateljevic et al 2007). Desde esta perspectiva parece más fácil hallar espacios de vinculación con los estudios rurales.
El turismo como vector de cambio en el mundo rural
Favorecer el establecimiento de lazos entre los estudios rurales y los estudios turísticos es el objetivo metodológico de la presente publicación. Un segundo propósito, éste de carácter temático, es exponer como el turismo se ha convertido en un vector, entre otros, de cambio en el mundo rural.
El presente libro se compone de cuatro estudios encargados a sus autores por el Área de Estudios de la plataforma Foro de Turismo Responsable, dentro del programa Comercio Justo, Turismo y Consumo Responsable: un apuesta para la economía social, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID). Estos cuatro trabajos tienen como hilo argumental el papel del sector turístico en los cambios globales que caracterizan actualmente el mundo rural.
El primero (Paraísos perversos: el turismo como estrategia de conservación neoliberal. El caso del Parque Nacional Natural Tayrona, Colombia) se acerca a los cambios que vive el espacio rural cuando se convierte en un espacio protegido. Más concretamente, analiza los efectos en la economía campesina local y los conflictos socioambientales que se generan cuando, por mor a principios neoliberales dominantes, los servicios turísticos de estos espacios se ceden en forma de concesión privada a empresas foráneas. El capítulo, basado en un análisis etnográfico, se centra en el caso del Parque Nacional Natural Tayrona, situado en el norte de Colombia.
El segundo capítulo (¿El campesino en la cadena de suministros del sector turístico? Posibilidades y riesgos de la Teoría del Enlace Inducido) analiza una propuesta de desarrollo agrario con base al turismo surgida la década pasada, y que ha despertado el interés de sectores académicos, de la cooperación al desarrollo y de instituciones multilaterales: la Teoría del Linkage o del Enlace Inducido. Esta teoría preconiza la conversión del campesino en proveeddor de alimentos de los grandes complejos turísticos como estrategia para combatir dos problemas: la pobreza rural y el creciente aumento del Indice de Retorno o Leakage en los denominados países del Sur. Para conseguirlo, la Teoría del Enlace Inducido propugna modernizar la agricultura campesina, pues sólo de esta forma puede hacer frente a las exigencias del sector turístico: volúmenes de producción, mantenimiento de los stocks, calibre del producto, condiciones de presentación, etc. Pero cualquier transformación en el modelo productivo y de comercialización implica cambios en la estructura social y en las relaciones de producción y con el ecosistema. El capítulo analiza los riesgos y posibilidades que comportan esta modernización reclamada al campesinado, y a qué procesos puede dar lugar.
Los capítulos tercero (Las políticas del sector del transporte aéreo para reducir su papel en el Cambio Climático y sus efectos en la economía campesina) y cuarto (El turismo a larga distancia en la era del fin del petróleo barato: la "solución" de los biocombustibles para el transporte aéreo y sus efectos en la economía campesina) se centran en las políticas que el sector turístico, y concretamente el del transporte aéreo, están planteando para hacer frente a dos factores que limitan su crecimiento: el ascendente papel que juega la aviación en el cambio climático, y el fin del petróleo barato. En el primero de estos dos capítulos se analiza la participación de la industria aeronáutica en el mercado de derechos de emisión de gastos invernadero, un mercado contestado por los movimientos sociales campesinos porque impulsa la dedicación de espacios rurales al desarrollo de programas de compensación que expulsan al productor local de sus tierras.
En el cuarto capítulo se estudia cómo el sector del transporte aéreo se enfrenta a una situación que pone en riesgo su viabilidad: el incremento de los precios del combustible fósil desde finales de los '90, en un contexto en el que ya se adivina el fin del petróleo como matriz energética del planeta. La apuesta por los agrocombustibles es una de las estrategias que el sector ha encontrado para enfrentar este problema, estrategia que acentúa la presión sobre los recursos agrarios dedicados a la producción de alimentos y, por ende, sobre los agro-ecosistemas campesinos.
Los cuatro estudios/capítulos que conforman la presente publicación evidencian ese papel del turismo como vector de cambio en las economías y sociedades campesinas. La hipótesis sobre las que gira el libro es que las propuestas que el turismo presenta para enfrentar sus limitaciones, y ante la decisión de no solo no reducir la actividad, sino incrementarla, muchas veces acaba tornándose en un esquema tipo "Problema-Solución-Problema". Es decir, son propuestas que plantean supuestas soluciones que, además de no solventar los problemas que pretenden enfrentar, terminan convirtiéndose en vectores de otros nuevos. En concreto, en vectores de procesos globales (landgrabbing, enajenación de recursos agrarios, desvío de recursos públicos, etc.) que empobrecen las sociedades campesinas y el mundo rural.
Los autores
Diana Ojeda (Bogotá, 1980) es doctora en geografía por Clark University. Su trabajo se enfoca en el análisis crítico de conflictos socioambientales, sobre todo en la articulación entre discursos verdes y procesos de acaparamiento de los recursos. Actualmente es docente e investigadora del Departamento de Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia. Es autora de artículos en revistas científicas internacionales, entre los que destacan “War and tourism: The banal geographies of security in Colombia’s “retaking”” (Geopolitics, 2013), ““Indígenas “auténticos” y campesinos “verdes”: Los imperativos identitarios del turismo en Colombia” (con Marie-Laure Guilland, Cahiers Des Amériques Latines, 2012) y “Green pretexts: Ecotourism, neoliberal conservation and land grabbing in Tayrona National Natural Park, Colombia” (Journal of Peasant Studies, 2012).
Jordi Gascón (Barcelona, 1966) es doctor en antropología social por la Universitat de Barcelona, y está especializado en estudios rurales. Sus ámbitos de investigación son los impactos del turismo en el mundo campesino, el turismo como instrumento de cooperación al desarrollo, y las políticas agrarias en América Latina. Miembro de la Xarxa de Consum Solidari, es también docente universitario en la Universitat Oberta de Catalunya. Actualmente es Investigador Sénior adscrito al Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) de Ecuador. Entre otros libros es autor de Gringos como en sueños: Diferenciación y conflicto campesino en los Andes peruanos ante el desarrollo del turismo (Lima, 2005), Viajar a todo tren: Turismo, desarrollo y sostenibilidad (con Ernest Cañada. Barcelona, 2005), El turismo en la cooperación internacional (Barcelona, 2009), ¿Cambio de rumbo en las políticas agrarias latinoamericanas?: Estado, movimientos sociales y soberanía alimentaria (con Xavier Montagut. Barcelona, 2010. Reeditado por FLACSO-Ecuador en 2011) y El turismo en el inicio del milenio: Una lectura crítica a tres voces (con Joan Buades y Ernest Cañada. Madrid, 2012), además de artículos en revistas científicas internacionales.
Referencias bibliográficas:
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