29-10-2014
“Não somos pescadores, somos homens do Mar”. Resistencia de los pescadores artesanales en la bahía Guanabara, Rio de Janeiro
Grettel V. Navas | Alba SudLa historia de Alexandre Anderson, pescador artesal y presidente de la Asociación Hombres y Mujeres del Mar (AHOMAR), bajo amenaza por defender la bahía de Guanabara frente a la expansión de Petrobras.
Crédito Fotografía: AHOMAR
El pasado sábado 11 de octubre tuve la oportunidad de conversar con Alexandre Anderson, pescador, fundador y actual presidente de la Asociación Hombres y Mujeres del Mar (AHOMAR), una organización de 1.870 pescadores y pescadoras de la Bahía de Guanabara en el Estado de Río de Janeiro. Desde el año 2000 lideran una lucha contra la contaminación y los efectos negativos de las construcciones de la empresa de capital brasileño PETROBRAS, entre los que se destaca el Complejo Petroquímico en el municipio de Itaborai (a escasos 25 kilómetros de la Bahía).
"Somos activistas obligados, resistimos o morimos"
Desde la ciudad de Río de Janeiro cruzamos la Bahía de Guanabara y llegamos a la ciudad de Niterói, donde Alexandre se refugia con su familia (esposa, hijos y nieto) en un apartamento pagado por el Gobierno Federal. Esta situación es producto de las múltiples amenazas de muerte y seis atentados que recibió en los últimos años. Entre 2009 y 2013 Alexandre vivió bajo el Programa de Protección a los Defensores de los Derechos Humanos, que le permitía tener una escolta las 24 horas al día para garantizar su seguridad. Pero esa figura no fue suficiente, aún estando custodiado por el Programa sufrió varios atentados con armas de fuego que impactaron directamente en su cuerpo y la barca en la que viajaba. Por ello, desde este año se encuentra en “situación de exilio”, lo que implica tener que cambiar de residencia cada cierto tiempo alrededor del Estado para desviar la atención de aquellos quienes pagarían por su vida y así cesar su militancia contra la empresa Petrobras.
Alexandre Anderson en la Universidad Federal Fluminense, octubre 2014. Foto de Grettel Navas.
Esta situación, además de perturbar a su familia por el cambio constante de residencia lo aleja de Magé, de la playa, su lugar de pesca y de la lucha que daba in situ con los otros y las otras pescadoras. Si bien teme por su vida y por la de su familia, Alexandre decidió realizar una militancia distinta y alza la voz de los pescadores tanto en Brasil como en el mundo entero. Contar la historia de AHOMAR y gritarla al mundo en diferentes espacios (académicos, organismos internacionales, fundaciones, congresos…) es para él importante en la medida que pueda hacer un llamado a la comunidad internacional para condenar las acciones a las que los y las pescadoras de la Bahía Guanabara se están exponiendo por el simple hecho de resistir y luchar por mantener sus modos de vida. Su exposición internacional lo ha llevado a recibir asilo político por parte de Holanda, Alemania, Irlanda e Italia.
El costo socioambiental del crecimiento económico brasileño
En 2007, cuando el presidente Lula da Silva estaba en el poder, el gobierno brasileño inauguró el Plano de Aceleração do Crescimento (Plan de Aceleración del Crecimiento o PAC) que consistió, entre otras cosas, en aumentar la inversión en infraestructura para la extracción de gas y petróleo. Dentro del PAC se encuentra la construcción del Complejo Petroquímico de Rio de Janeiro (Comperj), comprende 4.500 hectáreas, una según la documentación del caso en el Atlas de Justicia Ambiental tendrá una inversión de 21.000 millones de dólares norteamericanos (Rocha, 2014) y tiene como objetivo aumentar la capacidad de refinería de Petrobras y así atender el aumento de la demanda brasileña con otros derivados como diesel, nafta petroquímica, queroseno de aviación, coque y gas de cocina. Las construcciones comenzaron en el 2008 y se prevé que estén finalizadas en el 2016.
Si bien el Comperj se ubica en otro municipio, Itaborai, su bahía es utilizada para el estacionamiento y manutención de buques petroleros, astilleros, plataformas para la reparación de barcos entre otras instalaciones, las cuales además requieren de un perímetro de seguridad mucho más amplio que el espacio que ocupan físicamente, y en todo ese perímetro es prohibido el ingreso de cualquier pescador. Asimismo, el riesgo ambiental de tener esas embarcaciones tiene bajo amenaza constante los ecosistemas marítimos (los que quedan vivos) y la actividad productiva de las y los pescadores artesanales. Entonces, si bien en la Bahía no se extrae petróleo se ubica toda esta maquinaria que junto con oleoductos y gasoductos causan barreras físicas para los pescadores y mortandad de peces por las altas temperaturas en que se transporta.
Para el inicio de las obras no se realizó ningún proceso de consulta ni proceso participativo con los pescadores, quienes están reconocidos por el Convenio 169 de la OIT como comunidades tribales por ser herederos de los saberes ancestrales de los Caiçaras del pueblo Tupi que habitaban la isla y vivían de la pesca desde el siglo XVI.
Bahía de Guanabara, en el fondo construcciones de PETROBRAS. Foto de Grettel Navas.
La pesca artesanal como actividad productiva está amenazada en todo el mundo y los conflictos entre pequeños pescadores y pesca industrial son cada vez más comunes. Sin embargo, en el caso de AHOMAR, el conflicto se ha desatado principalmente por dos causas: la apropiación del espacio físico de la Bahía (por las construcciones de Petrobras) y la contaminación de sus aguas (que responden a políticas históricamente disfuncionales de saneamiento).
La Bahía de Guanabara está ubicada en el estado de Río de Janeiro, comprende 4.066 km² y además de ser la segunda Bahía más grande de Brasil (después de la Bahía de Sepetiba) es una de las más contaminadas. Su degradación progresiva se debe a las políticas (inexistente o precarias) de saneamiento del Estado de Rio de Janeiro. La mayoría de las aguas negras, desechos industriales y residuos sólidos de la ciudad desembocan en la bahía, lo que desde antaño ha producido mortandad de diferentes especies de animales y afectación directa a los siete municipios y las islas que baña la Bahía.
Sin embargo, por sus características biofísicas, el agua de la Bahía está en constante intercambio con las del océano por lo que al parecer ésta se regenera, tiene resiliencia suficiente y se autolimpia constantemente. Para los pescadores de AHOMAR, si la contaminación fuera su única amenaza habría actividad pesquera por doscientos años más. Su verdadera afectación –según afirma Alexandre Anderson– es la industria gasífera y petrolífera que se ha ido imponiendo desde la construcción de la Refinería Duque de Caxias (Reduc), que inició su actividad en 1961. Esta refinería fue lamentablemente noticia el año 2000 por uno de los mayores accidentes ambientales que se ha producido en Brasil, cuando por una negligencia se produjo el derrame de 1.3 millones de litros de petróleo. Las consecuencias se observan hasta el día de hoy, ya que la contaminación la Bahía no puede regenerarse.
Resistencia de los pescadores artesanales en la Bahía Guanabara
En el año 2000, después del derrame de petróleo por el REDUC, los pescadoras y pescadores comenzaron a denunciar esa y otras externalidades negativas en la Bahía. Para ello se vieron obligados a crear una organización de participación legítima para la defensa de sus derechos como ciudadanos, de ahí la idea de la creación de la organización AHOMAR, alegando que más allá de ser pescadores ellos y ellas eran “hombres y mujeres del mar”. La asociación fue legalizada finalmente el 13 enero del 2007 con 498 pescadores y pescadoras, que a día de hoy han aumentado hasta los 1.870, con el objetivo de proteger la Bahía y la actividades pesquera artesanal.
El conflicto se fue intensificando y en 2009, los pescadores de AHOMAR ocuparon las obras en las se estaba construyendo un gasoducto submarino y terrestre para la transferencia de gas natural (GNL) y de gas licuado de petróleo (GLP). Esa construcción dejaría totalmente disfuncional la pesca la playa Mauá - Magé, lugar del que es originario es Alexandre y donde además pescan la mayoría de los asociados de AHOMAR. La ocupación duró 38 días y fue el hito que marcó el inicio de un conflicto mucho más violento entre Petrobras y los pescadores de AHOMAR. Desde ese momento los pescadores han sido amenazados, cuatro de ellos fueron asesinados y uno de ellos se suicidó por el stress del conflicto, según aseveró Alexander.
Toma del gaseoducto. Foto de AHOMAR.
En mayo 2009, Paulo Santos Souza, en aquél momento tesorero de AHOMAR, fue víctima de un asesinato en su propia casa de habitación. En 2010 uno de los fundadores de AHOMAR, Márcio Amarotambién fue asesinado. El hecho ocurrió al frente de su esposa e hijos. Los últimos asesinatos fueron los de Almir Nogueira de Amorimy João Luiz Telles Penetra en junio del 2012. El manifiesto de repudio a estos hechos fue firmado por más de cien organizaciones de diversas partes del mundo. En él se relata lo sucedido del siguiente modo: “ambos desaparecieron el viernes 22 de junio de 2012, cuando salieron a pescar. El cuerpo de Almir fue encontrado el domingo 24 de junio, amarrado junto al barco, que estaba sumergido cerca de la playa de São Lourenço, en Magé, Rio de Janeiro. El cuerpo de João Luiz Telles (Pituca) fue encontrado el lunes 25 de junio, con pies y manos amarrados y en posición fetal, cerca de la playa de São Gonçalo, Rio de Janeiro” (AHOMAR, 2012).
Para Alexandre esos asesinatos fueron, además de grandes pérdidas para la organización, un mensaje directo a los miembros de AHOMAR para que cesaran su lucha. Lo sucedido entristeció profundamente a los pescadores, los debilitó y generó miedo en la bahía pero no los desmovilizó, sino que los empujó a luchar con más fuerza y ahínco, ahora también por el recuerdo de quiénes se fueron. Alexandre afirma que además de esas muerte, y del suicidio por stress del otro compañero, decenas de pescadores ya sufrieron “asesinatos invisibles”, y que él mismo es víctima al sentir una profunda tristeza por no poder pescar, vivir bajo amenazas y fuera de su lugar de residencia.
Según el Deadly Environment, Brasil es el país del mundo con más muertes de ambientalistas, con 448 casos reportados entre los años 2002 y 2013, seguido por Honduras, con 109 en el mismo período. El incremento de muertes es una constante en América Latina, así como su impunidad. En éste último punto, Brasil no ha sido una excepción y a pesar de los manifiestos y reportes de Amnistía Internacional y otros organismos, ninguna de las cuatro muertes ha sido esclarecida, como tampoco los atentados directos que Alexandre recibió. Aunque según AHOMAR los asesinos son personas pagadas por personas que están obteniendo ganancias económicas de la industrialización de la Bahía, funcionarios del Estado de Río de Janeiro, del gobierno Municipal y de la seguridad pública local.
Fortalecimiento de la organización y nuevas estrategias de resistencia
Cuando ocurrió el derrame de REDUC quienes avisaron de la contaminación ambiental fueron los pescadores, así como cuando la Bahía sufre algún daño son las y los pescadores quienes, por su relación tan cercana, los que se dan cuenta con inmediatez de esas irregularidades. El accionar del gobierno brasileño en tomar decisiones que sólo tienen un enfoque economicista y de crecimiento del PIB, como la explotación de petróleo y gas, sin tomar en cuenta a las comunidades es excluir a quienes podrían ser los mejores aliados para la seguridad social, ambiental y económica de la Bahía. Sin embargo esas sinergias por el choque de percepciones, de valores y de la intensidad del conflicto parece ahora imposibles. Al parecer, PETROBRAS designó un vocero para comenzar un diálogo con los pescadores y cesar el conflicto, pero cuando se le preguntó recientemente a Alexandre sobre cómo habían ido esos acercamientos, respondió no haber estado en ninguno diálogo.
El conocimiento y los saberes ancestrales que tienen los pescadores sobre la bahía, sobre sus ciclos, sus especies, su zonificación no se toma en cuenta por parte del gobierno brasileño, quien mediante PETROBRAS ve a la Bahía solamemente como un espacio para el parqueo de buques, de experimentación y limpieza de barcos. Tampoco los toman en cuenta los habitantes de la ciudad de Río de Janeiro, quienes perciben la bahía como un depósito de aguas residuales, de desechos sólidos e industriales. Los intentos de limpieza de la bahía comenzaron en la década de los noventa, de éstos el más conocido es el “Programa de Descontaminación de la bahía Guanabara” financiado por el gobierno japonés y que terminó en un despilfarro de recursos económicos sin cambios reales.
Pescados muertos, Isla de Plaquetá (19/10/2014). Foto de Tatiana Dos Santos.
AHOMAR ha realizado también un esfuerzo por innovar y ampliar sus estrategias de lucha para proteger la bahía y garantizar la actividad de aquellos jóvenes –cada vez menos– que quieren seguir el ejemplo de sus padres y ser pescadores. Una de ellas ha consistido en tratar de mostrar la “cara bonita” de la bahía, explicar que ésta tiene vida, y que sus ecosistemas aunque se encuentren en una situación muy crítica pueden ser salvados. Así, desde hace tres años, y con ayuda de estudiantes de maestría y doctorado están creando mapas para un mejor conocimiento de la Bahía e indicar las posibles zonas de exclusividad y así en un futuro intentar influir en las decisiones políticas que se tomen en relación a la Bahía.
Paradójicamente, el gobernador de Rio de Janeiro junto con la organización de las Olimpiadas del 2016 expone a la bahía de Guanabara como un espacio atractivo para las competencias de vela. Tal vez y la presión de los atletas o su rechazo a ingresar a la Bahía por la contaminación ambiental y la violencia social antes mencionada sirva como medida de presión para materializar las promesas. El tiempo ya comenzó a apretar.
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