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Artículo de Opinión | Turismo Responsable | España

13-06-2016

No entienden nada

Ernest Cañada | Alba Sud

Respuesta a las recientes declaraciones de Javier Gomez Navarro, presidente de la Asociación de Turismo de Madrid, en las que aconsejaba a los hoteleros cómo evitar la “turismofobia” creciente.


Crédito Fotografía: Alba Sud.

Javier Gomez Navarro, presidente de la Asociación de Turismo de Madrid, aconseja a los hoteleros como evitar la “turismofobia” en declaraciones recogidas por Hosteltur y realizadas en un foro sobre turismo. Reconoce que el turismo genera rechazo en destinos saturados como Baleares o Barcelona porque, afirma, a la ciudadanía no le llegan los beneficios de esta actividad, y recomienda medidas comunicativas como “no ser ostentosos” y que deben “evidenciar que parte de sus beneficios la dedican a la sociedad para hacerle partícipe de su éxito, por ejemplo a través de labores de beneficio”.

Vayamos por partes, porque esto no más que un ejemplo de que no entienden nada y que así vamos a un escenario de mayor conflicto, que no de turismofobia, ese espantajo que sacan a relucir cuando alguien critica cómo tienen montado el negocio.

Esto no es un problema de comunicación o de obras sociales. El malestar de una parte creciente de la ciudadanía con la industria turística tiene que ver con dos cosas fundamentales. Primero, que el retorno social que genera el turismo es mínimo. Tanto en términos fiscales como laborales. Y cuidado cuando se habla de usar determinadas formas de fiscalidad turística para actividades que no sean meramente la promoción turística, cuando lo que deberíamos hacer es fortalecer una fiscalidad que no solo repare los daños causados por esa misma actividad si no también para  promover otras actividades que reduzcan la dependencia con el turismo.  Además el empleo que está generando el turismo es cada vez más precario: inestabilidad, temporalidad, baja remuneración, sobrecarga de trabajo, contratación a tiempo parcial que a menudo deriva en fraude, subcrontrataciones cada vez más extendidas, abusos de diversos tipo, situaciones flagrantes de discriminación y desigualdad para las mujeres, elevados riesgos en la salud tanto física como psíquica. Y si no se lo creen hablen de verdad con las camareras de piso, con los cocineros, con los camareros de barra, con las recepcionistas.

Segundo, la expansión del turismo no solo contribuye muy poco al bienestar común, sino que además conlleva daños cada vez mayores sobre su entorno. Sobresaturación y aglomeración en el transporte y determinados espacios, incremento de los precios, expulsión hacia las periferias del vecindario de ciertas áreas turistizadas que no puede competir con las rentas del alojamiento turístico, contaminación, incremento del gasto público destinado a subvencionar sus necesidades, destrucción de territorios naturales.

Más que que preocuparse por las expresiones de “turismofobia”, los empresarios hoteleros junto con sus colegas en otras ramas de esta actividad harían bien en bajar a la calle y hablar con la gente. Si necesitan alguna estrategia de comunicación es precisamente esta: menos marketing social y más escuchar a la ciudadanía común y a los trabajadores y trabajadoras del sector. Y entender que, efectivamente, las razones por las cuales palabras como “redistribución”, “creación de riqueza” o “responsabilidad social” suenan a cuentos chinos y más de lo mismo, es decir más turistización. Que esto tiene que ver con un conflicto social creciente entre acumulación de capital y las posibilidades de una vida digna para la mayoría de la gente común. Y por eso palabras como decrecimiento empiezan a cobrar cada vez más sentido en cualquier política turística que se precie de defender el bien común. Que esto no vaya a ser fácil nadie lo duda, ni tampoco que las transiciones en territorios hiperturistizados se ha convertido en un reto mayúsculo, pero o empezamos a pensar políticas en esta dirección o esto no habrá estrategia comunicativa que lo arregle, pues ya no es tiempo para paños calientes. Que vamos a un conflicto social cada vez más agudo. A ver si lo entienden.