31-08-2017
Cancún en el caribe mexicano
Reproducimos el prólogo de la Rectora de Universidad del Caribe, Ana Pricila Sosa Ferreira, al libro de Christine Mc Coy, El espejismo de Cancún. Análisis del desempeño y evolución de un destino turístico, publicado por Alba Sud Editorial (Barcelona, 2017).
Crédito Fotografía: Cancún. Imagen de Antonio Aledo.
Cancún, con sus apenas 47, años es un destino bien posicionado en los ámbito nacional e internacional (Macías, 2009 y Sánchez, 2014), con más de treinta mil cuartos de hotel más una oferta inmobiliaria para segundas residencias de turistas de larga estadía, y recibiendo más de 4.5 millones de turistas anualmente (SEDETUR, 2016). Además de las lecturas optimistas de éxito ante estas cifras, también se ha producido literatura que cuestiona el “desarrollo” de Cancún y su realidad social y urbana. Iniciando con la crítica de Ana García (García, 1979), a partir de entonces diversos análisis han venido planteando los problemas que han acompañado el crecimiento del destino (Ambrosie, 2014; Campos, 2009; Hiernaux, 1999 y 2001; Macías, 2009; Romero, 2009). Bajo un enfoque novedoso, Christine McCoy presenta con este libro una nueva visión crítica de este proyecto.
Se puede descargar el libro en pdf haciendo clic aquí.
La evolución de Cancún en estas décadas de expansión e impactos invita a una revisión desde la óptica de su influencia para ir expandiendo el modelo masivo de sol y playa al resto del Caribe Mexicano. A partir de los setentas Cancún se integró en el modelo de turismo masivo de sol y playa que ya entonces se expandía en la región del Caribe, y que lo caracteriza actualmente. Esta integración fue favorecida por las características paisajísticas que comparte con ese entorno, pero sobre todo por las políticas públicas que la han insertado deliberadamente en este modelo. El proyecto Cancún está inspirado, diseñado y desarrollado para formar parte de este contexto del Caribe (Fondo Antonio Enríquez Savignac, exp. 5 y Fondo Pedro Dondé, Vol 1).
Los estudios preliminares para la creación de Cancún como Centro Integralmente Planeado describen cómo fue estudiada el área y se optó por sumarse a la estructura de esa actividad en expansión y dentro de ese esquema. Puede afirmarse que comparte el modelo caribeño porque su estructura de inversión, el tipo de oferta (hotelera y de servicios) y el tipo de demanda semejante que atiende (per l del turista y características del viaje). La oferta y demanda en el área se fue homogenizando aún más, y a partir de los noventas ya se hizo patente la competencia entre los destinos del Gran Caribe (Sosa y Jiménez, 2012). Las características ambientales que conforman los atractivos (clima, playas blancas, arrecife y manglares protegiendo la costa, temperatura y claridad del agua, etc.) son comunes pero también lo son los problemas socioeconómicos y urbanos derivados del modelo (Daltabuit et al, 2006).
Cancún en construcció. Imagen de Antonio Aledo.
El proyecto Cancún fue resultado de la investigación sobre el turismo en el mundo, en particular en el Caribe y en el sureste de México para elegir el sitio y diseño urbano y de destino realizada por el gobierno mexicano. Su objetivo era el desarrollo regional en la Península de Yucatán. En su despegue y desarrollo estuvo implicado el Banco de México con importantes inversiones, gestión y coordinación sectorial y de distintos niveles de gobierno. La administración pública se hizo cargo de crear infraestructura y facilitar las inversiones, pero también de vender suelo a empresas y particulares, otorgar financiamiento, pagar el seguro a las aerolíneas para que mantuvieran sus vuelos e incluso invertir en empresas de hospedaje. Un esquema similar es sin duda impensable en la realidad actual de la administración pública.
El programa económico y político neoliberal del país que inicia en los ochentas desmanteló la política turística y la gestión de los Centros Integralmente Planeados (CIP) como Cancún, entregando al sector privado y al mercado sus activos e intervención, y dejando a los gobiernos estatal y municipal la mínima gestión para facilitar inversiones, anulando la coordinación sectorial (Jiménez y Sosa 2012) y desde luego desregulando. Sin embargo, la gestión previa, completa e integral impulsó el proyecto lo suficiente para que continuara, aunque arrastrando algunos errores de planeación y abandonando aspectos del plan original, lo que generó problemas urbanos, económicos sociales y ambientales.
A pesar de la atención y recursos prestados al proyecto, existieron errores que repercutirían en los problemas posteriores. Por ejemplo, las obras en la Laguna Nichupté, que por su fragilidad y el cierre de sus principales canales de conexión al mar, más otros impactos de descargas, presenta problemas de contaminación que hasta la fecha no han sido resueltos. O la proyección sobre el crecimiento de la población, que en la planeación de desarrollo de viviendas no fueron consideradas inicialmente las destinadas a trabajadores de la construcción y otros no calificados, lo cual generó un problema social y condujo a una “solución” basada en la construcción de colonias en condiciones de desventaja frente al resto de la ciudad, así como permanentes invasiones de tierras. Otra omisión grave fue autorizar las construcciones que destruyeron las dunas a lo largo de la zona hotelera, con el n de que los hoteles aprovecharan al máximo la cercanía de la playa. En los detallados estudios preliminares del proyecto Cancún, la UNAM entregó uno de ellos en los que advertía sobre la dinámica de la costa y la necesidad de construir detrás de la duna para evitar la pérdida de arena (Fondo Antonio Enríquez Savignac, exp. 5). Esto no se respetó y ha exigido la realización de costosas obras a cargo del erario público para recuperación de playas. Este esquema erróneo se repite a lo largo de la costa del Caribe Mexicano, con las mismas consecuencias.
Los estudios sociales preliminares del proyecto Cancún fueron cuidadosos en sus recomendaciones. Llama la atención la sugerencia de sustituir el término “pueblo de apoyo” o “ciudad de servicios” porque implica una función única de servir, sustituyéndola por la de ciudad o comunidad (Universidad del Caribe, Fondo Pedro Dondé, vol. IV). Y en efecto, el objetivo del proyecto era el desarrollo regional y el destino turístico planeado es un medio para ello. El diseño urbano pretendía también crear una ciudad amable hacia sus habitantes; sin embargo, por el rápido crecimiento y errores de proyección los planes fueron rebasados y el rezago urbano y de servicios se presentan desde los años ochenta y se incrementan permanentemente. Este desorden aumentó con el incumplimiento de los planes de desarrollo urbano para conceder cambios de uso de suelo e incrementos de densidades. Las necesidades de la comunidad local en cuanto a lo urbano, cultural o en servicios no fueron prioridad. La coordinación sectorial se abandonó al igual que la perspectiva de desarrollo regional.
Cancún en construcció. Imagen de Antonio Aledo.
Así, aunque la meta del proyecto Cancún como polo de desarrollo para la región se fue haciendo inviable, el proyecto había logrado un gran impulso por la intensa gestión pública, con la participación de las diferentes instancias de gobierno y los distintos niveles, y se concentró desde entonces solamente en crecimiento de infraestructura turística y de inversiones. En la actualidad un proyecto gubernamental como Cancún es impensable. La lógica de la economía mixta y el Estado interventor e inversionista es parte de la historia del siglo pasado. Es la razón por la que los otros CIPs, Loreto, Ixtapa y Huatulco, no recibieron los recursos o la gestión que se otorgó a Cancún. Tampoco los otros destinos del Caribe Mexicano contaron con planeación, gestión y recursos como los de Cancún.
El modelo del Gran Caribe y del Caribe Mexicano se caracteriza por la expansión, desde los noventas, de grandes inversiones hoteleras, predominantemente españolas en diversos destinos y un mercado primordialmente norteamericano y europeo lo que para ciertos enfoques se ha considerado que constituyen enclaves económicos (Daltabuit et al, 2006: 41). Esta lógica del proyecto Cancún va a trasladarse al resto del Caribe Mexicano; pero no solamente en el tipo de inversiones y de mercado, sino que, en el nuevo contexto de Estado mínimo, el crecimiento turístico acelerado y desordenado se acompañó también de la dinámica de rezago urbano y social y deterioro ambiental.
En la década de los noventas el Gran Caribe continuó su crecimiento turístico con una clara homogenización de la oferta y la consecuente competencia entre destinos. Cuba se agregó a la oferta y compite también con el Caribe Mexicano, tratando de atraer el mismo tipo de inversión y de oferta (cadenas principalmente españolas) y al turista europeo, reforzando el predominio del modelo masivo de sol y playa y de sus impactos, señalado por algunos autores como la “balearización de la región” (Buades, 2006; Jiménez, 2010).
Otro fenómeno que se produjo durante los años noventa, y quizá el más influyente, es el explosivo crecimiento de la Riviera Maya, que dejó de ser solamente una zona de oferta de actividades complementarias para los turistas de Cancún, como había sido hasta entonces, para convertirse en el mayor destino turístico. De una oferta menor a cien cuartos en 1993, la Riviera Maya (nombre mercadológico para referir al municipio de Solidaridad, en la franja de costa desde Puerto Morelos hasta Tulum, teniendo como centro político la ciudad de playa del Carmen) registró cerca de treinta mil en 2005; mientras que el municipio de Solidaridad pasó de 8 mil habitantes a ciento cincuenta mil en ese mismo lapso (Paz, S. y Paz, M. s/f: 7). Cuando se creó ese municipio en 1993, el primer gobierno municipal de Ramón Severo Novelo (1993-2006) contó con un presupuesto de nueve millones de pesos; mientras que el presupuesto del gobierno de Román Quian (2008-2011) fue de mil cuatrocientos millones de pesos (Paz, S. y Paz, M. s/f: 34,49 y 142).
En 2005 el huracán Wilma dañó fuertemente la infraestructura hotelera de Cancún y su receso permitió constatar la gran oferta generada en la Riviera Maya, no solamente porque había superado el número de cuartos de Cancún, lo mismo que la de restaurantes, comercios y otros servicios, sino porque Playa del Carmen ofrecía además el paisaje de playa que Cancún no tiene.
Cancún en construcció. Imagen de Antonio Aledo.
En el norte del Caribe Mexicano, Cancún se configura como un destino maduro, que requiere planear su renovación (Butler, R. 2012), pero cuyo problema más visible es el divorcio entre la zona hotelera y la ciudad, con necesidades urbanas, sociales y de seguridad que, además de ser injusto, repercute necesariamente en la e ciencia de los servicios turísticos y de los prestadores. Aunque en el mismo modelo masivo de sol y playa (inversiones, comercialización y demanda, crecimiento y problemas), las diferencias con la Riviera Maya son también destacadas. Por ejemplo, Cancún tiene 25 Km. mientras que la Riviera llega hasta los 90 Km, y por eso su oferta es de grandes resorts, aislados, con controles en el acceso a la playa, combinado con algunos pequeños hoteles. De este modo su impacto ambiental es más extendido. Otra diferencia importante es que, si bien para Cancún se incumplieron los planes, en el caso de la Riviera Maya su crecimiento fue aún más desordenado y sin planificación, por lo que los problemas urbanos, ambientales y sociales se comparten (Campos, 2009).
Tulum es el destino de mayor crecimiento en la actualidad, de manera similar a como lo fue playa del Carmen en los noventas y también se relaciona con el impulso y el modelo iniciado por Cancún. Habiendo sido la visita obligada para los turistas de Cancún, fue creciendo como poblado y en su oferta de hospedaje, al igual que playa del Carmen, sin planeación. La imagen inicial de pequeño poblado con fuerte presencia de la cultura maya contemporánea y la zona arqueológica, y pequeños hoteles en un paisaje de selva y playa, se ha ido acercando al resto de la Riviera Maya, con grandes resorts y un crecimiento urbano desordenado. Perteneciente al municipio de Solidaridad, fue separado de éste para conformar un nuevo municipio en el 2008. Los datos oficiales señalan que tiene siete mil cuartos, lo que parece una cifra que subestima la realidad. A los problemas de rezago urbano se suma la falta de claridad y coherencia de los planes y decretos relacionados con áreas protegidas y de patrimonio histórico, lo que sumado a las ambiciones de inversionistas ha generado complejos conflictos. Así Tulum está replicando tanto el modelo de turismo, como la dinámica de los destinos del norte del Estado, de rápido crecimiento turístico y de la población, frente a un rezago e insuficiencia de la planeación, el desarrollo urbano y la atención a las necesidades de la comunidad (Balam, 2010).
Uno de los problemas más importantes del norte del Caribe Mexicano es el agua; aún abundante por sus características cársticas que crean un sistema hidrológico subterráneo; pero igualmente frágil, susceptible a la contaminación por las actividades humanas. La falta de drenaje en las ciudades y poblaciones y el incremento demográfico son algunos de los elementos que están poniendo en peligro este recurso vital en el área, con obvias implicaciones ambientales y sociales.
En enero de 2016 se emite el Decreto que convierte a Puerto Morelos (a 30 Km de Cancún) en municipio. Pequeño pueblo, inicialmente de pescadores y ahora con- centrado en el turismo y especialmente en el turismo residencial, es objeto de fuertes presiones (de la administración pública local y de empresarios) para ser integrado al modelo masivo repitiendo la experiencia de Tulum y Riviera Maya. La alternativa de mantenerse con una baja densidad urbana y hotelera, parece cada vez más lejana, mostrando la imposibilidad de romper el modelo de este norte del Caribe Mexicano.
El turismo como actividad principal (casi única) en el Caribe Mexicano es una realidad. Sus implicaciones en cuanto al monto de inversión que representa, a los empleos que genera o los impuestos recaudados seguramente confirmarían la relevancia de su predominio. No obstante, un análisis completo e integral resulta necesario para definir críticamente las problemáticas generadas o asociadas: la ineficacia para desarrollar cadenas productivas, la concentración en cierto tipo de inversión que reduce la derrama, la baja calidad de los empleos, la relación y capacidad de negociación con los componentes del sistema turístico, etc., además de los impactos ambientales y los rezagos sociales y urbanos ya mencionados. Ante este panorama, no es necesario insistir sobre la pertinencia del trabajo de Christine Mc Coy. Es claro que la euforia por las grandes inversiones está presente a pesar de las lecciones repetidas en Cancún y los otros destinos. Por ello es necesario insistir en mostrar y demostrar la realidad y sobre todo, brindar elementos para construir de otra forma con otros resultados.
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