01-12-2017
Securitització turística: teoria i interrogants sobre l'emergència de la pràctica securitària
El passat 24 de novembre, Sarah Becklake, investigadora post-doctoral del Departament de Sociologia de la Universitat de Lancaster, va impartir una conferència a Barcelona en un acte organitzat per Alba Sud i Ostelea. Reproduïm una síntesi de la seva presentació.
Crèdit Fotografia: Sarah Becklake, fotografia d'Alba Sud.
(article disponible només en castellà)
En 2015 Naciones Unidas publicó ‘Transformando Nuestro Mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible’, en el que propuso diecisiete objetivos para un desarrollo sostenible mundial. La visión de desarrollo sostenible presentada en la Agenda 2030 imagina un mundo donde no solo son sostenibles las prácticas económicas y medioambientales, sino también en el que la riqueza se comparte y se pone fin a la pobreza y el hambre; un mundo de igualdad, sin miedo o violencia; y un mundo donde hay protección para los más vulnerables. Este mundo, según la Agenda 2030, sería globalmente sostenible.
El turismo cobra un papel fundamental en la Agenda 2030. De hecho, la Organización Mundial de Turismo (OMT) afirma que el turismo sostenible puede contribuir en cada uno de los diecisiete objetivos de desarrollo sostenible. Siguiendo, las Naciones Unidas han nombrado el año 2017 como Año Internacional de Turismo Sostenible para el Desarrollo. La OMT define turismo sostenible como aquel que ‘tiene en consideración su impacto económico, social y medioambiental, tanto en la actualidad como en el futuro, atendiendo a las necesidades de visitantes, la industria, el entorno y las comunidades receptoras’. Hacer que el turismo sea sostenible tiene dos objetivos interconectados: por un lado, mantener el turismo como una práctica y, por otro, hacer la práctica del turismo más sostenible en términos económicos, ambientales y sociales.
Muchas organizaciones y expertos argumentan que el turismo sostenible es un medio para crear desarrollo humano, seguridad humana, y paz mundial. Siguiendo con esto, argumentan que necesitamos el turismo para asegurar la posibilidad de crear un mejor mundo. Pero también afirman que las inseguridades puedan reducir el flujo de turistas y, con eso, dañar el turismo. A partir de aquí se da una mayor importancia a la “securitización turística”, que también podemos entender como la práctica diaria de brindar seguridad a los turistas para hacer seguro el turismo. Normalmente la securitización turística se presenta como una práctica fundamental para hacer sostenible el turismo, una práctica ‘ganar-ganar’ de seguridad humana. Pero ¿realmente lo es? Aquí voy a argumentar que construir un mundo seguro para los turistas no es lo mismo que construir un mundo seguro para todos y todas. En vez de ello, la securitización turísica está reproduciendo desigualdades y dando lugar a nuevas inseguridades humanas.
¿Cómo surgió la securitización turística como una práctica relevante?
El turismo se ha convertido en un objeto de seguridad valioso y vulnerable. El valor económico del turismo es cada vez más evidente. Sin embargo, el turismo también se ha vuelto valioso política, cultural, social y personalmente. Dado que el valor del turismo a menudo no se cuestiona, cada vez se plantean más preocupaciones acerca de las “amenazas turísticas”, que pueden definirse como todo aquello con poder de amenazar al flujo de turistas. No hay turismo sin turistas y los turistas tienden a evitar el riesgo. Como muchos investigadores han notado, cualquier cosa, desde riesgos imaginarios hasta terrorismo, violencia, crimen, acoso, desastres, epidemias, disturbios civiles, etc., puede reducir los flujos de turistas. Con tantas amenazas turísticas potenciales acechando, el mundo busca proteger cada vez más el turismo. ¿Pero cómo surgió todo esto? ¿Cómo es que el turismo se volvió tan valioso y por qué las amenazas turísticas aparentemente van en aumento?
Intentando responder a estas preguntas centro mi atención en los valores económicos. Con el capitalismo neoliberal los valores económicos del turismo aumentaron. Hay por los menos tres ejemplos en los que esto ha ocurrido. Primero, para que un mercado de libre comercio funcione, debe haber también libre circulación de ciertas personas privilegiadas, como personal comercial y como consumidores. En este sentido de turismo es fundamental para el capitalismo neoliberal. Segundo, el neoliberalismo ha reconceptualizado el desarrollo como una participación exitosa en la economía global. En este contexto, atraer turistas se ha convertido cada vez más en una estrategia clave de desarrollo para tantos lugares. Esto ha llevado a una mayor dependencia económica del turismo. Y, tercero, el turismo crea nuevos caminos para la acumulación de capital y, por tanto, es clave mantener y diseminar el capitalismo neoliberal. Estos tres ejemplos ayudan a subrayar cómo el turismo ha ganado más valor económico tras el crecimiento del capitalismo neoliberal globalizado. De hecho, como el académico Robert Fletcher (2011) dice, el turismo surge como una parte fundamental de este tipo de capitalismo.
Por supuesto el crecimiento del terrorismo es importante para ese tema, pero el capitalismo neoliberal globalizado también ha creado nuevas vulnerabilidades e inseguridades. La liberalización ha llevado a países, empresas y personas sumamente desiguales a una competencia directa, beneficiando a aquellos con posiciones iniciales más fuertes. Como resultado, mientras que se ha generado una inmensa riqueza privada, la desigualdad también ha ido en aumento. Las políticas neoliberales también han visto el retroceso del estado de bienestar y de los servicios sociales, lo que significa que los pobres ya no tienen la misma protección. Como muchos investigadores han notado, el aumento de la desigualdad y la pobreza está ligado a los crecientes conflictos y a la violencia. En otras palabras, el capitalismo neoliberal globalizado ha producido mayores inseguridades humanas. A pesar de ello, en lugar de ver al capitalismo neoliberal globalizado como una parte del problema, éste ha sido posicionado como la solución. De hecho, las crecientes inseguridades han creado una demanda de seguridad que cada vez se proporciona más a través de mercados de seguridad competitivos.
Hay al menos tres formas en que esta situación se vincula con el turismo. Primero, si uno considera que el turismo es una parte clave del capitalismo neoliberal globalizado, entonces puede argumentarse que forma parte de la construcción de mayores inseguridades humanas. En segundo lugar, se puede argumentar que el aumento de las inseguridades humanas es una fuente clave de amenazas turísticas. Aquí nos encontramos con una demanda de securitización turística y el desarrollo de expertos en ese tipo de seguridad. Finalmente, también puede notarse cómo el crecimiento de algunas inseguridades humanas se han convertido en atracciones y experiencias turísticas, como se puede ver en el caso del turismo de pobreza. El argumento que propongo aquí es que el capitalismo neoliberal ha jugado un papel clave en convertir el turismo en un objeto de seguridad valioso y vulnerable y, por lo tanto, ha sido fundamental para el surgimiento de la securitización turística como una práctica cada vez más importante. También, que voy a argumentar más adelante, es que la práctica de securitización turística es una práctica securitaria neoliberal.
¿Cómo se practica la securitización turística?
La securitización turística es una práctica compleja. Es llevada a cabo por una gran variedad de actores en escalas diferentes, desde organizaciones mundiales hasta personas viviendo y trabajando en destinos turísticos. Estos actores utilizan una alta gama de estrategias de seguridad formales e informales, y actúan en una variedad de registros, desde lo legal hasta lo afectivo. Por consiguiente, fácilmente se pueden encontrar contradicciones y disputas dentro de esta práctica. La securitización turística también se practica a través de relaciones cooperativas y competitivas. Así, por un lado esa práctica tiene como objetivo hacer que el mundo sea seguro para los turistas, lo que implica una cooperación considerable entre los países, organizaciones, empresas, y personas. Y, por otro lado, esa práctica se realiza como parte de una competencia turística mundial, donde los lugares y las empresas compiten en parte por su capacidad de proporcionar a los turistas una mejor seguridad personal.
También pueden identificarse cuatro espacios clave de la securitización turística, cada uno con su propia lógica interna. El espacio del imaginario turístico tiene como objetivo crear imágenes de destinos seguros, cambiando las percepciones de riesgo de los turistas para hacer que se sientan lo suficientemente seguros como para viajar. Los espacios de burbuja turística y el cuerpo del turista apuntan a la protección de los turistas cuando visitan un destino, evitando que sufran un daño real. Si bien el sito de la burbuja turística lo logra manteniendo a salvo a los turistas en lugares seguros, el sitio del cuerpo del turista busca protegerlos a medida que circulan por lugares de “riesgo”. Finalmente, el espacio del mundo turístico atiende al surgimiento de mecanismos de seguridad turística global que apuntan a hacer el mundo seguro para los turistas. Cuando la securitización turística falla, y les pasan cosas malas a los turistas, aparecen los “desastres turísticos”. Por lo tanto, la securitización turística no solo tiene como objetivo detener que puedan ocurrir “cosas malas” a los turistas, sino que también busca minimizar los efectos negativos cuando ocurren dichas “cosas malas”. Como muchos académicos críticos han notado, en cada uno de los cuatro sitios se pueden encontrar ejemplos de cómo las estrategias de dar seguridad a los turistas están creando nuevas inseguridades humanas a los locales. Por ejemplo, negarles el acceso a los lugares públicos o criminalizar a los pobres.
La securitización turística toma a los turistas como altamente valiosos y particularmente vulnerables ante el peligro. Pero no todos los turistas son considerados de la misma manera. Los turistas internacionales tienden a ser considerados los más valiosos debido a que el turismo internacional es similar al comercio internacional. Sin embargo, también es ampliamente asumido que los turistas internacionales son los más vulnerables. Al ser considerados víctimas, los turistas internacionales tienen mucho poder sobre el turismo, ya que cuando les suceden “cosas malas” se convierten en noticia a nivel mundial, lo que tiene repercusiones para la imagen de un destino y para la capacidad de atraer inversión extranjera y más turistas. Aquí se puede notar que la securitización turística está basada en la jerarquización de las víctimas, siendo a menudo los turistas internacionales posicionados como los más necesitados y poderosos, por tanto, los que más protección reciben.
Prosiguiendo, la securitización turística se basa fundamentalmente en las desigualdades que estructuran quién puede convertirse en turista internacional y, además, en cómo estos turistas imaginan los riesgos en el mundo. Esto ha sido muy bien señalado en las discursos y relaciones neocoloniales. No todos pueden ser turistas, menos aún turistas internacionales. Debido al proceso histórico de colonización, imperialismo, desarrollo y neoliberalización, todavía los países del Norte Global son los principales emisores de turistas internacionales. Como resultado, los turistas occidentales tienen mucho poder. De hecho, son sus miedos y sus deseos los que a menudo definen las ventajas y desventajas competitivas de los lugares turísticos. En consecuencia se actúa para cumplir y superar sus expectativas y acallar sus preocupaciones sobre la seguridad. Muchos investigadores han observado que los turistas occidentales a menudo temen viajar hacia el Sur Global, el cual depende del turismo. En consecuencia, si bien la securitización turística es relevante para todos los destinos turísticos, el Sur Global está surgiendo de manera particularmente pertinente, desafiante y transformadora.
¿Cuáles son las repercusiones de la securitización turística?
Según Abrahamsen y Williams (2009, 2011) la seguridad es un servicio comercializado a nivel mundial. Para los actores y actividades que se consideran esenciales para el desarrollo económico en el capitalismo neoliberal globalizado se crean mecanismos internacionales que brindan seguridad mercantilizada. Así, la securitización turística permite a los turistas desplazarse alrededor del mundo con relativa velocidad y seguridad, y, por tanto, respalda la circulación y producción de riqueza. Pero este tipo de seguridad depende de la vigilancia. Como Haggerty y Ericson (2000) explican, la gobernanza neoliberal de la seguridad ha visto la creación de un “mecanismo de vigilancia” compuesto por nuevas tecnologías de información y comunicación, que recopilan datos, registran, observan, y mercantilizan todo. Es decir, moverse “libremente” por el mundo implica cada vez más la venta de los datos personales y la privacidad. Según sugieren muchos investigadores que trabajan en el tema de la vigilancia, esto tiene la capacidad de producir nuevas inseguridades humanas.
Como parte de la securitización turística los estados están gobernando a sus naciones y ciudadanos como destinos acogedores y hospitalarios para recibir a los turistas. A su vez la securitización turística desafía las prácticas tradicionales de soberanía. Por ejemplo, como explicó Scarlett Cornelissen (2011), mediante la práctica de compartir soberanía con las asociaciones deportivas sobre los espacios turísticos durante eventos masivos. También se da en el uso de fuerzas militares para proteger ciertos lugares y personas para el turismo, la construcción de fuerzas policiales especiales para proteger a los turistas, y además la agilización de la justicia para ellos. La securitización turística también puede usarse como una justificación para la normalización de los estados de excepción, mediante los cuales el estado suspende las formas democráticas de gobierno y las leyes de seguridad con el fin de asegurar sus territorios para el turismo. Aquí se puede ver cómo la securitización turística puede relacionarse directamente con la suspensión de la libertad y los derechos de los ciudadanos.
Se puede argumentar que la securitización turística es una poderosa manifestación de lo que el antropólogo Aihwa Ong (1999) llama “ciudadanía flexible”. La ciudadanía moderna se ha entendido durante mucho tiempo como miembro oficial de un estado que incluye derechos y privilegios junto con deberes y responsabilidades. A diferencia, el concepto de ciudadanía flexible hace énfasis en cómo una minoría privilegiada es capaz de viajar alrededor del mundo obtener derechos y privilegios prácticamente en cualquier lugar. Esto, por supuesto, está en contraste directo con la mayoría de las personas del mundo que aún luchan por la ciudadanía en sus propios países. Así, podemos ver cómo en algunos lugares a los turistas se les ofrece un servicio de seguridad superior, mucho mejor que el ofrecido a la población local. De este modo, las estrategias de securitización turística a menudo acentúan la lucha por la ciudadanía local.
Consideraciones finales
Los defensores de la securitización turística argumentan que ésta es una práctica para crear un turismo sostenible y para producir seguridad humana para todos. Pero la securitización turística no es una práctica securitaria humana. En realidad su lógica contraviene los principios de seguridad humana, que conceptualizan que todas las personas tienen el mismo derecho a la seguridad. De hecho, la securitización turística encuentra su valor en los turistas como consumidores, no como seres humanos. En lugar de ser una forma de seguridad humana, la securitización turística proporciona una manera de protección al consumidor móvil. Además, sostengo que la securitización turística es una práctica securitaria neoliberal. Es cierto que la securitización turística puede ayudar a sostener las economías turísticas y al turismo como una manera privilegiada de viajar. Pero esta práctica también está reproduciendo desigualdades y creando nuevas inseguridades humanas. Este análisis tiene implicaciones para el reto mundial de desarrollo sostenible. Tenemos que preguntarnos seriamente qué tipo del desarrollo produce la securitización turística y si éste es el tipo de futuro que queremos. Si no es así, entonces tenemos que pensar de manera crítica sobre el aumento de la securitización turística y considerar otras alternativas.
Termino con dos alternativas potenciales: una reformista y otra revolucionaria. Una aproximación reformista necesitaría una revisión profunda del nexo turismo-seguridad y prestar más atención en cómo mejorar la seguridad humana. Asimismo, en lugar de basarse en una lectura parcial de la relación entre el turismo y la seguridad, que posiciona al turismo como un medio de seguridad humana y paz mundial, las políticas de seguridad turística deberían basarse en una revisión profunda de las muchas formas en que el turismo influye, y se ve influido a su vez, por las seguridades y inseguridades humanas. Así que el objetivo podría ser gestionar el turismo de manera que asegure su contribución a la seguridad humana de todos, especialmente de los ciudadanos. Esto también significaría que habría lugar para limitar o decir “no” al turismo.
Por otro lado, una aproximación revolucionaria no trataría de mejorar la securitización turística, sino más bien de eliminar las condiciones que la originaron. Esto necesitaría desafiar las desigualdades que produce el turismo como manera privilegiada de viajar y que propagan inseguridades humanas. Para hacerlo sería necesario crear un sistema político-económico que le diera más importancia a la justicia social y a la seguridad humana sobre la acumulación individual de riqueza y la mercantilización de la seguridad. Con esta segunda alternativa podríamos encontrar esperanza por un mundo más sostenible y seguro, para todos y todas.
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