15-06-2023
Welcome to a “Mayan Village”!
Samuel Jouault | UADY/Alba SudLa Península de Yucatán experimenta des de fa cinquanta anys un procés de transformació accelerada arran de la construcció de Cancún. La mercantilització de la cultura maia va acompanyada de la turistificació dels espais rurals.
Crèdit Fotografia: Coba. Fotografia: Samuel Jouault, 2022.
(article disponible només en castellà)
El uso del etnónimo maya está muy usado en la industria turística en la Península de Yucatán: selva maya, cenote maya, boda maya, baño maya, casita maya, puerto maya, mundo maya, etc., sin mencionar los nombres de infraestructuras turísticas que también lo usan. Desde 2018, el megaproyecto del Tren Maya ha aparecido en el mapa, como el programa “Aldeas mayas” que busca activar el imaginario turístico y los estereotipos culturales.
La turistificación de los espacios rurales
La Península de Yucatán en el sureste de México es la región de los mayas de tierras bajas, cuya impronta histórica y presencia actual, unida a su paisaje natural y subsuelo kárstico, le confieren una identidad claramente diferenciada de la del resto del país. Según el último conteo del INEGI en 2020, en la península vivían 5.107.246 habitantes, de los cuales el 15,98 % era maya hablante. Es importante destacar que la presencia de la cultura maya en la vida peninsular, y particularmente en el medio rural, es significativamente mayor al indicador cuantitativo disponible que es el uso de la lengua, y que un elevado porcentaje de la población mantiene esta identidad cultural, aunque ya no utilice la lengua.
La expansión del capitalismo en esta región del mundo (Geocomunes et al., 2020) se traduce por un crecimiento de la inversión privada en áreas como la producción agroindustrial de soya transgénica, la instalación de parques de energía eólica y solar, la instalación de mega-granjas porcícolas, la aceleración del negocio inmobiliario, y también en el turismo masivo con la apertura de nuevos hoteles o parques temáticos. En este sentido, el megaproyecto del Tren Maya, insignia de la Cuarta Transformación encabezada por el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador y convertido en promesa electoral para seguir con ella, ha levantado un cierto número de inversiones alrededor de las futuras estaciones.
Ek Balam. Fotografía: Samuel Jouault, 2015.
La península de Yucatán experimenta desde hace cincuenta años un proceso de turistificación acelerada a raíz de la construcción de Cancún. Aunado a esto, hace veinticinco años se inició la turistificación de los espacios rurales de la península (García de Fuentes et al., 2019). La transformación de la península comenzó en el litoral, pero se expande a las tierras interiores bajo el auspicio del turismo alternativo. Alcocer Puerto (2012) plantea tres etapas en la turistificación de los espacios rurales. La primera etapa es el redescubrimiento del patrimonio prehispánico edificado, que fue la base de un turismo de élite desde el siglo pasado. Una segunda etapa se desarrolló en los años noventa, y estuvo marcada por la turistificación de los recursos naturales como los manglares en la costa de Yucatán y los cenotes cercanos a las comunidades rurales. Finalmente, la tercera etapa está centrada en el maya de hoy y sus usos y costumbres. Una fecha simbólica (21 de diciembre de 2012), catalogada como el día del fin del mundo según los medios de comunicación, culminó la oferta de turismo rural y cultural (conocimiento de la milpa, medicina tradicional, ceremonias mayas) por parte de las comunidades locales.
La mercantilización de la cultura maya es sinónima, en muchos casos, de folklorización o “disneyización” (Córdoba, 2009), asociada a una privatización de los recursos bioculturales, no exenta de conflictos latentes o manifiestos por el control de la tierra y sus recursos. El surgimiento del turismo de experiencias en la Riviera Maya se materializa por el éxito del consorcio Experiencias Xcaret. Estees el primer parque del grupo y abrió sus puertas al público en diciembre 1990. Desde sus inicios se enfoca al entretenimiento en el mercado de consumo turístico sustentable, promoviéndose como un espacio tematizado a la orilla del mar donde se revive, a través de coloridas representaciones, espectáculos, rituales, danzas y música, la cultura “de todo un país”, tradiciones que desde la época prehispánica son parte fundamental de la cultura mexicana, conjugado con actividades únicas dentro de un escenario recreado de flora y fauna nativas (Khafash, 2016:203). A este parque le siguieron Xel Há (1994) en la Riviera Maya yWet’n Wild en Cancún (1997), Xplor (2013) y Xoximilco, ubicado frente al aeropuerto de Cancún (2013) (Khafash, 2016). Dichos parques recrean de manera escenificada la naturaleza y la cultura, entremezclando lo maya con tradiciones de otras regiones del país. Pronto abrirá Xibalbá, de la misma empresa, un parque subterráneo que une varios cenotes, ubicado cerca de Valladolid en Yucatán. En el traspaís, la empresa Alltournativelleva cincuenta mil turistas al año para practicar actividades de turismo de aventura (rappel, tirolesa, kayak) en “aldeas mayas” sin nombre específico, donde los miembros de las sociedades locales son parte del paisaje turístico (García de F. et al., 2015).
Paralelamente, numerosas cooperativas dirigidas por el campesinado maya intentan competir, o al menos, coexistir con la oferta privada, ofreciendo de manera más auténtica la convivencia con su cultura y forma de vida, y a la par, van aprendiendo a ser empresarios en medio de grandes dificultades. Unas pocas lo logran, muchas fracasan en el intento, y otras apenas sobreviven dependiendo de la práctica de la milpa y de otras actividades, pero mantienen la esperanza de hacerse de la oportunidad que les brindaría el turismo. En 2015, más de 200 iniciativas colectivas fueron censadas en la Península de Yucatán. Si algunas respondían a las lógicas de la economía social y solidaria, muchas iniciativas peligraban entre fracaso, privatización y las lógicas paternalistas y asistencialistas (García de F. et al., 2015).
Las Aldeas Mayas: de pueblos aislados a programa público
En el traspaís de Cancún Riviera Maya, región ubicada atrás del litoral caribeño, en 2012 observamos los casos de los pueblos Pacchén y Tres Reyes, en los cuales la actividad turística opera bajo la forma de contratación entre una empresa y la sociedad local. La empresa Alltournative invirtió en esos pueblos y ahí, al igual que en otras partes, las actividades que se proponen incluyen un curso de rápel contra la pared de un cenote, un vuelo por encima de una laguna por medio de una tirolesa, un paseo en canoa en una laguna, observación de fauna y flora local y una ceremonia con un h-men; todo esto, en compañía de guías turísticos del pueblo que fueron contratados para apoyar a los guías del exterior de la comunidad.
Pacchén. Fotografía: Samuel Jouault, 2013.
Estos pueblos, y otros, como Campamento Hidalgo, Guadalupe, etc. en la región fronteriza entre el oriente de Yucatán y la zona maya de Quintana-Roo, ya se volvieron aldeas mayas para el mercado turístico. Pero unos años después, las aldeas mayas transitaron de ser pueblos aislados en el "profundo mundo maya" y la "exuberante selva tropical" a ser un programa público. El objetivo del programa “Aldeas Mayas”, promovido por la Secretaría de Promoción Turística del Gobierno del Estado de Yucatán desde 2018 como un programa de turismo cultural, rural gastronómico y de naturaleza, es el siguiente:
Poner en valor turístico a las comunidades indígenas mayas de Yucatán a través de experiencias vivenciales para el turismo nacional e internacional, incorporando su gastronomía, artesanías, medicina tradicional, vestigios arqueológicos, forma de vida, su lengua, costumbres y tradiciones, productos agrícolas, agroturismo, senderismo, vivienda y demás elementos que se sustentan en la cosmovisión que prevalece en la comunidad maya contemporánea contribuyendo en la salvaguardia de su patrimonio y generando riqueza y desarrollo social para las comunidades marginadas que más lo necesitan (SEFOTUR, 2020).
El programa está alineado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 de las Naciones Unidas, al Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 y al Plan de Desarrollo Estatal Yucatán 2018-2024. Fue diseñado bajo la asesoría de especialistas de la Universidad Anáhuac del centro de México, y responde a la necesidad de diversificación de la oferta turística en una tendencia global hacia experiencias vivenciales.
Para el desarrollo de este proyecto, el personal de la SEFOTUR visitó más de cuarenta comunidades de 26 municipios, principalmente del sur de Yucatán. Como resultado, se obtuvieron datos de 14 pueblos indígenas de siete municipios que cuentan con el potencial necesario para conformar esta red turística. Este programa trata de articular a las comunidades nombradas “aldeas mayas” con los centros Turísticos Mayas (de inversión privada) y con los destinos atractivos de Yucatán para la recepción y dispersión del turismo con un esquema de pasadía, en el cual los visitantes convivirán con los anfitriones y podrán recibir el servicio de alimentos.
Por otra parte, este programa se presentó en el Tianguis Turístico realizado en noviembre de 2021 en el Centro de Convenciones Siglo XXI en Mérida, al cual asistieron funcionarios federales y de diversos estados de la República, empresarios y público en general. Cabe destacar el papel relevante que tuvo en esta edición del tianguis el Proyecto Tren Maya, sobre el cual parecen orbitar los esfuerzos públicos y privados vinculados al turismo étnico, como el programa Aldeas Mayas. No obstante, durante este “Renacer del turismo”, lema del tianguis turístico que se desarrolló por primera vez en Mérida en noviembre de 2021, se ha permitido el surgimiento de una confusa mezcla de servicios turísticos que “toman prestado” el atributo de lo maya y que, sin querer, se extiende entre funcionarios, empresarios y el público en general, haciéndose eco de una tendencia similar que ya existía en el sistema turístico global. Durante este evento, el programa “aldea Maya” estaba presente fuera del centro de convenciones y materializado por la presencia de una representación de una casa vernácula.
Mérida. Fotografía: Samuel Jouault, 2021.
Es así que estamos presenciando el desarrollo de una oferta turística centrada en la “cultura maya” o, mejor dicho, en estereotipos de esta cultura, donde todos los elementos son galardonados con el adjetivo de “maya”. Por ejemplo, varios paquetes ofrecen visitar, comer o hasta dormir en una “casa maya”, mostrando fotos de una choza sin sentido. En las comunidades, es cierto que la casa tradicional no se reconoce como "casa maya" se le puede llamar xa’anil nah (casa de huano), sikil nah (casa de zacate), o se le llama “ripio” si las paredes son de mampostería, o bien casa de pak'luum si las paredes son de tierra. Todas estas construcciones han sido investigadas por su complejidad y por el amplísimo conocimiento que tienen detrás, resultando mejor adaptadas al calor, a los mosquitos y a los huracanes que cualquier construcción moderna que exista en esta región. Simplificar estas y otras muchas riquezas de la cultura maya, y hacerlo además con un fin comercial que no beneficia en realidad a las familias locales, sino a vendedores o “brokers” del turismo, se acerca a la definición más pura de “folkorización de la cultura”. Con toda razón, las comunidades mayas contemporáneas ven con desconfianza, incluso algunas con molestia, esta utilización de su cultura.
Muchas de estas iniciativas ahora de moda dado que no garantizan la propiedad social y la gestión de la actividad turística por parte de los actores locales, se contradicen con las iniciativas de las comunidades y, de hecho, debilitan al turismo comunitario, un turismo en mano de los actores locales quienes poseen tanto la propiedad social de la tierra, como las infraestructuras y los equipamientos. Si bien el turismo tiene el potencial de ser una herramienta de planificación territorial para luchar contra la pobreza, para proteger territorios en pugna o muy retirados de los centros de decisión, también ha recibido varias críticas, y en particular sobre la folklorización de la cultura que conlleva posibles impactos negativos ambiental y socialmente cuando no se planifica con cuidado y en conjunto con las comunidades.
¿Dineylandia, Aldea Maya o Ethnical Kingdom?
La turistificación de los espacios rurales en todo el mundo apela a estrategias similares, como el uso de los términos “chamán” o “aldea”, o la adopción de una estética etno-eco-chic adaptable a cualquier lugar etno-eco-turistificable (Almeida Poot et al., 2022). Uno de los principales riesgos de la articulación del proyecto del Tren Maya con el programa Aldeas Mayas es la propagación a lo largo de sus vías, no sólo de la estética etno-eco-chic-maya para satisfacer a los turistas, sino también de las representaciones folklorizadas de la población maya como exótica y prístina. Esta turistificación de lo cotidiano se aleja de lo espectacular-artificial que define la “disneyización”, se trata de una rama nueva del mismo negocio, donde la folklorización no se distingue del todo de la deshumanización. Por tal motivo, la propuesta de Aldeas Mayas, al ser más cercana a una especie de “safari étnico”, puede ser comparada con el parque Animal Kingdom de Disney. Por lo tanto, el programa Aldeas Mayas es una especie de Ethnical Kingdom by Gobierno del Estado. Se corre el riesgo de propagar una representación de la cultura maya estandarizada y primordialmente turística que puede afectar la identidad de los habitantes de los pueblos mayas, pero también sus prácticas cotidianas y al paisaje local, como ha ocurrido con los denominados “Pueblos Mágicos” que son casi indistinguibles unos de otros.
10.32727/26.2023.5
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