Contacte Butlletí

En profunditat | Notícies Generals | Espanya

18-04-2024

Desafiant un model turístic obsolet: Canarias es rebel·la

Javier Tejera | Ecotouristing

La manifestació de pròxim 20 d'abril, amb el lema "Canarias tiene un límite", convocada simultàniament en les vuit illes suposa un punt d'inflexió en el malestar social amb el desenvolupament turístic que s'ha viscut en aquesta comunitat. Aquí, dades i raons d'aquesta necessitat de passar a l'acció.


Crèdit Fotografia: Costa Adeje (Adeje) en el sur de Tenerife. Foto: Gagliardi Photography bajo licencia creative commons.

(article disponible només en castellà)

Estamos en un momento histórico en Canarias. El que no lo quiera percibir, es porque no quiere o no lo está sabiendo ver. La manifestación convocada para este sábado 20 de abril contra el modelo turístico del archipiélago no sólo promete ser multitudinaria y muy transversal, con presencia en todas las islas y aglutinando apoyos muy diversos del conjunto de la sociedad civil. También va a suponer un punto de inflexión, del que conviene no sólo extraer las necesarias conclusiones y reflexiones de los motivos que hay detrás de las propuestas. Es crucial pasar a la acción, de una vez por todas y le pese a quién le pese. Hay que dar pasos en una necesaria revisión y mejora del modelo, que muestren resultados visibles y reales para una ciudadanía que muestra, cada vez más, síntomas de hartazgo y desafección.

Para aquellos que no terminan de entender las razones que hay detrás de esta convocatoria. O que tratan de desacreditarla, haciendo ver que no representan un sentir generalizado de una mayoría de la población, basta con hacer una recopilación de datos que son, en conjunto, demoledores. Una mirada objetiva y difícilmente rebatible, que por desgracia es el síntoma claro de lo que está sucediendo en nuestras islas. Un guión propio, pero que en buena medida se podría aplicar a muchos destinos de masas de todo el mundo. El turismo puede ser instrumento maravilloso de desarrollo socioeconómico en equilibrio medioambiental, pero la realidad en muchos casos es que se convierte en un foco de desigualdades y de impactos, que tienen que ver con un enfoque de crecimiento exponencial, que sólo beneficia a unos pocos.

Esta es la clave. Lademocratización de los impactos (atascos en carreteras, encarecimiento de los precios de la vivienda, precarización del mercado laboral, masificación en espacios naturales, etc.), que sufrimos todos/as, frente a la concentración de los beneficiosen manos de muy pocos operadores. Una balanza muy desigual, que se traduce en indicadores sociales que son sonrojantes. Se vende la idea de que tenemos un modelo de éxito. Sin embargo, pese a que llegan cada vez más turistas, los desequilibrios son evidentes y crecientes.

El sector turístico es el principal motor de la economía de Canarias, con una aportación del 35,5% al Producto Interior Bruto (PIB) y un 26% del total de empleos que dependen de este sector directamente. Alguna responsabilidad habrá que achacarle a ese modelo de éxito… Sin ir más lejos, según elInforme de Estado de Pobreza en las Comunidades Autónomas, Canarias es la segunda comunidad con mayor proporción de personas en riesgo de pobreza y/o exclusión social (36,3%), con un 0,3% de la población del archipiélago que acumula riqueza equivalente a casi la mitad del PIB de toda la Comunidad Autónoma. La pobreza afecta, además, más a mujeres que a hombres, y más en entornos urbanos que en rurales. Casi el 40% de las mujeres canarias está en riesgo de pobreza o exclusión social.

Por verlo de forma comparativa, la tasa de pobreza y exclusión social en Canarias se mantuvo prácticamente constante en torno al 38% entre 2015 y 2021. Aunque en 2022 ha descendido ligeramente al 36,2%, el archipiélago se mantiene junto a Extremadura como la comunidad con más población en riesgo de pobreza y/o exclusión social de toda España. Eso a pesar de ser uno de sus principales destinos turísticos. De hecho, en el mismo período de tiempo, según datos de FRONTUR e ISTAC, Canarias ha tenido un crecimiento exponencial en la llegada de visitantes, pasando de los 13,3 millones (2015) a los 14,6 millones (2021). Eso a pesar del freno que supuso el COVID en 2020 y 2021.

De hecho, la cifra en 2023 ha alcanzado los 16,2 millones, récord histórico, sin que esta dimensión cuantitativa se refleje en una mejora de indicadores sociales tan relevantes como los mencionados. ¿Cómo es posible que lleguen más turistas, pero que Canarias siga a la cola nacional en pobreza y exclusión social? Aún hay más. Según datos del Instituto Canario de Estadística (ISTAC), el gasto en destino ha aumentado considerablemente en los últimos años hasta situarse por encima de los 19.500 millones de euros registrados en 2023. Sin embargo, estas cifras no terminan de repercutir de forma directa sobre la sociedad canaria, cuya situación socioeconómica es muy delicada. ¿Cuánto de ese dinero se queda en el destino y cuánto retorna al país de origen del turista o del touroperador que lo ha traído? Los estudios hablan de que menos de la mitad de ese gasto se queda en Canarias.

Eso explica, en parte, esas sonrojantes ratios en determinados indicadores sociales, así como los problemas derivados de la terciarización de la economía canaria, con un mercado laboral que ofrece pocas salidas, más allá de la restauración y la hostelería, para un sector de la población cada vez mejor formada. Por ejemplo, el archipiélago tiene graves problemas como el alto porcentaje de jóvenes en situación de desempleo (un 34,49%, casi seis puntos por encima de la media española) o la precariedad laboral. En este sentido, Canarias cerró el año 2023 como la segunda comunidad autónoma de España (la última, Extremadura) con el peor salario medio al mes(el ingreso en la cuenta bancaria del trabajador), sólo tres cuartas partes del promedio español.

Esto explica también un nuevo perfil de demandante de prestaciones sociales, que es el del "trabajador pobre". Personas que trabajan con sueldos mínimos y precarios, en el contexto de familias monoparentales o con varios hijos a cargo, que no llegan a cubrir sus gastos básicos. Sirva como dato que entidades sociales como Cáritas Diocesana ha pasado de atender a 24.000 personas en 2019 a las 53.000 de finales de 2022. Cerca de 130.000 hogares en las islas dependen de una persona que sufre una situación de precariedad laboral severa, es decir, que pasa tres o cuatro meses al año sin trabajo, tiene el mismo número de contratos diferentes y trabaja para distintas empresas.

Al mismo tiempo, el coste de la vida en Canarias ha crecido de manera exponencial en los últimos años. En este sentido, ha aumentado el precio de la vivienda, la alimentación, así como el ocio y la cultura. En especial, cabe destacar que según el INE, los precios de los alimentos crecieron un 16.6% con respecto al 2022. Las familias afectadas por las sucesivas crisis no han recuperado su nivel de vida. Entre 2008 y 2019 los salarios de los trabajadores perdieron un 24% de su poder de compra, mientras que los beneficios de los empresarios crecieron 8,7%.

Hace una década, el Cabildo de Tenerife publicó un estudio que cifraba en un 92% la dependencia en la importación de alimentos de consumo básico del exterior. Un ratio que, a grandes rasgos, se ha mantenido desde entonces, con un nivel incluso mayor en islas no capitalinas. Según el Colegio de Economistas de Las Palmas, Canarias es incluso más dependiente del exterior que hace 20 años, especialmente en sectores que generan bienes de consumo básico como Alimentación y Bebidas, Agricultura, Ganadería, Silvicultura y Pesca. Un déficit comercial que ha ido a la par que el crecimiento turístico. Es decir, a mayor cantidad de turistas, mayor nivel de importación de productos.

Cómo pasar de las palabras a los hechos

En términos generales, no se puede decir que Canarias haya hecho los deberes como destino turístico de cara al futuro. Los estudios y análisis sobre su ciclo de vida indican un acelerado proceso de madurez, así como serios problemas de competitividad de la oferta. Aunque cada vez es más variada, sigue estando muy centrada en complementar al producto sol y playa, con una gran dependencia de mercados emisores tradicionales (Reino Unido, Alemania y, en menor medida, resto de España). Tras medio siglo de marcado posicionamiento y enfoque del modelo de oferta en este sentido, un cambio de esta índole es sumamente complejo, a pesar de contar con recursos y atributos para ello.

Según datos de PROMOTUR Turismo de Canarias, el peso del sector vacacional, asociado al sol y playa, sigue siendo muy elevado, a pesar de los intentos de diversificación de la oferta. Más de un 90% de los turistas que llegan a las islas viajan por ocio. El clima (75%), la seguridad (51,3%), la tranquilidad, (46,5%), el mar (46%) y las playas (39,3%) están entre los aspectos más relevantes para la elección del destino. Por comparar, la red de senderos es un factor clave sólo para un 10% de los visitantes que llegan a Canarias.

Senderista en la Cuenca de Tejeda en Gran Canaria. Foto: Javier Tejera. 

En términos de contratación, hay una gran dependencia de los touroperadores (casi la mitad llegan con paquete contratado). También es relevante el peso que tiene el "todo incluido" en las tipologías de alojamiento contratado. Un 34,9% de los turistas que llegan a Canarias lo hacen con esta modalidad. Bien es sabido que el gasto de ese perfil de turista que repercute en el destino es mínimo. Por último, el hecho de ser un destino insular, alejado entre tres y seis horas de sus principales mercados emisores, hace que tengan una gran dependencia de la conectividad aérea.Porcentajes anuales superiores al 85% de los millones de turistas que llegan a Canarias lo hacen por vía aérea, lo que plantea escenarios de descarbonización del sector, a día de hoy, bastante utópicos.

Los expuestos en este artículo son sólo algunos datos, pero hay muchos más. Si algo estamos viendo estos días es que una gran mayoría de la población está de acuerdo en el diagnóstico. Incluso, lo que parecía utópico hace tan sólo unas semanas, ahora parece posible. Con el presidente del Gobierno de Canarias abierto a estudiar una revisión del modelo turísticoe incluso hablando de la opción de aplicación de una ecotasa. Al igual que algunos partidos que tuvieron en su mano instaurarla en la anterior legislatura, y que probablemente están viendo las orejas al lobo de la movilización social. Sirva como ejemplo de que se van a dar pasos, casi con total seguridad, para gestionar el descontento social, pero hará falta una mirada sistémica y global.

Una tasa como mero instrumento de recaudación, no servirá de nada. Una tasa que repercuta directamente en la conservación de espacios naturales protegidos, que vaya acompañada de estudios de capacidad de carga y de limitación de visitantes en ecosistemas frágiles, sí puede ser efectiva. Y así con todo. Hacen falta soluciones que pasen por establecer un techo al crecimiento exponencial del turismo en Canarias. No podemos seguir recibiendo más turistas año a año, sin que haya consecuencias para el territorio. No hace falta más planta alojativa de nueva creación en el archipiélago, se debe trabajar por mejorar, revitalizar y diversificar lo que ya existe en el destino. No parece muy inteligente seguir consumiendo más suelo y recursos en un territorio limitado y fragmentado como es Canarias.

Cartel en sendero (Punta del Hidalgo, Tenerife). Foto: Mónica Hernández. 

Ese establecimiento de un límite en el crecimiento debe estar implícito en cualquier iniciativa normativa que se lleve a la práctica, empezando por el alquiler vacacionalcuya nueva ley de regulación está ya levantando muchos cuestionamientos. El dato oficial de viviendas vacacionales en Canarias está en torno a 55.000, pero la ley abre la puerta a que se doble esa cifra. En lugar delimitar y eliminar licencias, se va a permitir el avalar un cambio de uso para legalizar el uso turístico de determinados pisos, siempre que se cumpla con unos requisitos. La clave está en establecer un umbral claro de saturación respecto al número total de camas, incluyendo también en la ecuación a todo tipo de alojamientos turísticos (hoteles, apartamentos, etc.).

Además, sin un cuerpo de inspección que fiscalice y controle, será muy difícil combatir la oferta ilegal de vivienda vacacional que ya hay y seguirá habiendo, a pesar de la nueva ley. Algo aplicable también a la gestión de espacios naturales protegidos, para frenar los cada vez más frecuentes episodios vandálicos y de mal uso de entornos de gran valor ecosistémico y, por tanto, muy frágiles. Sirva como dato, que la Asociación Profesional de Agentes Forestales y de Medio Ambiente de Canarias (AFMACAN) ha mostrado su apoyo implícito a las manifestaciones, reivindicando la necesidad de “una mayor vigilancia, custodia y protección de los espacios naturales protegidos como una prioridad” a abordar cuanto antes.

Colas en el Parque Rural de Anaga (Tenerife). Foto: Javier Tejera.

En definitiva, este momento histórico hay que encauzarlo hacia acciones que permitan ver y percibir cambios. Sobre todo a nivel social, a la vez que cuidamos y protegemos nuestro territorio desde un punto de vista ambiental. La “buena salud” de este sector en Canarias se debe medir más allá de las cifras de visitantes. Es más, se debe fijar un objetivo realista que pase por reducir la llegada de turistas a Canarias, a la vez que se mejoran indicadores sociales como la tasa de pobreza o exclusión social, así como los salarios medios. También medir y comunicar de forma clara cómo el turismo genera un efecto multiplicador para otros sectores y cómo se está mejorando la ratio del gasto turístico que se queda, de verdad, en nuestras islas.

Esa es la clave. Si se logra un mayor proporción de gasto que se queda en destino, es muy realista hablar de necesitar menos visitantes, para obtener mayor rentabilidad social, con menor impacto ambiental. Y sobre todo establecer índices que evalúen cómo el turismo mejora la calidad de vida de las zonas receptoras y de sus habitantes, de manera más equitativa y no beneficiando a unos pocos. ¿Turismofobia? Sólo hay que repasar datos y diagnósticos, para ver a las claras que la fobia es al modelo, no al turismo en sí.