01-08-2024
Treball i assetjament en cuines d'hostals comunitaris a l'Amazonia brasilera
Mayra Laborda & Cecília Ulisses Frade dos Reis | Alba SudL'assetjament sexual a cuineres és recurrent en hostals comunitaris de la Reserva de Desenvolupament Sostenible d'Uatumã, perpetrat per turistes que practiquen pesca esportiva. És urgent desnaturalitzar aquestes violències, així com implementar mesures per a prevenir-les i combatre-les.
Crèdit Fotografia: Cecília Schwartz en Unsplash.
(article disponible només en castellà i portuguès)
La Reserva de Desarrollo Sostenible de Uatumã (RDSU) es un área protegida ubicada en el estado de Amazonas, en la Amazonía brasileña. Las comunidades ribereñas de RDSU tienen el turismo como una de sus principales actividades de autoabastecimiento, ya sea a través de la venta de servicios de alojamiento-comida-pesca o de mano de obra como camareras de piso (“arrumadeira”), cocineras y conductores de los botes (“piloteros”). El turismo es exclusivamente pesquero, mayoritariamente masculino, con escasa participación de mujeres (generalmente hijas y esposas). Son turistas de un alto poder adquisitivo y son predominantemente blancos.
Las cocinas de las posadas rurales comunitarias de RDSU tienen un doble propósito: preparar comidas para los turistas, pero también para los “piloteros”, las empleadas de la posada y la propia familia, que posee, trabajan y vive en las cercanías de la posada. Estamos hablando de una cocina que es, por tanto, una extensión de la cocina doméstica de esa familia. Todas las cocineras que trabajan allí son mujeres.Podría pensarse, en consecuencia, que las prácticas de acoso eran inexistentes en este entorno. Sin embargo, esto no es lo que revela nuestro trabajo etnográfico, desarrollado en el marco de una tesis doctoral.
Fuente: Mayra Laborda (2024).
Trabajo en las cocinas de posadas comunitarias y acoso sexual
Una pared, con un espacio de paso siempre abierto, sin puerta, es lo que separa la cocina del espacio habitable donde se come en las posadas comunitarios de RDS Uatumã. El espacio habitable es de libre circulación y compartido entre la familia propietaria de la posada, los trabajadores del turismo (los ya mencionados piloteros y empleadas de la posada) y los turistas. Para ellos la cocina es vista como un espacio único. Sin embargo, notamos algunas divisiones que, en este estudio, nos llevan a optar por nombrarlos por separado. Así, la cocina es el lugar donde se preparan las comidas. El espacio habitable es donde se come, se bebe, se ve la televisión y se socializa.
Hay divisiones simbólicas que se notan en el lugar donde se sienta cada persona y en el momento en que come. Así, hay la mesa de los piloteros y la mesa de los turistas. A la hora de comer, las cocineras colocan la comida, los platos y los cubiertos en una tercera mesa. Los turistas se sirven ellos mismos y vienen a sentarse a su mesa. Los piloteros, por su parte, comen en una mesa lateral. La familia y el resto de trabajadores (cocineras y camareras de piso) comen antes que ellos o incluso después, cuando los turistas se van a dormir a las habitaciones antes de iniciar la jornada de pesca de la tarde.
Fuente: Cozinha da Pousada. Laborda (2023).
Por la tarde, cuando los niños de la familia propietaria de la posada llegan del colegio, se acuestan en las hamacas que también se encuentran en el espacio contiguo a la cocina y sólo salen al inicio de la noche, cuando los turistas regresan de pesca. Por las noches, este espacio se convierte en el principal lugar de interacción entre turistas-trabajadores-familia y la actividad principal es ver la televisión y acceder a internet, manteniendo divisiones esp, como se muestra en el croquis a continuación.
En la cocina, la dinámica de trabajo implica la preparación del desayuno, el almuerzo y la cena de los turistas, trabajadores y propietarios de la posada. Es realizada por las cocineras, bajo la supervisión de la esposa del dueño de la posada, la cual también cocina ocasionalmente. Las cocineras suelen ser mujeres de la propia comunidad, pero a veces hay trabajadores de Manaus que vienen exclusivamente para la temporada de pesca deportiva.
Las tareas en la cocina se dividen de manera flexible entre cocineras y ayudantes, creando un ambiente de trabajo colectivo que se asemeja más a una cocina doméstica. Esta dinámica de trabajo, sin embargo, se ve afectada por la presencia de turistas, que ocasionalmente circulan por la cocina. Su presencia dentro de la cocina debería estar dirigida exclusivamente a cubrir sus las necesidades alimentarias, sin embargo, nuestro trabajo de campo reveló cómo en este contexto se producen situaciones de acoso sexual.
El acoso sexual se caracteriza por “el constreñimiento mediante palabras, gestos o actos con el objetivo de obtener una ventaja sexual” (Amorim y Bueno, 2019, p. 157). La comprensión social y jurídico respecto de estas y otras prácticas abusivas o violentas ha sufrido variaciones culturales e históricas. La primera mención del acoso sexual en el código penal brasileño es reciente: data de 2001 y lo caracteriza como un acto restringido al contexto laboral. Otras prácticas, como el acoso sexual que ocurre en las calles, están amparadas por la ley de la importunación sexual, que data de 2018 (Almeida, 2019).
Desde la perspectiva de la sociología del derecho, el acoso sexual se analiza como una manifestación de relaciones de poder y control dentro de las estructuras sociales e institucionales. MacKinnon (1979) sostiene que el acoso sexual es una práctica que mantiene y refuerza la subordinación de las mujeres en el lugar de trabajo y otros contextos sociales.
Diseño de Cocina de Posada Comunitaria. Laborda et al. (en prensa).
Los estudios de género, a su vez, analizan cómo las normas y expectativas sociales relacionadas con el género influyen tanto en las conductas de acoso como en las respuestas institucionales a estas denuncias. Butler (1990) destaca que el acoso sexual es una forma de control social que refuerza las normas tradicionales de género y la hegemonía masculina.
Es importante tener esta dimensión de lo reciente que es la problematización respecto de las prácticas de acoso y violencia, y la comprensión de estas, como algo que debe ser criminalizado, ya que en el cotidiano de las mujeres aún es algo bastante normalizado. Hay una falta de comprensión clara de lo que constituye acoso, e incluso miedo a represalias y estigmatización (Wilness, 2007), como lo demuestran los episodios que analizaremos a continuación.
Los casos de acoso en las posadas de nuestra investigación ocurren con mucha frecuencia dentro de la cocina, en las áreas de fregadero y estufa, donde no hay visibilidad para quienes están afuera y donde las cocineras pasan la mayor parte de su tiempo. En este contexto, una cocinera nos contó que un turista entró a la cocina después de cenar y le preguntó si quería hacerle compañía, ya que se sentía solo. También dijo que podría ayudarla económicamente, sugiriendo un pago a cambio de sexo. La cocina tiene una única entrada y salida, lo que permite que las trabajadoras queden “atrapadas” por los turistas.
El acoso no se limita, sin embargo, al interior de la cocina, ya que cuando las cocineras sirven la comida o se desplazan por el espacio habitable, también son víctimas de ataques por parte de los turistas. Así, asistimos a acosos en forma de elogios públicos hacia las cocineras, tales como “¡qué morena más hermosa!”, “No sabía que había mujeres tan hermosas en la Amazonia”. Esto comentarios dejaron visiblemente avergonzadas a las trabajadoras, como se explica en el siguiente ejemplo: “Hay turistas que son más simpáticos, hay turistas que están encima de nosotras, realmente nos asfixian. [...] piden una cita, piden matrimonio. ¡Ofrecen dinero y no es mucho!” (Cocinera de una pensión comunitaria en Uatumã, 23 años, entrevista realizada en febrero de 2023).
La dinámica del trabajo en las cocinas revela numerosos riesgos a los que están expuestas las cocineras, a saber: violencia física y sexual, afectaciones a la salud mental y física, como depresión, ansiedad, estrés, disminución de la autoestima, dolores de cabeza, problemas gastrointestinales y temblores (Wilness et al., 2007). Para evitar las crueles consecuencias, se han intentado adoptar algunas estrategias.
Estrategias de (no)afrontamiento en curso
Identificamos que, a partir de la externalización del problema por parte de las cocineras, la estrategia utilizada por los dueños para enfrentar este tema indica la transferencia de la responsabilidad de frenar tales prácticas a las propias empleadas:
Cuando Raúl contrata a las chicas, les hablo muy en serio, y Raúl también. Les explicamos que no podemos charlar con los turistas, que tenemos que ser inteligentes. No se puede llevar nada a las habitaciones, hay que llamar a los “piloteros” o a un hombre para que lo lleve. Él evita contratar chicas más jóvenes y llamativas, y así no corremos riesgos. Siempre preferimos a las señoras, sobre todo porque ya tienen más experiencia (Doña Margarida, esposa del dueño de una pensión comunitaria en Uatumã, 51 años, entrevista realizada en febrero de 2023).
El comentario de Doña Margarida, como se ve comúnmente en las repercusiones de los casos de violencia contra las mujeres en diferentes contextos, demuestra una comprensión de que la víctima tiene la culpa de su apariencia, y, en consecuencia “evita contratar a las mujeres más jóvenes y llamativas”. Esto indica, por tanto, una normalización de las conductas de acoso y la opción de culpabilizar a la víctima del acoso en detrimento de combatir los abusos cometidos por los turistas, valorando la satisfacción del cliente. A esto se suma el desprecio por el trabajo de una cocinera, a pesar de que es una de las etapas fundamentales de la experiencia turística.
Fuente: Mayra Laborda.
Ante esto, notamos estrategias colectivas de las trabajadoras para enfrentar el acoso, como la presencia deliberada de piloteros en las cocinas hasta que las mujeres terminaron su trabajo. Y cada vez que una mujer se da cuenta de que la otra está siendo acorralada por un turista, intenta acercársele para no dejarla sola. En la posada nunca falta la presencia masculina de algún familiar o trabajador turístico. Sin embargo, hay que subrayar que estas prácticas no llegan a la raíz del problema: el comportamiento acosador de los turistas. Por ello, hacemos algunas consideraciones sobre las estrategias que se han desarrollado con este objetivo.
Sugerencias estratégicas
Ante este escenario, destacamos la urgencia de recomendaciones estratégicas en torno a denunciar, prevenir y combatir el acoso sexual en las cocinas de las posadas comunitarias. Por tanto, es necesario un cambio cultural para desnaturalizar las prácticas de acoso y cuestionar los acuerdos tradicionales de género, especialmente en lo que respecta al modelo de masculinidad hegemónica. En este sentido, vale la pena enumerar una serie de sugerencias prácticas inspiradas en las reflexiones de Picado y Martínez-Gayo (2022). Además, hay sugerencias colectivas enumeradas por la primera autora de este estudio, quien está organizando un plan de educación turística con algunos trabajadores del turismo en la RDSU.
En materia de prevención, sugerimos programas educativos para infantes y adultos, especialmente para dueños y trabajadores de posadas, aclarando el carácter penal del acoso y las medidas disponibles para las víctimas y/o testigos. Además,es necesario desnaturalizar la visión de que las mujeres son responsables del acoso, prohibiendo prácticas que culpen a las víctimas, como no contratar cocineras más jóvenes; y erradicar la normalización del acoso disfrazado de coqueteos y piropos.
Sobre todo, es necesario también un programa educativo para los turistas, con multas monetarias y reglas de tolerancia cero, considerando que las trabajadoras han denunciado acoso recurrente por parte de los mismos turistas en diferentes temporadas. Por ello,creemos que es urgente que los turistas participen de charlas al llegar a RDSU, siendo informados sobre posibles prohibiciones en futuras temporadas de pesca deportiva.
Además, es crucial crear un canal de oficialización de denuncias, que debe imponer sanciones desde el primer episodio de acoso. A los acosadores se les puede prohibir permanentemente la pesca deportiva en RDSU y ser remitidos para responsabilidad legal. Este canal debe contar con un equipo de apoyo especializado, que incluya psicólogos y psiquiatras.
Las prácticas de acoso son comunes en la vida cotidiana de las mujeres y, al mismo tiempo, violentas y traumáticas (Almeida, 2019), como se evidencia en los testimonios de las cocineras. Estas prácticas suelen ser perpetradas por hombres asociados hasta cierto punto al modelo de masculinidad hegemónica. Esto es lo que hay que cambiar urgentemente.
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