19-06-2010
Comercio Justo en Nicaragua, por Manuel Fandiño.
ALBA SUD publica un nuevo artículo de su Colección “Opiniones en Desarrollo”, dedicado a analizar la opinión de las organizaciones de los pequeños productores sobre el funcionamiento de este sistema. El documento está precedido por una presentación a cargo de Ernest Cañada.
Este artículo de Manuel Fandiño, colaborador de ALBA SUD y miembro del consejo de redacción de la revista Enlace , indaga la situación del Comercio Justo en Nicaragua, a partir de la entrevista a representantes de 19 organizaciones de pequeños productores de este país centroamericano, algunos de ellos vinculados a la certificadora FLO y otros no. El análisis detalla en primer lugar las principales ventajas que para estas organizaciones supone formar parte del sistema de Comercio Justo, para a continuación señalar los problemas y contradicciones existentes y propuestas de mejora. Finalmente se ponen de manifiesto las aportaciones realizadas por algunas organizaciones locales para explorar las posibilidades de desarrollar un mercado justo a escala local. El artículo está precedido por una presentación de Ernest Cañada, coordinador de ALBA SUD.
Presentación del estudio, a cargo de Ernest Cañada
El movimiento de Comercio Justo a nivel internacional ha sufrido un intenso debate, e incluso rupturas, a lo largo de los últimos años. Cada vez con mayor intensidad las visiones sobre qué es, o qué debería ser, el Comercio Justo se polarizan en torno a dos grandes posturas. Una de éstas considera que la gran prioridad es el mercado internacional. Su lógica es que al aumentar las ventas de productos de comercio justo en los países del Norte, los pequeños productores reciben una mejor retribución, por cuanto el consumidor está asumiendo un sobre precio. Para ello consideran necesario mejorar las formas de inserción en los circuitos comerciales tradicionales, lo cual supone fortalecer certificaciones que den garantías al consumidor, introducirse en los grandes centros de distribución como supermercados, lo que le facilita el acceso a estos productos, o favorecer que grandes empresas transnacionales asuman “criterios” de comercio justo en alguna de sus marcas. Desde esta perspectiva, lo importante en última instancia es ampliar las ventas. En esta posición se encuentra la certificadora FLO o grandes ONG, que han encontrado aliados en transnacionales como McDonalds o Nestlé, que ya han puesto en marcha canales propios de comercialización identificados como “comercio justo”. Es la posición aún predominante en el movimiento de Comercio Justo en muchos países.
La otra gran posición nace de la insatisfacción y crítica a la evolución que ha seguido el sector mayoritario en el Comercio Justo. Consideran que la prioridad se encuentra en el mercado local, donde compramos a productores locales, se reduce la cadena de intermediarios y éstos ven incrementada su retribución. Esta posición establece que hay que orientar la producción hacia la diversificación productiva y garantizar la alimentación de la familia campesina en primer lugar. Este planteamiento está claramente en concordancia con los principios de la Soberanía Alimentaria. Entiende que el Comercio Justo debe limitarse a productos que no pueden producirse en los países del Norte, como el café o el cacao por ejemplo, aunque lo toman con prevención, ante el riesgo de estimular una especialización productiva tradicional, vinculada a la lógica agroexportadora. De este modo, apuestan por potenciar la producción local y los circuitos comerciales de corta distancia, tanto en los países del Norte como en el Sur. En algunos países las organizaciones de comercio justo que siguen esta visión, han reorientado sus estrategias comerciales y, a la par que venden productos de comercio justo procedentes de otros países, fortalecen los vínculos comerciales con agricultores locales. Desde esta perspectiva se considera necesario ampliar los criterios del comercio justo a toda la cadena de producción y distribución, y por tanto reclaman que la “justicia” tiña todo el proceso y no únicamente un determinado producto. Esto les hace mantener una posición muy crítica frente a las estrategias comerciales del otro sector que pretende insertar el comercio justo en las grandes superficies comerciales o que las transnacionales puedan tener su propia línea de comercio justo. Para este sector el desarrollo de un mercado alternativo no es solamente un asunto de ventas, si no de construcción de un movimiento social, basado en la alianza campo-ciudad, que sostenga una propuesta de autonomía económica para los sectores populares. Afirman que sin la construcción de estructuras políticas en manos de los pequeños productores no es posible sostener cambios en los mercados y acusan al otro sector, y en particular a organizaciones como FLO, de estar reduciendo la capacidad de control de las organizaciones de pequeños productores sobre el sistema de Comercio Justo. En esta posición encontramos algunas organizaciones vinculadas a Vía Campesina y asociaciones de productores y ONG de diversos países, como Brasil, Ecuador, España, Francia, entre otros.
A pesar de que los factores de tensión en torno a estas dos grandes posiciones están presentes en la mayoría de países, sus niveles de concreción no son iguales en todas partes, ni las organizaciones sociales han seguido la misma evolución. El presente estudio de Manuel Fandiño sobre Nicaragua aporta algunos elementos a este debate y ayuda a entender mejor en qué punto se encuentra el Comercio Justo en este país. Basado en la entrevista a los principales responsables de las organizaciones de pequeños productores vinculados al Comercio Justo en Nicaragua, el estudio aporta detalles pormenorizados del estado de opinión de este colectivo. En Nicaragua el grueso de las organizaciones de Comercio Justo continúan vinculadas a FLO (o esperan estarlo), y no se ha producido una ruptura clara por parte de las organizaciones de pequeños productores, aunque sí existen claras muestras de insatisfacción en relación a sus formas de funcionamiento y crecen las exigencias de mayores niveles de democratización y control de los pequeños productores del conjunto del sistema de Comercio Justo. Por otra parte, las alternativas vinculadas al fortalecimiento de los mercados locales son incipientes y aún poco reconocidas como parte de una estrategia alternativa de Comercio Justo. La construcción de movimiento social basado en la articulación de mercados que vinculen a productores rurales con consumidores urbanos aún se encuentra en una fase embrionaria, pero sin duda las señales que emiten distintas organizaciones de pequeños productores apuntan ya en esta dirección, a pesar de las múltiples dificultades existentes.
Podéis descargar el documento aquí
Este artículo fue encargado a ALBA SUD por Setem Comunidad Valenciana con el apoyo de la Generalitat Valenciana.
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